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lunes, 23 de octubre de 2023

La banalización del sufrimiento ajeno. The trivialisation of the suffering of others. 轻视他人的痛苦。





 

Habitamos una época de luz, tecnología, ciencia y desarrollo. Nunca antes se había visto nada igual, podemos hablar con cualquier persona del mundo usando un reloj, acceder a cantidades ingentes de información en un segundo o sanar enfermedades antes mortales. Por estas razones es fácil que nos creamos más de lo que somos y que trivialicemos cuestiones importantes. Y además es posible que los focos no nos permitan ver bien las sombras que inevitablemente se producen.


La ley de hierro que ha permitido estos milagros se llama libre mercado y su misión maximizar beneficios. Para ello es necesario dinamizar la economía a cualquier precio. Como consecuencia se anima a la producción y al consumo acelerando tanto la economía como la sociedad y finalmente cada ciudadano. Todo va cada vez más rápido: trabajo, ocio, vida pública y vida privada. Y como telón de fondo estamos sometidos a un enorme flujo de distracción mediado por pantallas y tecnología que nos sumerge en piscinas de estimulación continuada. 

En estas circunstancias la reflexión, la consciencia y la comprensión disminuyen o se inhiben dado que necesitan para surgir de tiempos y procesos lentos que son fagocitados por la prisa incesante que exige el enjambre a nuestro alrededor. En lugar de reflexión propia nos quedamos con titulares ajenos, en lugar de consciencia de vida personal gastamos el tiempo viendo series y en lugar de comprensión asumimos el discurso de nuestros influencers preferidos. 


La aceleración vital y el cortoplacismo inevitablemente asocian miopía social. Al centrarnos en el beneficio terminamos priorizando el propio antes que el común. A este respecto el ejemplo social de políticos, famosos y demás actores públicos actúa de imán que al visibilizarse y ampliarse ejerce un potente atractivo para todos. El problema es que los cuestionables códigos éticos de estos personajes les son disculpados mediante su innegable simpatía o atractivo y así en lugar de criticar que evadan impuestos o nos engañen, la reacción general tiende a disculparlos y promover su imitación.


De esta forma se banaliza el mal como Ana Arendt describió en los oficiales del ejército nazi que cometieron barbaridades acatando órdenes que no se permitieron cuestionar. A otro nivel lo vemos también en altos ejecutivos o altos políticos cuando por seguir consignas corporativas toman cursos de acción con efectos deletéreos para la sociedad. Y a menor escala en todos aquellos que defraudan impuestos, rapiñan recursos públicos o cometen engaños y fraudes con los privados. 


En este contexto de descremado ético generalizado y de lucha social por recursos limitados, en el que pareciera que todo es posible si con ello gano algo, se da otro interesante fenómeno que banaliza el sufrimiento ajeno. Por un lado la fatalidad ajena nos interesa cada vez menos dado que no nos ayuda a conseguir ningún beneficio personal. Dedicamos tan solo un instante a la noticia y como mucho asociamos un pequeño sentimiento de lástima que enseguida nos quitamos de encima pulsando en el siguiente contenido. Bastante pesadez tiene nuestra vida para que la llenemos de tantas malas noticias. Y como los medios y plataformas de comunicación nos atacan con inagotables propuestas de catástrofes, guerras, muertos y sinsentido terminamos defendiéndonos con distracciones más benévolas que actúan de cortina sobre la desagradable realidad del sufrimiento ajeno. Por otro lado los propios canales de información tienden a aislarnos en burbujas sociales cada vez más pequeñas en las que se sitúan los afines, amigos y colegas. De este modo segmentamos el mundo trazando una línea roja entre los nuestros y los demás, a los que muchas veces veremos como enemigos o amenazas. El mal o el sufrimiento de lo que queda más allá de esa línea no nos afecta, que cada palo aguante su vela y que a mí no me lo cuenten. 


Al eliminar de mi realidad la contemplación, consciencia, reflexión y comprensión del sufrimiento ajeno, inevitablemente me quedo con menos recursos para hacer lo mismo con el propio. El sufrimiento ajeno lo puedo negar o distraer, el propio no. Y cuando es moderado e intenso menos todavía. Por esta razón cada vez los médicos sufren más sobrecarga dado que los problemas personales que anteriormente la sociedad era capaz de auto gestionar terminan llegando en tromba a las consultas de medicina de familia y de salud mental. En ellas nos piden que les quitemos ese pensamiento rumiante, esa emoción terrible, ese estado de nervios, esa desesperación, ese sinsentido, esa soledad no deseada. En los cinco minutos de consulta poco puede hacer el galeno más que ofrecer alguna pastilla o aconsejar psicoterapia. Y el sufriente comprende que deberá acudir a otras puertas o seguir buscando a alguien que le quite el problema. Al haber banalizado el sufrimiento ajeno el propio ha aumentado de tamaño y se ha hecho ingobernable. Nuestra tolerancia a la frustración y al malestar ha disminuido comparada con la de nuestro predecesores, en un sistema laboral y social que no tolera las bajadas de rendimiento. Nos hemos convertido en líderes en consumo de psicofármacos y en drogas ilegales que aunque temporalmente parcheen algo tampoco consiguen arreglar el fondo del problema.


La única forma de empezar a enmendar un problema es tomando consciencia de él. Ante el sufrimiento ajeno solemos opinar. Esto ha sido siempre así y en los mentideros de cada pueblo o barrio se han comentado sin pausa las desgracias ajenas. Ahora pasa lo mismo pero en foros virtuales. Las redes sociales están llenas de bronca entre los que opinan blanco y lo que lo ven negro ante cualquier cuestión. Tras posicionarnos, opinar, apoyar a los nuestros y criticar al contrario terminamos como mucho mandando un donativo y con eso cerramos el asunto. 


Tal vez debamos recordar lo que hacían nuestras abuelas cuando rezaban por lo atribulados. A su modo contemplaban ese sufrimiento y lo presentaban ante el misterio que sus creencias acogían. El sufrimiento no era negado ni maquillado, se sostenía y se dejaba entrar en la zona de intimidad personal. Solo los que terminan comprendiendo que el sufrimiento ajeno es el mismo que el propio y que lo que les pasa a los demás nos pasa a nosotros, podrán entender que cuando nos toque a nosotros sufrir es el mundo el que sufre y tal vez así hacer más llevadero el mismo. 


La dimensión contemplativa permite sostener la mirada del malestar desde un pequeño instante a un tiempo mayor en lugar de salir huyendo que es con diferencia nuestra reacción más instintiva. Abrir nuestra consciencia al malestar es la puerta que nos permitirá avanzar hacia nuevas posibilidades. Podemos fijarnos en aquellos que han conseguido contemplar en profundidad el sufrimiento de un grupo o colectivo y obrar en consecuencia o en los artistas y personas con gran sensibilidad que han conseguido transformarlo en obras de arte. También comprobaremos que lo han conseguido con el propio, la sublimación es uno de los mecanismos psicológicos más elegantes para transformar el plomo del sufrmimiento en oro, que además sirve para alumbrar y compartir con los demás. 


Algunos propugnan que hacen falta más pastillas y psicoterapeutas, pero si lo pensamos bien su incremento no solucionaría por sí solo el problema. Lo que precisamos ante todo es darnos cuenta como sociedad y como personas de lo que está pasando. De como el cambio social está condicionando por un lado mayores niveles de sufrimiento personal autopercibido y por otro aumentado nuestras dificultades para manejarlo y, en muchos casos, asumirlo como inherente a la condición de estar vivos


Y tal vez los profesionales sanitarios podamos ir un poco más allá y analizar qué podemos hacer al respecto y qué no. Sin una visión clara, y si me permiten una perspectiva mayor, no será posible discernir la cuestión de hasta donde llegar con las propuestas de diagnóstico y tratamiento que hagamos a nuestros pacientes. Como primera sugerencia aporto la importancia de hacer una aproximación hermenéutica del malestar que nos presenten, explicando a quien lo sufra las posibles conexiones entre sus circunstancias vitales y las reacciones físicas, psicológicas, sociales y existenciales derivadas. Con frecuencia quien está atravesando una crisis vital no consigue entender lo que pasa dado que las respuestas suelen estar en un punto ciego para él que no le es posible mirar. 


Por otra parte tal vez tenga valor aprovechar los tiempos de malestar emocional propios para conectarlos de alguna forma con los ajenos y favorecer la comprensión de que nuestra condición de criaturas vivas nos une a todas las demás tanto en la dimensión más luminosa como en la más oscura. Aunque el que sufre se suele percibir solo y aislado no es posible estar más unido al resto de la humanidad que en estas circunstancias. Esta aproximación filosófica no precisa de estudios superiores ni de títulos universitarios, cualquier persona que haya sufrido puede ofrecer su comprensión vital, su empatía y su respeto a la que esté sufriendo en este momento. 


Recordar que la aproximación al sufrimiento humano puede hacerse desde los cuatro ángulos que lo constituyen (biológico, psicológico, social y existencial) y no quedarse meramente en lo superficial es quizá la prioridad tanto para los profesionales de la salud como para el resto de la sociedad. Hace falta reflexión y comprensión, pero necesitamos ayudas en un mundo que marcha a gran velocidad y no las favorece. Retomar el arte de la conversación tranquila, la contemplación pausada, el estar en silencio con nosotros mismos o el atrevernos a crear pequeñas obras de arte pueden ser cursos de acción a rescatar. En justicia el sufrimiento ajeno es tan respetable como el nuestro, si lo frivolizamos terminaremos burlándonos de nosotros mismos. Por eso humanizarnos seguramente tenga que ver con nuestra forma de relacionarnos con las sombras humanas. Según nos relacionemos con las dificultades, enfermedades y catástrofes de los demás así haremos con las nuestras.


 


Ruinas de Gaza


 

The trivialisation of the suffering of others.

 

We live in an age of light, technology, science and development. Nothing like it has ever been seen before, we can talk to anyone in the world using a watch, access vast amounts of information in a second, or cure previously fatal diseases. For these reasons it is easy for us to think we are more than we are and to trivialise important issues. And the spotlight may not allow us to see the shadows that inevitably follow.


The iron law that has enabled these miracles is called the free market and its mission is to maximise profits. For this it is necessary to dynamise the economy at any price. As a consequence, production and consumption are encouraged, accelerating both the economy and society and finally every citizen. Everything is going faster and faster: work, leisure, public life and private life. And as a backdrop we are subjected to an enormous flow of distraction mediated by screens and technology that immerses us in pools of continuous stimulation. 

In these circumstances reflection, awareness and understanding are diminished or inhibited as they need to emerge from slow times and processes that are swallowed up by the relentless haste demanded by the swarm around us. Instead of self-reflection, we are left with other people's headlines, instead of awareness of our personal lives, we spend our time watching TV series and instead of understanding, we take on the discourse of our influencers.


The acceleration of life and short-termism inevitably lead to social myopia. By focusing on profit, we end up prioritising our own rather than the common good. In this respect, the social example of politicians, celebrities and other public actors acts as a magnet that, when made visible and amplified, exerts a powerful attraction for all. The problem is that the questionable ethical codes of these figures are excused by their undeniable likeability or attractiveness, and so instead of criticising their tax evasion or cheating, the general reaction tends to excuse them and promote their imitation.

In this way evil is trivialised, as Anne Arendt described in the Nazi army officers who committed barbarities by obeying orders they did not allow themselves to question. On another level we also see it in top executives and politicians when they follow corporate slogans and take courses of action with deleterious effects on society. And on a lesser scale in all those who defraud taxes, plunder public resources or commit deceit and fraud with the private sector.


In this context of generalised ethical skimming and social struggle for limited resources, in which it seems that everything is possible if I gain something from it, there is another interesting phenomenon that trivialises the suffering of others. On the one hand, we are less and less interested in the fate of others because it does not help us to achieve any personal benefit. We dedicate only a moment to the news and at most we associate a small feeling of pity that we immediately get rid of by clicking on the following content. Our lives are heavy enough for us to fill them with so much bad news. And as the media and communication platforms attack us with endless proposals of catastrophes, wars, deaths and nonsense, we end up defending ourselves with more benevolent distractions that act as a curtain over the unpleasant reality of the suffering of others. On the other hand, the information channels themselves tend to isolate us in smaller and smaller social bubbles in which we are placed in the company of like-minded people, friends and colleagues. In this way we segment the world by drawing a red line between our own and others, whom we often see as enemies or threats. The evil or suffering of what lies beyond that line does not affect us; let every man hold his own and don't tell me about it.


By eliminating from my reality the contemplation, awareness, reflection and understanding of the suffering of others, I am inevitably left with fewer resources to do the same with my own. I can deny or distract from the suffering of others, but not from my own. And when it is moderate and intense, even less so. For this reason, doctors are increasingly overburdened as personal problems that society was previously capable of managing itself end up arriving in a flood at family medicine and mental health practices. They ask us to take away that ruminative thought, that terrible emotion, that state of nerves, that desperation, that meaninglessness, that unwanted loneliness. In the five minutes of the consultation, the doctor can do little more than offer a pill or advise psychotherapy. And the sufferer understands that he or she will have to go to other doors or keep looking for someone to take away the problem. Having trivialised the suffering of others, our own suffering has grown in size and has become unmanageable. Our tolerance for frustration and discomfort has diminished compared to that of our predecessors, in an employment and social system that does not tolerate underachievement. We have become leaders in the consumption of psychotropic drugs and illegal drugs which, although temporarily patching something up, also fail to fix the root of the problem.


The only way to begin to correct a problem is to become aware of it. In the face of the suffering of others, we tend to give our opinion. This has always been the case, and in the "mentideros" of each town or neighbourhood, the misfortunes of others have been commented on without pause. Now the same thing is happening in virtual forums. The social networks are full of arguments between those who have a white opinion and those who see it as black on any issue. After taking a stand, giving our opinions, supporting our own and criticising our opponents, we end up at best sending a donation and that is the end of the matter. 

Perhaps we should remember what our grandmothers did when they prayed for the beleaguered. In their own way they contemplated that suffering and presented it to the mystery that their beliefs embraced. Suffering was not denied or made up, it was sustained and allowed to enter the zone of personal intimacy. Only those who end up understanding that the suffering of others is the same as their own, and that what happens to others happens to us, will be able to understand that when it is our turn to suffer, it is the world that suffers, and perhaps in this way make it more bearable.


The contemplative dimension allows us to hold the gaze of discomfort from a small moment to a longer time instead of running away, which is by far our most instinctive reaction. Opening our awareness to discomfort is the door that will allow us to move towards new possibilities. We can look at those who have managed to contemplate in depth the suffering of a group or collective and act accordingly, or at artists and people with great sensitivity who have managed to transform it into works of art. Sublimation is one of the most elegant psychological mechanisms for transforming the lead of suffering into gold, which also serves to enlighten and share with others. 

Some argue that we need more pills and psychotherapists, but if we think about it, increasing the number of pills and psychotherapists alone will not solve the problem. What we need first and foremost is to realise as a society and as individuals what is happening. How social change is on the one hand conditioning higher levels of self-perceived personal suffering and on the other hand increasing our difficulties in dealing with it and, in many cases, assuming it as inherent to the condition of being alive.


And perhaps we health professionals can go a little further and look at what we can do about it and what we cannot do about it. Without a clear vision, and if you will allow me a broader perspective, it will not be possible to discern the question of how far we can go with the diagnostic and treatment proposals we make to our patients. As a first suggestion, I would suggest the importance of taking a hermeneutic approach to the malaise presented to us, explaining to the sufferer the possible connections between their life circumstances and the resulting physical, psychological, social and existential reactions. Often those who are going through a life crisis are unable to understand what is happening because the answers are often in a blind spot that they are unable to see. 


On the other hand, it may be worthwhile to take advantage of one's own times of emotional distress to connect them in some way with those of others and to promote the understanding that our condition as living creatures unites us with all others in both the brightest and darkest dimensions. Although the sufferer often feels alone and isolated, it is not possible to be more united with the rest of humanity than in these circumstances. This philosophical approach does not require higher education or university degrees; anyone who has suffered can offer their vital understanding, empathy and respect to those who are suffering at this moment.


Remembering that human suffering can be approached from all four angles (biological, psychological, social and existential) and not just superficially is perhaps the priority for both health professionals and the rest of society. Reflection and understanding are needed, but we need help in a fast-moving world that does not favour it. Resuming the art of quiet conversation, slow contemplation, being in silence with ourselves or daring to create small works of art may be courses of action to be rescued. In fairness, the suffering of others is as respectable as our own; if we frivolise it, we will end up making fun of ourselves. That is why humanising ourselves probably has to do with the way we relate to human shadows. As we relate to the difficulties, illnesses and catastrophes of others, so will we relate to our own.



Ruinas de Alepo




轻视他人的痛苦。


自动翻译,如有错误敬请谅解。


我们生活在一个光、技术、科学和发展的时代。 以前从未见过这样的情况,我们可以使用手表与世界上的任何人交谈,在一秒钟内访问大量信息或治愈以前致命的疾病。 由于这些原因,我们很容易相信自己比实际情况更重要,并轻视重要的问题。 也有可能聚光灯无法让我们看清不可避免出现的阴影。

创造这些奇迹的铁律被称为自由市场,其使命是利润最大化。 为此,必须不惜一切代价提振经济。 结果,生产和消费受到鼓励,从而加速了经济和社会的发展,最终加速了每个公民的发展。 一切都变得越来越快:工作、休闲、公共生活和私人生活。 作为背景,我们受到屏幕和技术介导的大量干扰,让我们沉浸在持续的刺激之中。

在这种情况下,反思、意识和理解会被削弱或抑制,因为它们需要从缓慢的时间和过程中出现,而这些时间和过程又被我们周围的人群所要求的不断的匆忙所吞噬。 我们没有进行自我反思,而是看到了其他人的头条新闻,我们花时间观看连续剧,而不是了解个人生活,我们没有理解,而是假设了我们最喜欢的影响者的话语。

生命力的加速和短期主义不可避免地与社会短视联系在一起。 通过关注利润,我们最终会优先考虑自己的利益,而不是共同的利益。 在这方面,政客、名人和其他公众人物的社会榜样就像一块磁铁,当它变得可见和扩大时,就会对每个人产生强大的吸引力。 问题在于,这些人物的可疑道德准则是通过他们不可否认的同情心或吸引力而得到原谅的,因此,普遍的反应不是批评他们逃税或欺骗我们,而是倾向于原谅他们并促进他们的模仿。

这样,邪恶就被轻视了,正如安娜·阿伦特在纳粹军官中所描述的那样,他们通过执行不允许自己质疑的命令而犯下暴行。 在另一个层面上,我们还可以在高级管理人员或高级政治家身上看到这种情况,他们为了遵循公司口号而采取对社会产生有害影响的行动方针。 在较小的范围内,包括所有骗税、掠夺公共资源或对私人进行欺骗和欺诈的人。

在普遍存在的道德掠夺和社会对有限资源的争夺的背景下,似乎只要我这样做就能有所收获,一切皆有可能,另一个有趣的现象出现了,它淡化了他人的痛苦。 一方面,我们对他人的命运越来越不感兴趣,因为它无助于我们获得任何个人利益。 我们在新闻上只花一会儿时间,最多会联想到一种小小的怜悯之情,点击以下内容后,我们会立即摆脱这种感觉。 我们的生活已经足够沉重,足以让我们充满这么多坏消息。 当媒体和通讯平台用无休无止的灾难、战争、死亡和愚蠢的建议攻击我们时,我们最终用更仁慈的消遣来保护自己,这些消遣充当了掩盖他人痛苦的不愉快现实的帷幕。 另一方面,信息渠道本身往往将我们孤立在越来越小的社会泡沫中,而志同道合的人、朋友和同事都位于其中。 通过这种方式,我们通过在自己和他人之间划出一条红线来划分世界,我们经常将他们视为敌人或威胁。 在那条线之外留下的邪恶或痛苦不会影响我们,让每根棍子举起蜡烛,不要告诉我。

通过从我的现实中消除对他人痛苦的沉思、意识、反思和理解,我不可避免地会剩下更少的资源来对自己做同样的事情。 我可以否认或转移别人的痛苦,但不能否认或转移我自己的痛苦。 当它是中等和强烈时,则更是如此。 出于这个原因,医生越来越多地承受着更多的负担,因为社会以前能够自我管理的个人问题最终涌入家庭医学和心理健康咨询。 他们要求我们消除那种沉思的想法、那种可怕的情绪、那种紧张状态、那种绝望、那种无意义、那种不想要的孤独。 在五分钟的咨询中,医生除了提供药物或建议心理治疗外,几乎无能为力。 患者明白他们将不得不去其他门或继续寻找某人来解决问题。

由于轻视了他人的痛苦,我们自己的痛苦就扩大了,变得难以控制。 在一个不能容忍绩效下降的工作和社会体系中,与我们的前辈相比,我们对挫折和不适的容忍度有所下降。 我们已经成为精神药物和非法药物消费的领导者,尽管它们暂时修补了一些东西,但无法解决问题的根源。

开始纠正问题的唯一方法就是意识到它。 当面对别人的痛苦时,我们通常会发表自己的意见。 情况一直如此,在每个城镇或街区的八卦工厂里,人们都在不停地讨论别人的不幸。 现在同样的事情也发生在虚拟论坛上。 社交网络在任何问题上都充满了白人观点和黑人观点之间的愤怒。 在表明立场、发表意见、支持我们的人民并批评相反的人之后,我们最多只能捐出一笔捐款,然后我们就结束了这件事。

也许我们应该记住我们的祖母在为陷入困境的人祈祷时所做的事情。 他们以自己的方式思考这种痛苦,并将其呈现给他们信仰所拥抱的神秘。 痛苦没有被否认或掩饰,它被维持并被允许进入个人亲密的区域。 只有那些最终明白别人的痛苦与自己的痛苦是一样的,以及发生在别人身上的事情也发生在我们身上的人,才能明白,当轮到我们受苦时,受苦的是世界,也许因此多做点,自己能承受。

沉思的维度让我们能够将不舒服的目光从一小片刻持续到更长的时间,而不是逃避,这是迄今为止我们最本能的反应。 向不适敞开我们的意识是让我们走向新可能性的大门。 我们可以看看那些成功地深入思考一个群体或集体的痛苦并采取相应行动的人,或者那些具有高度敏感性的艺术家和人们,他们成功地将其转化为艺术作品。 我们也会验证他们是否已经通过自己的努力实现了,升华是最优雅的心理机制之一,将苦难的铅变成金,这也有助于照亮和与他人分享。

有些人主张需要更多的药物和心理治疗,但如果我们仔细想想,增加这些药物本身并不能解决问题。 我们首先需要的是作为一个社会和人民认识到正在发生的事情。 社会变革如何一方面调节更高水平的自我感知的个人痛苦,另一方面增加我们管理痛苦的难度,并且在许多情况下,将其视为生存条件所固有的。

也许我们卫生专业人员可以更进一步分析我们能做什么和不能做什么。 如果没有清晰的愿景,如果你允许我有更广阔的视野,就不可能辨别我们向患者提出的诊断和治疗建议能走多远的问题。 作为第一个建议,我提出了对呈现在我们面前的不适采取解释学方法的重要性,向那些遭受这种不适的人解释他们的生活环境与由此产生的身体、心理、社会和存在反应之间可能存在的联系。 通常,那些正在经历人生危机的人无法理解正在发生的事情,因为答案通常是他们看不到的盲点。

另一方面,利用情绪不适的时间以某种方式与他人联系并促进人们理解我们作为生物的状况将我们与所有其他人团结在一起,无论是在最光明的还是最黑暗的维度,也许是有价值的。 。 尽管患者通常认为自己是孤独和孤立的,但在这种情况下,与其他人的团结是不可能的。 这种哲学方法不需要高等教育或大学学位;任何遭受过苦难的人都可以向此刻正在遭受苦难的任何人提供重要的理解、同情和尊重。

记住,可以从构成人类痛苦的四个角度(生物、心理、社会和存在)来解决人类痛苦,而不仅仅是停留在表面上,这也许是卫生专业人员和社会其他人的首要任务。 反思和理解是需要的,但在一个高速发展且不利于它的世界中,我们需要帮助。 回归安静交谈的艺术、缓慢的沉思、对自己保持沉默或敢于创作小型艺术作品都可以成为拯救的行动方针。

公平地说,别人的痛苦和我们自己的痛苦一样值得尊敬,如果我们轻视它,最终就会取笑自己。 这就是为什么我们自己的人性化肯定与我们与人类阴影的联系方式有关。 正如我们关心他人的困难、疾病和灾难一样,我们也会处理自己的困难、疾病和灾难。




Oswado Guayasamin, Lágrimas de sangre. 


miércoles, 10 de julio de 2019

Hacia una pedagogía del malestar Towards a pedagogy of malaise 邁向不適的教育學




"Sólo sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta pretensión, dejamos de sufrir". Pablo d'Ors


  • ¿Cómo enseñar a alguien a sufrir?
  • ¿Es posible aprender a manejar el propio malestar? ¿Llegar a ser excelente en el manejo?
  • ¿Cómo ayudar al que sufre a mirar a los ojos de su propio sufrimiento?

  • ¿Cómo hacer comprender al que se ahoga en la dificultad que por muy real que sea su sufrimiento este no puede comprometer por si mismo su vida?

Lo habitual cuando uno experimenta malestar es:

1. Huir

Si esto no funciona:

2. Atacar

Tanto hacia fuera como sobre todo a uno mismo. Darse caña uno mismo es una de nuestras actividades favoritas, no es fácil reconocerlo.


Nuestra cultura ha sofisticado la huida, entre otras cosas se considera una civilización del espectáculo y la distracción. Cada vez nos rodean más pantallas, aparatos y adminículos que nos ayudan en esta misión para permanecer permanentemente despistados.


Pero llega un punto en que nada consigue distraernos del malestar cuando este es lo suficientemente fuerte. Al finar caemos en sus garras y nos rallamos. Comenzamos una dinámica de centrifugado cognitivo y emocional de la que es muy difícil salir. Si han visto alguna vez algún roedor corriendo dentro de una rueda saben de lo que hablo.


La sociedad termina convirtiendo el malestar en una fuente de bienes de consumo. Ante la mínima incomodidad se nos ofrecen incontables productos y servicios. Pase por caja, consuma, compre, diviértase. Y cuando el centro comercial no es suficiente acuda a los servicios sanitarios que estarán encantados de atenderle. De esta forma las consultas de terapeutas alternativos, complementarios, suplementarios o reglamentarios están rebosantes, ya sean públicas o privadas, elitistas o de barrio.
Los profesionales sanitarios reciben una enorme carga de malestar sobre ellos para la que disponen de tiempos limitados. Es frecuente que la respuesta sea química o industrial. Tome usted esta pastilla o pase usted al siguiente especialista de la cadena. Muy pocas veces se llama malestar al malestar. Muy pocas veces se ayuda a quien lo siente a reconocer su responsabilidad en sobrellevarlo y acunarlo.

Tenemos en las manos la paradoja de ser una sociedad en constante busca de la felicidad, o lo que es lo mismo: en permanente huida de la infelicidad. Y hemos olvidado que ambas son la cara y la cruz de la existencia, no hay luz sin sombra ni sombra sin luz.

Los profesionales de la salud tenemos una asignatura pendiente para ayudar a la persona que sufre a reconocer lo que es malestar inherente a la vida y diferenciarlo de la enfermedad. También hemos de aprender a acompañarlo, orientarlo y aliviarlo y no solo a tratarlo. La respuesta fácil para nosotros es la pastilla, pero no siempre es la correcta.

Los ciudadanos en general tenemos otra asignatura pendiente, la de manejar mejor el malestar y la infelicidad personal cimentando un autocuidado basado en la aceptación, el autoconocimiento y la búsqueda de soluciones personales en lugar de seguir culpando a los demás del mismo y exigiendo al estado que nos quite de encima una infelicidad que no es su competencia.





Towards a pedagogy of malaise 



  • How to teach someone to suffer?
  • Is it possible to learn to handle one's own discomfort? To become excellent at handling it?
  • How can we help the suffering person to look into the eyes of his own suffering?




  • How can we make the one who drowns in the difficulty that no matter how real his suffering may be, he cannot compromise by itself his life?




The usual thing when one experiences discomfort is:



1. Fleeing



If this doesn't work:



2. Attack



Either to the outside and above all to oneself. Self-punishment is one of our favorite activities, it is not easy to recognize it.



Our culture has sophisticated flight, among other things is considered a civilization of spectacle and distraction. More and more screens, gadgets and tech surround us, helping us in this mission to remain permanently absent-minded.



But there comes a point when nothing manages to distract us from discomfort when it is strong enough. At last we fall into its claws and grate. We begin a dynamic of cognitive and emotional centrifugation from which it is very difficult to get out. If you have ever seen a rodent running inside a wheel you know what I'm talking about.



Society ends up turning discomfort into a source of consumer goods. With the least discomfort we are offered countless products and services. Check out, consume, buy, have fun. And when the shopping centre is not enough, go to the health services that will be delighted to attend you. In this way the consultations of alternative, complementary, supplementary or regulatory therapists are overflowing, whether public or private, elitist or popular.

Healthcare professionals are burdened with an enormous amount of discomfort for which they have limited time to manage. The answer is often chemical or industrial. Take this pill or go to the next specialist in the chain. Discomfort is rarely called by his name. Rarely we help to those who feel malaise to recognize their responsibility in bearing it and cradling it.



We have in our hands the paradox of being a society in constant search of happiness, or what is the same: in permanent flight from unhappiness. And we have forgotten that both are the face and the cross of existence, there is no light without shadow and no shadow without light.



We health professionals have a pending subject to help the suffering person to recognize what is inherent discomfort in life and differentiate it from disease. We must also learn to accompany it, guide it and alleviate it and not just treat it. The easy answer for us is the pill, but it is not always the right one.



We citizens in general have another unresolved issue, that of better handling personal discomfort and unhappiness by building self-care based on acceptance, self-knowledge and the search for personal solutions instead of continuing to blame others for it and demanding the state to remove from us an unhappiness that is not its competence.








邁向不適的教育學



如何教別人受苦?

是否有可能學會處理自己的不適?要善於處理它?

我們怎樣才能幫助受苦受難的人看到自己痛苦的眼睛呢?



我們怎樣才能讓那個淹沒在困境中的人無論他的痛苦多麼真實,他都不能自己妥協他的生活?


當一個人感到不適時,通常的事情是:



1. 逃跑



如果這不起作用:



2.攻擊



無論是對外還是對自己。自我懲罰是我們最喜歡的活動之一,不容易認識到它。



我們的文化有著複雜的飛行,其中包括被視為奇觀和分散的文明。越來越多的屏幕,小工具和技術環繞著我們,幫助我們在這一使命中永遠留下了心不在焉。


但有一點是,當它足夠強大時,沒有任何東西可以分散我們的注意力。最後我們陷入了它的爪子和篦子。我們開始了一種動態的認知和情感離心,很難擺脫它。如果你曾經看過一個在車輪內運行的囓齒動物你知道我在說什麼。


社會最終將不適變成消費品來源。隨著最不舒服,我們提供無數的產品和服務。退房,消費,購買,玩得開心。如果購物中心還不夠,請前往很高興為您服務的健康服務。通過這種方式,替代,補充,補充或監管治療師的諮詢範圍正在氾濫,無論是公共的還是私人的,精英的還是流行的。



醫療保健專業人員承受著巨大的不適,他們只有有限的時間來管理。答案通常是化學或工業。服用此藥或轉到鏈中的下一位專家。他的名字很少引起不適。我們很少幫助那些感到萎靡不振的人,讓他們認識到自己承擔責任並抱著它的責任。


我們手中有一個悖論:成為一個不斷尋求幸福的社會,或者是什麼是相同的:永遠逃離不幸。而且我們忘記了存在的面孔和十字架,沒有光沒有光,沒有光沒有光。


我們的衛生專業人員有一個待定的課題,幫助受苦受難的人識別生活中固有的不適並將其與疾病區分開來。我們還必須學會陪伴它,引導它並減輕它,而不僅僅是對待它。對我們來說,簡單的答案是避孕藥,但它並不總是正確的。


我們的公民一般還有另一個未解決的問題,那就是通過建立基於接受,自我認識和尋求個人解決方案的自我護理來更好地處理個人的不適和不快樂,而不是繼續責怪他人,並要求國家從我們不滿意,不是它的能力。


自動翻譯,請原諒我的錯誤。

miércoles, 12 de julio de 2017

Compasión aplicada al ámbito sanitario





La EASP en su programa de #MinutoExperto nos ofrece este vídeo con Gonzalo Brito, formador en mindfulness y compasión.

Es uno de los pioneros en abrir una interesante línea de mejora en la relación entre profesionales de la salud y pacientes que va más allá de la empatía.

Son tres minutos que merecen ser vistos.


viernes, 17 de febrero de 2017

Formas, mente y más allá


-seraphim 

Seraphin, foto de  Marilylle Soveran


 


Tal vez en un futuro lejano seamos capaces de entender el descomunal grado de magnitud de información que nos rodea. Nadados entre torbellinos gigantescos de datos, de números que danzan, de espirales que adoptan diferentes variables de energía, vibración, posición y momento. Nuestros sentidos lo interpretan como formas que seguidamente etiquetamos para poder hacernos una imagen inteligible del mundo. Aquí vemos una hoja, allí un camino, un poco más allá un grupo de árboles. Ahora oímos un murmullo de río, después unas risas de niños. Las infinitas formas que nos rodean son creaciones de la mente. Interpretaciones neurológicas de patrones de masa y energía a las que damos nombre.

La estructura mental más básica es la identidad, la facultad que diferencia al propio ser del resto del universo, la facultad que por ende permite la supervivencia al atender las necesidades básicas del ser y defenderlo del dolor y el peligro. Compartimos dicha facultad con moscas y gusanos cuyos diminutos sistemas neurológicos les animan a buscar el placer y a huir del dolor con la misión de crecer, desarrollarse y reproducirse.

Pero ¿qué pasaría con las formas si no hubiera mente? En buena lógica podríamos inferir que dejarían de ser formas por tanto no estarían separadas entre sí ni del ser sin mente que las mira. ¿Qué es lo que ve un recién nacido o un nonagenario con demencia de Alzheimer avanzada? Ven un universo continuo en el que no existe identidad que separe las formas ni a ellos mismos. No hay pues ego, ni autoconocimiento, no hay testigo, no hay dualidad. Si quieren un ejemplo más cercano consideremos la situación de apagar la mente que solemos hacer cada noche al dormir, o en las situaciones de intoxicación etílica o por otras drogas. La mente deja de funcionar y por lo tanto la percepción del mundo es diferente. Al dormir la mente pasa a modo sueño y funciona con otros parámetros. Un sueño puede recrear una situación virtual donde el soñador sea el protagonista que interacciona con un medio. Se crea una identidad onírica y unas formas oníricas con las que se narran tramas imaginarias o reproducidas de la memoria. En la intoxicación etílica el ser casi apaga casi completamente la identidad perdiendo parcialmente la facultad de reconocer formas y etiquetarlas.

Hay tradiciones espirituales como el Vedanta advaita y otras que promulgan la búsqueda de estados de no dualidad, donde el testigo contempla el mundo y a sí mismo como una misma cosa. Tratan de traspasar el velo mental que nos separa de la verdadera naturaleza de lo observado. Otras como la de los derviches giróvagos buscan la unión con el universo mediante la danza ritual que hace girar sin cesar al buscador. En otros caminos se utilizan hongos y sustancias alucinógenas que abren la mente de quien las consume a otro tipo de visión. Las más antiguas se ayudan de tambores y música repetitiva que intenta inducir un estado de trance que nubla la mente y permite observar aspectos mágicos y especiales del mundo.

Ir más allá de la mente ha sido una de las metas de la humanidad, uno de los principales viajes que se han acometido desde la noche de los tiempos. Necesitamos respuestas y en este lado de la percepción no las encontramos. El chamán primero y los sacerdotes y místicos después, se atrevieron a salir de sí mismos hacia otros mundos donde encontrar el necesario conocimiento que nos dotase de sentido. Los paradigmas religiosos, cosmológicos y antropológicos básicos surgieron de aquí. Los arquetipos que explicarían el mundo también.

Hoy sin embargo hemos entronizado a la ciencia como fuente suprema del conocimiento objetivo y miramos con recelo las alternativas antiguas de búsqueda subjetiva de respuestas. Hemos avanzado mucho en pensamiento racional al precio de dejar de lado los procesos irracionales que nos llevan acompañando desde que el mundo es mundo. Aunque si miramos bien no los hemos dejado de lado del todo. Un 25% de los enfermos sigue consultando con magos, homeópatas o terapeutas alternativos que no ofrecen tratamientos objetivos. Un gran porcentaje de ciudadanos sigue leyendo su horóscopo y buscando respuestas en astrólogos o echadores de cartas. Una gran mayoría sigue creyendo en dogmas e ideas que no tienen fundamento científico alguno y construyendo a partir de ellas sistemas morales que rigen su conducta.

No estamos tan lejos de aquellos ancestros anteriores a la revolución neolítica por mucho que nuestras ropas o casas parezcan más sofisticadas. Seguimos en mitad de un universo que entendemos parcialmente y que sigue albergando monstruos, dudas y grandes incertidumbres. Seguimos perdidos en mitad de una selva que se empeña en escondernos sus caminos. La luz de la ciencia nos permite ver un poquito mejor pero no es suficiente para el grado de sombra que la noche cierne alrededor. Durante mucho tiempo tendremos que seguir recurriendo a nuestra naturaleza híbrida racional e irracional, cortical y subcortical, objetiva y subjetiva. Habrá que seguir cruzando a la orilla misterios del mundo subjetivo, ese donde la mente no puede entrar, para encontrar las respuestas que nos ayuden a marcar el camino.

Mientras tanto habrá que seguir conviviendo con charlatanes y sabios, con brujos y científicos, con iluminados y poetas. No nos será sencillo distinguir el trigo de la paja dado que al haberse globalizado la humanidad convivirán inevitablemente tantos caminos como culturas y subculturas haya. El reto seguirá estando donde siempre, en el territorio personal interior, en ese mar que todos contemplamos por la noche y al que nos da pavor enfrentar con medios tan exiguos. Sin embargo sabemos que al otro lado hay vida, hay territorios, islas y tesoros. También que es arriesgado al podernos encontrar con infortunio y muerte. Ese miedo nos ha hecho delegar en otros el viaje, subcontratar un mago o una creencia que viaje por nosotros y nos traiga respuestas.
El dia en que cada cual acometa las suyas tal vez veamos surgir una nueva cultura que cambie para siempre el modo en el que vemos y comprendemos lo que nos rodea. 









viernes, 3 de febrero de 2017

Cuarenta y siete pacientes cada día





Creo que soy un médico razonablemente competente, atento y compasivo. Humano, débil, fácilmente vencible. A veces siento que no puedo aguantar tanta presión, que el sufrimiento que me ofrecen mis pacientes es demasiado grande para alguien tan pequeño. Por eso en lugar de añadir llanto permítanme regalarles mi agenda de ayer convertida en soneto.





Cuarenta y siete historias conforman el ardor que me acoge
Llamas de dolor rojo, angustia, miedo y un negro sentimiento
Esperan que mis manos algo alivien pero hoy camino lento
Mientras el fuego inflama estos pies que se traban y encogen.

Me fundo en un ovillo de burocracias grises, pantallas y ruido,
Entre lágrimas ocres, muecas de angustia y queja contenida,
En el licor amargo que me tienden para beber despacio:
El cetrino cáliz que los hombres destilan con sus gritos.

Termino la jornada chamuscado, terrible cefalea, muy contrito,
Con pasos cortos enfilo la salida, humillado, proscrito,
Sabedor del mal que me ha vencido: la pegajosa herrumbre del quejido.

Necesitaré lamerme las heridas, tomar un verde bebedizo,
Refugiarme en tus versos azules, recorrer muy despacio las calles
Y reclinar la faz en la almohada hasta que nos rescate el sol invicto.






Cuando tengan un día realmente malo les sugiero tres cosas:


1. Cuando se den cuenta de la catástrofe que viven dejen de darse caña y pasen al siguente punto.

2. Respiren

3. Conviertan su desazón en algo que no duela.


Lean a su autor favorito, escuchen música delicada, caminen lentamente por un parque.
Escriban un poema, tal vez dos. Si no les llega anoten las palabras que sientan por muy negras que sean.
Si tienen la oportunidad cuenten su caso. Si no hay interlocultor busquen al viento.

Y recuerden que tras toda tormenta, si se espera un poquito, viene la calma.



Les dejo con unos grandes maestros que seguro les inspiran.












martes, 18 de octubre de 2016

La llama piloto de consciencia


flame 
Foto de ☻☺




 

La mente humana es semejante a esas caldera de gas con las que calentamos agua y calefacción en nuestras casas. La energía que la alimenta son nuestros pensamientos y sentimientos cuyo caudal varía a lo largo del día según las circunstancias. Cuando estamos tranquilos con nuestras necesidades cubiertas se mantiene muy baja o aparentemente detenida. En momentos en los que nuestras necesidades se disparan salta a su caudal máximo que una vez inflamado libera la potencia suficiente para producir las conductas oportunas que nos lleven a atender y calmar las necesidades pertinentes.

Para que una caldera funciones es necesario que esté encendida, que disponga de una llama piloto ardiendo permanentemente. Esa diminuta llama será la responsable de que prenda el gas cuando es debido y de esa forma el sistema se mantenga útil y operativo. La llama piloto es nuestra consciencia base. Cuando nos llega una avalancha de emociones, la consciencia es capaz de convertir el gas emocional invisible en fuego transformador. Si no está encendida la caldera no prende por lo que evitará que las emociones cumplan su misión de provocar acción, o generar pensamiento o conciencia. En nuestro caso pueden escapar al ambiente de forma tóxica o quedar en el sistema aumentando la presión de este y por ende el sufrimiento del aparato.

Lamentablemente muchos vamos por el mundo con una trémula llama piloto que se mantiene más tiempo apagada que encendida. Eso hace que nuestro manejo emocional sea desastroso. En lugar de permitir que el gas vaya ardiendo según se libera, lo acumulamos en grandes bolsas que cuando consiguen escapar producen tremendas deflagraciones. Hemos transformado nuestra caldera interior en un motor de explosión. Caminamos por la vida de detonación en detonación produciendo daños y quemaduras tanto en nosotros mismos como en los que nos rodean.

Cuando el grado de dolor es importante el cuerpo suele sobrecargar algún sistema y salta el correspondiente fusible produciendo un síntoma. Notamos que nos duele la cabeza, la espalda, la tripa, notamos el cuello contraído, que no podemos dormir, que nos encontramos irritables o nos sentimos débiles. Acudimos al médico por algún remedio que tal vez haga desaparecer el síntoma pero que no consigue revertir la causa del mismo.

¿Cómo mantener prendida todo el tiempo la diminuta llama piloto de la conciencia? Esta pregunta es muy antigua y las posibles respuestas a la misma enormemente variadas. Unos postulan que es necesario practicar a diario con meditaciones, oraciones o técnicas que faciliten mantener la conciencia en un objeto. Otros dicen que basta con prestar atención a todo lo que hacemos cada instante, al cubierto que introducimos en la boca, a la sensación del pie al dar un paso, al aire que entra en el cuerpo al respirar. Para algunos es fundamental reunirse y formar comunidades, otros sin embargo prefieren practicar solos. Hay multitudes que eligen seguir una creencia o una fe, otros reniegan y eligen mantenerse al margen de las mismas. Lo que parece claro es que es importante relacionarse de una manera nueva con el momento presente aprendiendo a posar en él con más permanencia nuestra atención. Trayéndola al mismo de continuo dada su enorme volatilidad y al gran nivel de ruido de fondo y distracciones que hacen que revolotee sin cesar y se aleje de su hogar.

Lo cierto es que las emociones mal procesadas son responsables de una gran cantidad de dolor. Nos resulta mucho más sencillo manejarlas pequeñas que grandes sobre todo cuando hablamos de miedo, ansiedad, asco, tristeza, agobio... Cuando aprendemos patrones de relación con ellas que priman combatirlas o quitarlas de en medio (represión, proyección, negación...) favorecemos que aumenten desproporcionadamente de tamaño, lo que las hace cada vez más inmanejables y potencialmente explosivas. Por eso son tan frecuentes las situaciones de bloqueo que nos sitúan en bucles dolorosos de los que no podemos escapar.

Si tiene la oportunidad de mirar un rato la llamita piloto de una caldera o simplemente una vela acuérdese de que lo verdaderamente importante no es su pequeño tamaño sino la posibilidad de expandir luz que toda llama tiene. Si tiene la oportunidad de sentir cualquier emoción haga lo mismo, agradézcala y permita que se expanda en su conciencia sin temer su calor ni su brillo, en cuanto sea hecha consciente marchará dejándonos en las manos un caudal de energía que podremos utilizar como convenga.









martes, 11 de octubre de 2016

Mirar por la ventana interior

Lincoln 06-10-2012

Foto de  Karen Roe



Solemos mirar con frecuencia por la ventana para saber qué tiempo hace en la calle. Una costumbre que nos indicará si es necesario coger un paraguas o si es preciso abrigo o gabardina. Esa rápida mirada tiene mucho valor a la hora de elegir la indumentaria que usaremos ese día, todos sabemos lo que significa no salir de casa suficientemente preparados. Lo que no solemos hacer con tanta frecuencia es mirar por la ventana interior, asomarnos un instante para ver qué tiempo hace por dentro.

Basta un tiempo breve para hacerlo, lo ideal por la mañana tras levantarnos, antes de salir de casa.

Parar un momento y sentir cómo estamos por dentro: física, mental y emocionalmente. ¿Cómo notamos el cuerpo, hemos descansado bien, hay alguna tensión? ¿cómo están nuestros pensamientos, estamos rumiando algún asunto? ¿cómo van nuestros sentimientos, despejados, alguna nube en el horizonte, amenaza tormenta?

Tal vez tengamos la costumbre de meditar un rato matinal, otros quizá se detengan a observar su cuerpo bajo la ducha, alguno habrá que deje la mirada perdida mientras desayuna y trate de sentir la climatología interior de esa mañana.

Es buena costumbre mirar por la ventana varias veces. Durante el día disfrutaremos de la luz de ese momento y tal vez de las nubes, el cielo despejado o algún árbol. Puede que también por nuestra ventana interior sintamos tranquilidad, alegría, tal vez asombro en un momento dado aunque también pueden aparecer tensiones, pensamientos oscuros o sentimientos incómodos. En este caso es mejor estar avisados si amenaza lluvia, no vayamos a descargar algún rayo a quien menos lo merezca.

Bob Stahl denomina a esto Mindful check-in, yo prefiero la expresión mirar por la ventana.Y les puedo decir que se ven muchas cosas.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Saki Santorelli en Madrid










Mañana jueves 22 de septiembre Saki Santorelli dará una conferencia a las 18 horas en anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Campus de Moncloa. La entrada es libre pero es necesario inscribirse. 




El doctor Santorelli es profesor de medicina, director de la Clínica de Reducción de Estrés  y  del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society  del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. Como miembro en el Departamento de Medicina, en la División de Medicina Preventiva y del Comportamiento, ha trabajado con miles de pacientes y ha formado a generaciones de profesionales e investigadores del Mindfulness y del programa de  Reducción del Estrés basado en Mindfulness (MBSR).

En 2001 fundó el Instituto Oasis, un centro de formación Profesional e Innovación basado en Mindfulness. En 2003, fundó y es presidente de una conferencia científica anual sobre el Mindfulness, titulada Investigando e Integrando Mindfulness en Medicina, el Cuidado de la Salud y la Sociedad. Saki es uno de los formadores en Mindfulness más influyentes internacionalmente y es el autor de Heal Thy Self: Lessons on Mindfulness in Medicine.

Impartirá la conferencia La Herida Que Cura Todas las Heridas: Mindfulness, el Cuidado, y el Recuerdo de la Alegría, en la que desarrollará el mito de Quirón, el sanador herido, y las implicaciones que la atención plena tiene en relación con el proceso de sanar.


Puedes inscribirte AQUÍ.









viernes, 29 de julio de 2016

Dos entrevistas a Jon Kabat-Zinn






Entrevista de Ima Sanchís a Jon Kabat-Zinn, en La Contra, de La Vanguardia

Jon Kabat-Zinn, biólogo molecular, investigador y promotor de ‘mindfulness’ en Occidente: “Tengo 72 años. Catedrático de Medicina en la Universidad de Massachusetts. Llevo 47 años casado, 3 hijos y 3 nietos. Debemos aprender a vivir juntos con nuestras diferencias. La diversidad es una fuerza positiva. Me interesa la experiencia directa de la interconexión, pero no las creencias”.

El reto del científico
Se levanta a las cuatro de la mañana desde hace más de 40 años para dedicar una hora a la meditación y otra a la práctica del yoga. Yo salto como una pulga: “¡Quiero vivir, ver a los amigos!”. “Diversión –me contesta con una sonrisa– etimológicamente significa salirte de tu ruta, y si estás enfermo o tienes problemas, es mejor que los resuelvas. Y sabemos científicamente que con la práctica de la atención plena podemos restablecer nuestro equilibrio mental y corporal, estimular la curación y el bienestar. Pero tiene razón, es muy difícil cambiar de estilo de vida”. Un reto que explica paso a paso en su ya clásico «Vivir con plenitud las crisis» (Kairós), que ha revisado y ha puesto al día con los nuevos estudios científicos.
Mi madre, que vivía conmigo, murió a los 101 años. Los últimos 25 años con ella fueron una delicia.

¿Por qué?
Era pintora y a medida que envejecía experimentaba el mundo como Monet: veía formas de luz que la mayoría no observamos. Mi padre era un científico de renombre mundial, experto en el sistema inmunitario. La suya era una polaridad muy interesante.

Polaridad que usted ha integrado.
Cierto, descubrí la meditación zen a los 21 años y desde entonces he investigado de manera científica las capacidades del mindfulness (atención plena) para sanarnos. He demostrado la eficacia de una práctica espiritual milenaria y la he puesto a caminar en Occidente.

¿Por qué le dio por meditar?
En aquella época trabajaba en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) con el premio Nobel Salvador Luria. Estábamos desarrollando la comprensión del genoma, todo era muy interesante, pero me sentía infeliz. En el MIT se desarrollaban armas para el ejército y estábamos bombardeando un país, Vietnam, que ni siquiera tenía fuerza aérea.

Momentos turbulentos.
Philip Kapleau, experiodista, explicó en la conferencia que tras cubrir los juicios de Nuremberg comenzó a tener terribles jaquecas que consiguió sanar retirado en un templo zen. Empecé a meditar una hora diaria para comprobar si eso era posible y nunca lo he dejado.

¿Cómo consiguió aplicarlo a la ciencia?
Tuve suerte, se abrieron puertas que me permitieron crear la Clínica para la Reducción del Estrés y el Centro de Atención Plena para la Medicina en la Universidad de Medicina de Massachusetts.

Sus colegas le debían de mirar raro.
Sí, pero obtuve resultados contundentes e inapelables. Desarrollé un programa (Rebap) para la reducción del estrés basado en la atención plena y en 1982 publiqué mi primer artículo científico sobre los beneficios en pacientes con dolor crónico y estrés. El año pasado se publicaron 674 artículos, es un crecimiento exponencial. Ha llegado el momento.

¿Qué propone usted?
La conciencia plena se ejercita prestando atención de manera activa en el momento presente y sin juzgar. Desarrollar la capacidad de abrazar la realidad de las cosas es curativo y transformador, cambia nuestro cerebro, tal como demuestran las investigaciones neurológicas.

Habla usted como un gurú.
Nuestro programa no tiene nada de alternativo, formamos parte de los departamentos de medicina y tenemos pruebas científicas. Los pacientes consiguen controlar el dolor crónico, la ansiedad, el pánico y paliar los efectos del cáncer o enfermedades del corazón, pero yo se lo recomiendo a cualquier persona.

Implica un cambio de vida.
Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos. Requiere disciplina, pero lo más curioso es que no hay que hacer nada. Lo que propone la atención plena no es que uno cambie su vida, sino que se enamore de ella.

Sugestivo.
La atención plena te da otra manera de sostener tu experiencia desde la presencia, algo que no nos enseñan en la escuela. Te enseñan a pensar, pero a menudo el pensamiento no nos es útil a la hora de solucionar problemas vitales.

¿La atención plena lo consigue?
Hemos documentado los cambios experimentados por 20.000 pacientes que han seguido el programa de ocho semanas en nuestra clínica, y que en el mundo son millones de personas.

¿Meditar nos cambia el cerebro?
Regiones que tienen que ver con el aprendizaje y la memoria se ensanchan. La amígdala, la zona del cerebro que reacciona a las amenazas y secuestra la atención, se refuerza; se mejoran las conexiones neuronales e incluso se dan cambios en el genoma.

¿Se activan y desactivan genes?
Sí; por ejemplo, los genes que tienen que ver con procesos inflamatorios y por tanto con el cáncer se inhiben. Y hemos comprobado que la densidad y el tamaño del cerebro, que se encoge con los años, deja de hacerlo si meditas.

¿Qué hay que entender?
Lo más difícil de entender es que no hay que hacer nada. No se trata de intentar cambiar, se trata de en lugar de vivir dormido, vivir despierto.

Siempre hay cosas en tu vida que no acaban de gustarte.
Ahí es donde la meditación funciona, porque el hecho de que te gusten o no depende solo de tus pensamientos. La depresión está causada por una desregulación en el pensamiento, empiezas a rumiar y entras en una espiral negativa que acaba en trastorno.

¿El mindfulness lleva la atención a esos pensamientos negativos?
Si abrazas ese pensamiento, ya no continúa reproduciéndose. Sabemos que una mente distraída es una mente infeliz. Debemos acceder a la conciencia, un tipo de inteligencia innata de la que sabemos poco pero conocemos su poder.

Tenemos solo algunas piezas del puzle.
Suficientes como para saber que la relación que mantenemos con nuestro cuerpo, nuestra mente, pensamientos y emociones, instante tras instante, nos aporta, si es la correcta, salud, bienestar y sabiduría. El cultivo de la atención plena es un acto radical de cordura, amor y compasión por uno mismo.







Entrevista de Natalia Martín Cantero para el suplemento ZEN de El Mundo:

El mindfulness está en la cresta de la ola. Lo usan desde los bancos, que contratan cursos para reducir el estrés y mejorar la capacidad de atención de sus empleados, hasta los hospitales, colegios, prisiones o instituciones deportivas. En el Parlamento británico se presentó hace unos meses un informe, Mindful Nation, que recoge pruebas científicas sobre sus beneficios y recomienda implantar la práctica de raíces budistas en la salud, la educación, el trabajo y la justicia. Jon Kabat-Zinn (Nueva York, 1944) es quien lo impulsó y catapultó a través del programa de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness (MBSR) que puso en marcha en 1979 en la Universidad de Massachusetts y que sigue impartiéndose en todo el mundo.
Este doctor en Biología Molecular por el MIT ha venido a España a promocionar la nueva edición de su best seller Vivir con plenitud la crisis (Kairós) y a hablar de mindfulness con médicos, psicólogos, profesores, instructores, practicantes y los lectores de ZEN.
Muchos españoles equiparan meditación con la acción de reflexionar. ¿Qué es meditar en el contexto del mindfulness?
No es contemplación, ni pensar sobre un tema determinado. Hablamos de meditación como una forma de estar relacionándote con la experiencia según transcurre. Y eso significa que estás entrenando tus facultades de atención para estar en el momento presente y menos distraído. Si te fijas, te darás cuenta de que la mayor parte del tiempo la mente está en el futuro, planeando o preocupándose. Y cuando no está en el futuro está en el pasado, elucubrando sobre qué ocurrió realmente, quién tiene la culpa... Mientras tanto, el momento presente, que es el único en el que podemos ver, oler, saborear, amar, aprender, sentir... se queda estrujado entre esas dos fuerzas. La meditación se refiere a expandir la capacidad de habitar el presente y por tanto vivir con plenitud y en el cuerpo, porque la mitad del tiempo estamos en la cabeza y no en el cuerpo. Muchos creen que todo lo que necesito hacer es dejar la mente en blanco y entonces estaré en una especie de conciencia cósmica, con una mente luminosa. Sin embargo, la mente ya es luminosa. Mindfulness nos dice que podemos salir de esa prisión de miedos y deseos que tiran de nosotros. No se trata de echar a los pensamientos, si no de observarlos y dejar que se queden ahí, como lo que permanece de una nota musical.
¿Cómo? ¿Sentándose muchas horas en la postura del loto?
No hace falta estar sentado en una cueva durante 30 años para conseguir la iluminación. Lo que necesitamos es despertar, porque por alguna razón los humanos nos hemos quedado atrapados en el pasado. Si puedes respirar sin dificultad, es un milagro. Si puedes ver sin dificultad, es un milagro. En todos los sentidos estamos bien, pero seguimos pensando que estaríamos mejor si tuviésemos más dinero, nos casásemos, nos divorciásemos, etc. Pero la realidad es que sólo tenemos este momento, el ahora.
Por tanto, ¿meditación y mindfulness es lo mismo?
Hay muchas formas de meditación. La autorregulación de la atención es una de ellas. Como cultivar intencionadamente la amabilidad o el perdón. Es una rama de las prácticas meditativas, que cultiva la conciencia pura. No se consigue sentándote en el suelo y pretendiendo ser una estatua. La meditación real transcurre en este momento. Esta entrevista es una meditación. La meditación es un acto de amor a la vida, al potencial de la mente de conocerse a uno mismo.
¿Cómo sé que funciona?
Funciona cuando hay una congruencia entre nuestra vida y lo que hacemos. La verdadera meditación es cómo vivimos nuestra existencia momento a momento. Se trata de observar cuántas veces perdemos la cabeza, recuperar la atención y empezar de nuevo.
¿Es una práctica apropiada para todo el mundo?
Todo depende de las habilidades del instructor. Si alguien sufre problemas muy profundos (por ejemplo, un trauma de abuso sexual en la infancia), ¿es la meditación buena para esta persona? Quizá no, en el sentido de que quizás vuelva a traumatizarse. Se requiere un guía con una gran profesionalidad y sabiduría que te ayude a salir de ese trauma. No se puede utilizar una fórmula única. De forma más genérica, sin embargo, ¿es la conciencia de la respiración buena para todo el mundo? Claro. ¿Es la conciencia del cuerpo buena para todo el mundo? Sí, no tiene nada de malo.
Usted está preocupado porque la motivación de algunos instructores no es sanar o ganar en sabiduría, más bien es económica. ¿Cómo se identifica a un buen profesor?
Un buen indicador es cuando el instructor es capaz de verte como persona, no como paciente. La confianza es muy importante. No dejes de emplear tu discernimiento si ves que te manipula, si dice cosas distintas a diferentes personas, si el dinero es un problema... si no te parece ético, escapa lo más rápido posible. Hay mucha gente que asegura ser experto en mindfulness porque se ha vuelto muy popular, pero no saben ni deletrearlo.
Hablemos de los niños. Usted dice que "la infancia está desapareciendo". ¿Por qué?
En parte, es culpa de la tecnología. Los padres están más y más ocupados y estresados, y los niños también. Tienen demasiadas lecciones, actividades, van de un lado a otro constantemente. Además, tienen acceso a internet. Estamos ante un mundo nuevo que está poniendo una gran presión sobre los niños y enfrentándoles a cosas para las que no están preparados. Así que a nivel social cabría preguntarse si no estamos siendo abducidos por tecnologías que están cambiando nuestro cerebro y nuestra biología e incluso el desarrollo de los jóvenes.
Un maestro zen le regaló una cita que dice: 'Nunca te olvides de la visión a 1.000 años'. ¿Cuál es la relevancia del largo plazo en lo que se refiere a su trabajo?
Nunca hubo un tiempo mejor para descubrir lo que significa ser humano en este planeta. Y nosotros participamos en ello, nos guste o no. Debemos asumir la responsabilidad de lo que está pasando, reconocer la violencia en potencia que habita en nosotros mismos y transformar esa energía en belleza y creación. Una guerra nuclear o la subida del mar podría acabar con todo. Dejemos de hacer el tonto y despertemos para saber los que significa ser ciudadano de la Tierra.

martes, 14 de junio de 2016

Compasión y comunicación.






Me ha gustado encontrar un breve vídeo que define sin palabras lo que es la compasión. No hace falta decir nada, no hacen falta cosas complicadas.

Si los profesionales sanitarios fueramos capaces de hablar este lenguaje, de dominar estos gestos y actitudes... produciríamos profundas curaciones y permirtiríamos el milagro de sentirse cuidado.

Hoy está de moda la tecnología pero no la compasión. Tal vez por eso estén así las cosas. Por mi parte sigo tratando de aprender, pero confieso que voy lento. Tantos años de protocolos, guías y medicina técnica han esclerasdo un poco mi sensibilidad. Por eso me gusta rodearme de profesionales que me inspiran, y entre ellos el grupo Comunicación y Salud es una fuente inagotable. El segundo vídeo que proponemos proviene de ellos y narra de forma agradable la importancia de aprender comunicación, empatía... compasión.



Como todavía estas disciplinas no están muy presentes en los programa de estudios habrá que seguir practicando.







Vídeo del Grupo Comuniación y Salud



jueves, 18 de febrero de 2016

El poder del silencio




 Delicate tension. Wassily Kandinsy.



قدرت سکوت
ما در بر قدرت خارق العاده است که در سکوت پنهان فراموش کرده اند. اغلب خانه های ساده یک نیروی بزرگ. زندگی ما ثروت از تحریک و صدا مانند پیش از این هرگز اتفاق افتاده است. از آنجا که ما با ما بلند شد صدای رادیو، تلویزیون و یا هر دستگاه پخش موسیقی است. صفحه نمایش به طور فزاینده در اطراف ما به ما اطلاعات، متن، تصاویر و صدا در مقادیر را دشوار است به روند.

این بیش از حد لاستیک سر و صدا پس زمینه و می سم. ما خسته نیاز به فیلتر مغز ما استفاده می شود برای تامین مالی برای محافظت از سیستم از بیش از حد. ما را مسموم هنگامی که آن را بیش از این ظرفیت. عوارض برای هر فرد بسیار متفاوت هستند. ممکن است به عنوان ناتوانی در خواب خوب و یا ارائه یک خواب بی قرار که باعث می شود ما افزایش خسته نشان دهد. برای کمردرد، سردرد و یا شکم، تحریک پذیری، اضطراب و یا خلق و خوی نوسان.

پیامد دیگر از سر و صدا بیش از حد آگاهی و خلاقیت کاهش می یابد. اغلب ما زمان زیادی را در حالت خلبان اتوماتیک صرف. حتی این شامل گفتگو با کسانی که در اطراف ما که در آن ما نمی تواند به پیدا کردن آنچه که به ما گفته شده، غذاهایی که به دور بماند با تماشای تلویزیون یا از دست دادن عادت نگاه آسمان در شب به عنوان ما توجه به مد اپرا صابون می باشد.

فشار، فشار و شایعه ثابت لغو توانایی های خلاقانه ما. مجاز به ایجاد سکوت را احاطه کرده است ما رشد فضاهای که در آن ایده ها و احساسات می توانید جوانه. هنگامی که آخرین باری که شما با یک ایده خوب بود؟ آنچه او انجام شد؟

دانشمندان که مشکوک از هر ایده که آنها اتفاق نمی افتد راه رفتن وجود دارد، دیگران که همیشه مداد و کاغذ برای نوشتن آنها را زمانی که آنها رخ می دهد. حقیقت این است که آن را آسان تر است اگر ایده رسیدن به خاک حاصلخیز از ذهن ما پاک و خالی به جای پر از زباله و یا زیر پا گذاشتن جمعیت افزایش تیغه مناقصه از ایده های تهدید است، همیشه ظریف که به دنیا آمد.

من متوجه شدم بدون تلویزیون که به اندازه کافی، یک دستگاه که طول می کشد دور سال از زندگی من. شما همچنین نیاز به ایجاد ترتیبات با هر صفحه نمایش، از بسیاری از که زندگی ما را پر کنید. مانند پوست ما سزاوار مراقبت و خدمات دوشیزه یا زن جوان روزانه، اطلاعات آینده به ما به آن را تعمیر، آلو، مناسب را انتخاب کنید و بقیه را دور بیندازید لازم است.

وقار و بالاتر از همه، نه در شبکه های اجتماعی است. دانستن اینکه چگونه به استفاده عاقلانه تلفن و رایانه های ما، و مهارت در هنر تبدیل آنها را خاموش می کند. را انتخاب کنید عاقلانه چه رسانه حضور و تماشای چقدر ما به سوپ از زندگی ما اضافه کنید تا مبادا ما را با نمک صرف.

سلامت انسان نیاز به یک تعادل بین سر و صدا و سکوت در جوامع ما آسان است برای رسیدن نیست. به عنوان یک پزشک من طرفدار سکوت کیفیت مورد نظر است. من می دانم که تسکین دهنده مومیایی کردن و بسیاری از مسائل قدرت آن است. مطمئنا شما نیز مطمئن شوید که چه اما تعجب می کنم چگونه آن را دریافت راحت تر است. گام اول قبلا از خواندن این بحث و آن را مال شما. همه بیشتر هر زمانی که شما به نوبه خود یک دستگاه را، تنفس عمیق و لذت بردن از یک لحظه آرامش در حال حاضر.
(ترجمه خودکار، با عرض پوزش برای اشتباهات)





Nos hemos olvidado del enorme poder que se esconde en el silencio. A menudo lo sencillo alberga una gran fuerza. Nuestras vidas reciben un caudal de estímulo y ruido como nunca antes ha ocurrido. Desde que nos levantamos nos acompaña el sonido de la radio, la televisión o algún aparato reproductor de música. Cada vez más pantallas nos rodean proveyéndonos  información, texto, imágenes y sonido en cantidades difíciles de procesar. 

Este exceso de ruido de fondo cansa y puede intoxicar. Nos agota al requerir que nuestros filtros cerebrales se empleen a fondo para proteger el sistema de una sobrecarga. Nos envenena cuando supera esta capacidad. Las consecuencias de esta intoxicación son muy diversas para cada persona. Puede manifestarse como incapacidad para dormir bien o presentar un sueño no reparador que hace que nos levantemos cansados. Por dolores de espalda, de cabeza o de tripa, por irritabilidad, ansiedad o un ánimo fluctuante.

Otra consecuencia del exceso de ruido es la disminución de la consciencia y de la creatividad. Es frecuente que pasemos grandes extensiones de tiempo despistados. Esto incluye incluso conversaciones con los que nos rodean en las que no conseguimos enterarnos de lo que nos dicen, comidas que pasan desapercibidas por estar viendo la televisión o perder la costumbre de mirar el cielo por la noche atentos como estamos a la teleserie de moda.

El ajetreo, la prisa y el rumor constante anulan nuestras capacidades creativas. Para crear hay que permitir que el silencio nos rodee, cultivar espacios donde las ideas y emociones puedan brotar. ¿Cuándo fue la última vez que se le ocurrió una buena idea? ¿Qué estaba haciendo?

Hay sabios que recelan de toda idea que no se les ocurra paseando, otros que  llevan siempre lápiz y papel para apuntarlas cuando se les ocurren. Lo cierto es que es más sencillo que las ideas lleguen si la fértil tierra de nuestra mente está limpia y vacía en lugar de llena de basura o multitudes pisoteando que amenazan el tierno surgimiento de las briznas de ideas, siempre delicadas cuando nacen.

Me he dado cuenta de que no basta prescindir de la televisión, aparato que lleva años ausente de mi vida. También es necesario hacer arreglos con cada pantalla, de las muchas que pueblan nuestras vidas. Al igual que nuestra piel merece un cuidado y limpieza diario, la información que llega a nosotros es necesario arreglarla, podarla, seleccionar la adecuada y desechar el resto.

Saber estar y, sobretodo, no estar en las redes sociales. Saber usar con prudencia nuestros móviles y ordenadores, siendo muy hábiles en el arte de apagarlos. Elegir con tino qué medios informativos atender y cuidar la cantidad que añadimos a la sopa de nuestras vidas no sea que nos pasemos con la sal.

La salud humana precisa un equilibrio entre ruido y silencio que en nuestras sociedades no es sencillo conseguir. Como médico soy un defensor de los silencios deseados de buena calidad. Conozco su poder tranquilizante y de bálsamo para muchas cuestiones. Seguramente usted también lo sepa aunque se pregunte cómo conseguirlo con más facilidad. El primer paso ya lo ha dado al leer esta reflexión y hacerla suya. Los siguientes los dará cada vez que apague un aparato, respire hondo y disfrute un instante de la calma del momento.