Llevo oyendo durante años controversias sobre la atención primaria española. ¿Está muerta? preguntan algunos, "está en llamas" dicen otros. Lo cierto es que tras muchísimos años de presupuestos decrecientes, recortes, políticas de recursos humanos nefastas, desincentivación,
buenismo sanitario y otros muchos problemas, la situación no pinta bien.
En el blog
médico crítico reflexionan esta semana sobre el tema trayendo a la palestras documentos del
King's Fund muy interesantes. Tuve la oportunidad de leerlos hace un par de semanas y confirman la tesis inicial, la situación no pinta bien para la atención primaria en ningún sitio.
El gran problema es que nadie sabe como resetear el sistema o por lo menos mejorar su maniobrabilidad. Se dicen muchas cosas en el plano teórico pero nadie ha aportado ninguna idea implementable que genere cambio y mejora.
Lo que sabemos es que
los presupuestos van a seguir bajando y la complejidad asistencial subiendo. Inevitablemente va a haber una explosión pero cada político de turno lo único que trata es de evitar que le toque a él haciendo los mínimos cambios posibles. Por eso el decrecimiento presupuestario va tan despacio. Es la política de calentar ranas en la olla, no notan el calor hasta que están cocidas. No existe pues liderazgo porque el objetivo principal es que no me explote a mí. Vemos lo mismo con otras patatas calientes como la educación pública, las pensiones y otros muchos servicios.
Esta ausente de la plaza pública la necesaria
reflexión social sobre qué mínimos y qué máximos queremos y nos podemos permitir en sanidad así como la priorización de servicios y la financiación de estos. Si la sociedad no lo piensa el mercado lo pensará por nosotros y no dude que será más caro.
¿Hemos pensado cómo transmitir esta reflexión a la sociedad? ¿Alguien ha pensado en cómo enseñar a la sociedad a usar y relacionarse con el sistema sanitario? ¿Hace falta algún rol profesional en el sistema que ayude a dirigir al paciente por el mismo y trate de aportar evidencia científica y calidad al uso del mismo? ¿Alguien se va a atrever a decirles a los ciudadanos lo que la sanidad puede hacer por ellos y lo que no?
¿Es posible incentivar y motivar a los profesionales? ¿Se puede evaluar la actuación de estos de una forma que aporte valor tanto a ellos como al sistema? ¿Se puede humanizar una asistencia sanitaria con profesionales quemados o con tiempos de atención al paciente subdesarrollados?
Soy optimista. Si la atención primaria sigue ardiendo, si consiguen terminar de quemarla, el sistema saltará por los aires a nivel presupuestario. Si no hay nadie que ayude a los pacientes a moverse por el sistema estos tenderán a solicitar pruebas diagnósticas, tratamientos y procesos en exceso, incrementando el sobrediagnóstico y sobretratamiento que nos invade. Crecerá la yatrogenia, los efectos secundarios y lo que el sistema y los ciudadanos tendrán que pagar. Ganará el mercado que venderá mucho más.
Tal vez en ese momento alguien piense, "¿y si creamos médicos que sean capaces de resolver el 90% de los problemas, asistan a los pacientes complejos en su comunidad y domicilio y permitan una atención de más calidad reduciendo pruebas y tratamientos innecesarios?". Tendrán que volver a inventar los médicos de
familia y las enfermeras comunitarias que a esas alturas ya estarán totalmente quemados o extinguidos.