Medicina, valores y comunicación
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La medicina moderna ha conseguido un desarrollo espectacular en el último siglo en paralelo al resto de la sociedad. Espoleada por la ciencia y la tecnología ha conseguido superar ambiciosos objetivos y brilla orgullosa en base a sus logros. Lamentablemente hay una sombra alargada que contiene lastres y amenazas. Las inequidades en salud, el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, la yatrogenia, la progresiva dependencia del ciudadano de los sistemas sanitarios son realidades cada vez más presentes.
Por otro lado los sistemas sanitarios privados y los enormes conglomerados de industrias farmacéuticas y tecnológicas basados en lucro buscan intereses que cada vez se alejan más el bien común. Frente a ellos los sistemas sanitarios públicos van lentamente hundiéndose lastrados por la infrafinanciación, los recortes y la sobrecarga crónica de sus profesionales. Todos coinciden en la complejidad de gestionar alternativas pero nadie se atreve a implementarlas. Mientras tanto los sistemas sanitarios públicos van fundiéndose como la mantequilla viendo como se externalizan servicios, se precariza a sus profesionales o se reconvierten y cierran unidades (Salud Pública y demás).
La situación es de bloqueo dado que no hay político que quiera arriesgarse a dar pasos que no tendrán rédito en votos, no hay gestor que se atreva con modelos novedosos, no hay profesional que tenga posibilidad de cambiar el sistema y no hay usuario que no quiera más por menos.
Por estas razones tal vez haya que mirar el problema desde una nueva perspectiva.
El paradigma actual de las ciencias médicas tiene base científica. Sin embargo asistimos por un lado a una corrupción de la ciencia manipulada por intereses mercantiles y por otro a una búsqueda de mayor eficiencia que se deja de lado factores tan importantes como los humanistas.
Es cierto que el progreso implica aumentar el beneficio económico y el bienestar, pero si nos atrevemos a meter en la ecuación el progreso ético tendremos que conseguir aumentar la compasión.
Toca revisar los valores. Y de entre ellos elegir lo más valioso para que nos sirva de brújula y dejemos de vagar perdidos y atontados dentro de mercados que nos aturden con sus mensajes y nos impiden clarificar lo que verdaderamente tiene relevancia para nosotros. La axiología tiene un componente personal y otro social, el primero es íntimo, el segundo público. Hoy los valores sociales están condicionados por los intereses del mercado que domina tanto las esferas económico políticas como las sociales.
Se beneficia el individualismo y la competencia, “más es mejor”, el consumir todo lo que uno se pueda permitir, el “yo primero, luego los demás”, la bajada de precios aunque se perjudique a los trabajadores productores. El ganador se lo lleva todo y el pez grande se come al chico. Es el mundo que hemos construido con un puñado de conglomerados industriales que cada vez tiene más poder.
Los servicios sanitarios terminarán abducidos por esos conglomerados que cada vez serán capaces de ofrecerlos a menor coste gracias al uso intensivo de tecnología y a la precarización de los profesionales sanitarios.
Lo único que puede revertir esta tendencia es la toma de conciencia social del valor de las cosas. ¿Qué valor tiene la salud en mi vida? ¿Cómo me gustaría que me trataran cuando enferme? ¿Quiero relacionarme con máquinas, teleoperadores o profesionales sanitarios estresados o por profesionales que puedan dedicarme el tiempo de atención de calidad que necesito?
Pero ¿qué sociedad será capaz de enfrentar estos retos sin cultura, reflexión y diálogo?. Por eso más que quedarnos en la mera queja, por muy justificada que pueda estar, es cada vez más perentorio favorecer dinámicas que propicien la información correcta, la visión crítica y la toma de conciencia.
La ética, la comunicación y la narrativa pueden servir de ayuda. Conseguir reconvertir la complejidad del debate sanitario en un lenguaje comprensible para la sociedad en general será lo que determine si el barco aguanta o termina hundiéndose.
Medicine, values and communication
Modern medicine has achieved a spectacular development in the last century in parallel with the rest of society. Spurred on by science and technology it has managed to overcome ambitious goals and shines proudly on the basis of its achievements. Unfortunately, there is a long shadow that contains burdens and threats. Inequalities in health, overdiagnosis and overtreatment, iatrogeny, the progressive dependence of citizens on health systems are increasingly present realities.
On the other hand, private health systems and the enormous conglomerates of pharmaceutical and technological industries based on profit seek interests that are increasingly distant from the common good. In the face of these interests, public health systems are slowly collapsing due to under-funding, cutbacks and the chronic overloading of their professionals. Everyone agrees on the complexity of managing alternatives but no one dares to implement them. Meanwhile, the public health systems are melting like butter as services are outsourced, professionals working conditions get worse or units are reconverted and closed (Public Health and others).
The situation is one of deadlock, since there is no politician who wants to risk taking steps that will not yield a profit in votes, there is no manager who dares with new models, there is no professional who has the possibility to change the entire system and there is no user who does not want more for less.
For these reasons, it may be necessary to look at the problem from a new perspective.
The current paradigm of the medical sciences has a scientific basis. However, on the one hand we are witnessing a corruption of science manipulated by commercial interests and on the other hand a search for greater efficiency that leaves aside factors as important as the humanists.
It is true that progress implies increasing economic benefit and well-being, but if we dare to bring ethical progress into the equation we will have to manage to increase compassion.
It is time to review values. And from among them we must choose what is most valuable so that it serves as a compass and we stop wandering, lost and dazed, within markets that boggle us with their messages and prevent us from clarifying what is truly relevant to us. Axiology has both a personal and a social component, the former being intimate, the latter public. Today, social values are conditioned by the interests of the market, which dominates both the economic and political spheres.
Individualism and competition benefit, "more is better", consuming everything one can afford, "me first, then the others", lowering prices even if it is to the detriment of producing workers. The winner takes all and the big fish eats the small one. This is the world we have built with a handful of industrial conglomerates that are increasingly powerful.
Health services will end up being abducted by these conglomerates, which will be able to offer them at a lower cost thanks to the intensive use of technology and the precarisation of health professionals.
The only thing that can reverse this trend is the social awareness of the value of things. What is the value of health in my life? How would I like to be treated when I am ill? Do I want to be associated with machines, teleoperators or stressed health professionals or by professionals who can dedicate the time of quality care that I need?
But what society will be able to face these challenges without culture, reflection and dialogue? That is why more than just complaining, no matter how justified it may be, it is more and more urgent to favour dynamics that promote correct information, critical vision and awareness.
Ethics, communication and narrative can help. Turning the complexity of the health debate into a language understandable by society in general will determine whether the ship holds out or ends up sinking.
醫學,價值觀和溝通
(自動翻譯,對不起,錯誤)
在上個世紀,現代醫學與社會的其他部分同步發展。在科學和技術的刺激下,它成功地克服了雄心勃勃的目標,並在成就的基礎上自豪地閃耀。不幸的是,有一個長長的陰影,其中包含了負擔和威脅。衛生方面的不平等,過度診斷和過度治療,醫源性疾病,公民對衛生系統的逐步依賴日益成為現實。
另一方面,私人衛生系統以及以利潤為基礎的龐大的製藥和技術產業集團尋求的利益與共同利益的距離越來越遠。面對這些利益,由於資金不足,削減和專業人員長期超負荷,公共衛生系統正在緩慢崩潰。每個人都同意管理替代方案的複雜性,但沒有人敢實施。同時,隨著服務外包,專業人員工作條件惡化或單位被轉換和關閉,公共衛生系統像黃油一樣融化(公共衛生等)。
這種情況是僵局之一,因為沒有政治家願意冒險採取不會在選票中獲利的步驟,沒有經理敢於採用新模式,沒有專業人員可以改變整個系統並且沒有用戶願意花更少的錢得到更多。
由於這些原因,可能有必要從新的角度看問題。
當前的醫學範式具有科學依據。但是,一方面,我們目睹了由商業利益操縱的科學的腐敗,另一方面,我們正在尋求更高的效率,而忽略了與人文主義者同樣重要的因素。
的確,進步意味著增加經濟利益和福祉,但是,如果我們敢於將道德進步納入方程式,我們將不得不設法增加同情心。
現在是時候審查價值了。從中我們必須選擇最有價值的東西,以便它充當指南針,並且我們在讓我們迷惑他們的信息並阻止我們弄清與我們真正相關的市場中,不再徘徊,迷路和茫然。價值論具有個人和社會兩個方面,前者是親密的,後者是公眾的。如今,社會價值以市場利益為條件,而市場利益在經濟和政治領域均占主導地位。
個人主義和競爭的好處是,“越多越好”,消耗一個人可以負擔的一切,“首先是我,然後是其他人”,從而降低了價格,即使這損害了生產工人。獲勝者將全部吃掉,大魚將小魚吃掉。這是我們與少數幾家日漸強大的工業集團共同建立的世界。
這些企業集團最終將綁架健康服務,這歸功於技術的廣泛使用和健康專業人員的專業化,它們能夠以較低的成本為他們提供服務。
唯一可以逆轉這一趨勢的是社會對事物價值的認識。健康對我的生命有什麼價值?我生病後想如何治療?我想與機器,遠程操作員或壓力大的醫療專業人員聯繫在一起,還是由可以花費我所需的優質護理時間的專業人員聯繫在一起?
但是,沒有文化,反思和對話,什麼樣的社會將能夠面對這些挑戰?這就是為什麼不僅僅抱怨,無論它有多合理,都越來越迫切希望採用能促進正確信息,批判性視覺和認識的動態。
倫理,溝通和敘事可以提供幫助。將健康辯論的複雜性變成一種社會通常可以理解的語言,將決定這艘船是伸出還是最終沉沒。