San Juan Bautista. Leonardo da Vinci
En la consulta médica aparentemente se habla de todo pero hay temas que suelen quedarse fuera. Por poner un ejemplo se habla poco de sexo pese a que las disfunciones a este nivel son de elevadísima prevalencia. Se habla poco de emociones fuera de las "ansiedades" y "depresiones" con la que los galenos etiquetan todo lo que huele a situación emocional mal manejada. Y no se habla nada de filosofía y religión, temas tabú donde los haya dentro del mundo sanitario.
¿Debe interesarse el médico por las creencias de sus pacientes?
Para responder habrá que contemporizar. Si el motivo de consulta es un catarro o un dolor de espalda no ha lugar pero ¿qué ocurre en los casos de duelo, trastornos adaptativos mixtos o sobrecargas emocionales severas?
¿Son lícitas las siguientes preguntas?
* Acaba de perder a un familiar, ¿Tiene usted alguna creencia que le ayude en estos momentos?
* Tras su doloroso divorcio, ¿tiene a alguien con quién hablar el tema?, ¿le sirve de ayuda la meditación o la oración en éste momento?
* En su situación de mobbing laboral ¿encuentra consuelo en alguna idea o creencia?
Los profesionales sanitarios no solemos explorar esta esfera. Pese a que los médicos de familia somos especialmente sensibles al abordage bio-psico-social no nos atrevemos a abordar en consulta lo filosófico/religioso/transcendente. Por pudor, vergüeza, para no meter la pata o directamente para evitar malentendidos.
Rescatar preguntas abiertas como las expuestas da la opción al paciente a hablar de estos temas si le place. Si no quiere obviamente no lo hará. En mi modesta opinión no se trata de que el facultativo oriente o dirija hacia ninguna parte sino de reconocer que el ser humano tiene una dimensión transcendente que se hace especialmente evidente en las situaciones duras de la vida y que puede ser rescatada para aliviar, sanar o sencillamente encontrar sentido a lo que está pasando. Que el paciente quiera hablar en consulta de ella o no es su decisión, pero no creo que le siente mal a nadie que un profesional sanitario se interese por sus valores y expectativas vitales.
Hace unos años Lou Marinoff publicó un libro que se hizo célebre titulado Más Platón y menos Prozac donde animaba a sus lectores a elegir un abordaje filosófico de las adversidades de la vida en lugar del farmacológico predominante. Me pareció bastante pesado y no lo pude acabar pero no hay duda de que el título tiene pegada. En un momento como este, con el consumo de fármacos más alto de la historia, parece pertinente repensarnos el tema.
Desgraciadamente no puedo dar mucho ejemplo dado que son pocas las ocasiones en las que he ofrecido estas preguntas a mis pacientes pese a que la dimensión transcendente de la persona me resulta de la mayor importancia. Por ese motivo comparto públicamente mi inquietud dado que sé hay profesionales y pacientes en la sala con mucha más capacidad reflexiva que éste sencillo médico de pueblo.
@DoctorCasado a mí me costó una reclamación— damarismm (@damarismm2) 8 de marzo de 2016