Publico hoy en la página de la Gestió importa un artículo sobre el fracaso. Con la que está cayendo pienso que puede ser de ayuda tomar conciencia de las posibles sombras para valorar y agradecer las luces. En un mundo como el nuestro tan reacio a asumir errores y fracasos perdemos la posibilidad de aprender de ellos y ayudarnos para corregir rumbos o enmendar heridas. Espero les resulte de utilidad.
Tener una residente en la consulta
implica más trabajo, pero tiene ventajas. Una de ellas es estimular la
reflexión y la toma de conciencia del tutor. Se parece un poco al hecho de
encender la luz un día de nubes, todo parece verse mejor en la habitación. La
pregunta que me surgió es cómo afrontar la docencia del manejo del fracaso en
un mundo como el sanitario que no parece tolerarlo y lo invisibiliza siempre
que puede.
Reflexionaba esta semana sobre el
concepto de fracaso que va un poco más allá del de error médico que nos es más
habitual. Crear una cultura de mejora continua implica de manera imprescindible
trabajar con el error puntual pero cuando hablamos de fracaso reconocemos algo
más: el malogro de un proyecto personal o profesional cuya línea de tiempo no
alcanza objetivos o termina sin éxito. Tanto los errores como los fracasos
duelen y suscitan sentimientos adversos. Hieren la autoestima y afectan el
estado de ánimo. En ocasiones pueden alterar la paz mental y afectar el
desempeño laboral. Estas consecuencias no se suelen hablar y cada cual se apaña
como puede dentro de un ambiente de trabajo que no ayuda a compartir estas
cuestiones.
Sobre el fracaso personal
Dentro de mis fracasos profesionales
detecté un buen puñado al hacer una retrospectiva, permítanme compartirles unos
cuantos. Los cuatro años de desierto laboral post-MIR en los que tuve que
trabajar de todo menos de médico de familia por no encontrar un contrato digno.
El circuito de pacientes sin cita que hicimos en Lavapiés en consenso con
administrativos y enfermeras que duró dos semanas. El fracaso de la
conciliación laboral con cuatro hijos al conseguir un turno de mañana a los 49
años. El fracaso como director de centro de salud cuando dimití por
desavenencias con la dirección. El fracaso de mis proyectos de innovación (blog para pacientes, redes sociales, vídeos y salud…). Mi fracaso reivindicativo de
la situación de la Atención Primaria…
Y ahí tenemos a los brillantes médicos
MIR enfrentándose a diario con fracasos que no preveían. El posible fracaso en
las urgencias, donde al principio son totalmente incapaces y después a penas se
mantienen a flote. El posible fracaso con algunas rotaciones, técnicas o
aprendizajes. El posible fracaso en las relaciones laborales. El posible
fracaso en su esfera personal y relacional… Pero nadie dice nada de esa cara B
dado que lo que se publica en las redes sociales tiene más que ver con la
versión luminosa de cada cual en la que no cabe la sombra.
A nivel de organización pasa lo mismo,
nos cuesta hablar del fracaso. Es verdad que somos muy buenos a la hora de
quejarnos o señalar fallos y errores ajenos. Y si son de categorías
profesionales distintas, otras especialidades, el mundo de la gestión sanitaria
en general o la política sanitaria en particular, somos verdaderos expertos.
Pero reconocer el fracaso de nuestra unidad funcional, nuestra categoría
profesional o especialidad es excepcional dado que esto nos mete en la ecuación
y nos señala y a nadie le gusta salir en determinadas fotos.
Admitir un fracaso implica un juicio.
Es necesario dictaminar que un proyecto se ha malogrado. Si hablamos de un
fracaso personal esto solo será posible si lo reconocemos. Para ello hace falta
un ejercicio de humildad que reconozca lo que hay. No es necesario pasarnos de
punitivos o de condescendientes, tan solo admitir que como humanos fallamos y
fracasamos continuamente como parte de nuestra naturaleza. Y luego tener el
valor de admitirlo ante los demás, algo que no suele ser sencillo pero que
tiene un potente efecto de catarsis y liberación.
Sobre el fracaso del sistema de salud
Si echamos una mirada amplia a nuestro
sistema sanitario no tardaremos en ver fracasos por todas partes. Algunos
pequeños, otros más grandes. Ha fracasado una Atención Primaria cada vez más
ahogada, fracasan las ardientes urgencias de hospital, fracasa la atención a la
salud mental, fracasa el sistema cuando sobremedica, fracasa la gestión
sanitaria cuando se maltrata al personal, fracasa la sociedad cuando abusa del
sistema.
Pero no nos podemos quedar en la
penumbra, si bien es necesario admitirla, reconocerla y airearla. Creo que es
sano asumir las luces y las sombras que hay en nuestras vidas y en las personas
e instituciones que nos rodean. Sombras que como ya percibió Carl Jung
compartimos dentro de ese gran inconsciente colectivo donde se albergan sueños
y pesadillas comunes. Juan Gérvas describe a los médicos de familia como perdedores de
largo recorrido en una
expresión que tiene que ver con lo que estamos hablando y que contiene una
semilla de perseverancia y esperanza. No pasa nada si vamos perdiendo cosas por
el camino si sabemos a dónde queremos ir y qué valores defender. De él tomo la
cita que inicia este texto y la sumo a esta pequeña reflexión que creo
importante pensando en cada uno de nosotros y en las nuevas generaciones de
profesionales sanitarios que vienen y se están encontrando una sanidad
flamígera con cada vez más profesionales seniors heridos y quemados. Que tengan
la referencia de compañeros con largas carreras profesionales y grandes
historias de fracasos a sus espaldas que sigan sonriendo y manteniéndose al pie
del cañón es más importante que nunca. Para todos.
Reflections on failure in the healthcare world
Today I am publishing an article on failure on the Gestió importa website. With the current crisis, I think it might be helpful to be aware of the possible shadows in order to value and be grateful for the lights. In a world like ours, so reluctant to accept mistakes and failures, we lose the possibility of learning from them and helping us to correct our course or mend our wounds. I hope you find it useful.
Having a resident in the practice means more work, but it has advantages. One of them is to stimulate the reflection and awareness of the tutor. It is a bit like turning on the light on a cloudy day, everything seems to look better in the room. The question that arose in my mind is how to deal with the teaching of failure management in a world such as healthcare, which does not seem to tolerate it and makes it invisible whenever it can.
This week I was reflecting on the concept of failure, which goes a little further than the more commonplace concept of medical error. Creating a culture of continuous improvement implies working with the occasional error, but when we talk about failure we recognise something else: the failure of a personal or professional project whose timeline does not achieve its objectives or ends unsuccessfully. Both mistakes and failures hurt and arouse adverse feelings. They hurt self-esteem and affect mood. They can sometimes disturb peace of mind and affect job performance. These consequences are often not talked about and everyone copes as best they can in a work environment that is not conducive to sharing these issues.
On personal failure
Among my professional failures I detected a handful in retrospect, let me share a few with you. The four years of post-MIR labour desert in which I had to work as anything but a family doctor because I could not find a decent contract. The circuit of patients without appointments that we made in Lavapiés in consensus with administrative staff and nurses that lasted two weeks. The failure to reconcile work and family life with four children by getting a morning shift at the age of 49. The failure as director of a health centre when I resigned due to disagreements with the management. The failure of my innovation projects (blog for patients, social networks, videos and health...). My failure to make demands about the situation of primary care...
And there we have the brilliant MIR doctors facing daily failures that they did not foresee. The possible failure in the emergency department, where at first they are totally incapable and then they can barely stay afloat. The possible failure with some rotations, techniques or training. Possible failure in working relationships. The possible failure in their personal and relational sphere... But nobody says anything about this B-side, given that what is published on social networks has more to do with the luminous version of each person in which there is no room for the shadow.
At the organisational level it's the same thing, we find it difficult to talk about failure. It is true that we are very good at complaining or pointing out other people's failures and mistakes. And if they are of different professional categories, other specialties, the world of health management in general or health policy in particular, we are real experts. But acknowledging the failure of our functional unit, our professional category or speciality is exceptional because it brings us into the equation and points the finger at us, and nobody likes to be in certain photos.
Admitting failure implies a judgement. It is necessary to rule that a project has failed. If we are talking about a personal failure, this will only be possible if we acknowledge it. This requires an exercise in humility that recognises what is there. It is not necessary to be overly punitive or condescending, just to admit that as humans we fail and fail continuously as part of our nature. And then have the courage to admit it to others, which is often not easy but has a powerful cathartic and liberating effect.
On the failure of the health system
If we take a broad look at our health care system, it is not long before we see failures everywhere. Some small, some larger. Primary care has failed when it is increasingly suffocated, hospital emergency departments have failed, mental health care has failed, the system has failed when it overmedicates, health management has failed when it mistreats staff, society has failed when it abuses the system.
But we cannot remain in the shadows, although it is necessary to admit them, to recognise them and to air them. I believe it is healthy to assume the lights and shadows in our lives and in the people and institutions that surround us. Shadows that, as Carl Jung already perceived, we share within that great collective unconscious where common dreams and nightmares are harboured. Juan Gérvas describes family doctors as long term losers in an expression that has to do with what we are talking about and which contains a seed of perseverance and hope. It is all right if we lose things along the way if we know where we want to go and what values we want to defend. From him I take the quote that begins this text and I add it to this small reflection that I think is important for each of us and for the new generations of health professionals who are coming and are finding a flaming healthcare system with more and more wounded and burnt senior professionals. It is more important than ever that they have the reference of colleagues with long professional careers and great stories of failure behind them, who continue to smile and stay on the job. To all.
对医疗界失败的反思
机器翻译,如有错误,敬请谅解。
今天我在
Gestió importa网站上发表一篇关于失败的文章。在当前的危机下,我认为意识到可能的阴影,以便珍惜和感谢光明,可能会有帮助。在我们这样的世界里,如此不愿意接受错误和失败,我们就失去了从这些错误和失败中学习的可能性,并帮助我们纠正方向或修补伤口。我希望你能发现它的作用。
在诊所里有一个住院医生意味着更多的工作,但也有好处。其中之一是激发辅导员的反思和认识。这有点像在阴天打开灯,房间里的一切似乎看起来更好。我脑海中出现的问题是,在像卫生部门这样的世界中,如何处理失败管理的教学问题,因为这个世界似乎不容忍失败管理,只要有可能,就会把它隐去。
本周我在反思失败的概念,它比更常见的医疗错误更进一步。创造一种持续改进的文化意味着与偶尔的错误打交道,但当我们谈论失败时,我们认识到另一种情况:个人或职业项目的失败,其时间表没有实现其目标或不成功地结束。错误和失败都会伤害和引起不良情绪。它们伤害了自尊心,影响了情绪。它们有时会扰乱心灵的平静,影响工作表现。这些后果往往不被谈论,在不利于分享这些问题的工作环境中,每个人都尽力应对。
关于个人失败
在我的职业失败中,我在回想中发现了少数几个,让我与你分享几个。在MIR之后的四年劳动沙漠中,由于找不到像样的合同,我不得不做任何工作,而不是家庭医生。我们在拉瓦皮斯与行政人员和护士达成共识,对没有预约的病人进行巡回检查,持续了两个星期。49岁时得到一个早班,未能调和工作和有四个孩子的家庭生活。担任卫生中心主任时的失败,当时我因与管理层意见不合而辞职。我的创新项目的失败(病人的博客、社交网络、视频和健康......)。我没有对初级保健的情况提出要求...
而在这里,杰出的MIR医生们每天都面临着他们没有预见到的失败。在急诊科可能出现的失败,一开始他们完全没有能力,然后他们可以勉强维持下去。一些轮换、技术或训练可能出现的失败。工作关系中可能出现的失败。他们在个人和关系领域可能的失败......但没有人对这个B面说什么,因为在社交网络上发表的内容更多的是每个人的光辉版本,其中没有阴影的空间。
在组织层面也是如此,我们发现很难谈及失败。诚然,我们非常善于抱怨或指出别人的失败和错误。而如果他们是不同的专业类别,其他专业,一般的健康管理世界或特别是健康政策,我们是真正的专家。但承认我们的职能单位、我们的专业类别或专业的失败是例外的,因为它把我们带入了等式,把矛头指向了我们,而没有人喜欢在某些照片中出现。
承认失败意味着一种判断。有必要裁定一个项目已经失败。如果我们谈论的是个人的失败,只有当我们承认它时,这才有可能。这需要在谦卑中锻炼,认识到存在的问题。没有必要过度惩罚或居高临下,只是承认作为人类,我们会失败,而且是不断地失败,这是我们天性的一部分。然后有勇气向别人承认,这种事情往往不容易,但有强大的宣泄和解放作用。
关于卫生系统的失败
如果我们广泛地审视我们的医疗保健系统,不久我们就会看到失败无处不在。有的小,有的大。初级保健在日益窒息的情况下已经失败,医院急诊科已经失败,精神保健已经失败,系统在过度医疗时已经失败,健康管理在虐待员工时已经失败,社会在滥用系统时已经失败。
但我们不能停留在阴影中,尽管有必要承认它们,认识它们,并把它们晾在一边。我相信假设我们生活中以及我们周围的人和机构中的光和影是健康的。正如卡尔-荣格已经意识到的那样,我们在那个伟大的集体无意识中共享的阴影,那里藏着共同的梦想和噩梦。胡安-盖尔瓦斯(Juan Gérvas)将家庭医生描述为长期的失败者,其表达方式与我们正在谈论的内容有关,其中包含了坚韧不拔和希望的种子。如果我们知道我们想去哪里,我们想捍卫什么价值,那么一路上失去东西也没关系。我从他那里得到了本文开头的那句话,我把它加到这个小小的反思中,我认为这对我们每个人都很重要,对正在到来的新一代卫生专业人员也很重要,他们发现一个火热的医疗系统,有越来越多受伤和烧伤的高级专业人员。现在比以往任何时候都更重要的是,他们有长期职业生涯和背后有伟大失败故事的同事的参考,他们继续微笑着留在工作岗位上。对所有人。