lunes, 12 de agosto de 2019

Mediterráneo africano




Por mi consulta de Miraflores de la Sierra pasan todas las semanas varios chavales africanos recién llegados. Consultan sus cuestiones de salud y luego siguen camino a Francia u otros lugares. De alguna forma comparten conmigo sus viajes, penas y anhelos que descubro en sus miradas, silencios y sonrisas. 

Los medios de comunicación nos saturan con noticias de pateras y barcos llenos de inmigrantes que nadie parece querer acoger, lo que provoca la indignación de unos y las protestas de otros en una interesada argucia para dividir a la gente. El problema de fondo no es si dejar pasar o no a los que se echan a la mar sino la situación de enorme injusticia y violencia que obliga a muchos a huir lejos para buscar un mundo mejor. 

Doy la palabra hoy a Juanjo Aguirre, misionero en República Centroafricana desde hace décadas. Tengo la suerte de conocerle personalmente y de seguir sus desvelos que comparte por carta de vez en cuando. Lo que él dice no lo verán en televisión ni lo encontrarán fácilmente en los medios. Es el testimonio de un valiente que representa a otros tantos que llevan mucho tiempo apuntalando un mundo que parece caerse a pedazos. 

Léanlo y mediten luego en sus problemas cotidianos para tratar de ponerlos en perspectiva. Léanlo y den luego gracias por que tengamos agua potable en el grifo y la posibilidad de salir a la calle sin que le vuelen a uno la cabeza. Léanlo y descubran que el mundo es mucho más grande de lo que habitualmente pensamos. 







Centroáfrica, pan y paz



Oigo en la radio que el número de pobres en el mundo ha aumentado a 820 millones, más de 250 sólo en el continente africano. En Bangassou están llegando niños con el pelo seco como la estopa, las mejillas caídas y un poco de encefalopatía. Eso es que está gravemente desnutrido. Enfermedad de Kwashiorkor. Huyen de la guerra. Centroáfrica está en el vagón de cola de la pobreza y niños como éste llegan cada día a la maternidad a por leche Hero que nos mandan desde Córdoba. Alguien de la Fao, con un cochazo impresionante y un salario no menos alucinante, vino a Bangassou en febrero a decirnos que las cosas irían a peor. Para nosotros es como hacer un agujero en el agua! Más guerra e inseguridad, más hambre. Creo que la pobreza, el islam radical y el calentamiento global son los mayores problemas que tiene nuestro planeta hoy, son la espada de Damocles sobre nuestras cabezas en un próximo futuro. Hemos distribuido garbanzos y pasta de León, máquinas de coser, medicinas y materiales varios que non llegaron hace un año en un contenedor. Todo se quedó bloqueado en Bangui a causa de la guerra. Lo hemos traído con camiones, poco a poco, pagando barreras y soportando robos y raterías. Para los desnutridos un potaje de garbanzos del Bierzo y arroz Largo con champiñones sabe a gloria.
Mientras, Centroáfrica se llena de extranjeros atroces que llevan y trafican con armas, que matan antes de preguntar (mercenarios), o de extranjeros que extraen minerales y contaminan los ríos (empresas multinacionales chinas, rusas, etc.), y otros que trabajan en ongs humanitarias o en organismos de la ONU (son miles, con miles de Toyotas Prado recorriendo toda la geografía del país). Sin embargo la gente sencilla sigue nadando contracorriente, luchando contra la pobreza en estado puro, pagando los platos rotos que ellos no han destrozado. Todos nuestros problemas los empezaron un grupo de fanáticos musulmanes llamados los Seleka que nos destrozaron la vida hace 4 años, cayendo desde arriba como desde un paracaídas, la mayoría extranjeros que pusieron el país patas arriba.

 Los sacerdotes de la diócesis de Bangassou y la mitad de las monjas seguimos aquí, al pie del cañón. Algunos enfrente del seminario ocupado por 1500 musulmanes moderados, que nos lo están destrozando. Sabíamos que iba a ser así y qué precio habríamos de pagar por acogerlos con amor en aquellos horribles días en donde la muerte rondaba sus cabezas. Otros sacerdotes, de dos en dos, en el este de la diócesis (Zemio, Mboki y Obo), viven en zona de alto riesgo rodeados de mercenarios sin escrúpulos, cortadores de cabezas, que solo buscan sacar dinero abusando de la población inerte. Su sed de riqueza es inagotable. En lo que va de año, 47 personas han sido asesinadas en Obo o en sus alrededores y en Bangui se hacen oídos sordos. La semana pasada en Zemio un comerciante se negó a dar a una patrulla de Nigerianos (del Níger) una suma alrededor de 350 euros, lo molieron a palos a sabiendas que los soldados de la Minusca (Naciones Unidas) estaban un poco más arriba. Su cuerpo lo encontraron al día siguiente con 6 balas en el cuerpo, como 6 fogonazos de impunidad en un país donde se gastan decenas de miles de euros en salarios de profesionales de la Onu que dicen estar luchando contra los abusos de los derechos humanos. La mayoría cobra sin hacer ni el huevo. Toda la población de Mboki vive en una cárcel a cielo abierto sin que a nadie le preocupe lo más mínimo. Mientras, los misioneros, los curas y las monjas luchamos para que la gente no se desespere en las comunidades, rezamos juntos, tenemos abiertas las escuelas, pintamos de azul lo que parece negro, esperamos en un futuro sin señores de la guerra, sin mercenarios asesinos, sin miedos a la hora de ir a las plantaciones, con escuelas abiertas y mercado libre. Doble ración de esperanza a la cruda realidad.
En Bangui, la capital, miles de profesionales de ongs y militares ONU dicen que todo va mejor después de que el gobierno firmó acuerdos de paz el mes de febrero 2019 con 14 señores de la guerra en Jartum (Sudán). Los soldados de la ONU han tenido sus aciertos en seguridad pero han naufragado en materia social, aunque estén ya distribuidos por todo el país, porque viven como tortugas dentro de su propio caparazón. La gente les tiene mucha antipatía. De los “humanitarios”, casi ninguno sabe lo que pasa en

 el este del país (sus coches tienen prohibido pasar del km 12), son pocos los que se han pateado un campo de refugiados, lonas grises con olor de letrina y hambre atrasada, los que han tocado en mano el sufrimiento de 600.000 desplazados fuera de sus hogares, el llanto de los niños o de la brutalidad de los que deberían protegerlos. En Bangui hay un hotel de 5 estrellas, construido por Gadafi cuando esperaba vivir muchos años más y que Centroáfrica construyera una inmensa mezquita en el centro de la ciudad. El hotel surgió pero la mezquita naufragó. Ahora este hotel es el hogar casi permanente de cientos de humanitarios (de directores adjuntos para arriba), que llenan su piscina a partir del mediodía, que van de vacaciones cada dos meses (en sus contratos pone que para “destresar”) y reciben salarios inimaginables en Centroáfrica, más primas de riesgo, de lejanía, de “per diem”, de aire acondicionado o de 20 gaitas más... El foso que existe entre ellos y la gente del pueblo es abrumador. El gobierno casi no existe y todo el poder está en manos de la Onu, de países como Rusia, la China, EEUU, la unión africana, el real consulado de Lituania o qué se yo!
Cientos de ongs ganan suculentos mercados provenientes de países donadores (Suecia, Noruega, Canadá o Australia entre otros), pero la ayuda llega a la gente de forma fragmentada y desigual, y fuertemente disminuida por la propia logística interna. Casi ninguna Ong que ha ganado el mercado distribuye nada. Subcontrata a otras ongs más pequeñas para el trabajo tierra tierra y lo hacen por dinero, con total falta de empatía por la gente. Miro a los niños del orfanato de Bangassou, al bebé de dos meses que nos acaban de traer y me pregunto cómo están ellos viviendo esta guerra, que en Bangui dicen que ya no lo es. Esas criaturas quieren comer cada día y lo seguiremos haciendo aunque en Bangui hayan aceptado la imposición de meter con sacacorchos a 4 de los señores de la guerra, criminales todos, no centroafricanos, para hacer parte del gobierno actual y cobrar por ello. Creo que es el único país en el mundo donde 4 extranjeros forman parte del gobierno. Los niños de los 4 campos de desplazados que hay en Bangassou, los ancianos de la casa de la Esperanza, que ahora están “entre algodones” con una cooperante cordobesa que los cuida desde hace dos meses, o las madres sin

 trabajo que vienen a la costura con sus niños colgando del pecho, ya no quieren saber si el ministro es chadiano o de la región vecina. Ellos quieren pan y paz. Y esto, ni los soldados de la Onu, ni las ongs ni los organismos internacionales llegan a dárselo, o les llega gota a gota. Cómo saldremos de ésta? Porque salir, saldremos!. Los extranjeros solo miran y se enriquecen. Muchos saben que hay que prolongar este “status quo” porqué sin hacer casi nada, les trae más pasta gansa a sus bolsillos. A algunos no les interesa que termine este conflicto. Un batallón de pakistaníes llegados hace un año para arreglar carreteras con todas las máquinas necesarias a su servicio, se acaba de volver a su casa sin haber hecho casi nada, por miedo a salir del campamento. Salarios y primas, pasta gansa y faroles a la mar... es impresentable!
Hace una semana sacaron un niño Peulh de 3 años de un pozo. Muerto! Los Peulh son itinerantes sectarios musulmanes, perseguidos por todos. Será difícil que, armados hasta los dientes como se mueven, sigan pasando fronteras en su continua rueda la rueda de la itinerancia. Unos pocos han encontrado refugio en el seminario de Bangassou, santuario de la colonia de musulmanes de Bangassou desde hace más de dos años. Considerados parias por los otros musulmanes, no rezan juntos, no comen juntos, están al margen. Aunque tienen una cultura propia y están enormemente acostumbrados a tribulaciones, matanzas y a defenderse para sobrevivir, su existencia es cada vez más precaria en Centroáfrica. En el este de la diócesis de Bangassou, a donde se están desplazando con la ayuda de señores de la guerra del Malí y el Níger, pueden ser ya de 10 a 15.000 personas, sobre todo mujeres y niños, en una población regional de unas 30.000 personas. Los hay que hablan el sango, lengua nacional de Centroáfrica, los hay que vienen del extranjero, del Níger, del Sudan o del Chad. De la etnia Fullani que tanto revuelo causa al norte del Sahel.
El niño Peulh desaparecido unos días antes, ha aparecido en un pozo, no lejos del seminario, decapitado e emasculado. Alguien quería demostrar que el seminario no es un lugar seguro y se ensañaron con el niño, lo trituraron con saña y lo convirtieron en chivo expiatorio. Los padres no dijeron nada, ni respiraron por no molestar y la memoria de este crío de 3 años pasó sin pena ni

 gloria por este mundo apenas destetado por su madre, como hacen ellos. Las cosas van mal, pero no se puede decir para que la ONU no se moleste. Eso, pintar de azul, lo que es más negro que el carbón.


Mons Juan José Aguirre, Bangassou 15 julio 2019

jueves, 8 de agosto de 2019

Medicina espiritual Spiritual medicine 精神醫學



 "La crisis que estamos atravesando, el colapso del mundo natural que hemos creado, así como de la cultura en la que hemos vivido el último siglo no es otra cosa que una crisis espiritual. Somos la única civilización de la historia que no gira en torno a algo sagrado. No tenemos religión, en el sentido amplio del término ni noción de algo superior a nosotros. No hay nada ante lo que arrodillarnos, nada que nos inspire humildad. Ni dioses ni diosas ni naturaleza divina. No reconocemos esos términos. Pensamos que están anticuados y vacíos. Evolucionar más allá de la religión es parte de nuestro mito del progreso. Vemos lo sagrado como algo primitivo. Yo no creo que sea así y me ha costado mucho darme cuenta de que no creer en algo superior nos ha convertido en destructores. Nos hemos puesto en el centro del mundo. Nos hemos convertido en un cáncer para el planeta. Y mi conclusión para todo esto, o quizá no sé si llamarla conclusión, sino más bien un paso más en el camino, es la siguiente: si queremos que nuestra cultura —o como la queramos llamar— tenga futuro, vamos a tener que darle a la naturaleza el estatus de sagrada. Tendremos que dar un paso atrás o adelante hacia la búsqueda de una sociedad animista con dioses para todas las cosas: dioses del mar, de las piedras, del viento, etc. Si no somos capaces reconocer que formamos parte de una red vital y solo vemos las cosas como recursos, estamos perdidos.
Somos animales, somos idénticos a las personas que pintaron las pinturas rupestres hace 30.000 años. A nivel biológico, apenas hemos cambiado. Seguimos siendo criaturas salvajes, que no han sido domesticadas. No ponemos por encima la capa de la civilización, pero eso se puede rasgar muy fácilmente".




La medicina actual es una disciplina científica altamente técnica. Eso ha dejado de lado su dimensión histórica espiritual y ha hecho que su versión humanista se resienta. Los profesionales de la salud han devenido en técnicos y científicos al igual que el ejercicio de la medicina y demás disciplinas del ramo. 
Tras muchos siglos de historia ahora podemos decir que la medicina moderna es no espiritual, con todas las ventajas que esto pueda tener. La pregunta que me hago es si habremos perdido algo importante en el camino. 

Al acompañar procesos de enfermedad crónica, grave o estados finales de la vida me encuentro con la frustración de los pacientes ante un sistema sanitario que es incapaz de salvarles. ¿Esto era todo? ¿no se puede hacer más? 

No resulta sencillo explicar que la decrepitud y la muerte son parte intrínseca de la vida y que la medicina en las etapas finales puede paliar síntomas pero no aportar serenidad ni esperanza por si misma. 

Cuando las familias han perdido su herencia de creencias, esperanzas o aspiraciones espirituales y para muchos es implanteable hablar con un clérigo poco puede aportar el profesional sanitario salvo el reconocimiento de la importancia de vivir cada día con la máxima dignidad posible. Lo más valioso en muchos casos es la mera presencia, visitar en su domicilio al paciente y su familia, hacerle ver que sigue siendo cuidado y tenido en cuenta. Aportar silencio o conversación según el paciente necesite. Y descansar en la intención de que el sufrimiento de este sea el mínimo posible. 

Este planteamiento es muy difícil para profesionales entrenados para la acción que toleran mal la impotencia y el no-hacer. Lo habitual es ofrecer conductas de retirada bajo el pensamiento "no es asunto mio" o "esto excede mi competencia". El contexto de sobrecarga permanente que ofrecen las instituciones sanitarias hace habitualmente el resto y la familia se encuentra en muchas ocasiones sola y desbordada. El futuro cercano no parece halagüeño con el envejecimiento poblacional que se avecina, familias cada vez más pequeñas o ausentes y paradigmas predominantes de creencias laicas con poca dimensión espiritual. 

¿Es necesario rescatar la dimensión espiritual de la asistencia y cuidados sanitarios? La controversia está servida. Parece que avanzamos hacia una medicina hipertecnológica de cuento de hadas, como dice Juan Gérvas, capaz de todo tipo de proezas. Quizá estemos construyendo un gigante con pies de barro. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde el alma? ¿de qué nos sirven todos los adelantos si al final no encontramos serenidad, sentido o esperanza ante la enfermedad terminal, la decrepitud y la muerte?





Spiritual Medicine

 "The crisis that we are going through, the collapse of the natural world that we have created, as well as the culture in which we have lived in the last century is nothing but a spiritual crisis. We are the only civilization in history that does not revolve around something sacred. We have no religion, in the broad sense of the term, no notion of anything superior to us. There is nothing to kneel before, nothing to inspire humility. Neither gods nor goddesses nor divine nature. We do not recognize those terms. We think they are old-fashioned and empty. Evolving beyond religion is part of our myth of progress. We see the sacred as primitive. I don't think so, and it's been hard for me to realize that not believing in something higher has made us destroyers. We have placed ourselves at the center of the world. We have become a cancer for the planet. And my conclusion for all this, or perhaps I don't know whether to call it a conclusion, but rather a step along the way, is this: if we want our culture - or whatever we want to call it - to have a future, we are going to have to give nature the status of sacred. We will have to take a step back or forward towards the search for an animistic society with gods for all things: gods of the sea, of stones, of the wind, etc. We will have to take a step back or forward towards the search for an animistic society with gods for all things: gods of the sea, of stones, of the wind, etc. If we are not able to recognize that we are part of a vital network and only see things as resources, we are lost.

We are animals, we are identical to the people who painted the cave paintings 30,000 years ago. On a biological level, we have hardly changed. We are still wild creatures, which have not been domesticated. We don't put over the layer of civilization, but that can be torn very easily".

Paul Kingsnorth



Modern medicine is a highly technical scientific discipline. That has set aside its historical spiritual dimension and made its humanist version suffer. Health professionals have become technicians and scientists as well as practicing medicine and other disciplines in the field. 

After many centuries of history we can now say that modern medicine is non-spiritual, with all the advantages that this may have. The question I ask myself is whether we will have lost something important along the way. 


When accompanying processes of chronic illness, serious illness or the final stages of life, I find myself with the frustration of patients before a health system that is incapable of saving them. Was that all? Could we not do more? 


It is not easy to explain that decrepitude and death are an intrinsic part of life and that medicine in the final stages can alleviate symptoms but not bring serenity or hope on its own. 


When families have lost their inheritance of beliefs, hopes or spiritual aspirations and for many it is implantable to speak with a priest, little can be done by the health professional except the recognition of the importance of living each day with the maximum possible dignity. The most valuable thing in many cases is just to be  presence, to visit the patient and his family at home, to make them see that they are still being cared for and taken into account. Provide silence or conversation as the patient needs. And to rest in the desire of  the minimum possible suffering for them. 


This approach is very difficult for professionals trained for action that badly tolerate impotence and nondoing. It is customary to offer retreat behaviors under the thought "it's none of my business" or "it exceeds my competence". The context of permanent overload offered by health institutions usually does the rest and the family is often alone and overwhelmed. The near future does not seem promising with the aging of the population, smaller or absent families and predominant paradigms of secular beliefs with little spiritual dimension. 



Is it necessary to rescue the spiritual dimension of health care? Controversy is served. It seems that we are moving towards a hypertechnological fairy-tale medicine, as Juan Gérvas says, capable of all kinds of prowess. Maybe we are building a giant with feet of mud. What good is it for man to win the world if he loses his soul? What good are all the advances if in the end we do not find serenity, meaning or hope in the face of terminal illness, decrepitude and death?




Retrato de Paul Kingsnorth



精神醫學


“我們正在經歷的危機,我們創造的自然世界的崩潰,以及我們在上個世紀所生活的文化,只不過是一場精神危機。我們是歷史上唯一的文明在廣義的意義上,我們沒有任何宗教信仰,沒有任何優於我們的概念。沒有任何東西可以跪下來,沒有什麼可以激發謙卑。既不是神,也不是女神,也不是神聖的本性。認識到這些術語我們認為它們是老式的,空洞的。超越宗教的進化是我們進步神話的一部分我不這麼認為,而且我很難意識到不相信更高的東西使我們成為驅逐艦。我們把自己置於世界的中心。我們已成為地球的癌症。我對這一切的結論,或者我不知道是否稱之為結論,相當一步,是這樣的:如果我們想要我們的文化 - 或者我們想稱之為 - 擁有未來,我們將不得不賦予大自然神聖的地位。我們將不得不退後一步,尋找一個萬物萬物的社會主義社會:海神,石頭,風等。我們將不得不退後一步,尋找一個萬物萬物的社會主義社會:海神,石頭,風等。如果我們無法認識到我們是一個重要網絡的一部分,只把事物視為資源,那麼我們就會迷失方向。 我們是動物,我們與3萬年前繪製洞穴壁畫的人完全相同。在生物學層面上,我們幾乎沒有改變。我們仍然是野生動物,尚未被馴化。我們不會放棄文明層面,但這很容易被撕裂。“ 保羅金斯諾斯


現代醫學是一門技術性很強的科學學科。這已經拋棄了它的歷史精神層面,並使其人文主義版本受到損害。衛生專業人員已成為該領域的技術人員和科學家以及醫學和其他學科。

經過許多世紀的歷史,我們現在可以說現代醫學是非精神的,具有這可能具有的所有優點。我問自己的問題是,我們是否會在此過程中失去一些重要的東西。

當伴隨著慢性疾病,嚴重疾病或生命的最後階段的過程時,我發現自己在患者無法挽救他們之前感到沮喪。那就是全部嗎?我們可以不做更多嗎?

要解釋衰老和死亡是生命的內在組成部分並不容易解釋,最後階段的藥物可以緩解症狀,但不會帶來寧靜或希望。

當家庭失去了對信仰,希望或精神願望的遺傳,並且對於許多人而言,它可以與牧師交談,除了認識到每天以最大可能的尊嚴生活的重要性之外,健康專業人員幾乎無法做到。在許多情況下,最有價值的事情就是在場,在家中探望病人及其家人,讓他們看到他們仍然得到照顧和考慮。根據患者的需要提供沉默或對話。並為他們盡可能減少痛苦的願望而休息。

這種方法對於受過嚴格耐受陽痿和非暴力行為的受過訓練的專業人員來說非常困難。習慣上提出的退卻行為是在“這不關我的事”或“它超出我的能力”的思想下進行的。衛生機構提供的永久性超負荷的背景通常是其他人和家庭經常獨自和不堪重負。不久的將來,人口老齡化,家庭規模較小或缺席以及世俗信仰的主導範式幾乎沒有精神層面的影響。


是否有必要拯救醫療保健的精神層面?提供爭議。正如JuanGérvas所說,我們似乎正在走向一種超技術的童話醫學,能夠提供各種實力。也許我們正在建造一個有泥腳的巨人。如果失去靈魂,人類贏得世界會有什麼好處呢?如果最終我們在面對絕症,衰老和死亡時沒有找到寧靜,意義或希望,那麼所有的進步有什麼用呢?


自動翻譯,對不起錯誤。