lunes, 4 de marzo de 2013

Carta de un médico curtido a una estudiante de medicina





Creo que es necesario escribirte una letras. Es una vieja deuda.

Puedo decir sin complejos que sé lo que me digo. He navegado los mares sanitarios el tiempo suficiente como para saber que es dura la mar, a la par que muy bella. Esta profesión es un gran privilegio, una enseñanza permanente, una posibilidad de crecimiento. Acompañar el dolor y la dificultad de los demás es una enorme gracia, un voto de confianza que deposita en nuestras manos la intimidad de los demás, su cuerpo, sus heridas, su zozobra. Ese tesoro es capaz de transformarnos en mejores personas, a veces incluso en héroes silenciosos. También puede quemar como la llama, la fina superficie de nuestro corazón. La muerte y el dolor de los demás marchitan las delicadas telas interiores como el sol inclemente la piel del cuello del que labra la tierra. Son muchos los que caen en el camino, traspasados por el abatimiento, la falta de sentido o el mero cansancio existencial.

Si pudiera sugeriros una ruta elegiría sin duda la de la compasión. Pero no la que surge de la emoción superficial, sino la que brota de la pura conciencia del momento presente, de uno mismo, del que nos acompaña en el camino.

Te llenarán la alforja de datos y saberes, guárdalos bien pero recuerda que la verdadera sabiduría se esconde en los demás, y los grandes maestros no serán siempre los que ocupan las cátedras sino las personas que te provean de entusiasmo, inspiración o ejemplo vital.

Trata de rodearte de buscadores con los ojos brillantes, aquellos que siguen las huellas de la virtud, del hacer bien las cosas. Desconfía de los que medran sin escrúpulos y compiten sin cesar. Uno de los verbos más potentes que conozco es compartir, si lo conjugas a menudo te será de grandísima ayuda. También rescata el agradecimiento y la sonrisa. Son cosas que sabemos pero se nos olvidan fácilmente. La palabra gracias es la llave más potente, después del nombre personal de los que tienes cerca, no tengas pudor en pronunciarlos todo lo posible.

Permite que la poesía brote de tu hontanar. Decir cosas bonitas deja un poso de paz al que las dice, y ten por seguro que colegas y pacientes agradecerán unas gotas de belleza y humor en la amarga bebida que la vida a veces pone en sus manos.

No seré nunca un maestro, tan solo un colega con algo más de experiencia que tú. No sigas por lo tanto mis numerosos errores personales, pero sí la luz de mi mirada, una luz que no me pertenece, un resplandor que busca rescatar lo mejor de nosotros.






Como gratitud a los 200 estudiantes que en el VI Congreso de Educación Médica compartieron conmigo sus hermosas miradas expectantes.

4 comentarios:

Juan Francisco Jiménez Borreguero dijo...

No se puede expresar de forma mas hermosa y profunda, todo lo que es y significa la vocación medica.
Gracias

Anónimo dijo...

Este articulo de regresión para el estudio de la medicina esta excelente ya que tiene un mensaje muy claro de el camino que vas a recorrer

dra.fabra dijo...

"Comparto" tu opinión, seguimos comentando

Anónimo dijo...

Compartir,agradecimiento,sonrisa,humor,virtud, estoy de acuerdo.Pero quién agradece ésto realmente.Creo y cada vez estoy más segura de ello,que lo agradece la persona que está a tu lado, como paciente, compañero,amigo.....cerca, y te da esa oportunidad, la oportunidad de sonreir,ayudar,conversar,compartir (en el amplio sentido), lo demás es falso.
Será la envidia de la que hablabas en el anterior post?, puede...
creo que queda mucho camino por recorrer...mucho...