¿Qué hacemos con el dolor?
El contacto con el dolor, propio o ajeno, cuando es prolongado, genera toxicidad. Una toxicidad cérea y cetrina, que impregna la vida del sujeto y su entorno, generando espirales de negatividad y sufrimiento.
Todos tenemos experiencia. Tratamos de esquivar el dolor prolongado con todos nuestros medios, pero llega la situación en que nos atrapa, en nuestro cuerpo o en el de un ser querido, que viene a ser lo mismo.
Los profesionales sanitarios sabemos de esto. Tanto el cirujano que mete sus manos en los más recóndito del paciente para intentar salvarle, como el médico de familia que capea con el sufrimiento de cuerpo, mente y alma de pacientes que muchas veces no tienen a nadie más para contarlo.
Cuando volvemos a nuestras casas, tardamos poco tiempo en lavarnos las manos. Pero aliviar el alma es otra historia. Hay situaciones que se nos quedan pegadas muy dentro y no son fáciles de lavar.
Esta es una de las razones por las que todo médico necesita una red de seguridad. Los trabajadores de altura y los trapecistas saben de lo que estoy hablando. Cuando existe riesgo de caída nos jugamos la vida.
En sanidad todos hemos caído alguna vez. La mayoría de las veces son tropiezos leves. Algún error, salpicaduras de dolor ajeno, muerte de algún paciente significativo, desencuentros en consulta, etc… Otras veces son caídas lentas por abandono, sobrecarga o burn out. Algunas pueden ser raudas y fulminantes con final lamentable.
Mi impresión es que cada vez hay mas compañeros cayendo. Casi siempre son caídas lentas, de mucho tiempo. Alguien pierde el pie y cae en la cultura de la queja, la acritud, el pesimismo… en esa atmósfera gris del que lo cree perdido, del que no ve salida.
Cuando veo caer a grandes compañeros, a maestros, siento miedo. Tomo conciencia de mi gran fragilidad, de mi comprometida situación allá arriba en una cuerda floja sin más defensa que una pértiga y con un largo camino por delante. ¿Seré capaz de llegar al final?
Es verdad que tengo detrás muchísimos años de entrenamiento con los mejores profesores. Es verdad que tengo una pértiga que incluye conocimiento, prudencia, valores, técnica… Es verdad que no estoy solo, hay un equipo aquí arriba. Y también sé que allá abajo, hay una buena red de seguridad. A la que cada vez dedico más esfuerzo en mejorar mientras más conciencia tomo de mi vulnerabilidad.
El tejido de esa red es principalmente humano. Nada nos protege tanto como una tribu, un equipo, una familia. Necesitamos tejer mejores equipos profesionales. Por esto me gusta internet. Ahora es posible crear equipo con los mejores. Atrevernos a trabajar con el compañero de la consulta de al lado y con el del hospital de enfrente. Con personas diversas de ambientes diversos, quizá lejanos en el espacio pero a un click de distancia. Cuidar a otros, para que llegado el momento, otros puedan cuidarnos y salvarnos quizá de una caída.
Me gusta también usar otros tejidos, principalmente silencio, naturaleza, creatividad y arte. El roce de mis hijos, la calma del jardín…
No es posible escatimar. Nos va la vida en ello. Y la de nuestros pacientes. Al fin y al cabo todo ser humano necesita su propia red de seguridad. Y cada dia compruebo que hay mucha gente a más altura que yo. Madres que sostienen solas sus familias o que soportan situaciones de violencia o injusticia. Inmigrantes que lo han dejado todo atrás y se encuentran las puertas cerradas. Trabajadores que alguien desechó y no pueden sacar adelante a sus familias.
Los médicos no podemos dar respuesta a todos los problemas. Pero es una grandeza que siempre seamos capaces de escucharlos, de acompañarlos.
Y junto con nuestros pacientes tejer un poco más esa red de seguridad, que al fin de cuentas es la misma red que nos conecta a todos, en eso que alguien llamó un dia humanidad.
2 comentarios:
A veces no se puede hacer nada por otro ser humano, a veces solo escuchar, comprender .... simplemente.
Es imprescindible una buena red de apoyo humano. A mi también me gusta Internet por eso, he encontrado seres estupendos, entre los que por supuesto te encuentras tú.
Felicidades por tu conmovedora reflexión.
No tengo palabras
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