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miércoles, 25 de octubre de 2017

¿Qué haría falta para humanizar la Atención Primaria?








La alta gestión sanitaria parece que por fin ha tomado consciencia de la importancia de humanizar la asistencia. Hay un clamor popular que pide algo más que servicios sanitarios, tecnología y resultados. Si los profesionales no ofrecen cuidados con un mínimo de calidad humana los ciudadanos valorarán mal el servicio y, lo que es peor para la delicada financiación del mismo, requerirán más consultas e intervenciones al no sentirse correctamente atendidos.

El problema que enfrentamos es complejo, ¿puede un médico de familia con cincuenta pacientes citados ofrecer un mínimo de humanidad o no tendrá más remedio que correr todo lo que pueda?

La sobrecarga coyuntural de muchísimos médicos de familia y pediatras de atención primaria hace que no sea nada fácil desarrollar técnicas de comunicación avanzada, reflexión clínica, empatía, soporte emocional o prescripción social. Es por esta razón por la que desde este nivel asistencial se miran con suspicacia las líneas de humanización que se dibujan desde los despachos políticos obviando en apariencia la realidad de las consultas.

El mero hecho de estudiar medicina lleva implícito un alto nivel de servicio y de valores. Sea que se suscriba el juramento hipocrático u otro parecido, el profesional reconoce que su labor no tiene fin. Este nivel de motivación debería ser aprovechado por las instituciones sanitarias que son las responsables de la implementación de ecosistemas de trabajo que promuevan la excelencia profesional y la seguridad del paciente.

Lo que nos encontramos en nuestro medio son estructuras sanitarias industriales, diseñadas para proveer servicios a la manera de una fábrica. Aun no nos hemos dado cuenta de que ese nivel de organización ha sido superado por una nueva revolución basada en el conocimiento y la innovación. 

Estamos perdiendo un tiempo precioso a la par que permitimos que se quemen gran número de profesionales a los que se obliga a trabajar en condiciones de explotación semejantes a la medicina de cupo de generaciones anteriores. ¿Acabaremos viendo cuarenta pacientes en dos horas? si la organización no cambia parece que sí.

Esta paradoja que permite la construcción de costosos ecosistemas hospitalarios basados en tecnología y farmacia de última generación, que atienden al 20% de la población consumiendo un 80% de recursos, mientras desfinancia y estrangula la atención primaria, que tiene que atender al 80% de la ciudadanía con un 20% de recursos, va a conseguir que el sistema colapse por completo.

Nadie en los despachos políticos parece escuchar el criterio internacional de personalidades como Barbara Starfield o Iona Heath que señalan la viabilidad de los sistemas sanitarios públicos en el hecho de estar basados en una atención primaria fuerte.

¿Debemos esperar los profesionales de la salud a que se den cuenta de esto? Tras muchas décadas sin cambio real pareciera que lo más sensato es dejar de esperar. Es cierto que no hay una hoja de ruta consensuada sobre la mesa pero también lo es que no queda más remedio que priorizar. No es posible ofrecer una sanidad buena, bonita y barata. 

Para priorizar hay que saber lo que es más importante. Yo lo tengo claro: ofrecer una asistencia sanitaria con calidad científico técnica y humana.

Lo demás es secundario. 

Con esta premisa he de ordenar mis recursos de tiempo y energía a la hora de atender un cupo de dos mil pacientes e inevitablemente choco con la rigidez de un sistema que me impone una agenda sobrecargada y un modo de trabajo que no es sencillo de cambiar. Cada cual en su nivel de gestión tendrá que hacer lo mismo sin esperar a que llueva el maná del cielo; no vendrá.

Una asistencia sanitaria que no es humanizada es por definición deshumanizada. Esto es nefasto para pacientes, profesionales y para el propio sistema. Se genera más sufrimiento, queme profesional y finalmente gasto. 

El nudo gordiano del cambio de sistema ha de ser superado. No queda otra que replantear el modo de financiación, organización de los servicios y el tipo de asistencia. No hay más remedio que priorizar según el valor que la sociedad prefiera. Solo podremos  conseguir mayor adaptación si implementamos cambios a todos los niveles: social, profesional, estructural, político y económico.

La desfinanciación de los servicios públicos incide en su calidad. Si termina obviando la humanización de la asistencia sanitaria estaremos perdiendo algo valioso. Será necesaria reflexión y generación de políticas públicas sensatas pero sobre todo hará falta toma de conciencia: si no dejamos a los profesionales de la salud trabajar en condiciones razonables no será posible exigir excelencia.





Líneas estratégicas del plan de humanización de la asistencia sanitaria 2016-2019 de la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid. ¿Echan de menos algo?

  1. Cultura de humanización.
  2. Información personalizada y acompañamiento.
  3. Humanización de la asistencia en las primeras etapas de la vida, infancia y adolescencia.
  4. Humanización en la atención de urgencias.
  5. Humanización en la hospitalización.
  6. Humanización en unidades de cuidados intensivos.
  7. Humanización en la atención de la salud mental.
  8. Humanización y paciente oncológico.
  9. Humanización ante el final de la vida.
  10. Escuela Madrileña de Salud