When circumstances are extremely adverse, survival is compromised. Today we see it applied to many institutions and organizations, everything goes so fast, the socioeconomic ecosystems are changing so rapidly that many are left behind and disappear. The larger structures may be more inertial, but finally they fall the same even if they are huge industrial conglomerates or entire utilities.
The process of dissolution is often accompanied by agony, involving unwanted changes that entail loss and suffering. Shrinking staff, automating processes and overload of surviving workers are often the consequences. There're more.
It is common to appeal to technology as a lifeline, but it cannot provide all the answers, even though the false prophets of innovation said so. The changes that society and its structures have to face should be based on common reflection and awareness based on solid values. We need to know what we consider most important and try to agree on feasible courses of action to achieve it. The delegation of this function is a clear sign of personal irresponsibility. If we don't contribute to this process, others will decide for us because we donate our contribution to the procelose waters of the market inhabited by powerful currents of interest that usually serve a very small part of the total.
European public health systems have been suffering decades a situation of little budgetary oxygen that forces them to subsist generating overload in professionals. An organization whose greatest asset is knowledge management, advanced human communication and sophisticated care cannot afford to mistreat its professionals, not least because it will be impossible for them to fulfil their mission without respecting a few minimums.
A health professional overburdened and abused by his organization will end up burned out and will deliver emotional distance to what burns him: the organization itself and the turmoil of patients who demand his services. The disengagement with the organization is a disaster becouse it will not be able for it to steer the ship's course without controlling the seamanship. To walk away from patients is a disaster for all of us becouse generates coldness in caring for the sick and prevent them from feeling recognized and well treated.
Where is the meaning of the health system? Everyone can give their answer. I dare to propose two words: treat well. And in doing so, I assume an enormous challenge since all the media is shouting the oposite without rest.
I believe that the time has come to agree on a change of model based on the fair treat of health professionals who are very overload and who needs to be cared to do so to others. It is essential to treat the patient well by individualizing his or her care, offering the best possible courses of action in an attempt to avoid the four riders of the health apocalypse: overdiagnosys, overtreatment, yatrogeny and health inequalities.
Victor Frankl showed us the value of sense to survive the greatest adversity. Now it's time for us to move forward. Without sense we will continue to increase the drain of hopelessness that is burning out the best health professionals and the entire National Health System with them.
Let us encourage ourselves to reflect, to talk, to seek solutions. Let us dare to go out of the permanent complaining mode and move on to an action that consists On participating, improving our environment and creating narratives that foster awareness, compassion and delicacy. The thin red line separating extinction and survival will depend on it.
Cuando las circunstancias son extremadamente adversas la supervivencia queda comprometida. Lo vemos hoy aplicado a muchas instituciones y organizaciones, todo va tan deprisa, los ecosistemas socioeconómicos están cambiando tan aceleradamente que muchos se quedan atrás y desaparecen. Las estructuras más grandes tal vez con más inercia pero al final caen igual ya se trate de enormes conglomerados industriales o de servicios públicos enteros.
El proceso de disolución suele acompañarse de agonía al implicar cambios no deseados que conllevan pérdidas y sufrimiento. La reducción de plantillas, la automatización de procesos y la sobrecarga de los trabajadores supervivientes son frecuentes consecuencias. Hay más.
Es común apelar a la tecnología como tabla de salvación pero esta no puede aportar todas las respuestas por más que algunos se autonombren profetas de la innovación. Los cambios que la sociedad y sus estructuras han de afrontar deberían basarse en una reflexión común con toma de conciencia basada en sólidos valores. Es preciso saber qué consideramos más importante y tratar de consensuar cursos de acción factibles para llegar a ello. La delegación de esta función es una clara muestra de irresponsabilidad personal. Si no contribuímos a este proceso otros decidirán por nosotros dado que regalamos nuestra aportación a las procelosas aguas del mercado habitadas por potentes corrientes de interés que suelen servir a una reducidísima parte del total.
Los sistemas sanitarios públicos europeos llevan tiempo sufriendo una situación de poco oxígeno presupuestario que los obliga a subsistir generando sobrecarga en los profesionales. Una organización cuyo mayor activo es la gestión del conocimiento, la comunicación humana avanzada y el cuidado no puede permitirse maltratar a sus profesionales, entre otras cosas porque les será imposible cumplir su cometido si no se respetan unos mínimos.
Un profesional de la salud sobrecargado y maltratado por su organización terminará quemado y por supervivencia pondrá distancia con aquello que le quema: la propia organización y el tumulto de pacientes que demanda sus servicios. La desafectación con la organización es un desastre para esta dado que no podrá dirigir el rumbo de la nave sin controlar a la marinería. La separación de los pacientes es un desastre para todos al teñir de frialdad el cuidado al enfermo y evitar que estos se sientan reconocidos y bien tratados.
¿Dónde está pues el sentido del sistema sanitario? Cada cual podrá dar su respuesta. Un servidor se atreve a proponer una palabra: buentrato. Y al hacerlo asume un enorme reto dado que la misma no figura en el diccionario que prima a su opuesta al igual que lo hacen todos los medios de comunicación de este planeta.
Creo llegada la hora de consensuar un cambio de modelo basado en el buentrato al profesional de la salud al que se le exige mucho y al que es preciso cuidar para que pueda a su vez cuidar a otros. Es básico tratar bien al paciente individualizando su atención, ofreciéndole los mejores cursos de acción posibles tratando de evitar los cuatro jinetes del Apocalipsis sanitario sobrediagnóstico, sobretratamiento, yatrogenia y desigualdades en salud.
Victor Frankl nos demostró que con sentido es posible sobrevivir a la mayor adversidad. Ahora nos toca mover ficha a nosotros. Sin sentido seguiremos cayendo por el sumidero de desesperanza que se está llevando por delante a los mejores profesionales de la salud de nuestro medio y al entero sistema con ellos.
Animémonos a reflexionar, a hablar, a buscar soluciones. Atrevámonos a salir del modo queja permanente para pasar a una acción que consiste en participar, mejorar nuestro entorno y crear narrativas que favorezcan la toma de conciencia, la compasión y la delicadeza. La delgada línea roja que separa supervivencia de extinción dependerá de ello.
Artículo publicado en el Huffpost