miércoles, 25 de abril de 2018

¿Cómo integrar la dimensión existencial en clínica?





Desde hace décadas en medicina de familia usamos un enfoque biopsicosocial ante la compleja realidad de nuestros pacientes que compartimos con las enfermeras y trabajadoras sociales que trabajan codo con codo con nosotros en Atención Primaria. No parece suficiente a tenor de los retos que enfrentamos. Cada vez hay más personas enfermas con situaciones complejas y más personas sanas con necesidades de salud no satisfechas. No damos a basto ni con unos ni con otros.

¿Y si tuviéramos delante algo que no estamos viendo? ¿Y si además de las necesidades de salud física, psicológica y social hubiera un hambre existencial no suficientemente atendida que afecte a las demás dimensiones?

¿No hay acaso desesperanza en el anciano que nos dice que quiere morirse? ¿Y falta de sentido en el ejecutivo sobrecargado que nos pide la baja por no aguantar más? ¿O confusión de valores en el joven que no sabe que hacer con su vida y acude por conductas dañinas para su salud?

¿Quién atiende las cuestiones existenciales en nuestra sociedad? La respuesta no está clara, lo que si parece meridiano es que lo servicios de urgencias, centros de salud y hospitales cada vez están más llenos de gente que en algunos casos sale de ellos aliviada y en otros no.

Encontraremos voces que digan que quizá los servicios sanitarios no sean el mejor lugar para atender esta dimensión humana pero parece necesario abrir una reflexión sobre cómo adecuar las carteras de servicios, la comunicación y la atención profesional para por lo menos reconocer, acoger y orientar de forma suficiente.

Hoy dedicaré el día a reflexionar sobre estos temas con excelentes compañeros en el hospital del Aljarafe, Sevilla. El programa de la jornada es amplio e interesante. Compartiré en Twitter alguna idea fuerza por si les place participar a distancia, usaré la etiqueta #CuidandoConSentido



Comparto un vídeo resumen:





lunes, 23 de abril de 2018

El valor de los libros







Los libros son alimento. Aportan ideas, narraciones, historias e imágenes fundamentales para nutrir el intelecto y la existencia. Permiten una comunicación asíncrona con autores de cualquier tiempo y cualquier lugar abriendo la puerta a una comunión e intimidad que otros canales no producen. Por eso me parecen asombrosos.

En cualquier época han facilitado el aprendizaje y la ensoñación. Han logrado tender puentes sobre la sinrazón, el odio o la violencia. Nos han llevado a mundos nuevos dándonos a conocer infinidad de personajes.

La mejor forma de celebrar este tesoro es leyendo y compartiendo. De esta forma llegará un día en que nos demos cuenta de que todos tenemos algo que contar y nos pongamos a escribir. Tal vez un verso, quizá una carta, a lo mejor un libro.

Porque todas las ideas y palabras pertenecen a quien las recibe y entrega. Todos los libros son de quien los crea y de quien al leerlos les da vida. Es hermoso pertenecer a este misterio que va hilvanándonos a los que ya se fueron y a los que aún no llegaron. Que nos hermana con lenguajes arcanos y páginas por entero desconocidas.

Que la lectura te sea propicia para que tus palabras puedan serlo para otros.






viernes, 20 de abril de 2018

Cuida tu dieta digital






Merece la pena consideralo: ¿cómo te alimentas de información?

Nuestros mayores usaban la radio, la tele y la prensa. Hoy la mayoría consume contenidos digitales a mansalva. Mensajes de Whatsapp, redes sociales, correos electrónicos... inundan nuestros teléfonos y ordenadores aportando una ingente cantidad de ruido.

Al igual que aquellos que no paran de picotear acaban padeciendo obesidad los que lo hacen con la información digital terminan aislados, sobrecargados, distraídos y aturdidos. La obesidad digital nos llena de ingentes cantidades de grasa informativa de poco valor y reduce la fibra magra cerebral que es la que genera creatividad, contacto humano y verdadero disfrute.

Merece la pena reflexionar cómo nos relacionamos con lo digital: con nuestros aparatos, con los programas o aplicaciones que utilicemos y con las redes digitales en las que decidamos estar.

Es importante aprender a comer bien. También lo es aprender a relacionarnos correctamente con el mundo digital, tanto para nosotros mismos como para aquellos que nos rodean. Educar para tener una saludable dieta digital es básico para una infancia que además de comer mal y moverse poco consume cantidades ingentes de contenidos de Internet.




Para los que quieran profundizar el tema Victor Sampedro lleva años dibulgándolo, comparto una entrevista suya en la contra de la Vanguardia y su libro.

lunes, 16 de abril de 2018

Medicina rural


Vincent Van Gogh. Paisaje en Saint-Rémy





Este blog permite compartir el itinerario narrativo de un médico que cree en el poder de la comunicación humana. En mi nueva andadura en un pequeño pueblo de la sierra encuentro muchos motivos de aprendizaje y reflexión. Lo primero: Una gran complejidad. Parece un contrasentido dado que aparentemente la vida rural es sencilla, pero basta una semana pasando consulta para que me tope con casos clínicos de una complejidad biológica, psicológica y social muy superior a la que existe en entornos urbanos. Hoy el primer paciente es centenario, me recibe en su domicilio, tras auscultarle pido una radiografía al no gustarme nada lo que oigo, luego en consulta se suceden personas aquejadas de cáncer, enfermedades vasculares severas o degenerativas, dolor mal controlado y otros muchos problemas registrados en historias clínicas electrónicas desordenadas por haber pasado por infinidad de manos. Me llama la atención atender a personas verdaderamente enfermas después de llevar años dedicado a los problemas urbanos de otras fundamentalmente sanas.

Lo segundo que constato es el enfado de fondo de mis pacientes que no me verbalizan por educación pero que se deduce de la pregunta que repiten inevitablemente casi todos: ¿se va a quedar doctor?. Y es que a los pueblos no quiere ir casi nadie a trabajar. Suelen estar lejos de donde viven los sanitarios y no se reconoce ni remunera la mayor dificultad del trabajo, el uso obligatorio de vehículo privado ni la mayor responsabilidad laboral. La rotación de médicos que han sufrido mis pacientes en los últimos tiempos fue muy alta tras la jubilación de su doctora de toda la vida, a la que no conocí pero me consta valoraban. Con seguridad sabía escuchar y eso se cotiza muy alto en entornos sanitarios. Cuando les digo que me voy a quedar se tranquilizan y me desean suerte, la voy a necesitar.

La tercera toma de conciencia tiene que ver con la gravedad de la patología. Ayer mis compañeras atendieron una taquicardia ventricular rápida en un joven. La UVI móvil tardó 20 minutos que se hicieron muy largos para ellas. En esta ocasión llegaron volando pero aquí todo está lejos, el hospital también.

Como novato en la plaza me toca amarrarme los machos y abrir mucho los ojos. Es fundamental escuchar bien lo que se dice y sobre todo lo que no se dice. Mirar a los ojos y dentro de ellos. Acoger el discurso, las heridas, los cuerpos y las psicologías de todos los que entran por la puerta. Algo que no podré hacer solo. Será fundamental la ayuda de los administrativos, trabajadoras sociales, enfermeras y médicas del consultorio y la de los propios pacientes. Además de buenas dosis de humor, serenidad y estudio. Si desea acompañarme lo iremos contando desde este blog.

jueves, 12 de abril de 2018

Día de (luto) de la Atención Primaria





No es fácil asumir que alguien querido nos ha dejado. En nuestro caso hablamos de la Atención Primaria con la que convivimos de cuerpo presente desde hace décadas. Una organización que nació con fuerza y esperanza y que llevaba agonizando mucho tiempo tras infinitas sangrías presupuestarias, ninguneos políticos y una nefasta gestión de recursos humanos.

La muestras de apoyo y parabienes que se hacen desde las altas instancias no han servido para evitar un desenlace anunciado. Los profesionales de los centros de salud están cansados, agotados, desmotivados. Apunto siete razones, hay muchas más:


1. Trabajan con sistemas informáticos no centrados en el paciente ni en el profesional. Despistan, interrumpen y malogran la comunicación clínica al introducir una pantalla entre unos y otros.

2. Trabajan en una situación mantenida de sobrecarga que aumenta cuando algún miembro del equipo falta por enfermedad o vacaciones y en los picos invernales o epidémicos.

3. Trabajan con poca autonomía profesional y de equipo siguiendo directrices de jerarquía piramidal propia de otras épocas.

4. Hay una enorme falta de liderazgo. Los gerentes no salen de sus despachos y los directores de centro no tienen competencias. El inmovilismo es pues la resultante.

5. Se maltrata a los profesionales jóvenes con contratos basura y a los senior negándoles la carrera y promoción profesional.

6. Se implementan protocolos clínicos no consensuados con los profesionales, programas y burocracia que no aporta valor demostrado y se mantienen funciones y servicios sin evidencia científica.

7. No hay una política de incentivación dentro de la organización. No se reconoce el mérito ni el trabajo bien hecho. Tampoco la innovación ni las buenas ideas.



Por eso cuando veo a algún político deshacerse en elogios y en "apoyo total" no puedo menos que torcer el gesto.





Sigo creyendo en el papel y en el servicio que la Atención Primaria puede prestar a la sociedad. Sigo teniendo claro que es fundamental para la salud de las personas y para el bien común que cada ciudadano tenga la mejor enfermera y médico general posible.

Pero si la sociedad no lo comparte habremos perdido algo más que un derecho.



miércoles, 11 de abril de 2018

El peso






The weight


During our professional practice time, doctors experience a feeling of inner weight derived from their constant treatment of the suffering and pain of others.  Inevitably, part of the stories, difficulties and miseries that we have to accompany remain stuck in our souls and occupy a remarkable place in the dream and unconscious space of those who listen to them. These days of change of place of consultation I notice it especially. I feel the voices of the thousands of patients that circumstances force me to leave behind to demand an attention that I can no longer provide. On the other hand, I am meeting new patients eager for care after a long time of alternating substitutes and temporary staff.

This constant weight is usually carried in many ways and most of the time we manage not to make it conscious. But this week I feel it especially accompanied by a tension that highlights my own limitation and lightness. The health, safety, sense and hope needs of the people are almost endless, just like mine. It is not easy to welcome and handle them with the attention, compassion and gentleness they deserve. That's why they have weight. If we ever learned to do it properly they would become light and we would walk like children, happy and carefree.





Los médicos experimentamos con los años de ejercicio profesional una sensación de peso interior derivada del trato constante con el sufrimiento y el dolor ajeno. Inevitablemente parte de las historias, dificultades y miserias que nos toca acompañar se quedan pegadas en el alma y pasan a ocupar un lugar destacable en el sueño y el inconsciente de quien las escucha. Estos días de cambio de consulta lo noto especialmente. Siento las voces de los miles de pacientes que las circunstancias me obligan a dejar atrás reclamar una atención que no les puedo seguir brindando. Por otro lado voy conociendo nuevos pacientes ávidos de cuidados tras un largo tiempo de alternar suplentes y personal temporal.

Este peso constante se suele sobrellevar de múltiples maneras y la mayoría de las veces conseguimos no hacerlo consciente. Pero esta semana lo noto especialmente acompañado de una tensión que pone en evidencia mi propia limitación y levedad. Las necesidades de salud, seguridad, sentido y esperanza de las personas a las que me dedico son casi infinitas, como las mías. No es fácil acogerlas y manejarlas con la atención, compasión y delicadeza que merecen. Por eso tienen peso. Si algún día aprendiéramos a hacerlo de forma apropiada se volverían livianas y caminaríamos como los niños, felices y despreocupados por la vida.


martes, 10 de abril de 2018

Berlín, Villalba, Miraflores.





Volver a empezar


El ejercicio de la medicina general es un camino que incluye todo tipo de experiencias. Una forma de andar en la que uno siempre es principiante. Es cierto que según pasan los años uno va mejorando su comprensión de la naturaleza humana y con ello sus habilidades profesionales, pero con todo la realidad supera la ficción, los protocolos y los textos escritos. La complejidad de las personas en tiempo de enfermar, su relación con la adversidad y los sentimiento que emergen de esta y la idiosincrasia de las crisis vitales chocan con la rigidez de un sistema sanitario donde abunda la sobrecarga, la mala gestión y el trabajo en cadena. Entre medias los profesionales de la salud defendiéndose como pueden de las elevadas exigencias de unos y otros.

A la hora de cambiar de centro de salud me encuentro con el duelo de perder unos compañeros de equipo con los que me he sentido como en casa. Gente excelente, buenos profesionales, que me han acompañado una década en una travesía en la que ha habido de todo. También pierdo un cupo de pacientes, una comunidad que he tratado de cuidar, acompañar y guiar por la tortuosa y accidentada senda de la enfermedad y la dificultad. Pero no todo es mirar atrás, estos primeros días en el nuevo pueblo que me acoge voy desgranando vidas y con ellas sufrimientos, procesos y dolores. Viajes a todo tipo de pruebas, tratamientos y especialistas de hospital. Hoy tuve que decir a tres personas que su problema no tenía solución médica y aporté la información de estilos de vida, movimiento y nutrición que sí podría favorecer una mejora. ¿Qué pasaría si los profesionales de la salud tuviésemos el suficiente criterio, conocimiento y humildad para hacer esto más a menudo?

Pasar consulta en un pueblo pequeño con un reducido equipo de compañeros sanitarios y muy pocos apoyos técnicos es un reto respetable. Hay que ser muy bueno para distinguir el trigo de la paja, la verdadera patología de lo que no lo es. ¿Sabré estar a la altura? La medicina rural es exigente, no tienes cerca recursos que te solucionen la papeleta cuando vienen mal dadas y  la responsabilidad es mucho mayor que en entornos urbanos donde es más fácil recibir apoyo de otros profesionales sanitarios.

En apenas siete días he estado en Berlín, Villalba y Miraflores. En Alemania pude estudiar y comprender ese tipo de cosas para las que tomar distancia es imprescindible. En Villalba me despedí de una década de trabajo, un equipo y dos mil cien pacientes. En Miraflores a penas comienzo a abrirme a la realidad de una comunidad rural envejecida con mucha patología biopsicosocial. Vuelvo a empezar, sigo siendo un médico principiante con ganas de aprender y ayudar a los demás. Espero que mi intención, ingenuidad y frescura se apoyen en las tablas que he podido ganar en estos años. Ojalá salga bien y lo pueda contar.

martes, 3 de abril de 2018

Despedida del doctor Casado a sus pacientes de Collado Villalba






Bella década
Infinitos encuentros
Pies descalzos.


#haiku




Entiendo el ejercicio de la medicina como un servicio que permite acercarse a realidades del mundo de la sombra como el dolor, el sufrimiento y la enfermedad. Y a la vez tratar de llevar un poco de luz en forma de alivio, compañía o consuelo a los que atraviesan tiempos de enfermedad o crisis vital. Es un reto que nos obliga a los profesionales de la salud a la máxima diligencia, esfuerzo y creatividad. Por eso me gusta lo que hago aunque sea consciente de que no es nada fácil dar la talla.


Durante los diez años que he servido en Collado Villalba han sido muchas las ocasiones que he tenido de aprender y tratar de ayudar. Doy las gracias a mis pacientes por su confianza y su paciencia con mis limitaciones y errores. Espero haber podido corresponder dignamente a sus expectativas y haber sido capaz de  escuchar, comprender y orientarles como merecían. Pido perdón por el daño que sin querer haya podido causar en las ocasiones en las que no haya intervenido con la suficiente vehemencia y por las que ocurrió lo contrario.


En este tiempo he dejado escritas más de dos mil quinientas páginas de reflexiones, consejos, información y poesía en este blog, publicaciones varias, redes sociales y en un libro. Todos esos canales quedan disponibles para quien desee seguir los pasos narrativos de este médico que continuará su labor en otro pequeño pueblo de la sierra madrileña.


Quedan en buenas manos. El equipo de administrativas sanitarias,  enfermeras y médicas, junto con el trabajador social, la auxiliar de clínica y la matrona de Collado Villalba pueblo es excelente; cuídenlo. Conozco bien la sanidad madrileña, sé de lo que hablo.


Les deseo salud, sentido y alegría. Cuídense y sean todo lo felices que puedan, la vida lo merece.





Breve la vida
Bella e infinita
Date cuenta.