viernes, 9 de junio de 2017

Los límites de la medicina



 Foto: Leticia Ruiz Rivera


Cada día que pasa tomo más conciencia de los límites de la medicina. No es fácil. Todo parece decirnos que vamos sobre la cresta de una ola tecnológica que avanza a gran velocidad sin encontrar nada que la detenga. Un servidor encuentra tres escollos importantes que me gustaría desgranar con ustedes.



Empezaré con el límite humano, el más prosaico, el más cercano. Tando los profesionales sanitarios como los pacientes que tratan tienen límites. De inteligencia, agudeza, criterio, resistencia, constancia, capacidad, esperanza... Los profesionales sanitarios están sometidos a presiones crecientes que les están llevando al máximo de su capacidad humana. Se les exigen guardias de 24 horas sin parangón en las demás profesiones. Se les exige pasar consultas sobrecargadas muchos días del año, y cuando digo sobrecargadas digo 40, 50, 60 pacientes en un turno. Se les exige estar al día en campos de conocimiento exponenciales que exigen varias horas de estudio al día. Se les exige dar respuesta a cualquier tipo de malestar, sea cual sea su origen aunque no haya enfermedad (pérdidas de seres queridos, separaciones, conflictos laborales, familiares, soledad, pocas relaciones sociales...).

Los ciudadanos por su parte están confundidos. Se les ha vendido la idea de que tienen derecho a la salud y que la salud es bienestar. Ergo el malestar es enfermedad que puede ser tratada por el sistema sanitario. La idea es totalmente venenosa pero casi todos la aceptamos con normalidad y de esta forma vamos al médico cuando nos sentimos mal porque ha fallecido algún allegado o porque alguien nos fastidia en el trabajo. Muchos acaban medicalizados o sanitarizados mientras su problema sigue ahí. Faltaría más que los pobres profesionales tuvieran una barita mágica para arreglar cualquier cuita... Al fina la hipermedicalización social se cobra su emolumentos con efectos secundarios y daños no deseados mientras nos hace cada vez más dependientes de la sanidad y del mercado.


 Foto: Leticia Ruiz Rivera



El límite ético de la medicina es más delicado. La axiología nos dice que no es posible elegir a la vez varios valores, estos tienen siempre una graduación de lo más importante a lo menos. El manido mantra "bueno, bonito y barato" de los vendedores de baratijas es tan falso como los productos que suelen ofrecer. En sanidad pasa lo mismo. Mantener la salud no es fácil, hay que luchar contra convencionalismos, hábitos de vida indeseables y costumbres arraigadas. La medicina no puede solucionarlo todo. Los que más saben de salubrismo nos dicen que merece la pena construir sistemas sanitarios basados en la solidaridad donde los más sanos ayuden a los más enfermos. Hoy las leyes del mercado se empecinan en decirnos lo contrario, que cada cual pague su fiesta. Lo malo es que cuando uno está verdaderamente enfermo no está en la mejor condición para pagar la ronda. Por otro lado nadie sabe como priorizar bien los recursos sanitarios. ¿Qué es más importante la urgencia o el hospital, los transplantes o la atención primaria? Cada vez gastamos más dinero en tratamientos complejos y menos en enfermeras y médicos de cabecera. Se prima más la técnica que la escucha cuando lo que necesitan muchos con vehemencia es lo segundo.

La medicina necesita reconocer sus limitaciones, para ello tendremos que redefinir lo que es un ser humano, qué dimensiones tiene, para poder redefinir lo que es salud y lo que es enfermedad. Diferenciando de una vez entre salud y bienestar y enfermedad y malestar, que no son lo mismo aunque se parezcan. Cada cual habrá de responsabilizarse de su propio malestar y aprender a manejarlo lo mejor que pueda. Si no se hace así y se delega sistemáticamente perdemos todos, como individuos y como sociedad.

 Foto: Leticia Ruiz Rivera


El tercer límite es el científico-técnico. La idea erronea aquí es que la tecnología lo solucionará todo con el tiempo. No es verdad. La ciencia y su paradigma de conocimiento es muy útil para estudiar algunos aspectos de la realidad pero no la totalidad. La ciencia no puede estudiar la complejidad humana, sus aspiraciones y deseos, su necesidad existencial, el delicado equilibrio entre pensamiento, sentimiento y acción. La técnica por otro lado puede dar soluciones pero  siempre quedarán flecos o cuestiones no atendidas. Enfermedades raras o enfermos particulares, ecuaciones cuya solución no sea un número racional. El paradigma científico-técnico es inutil en la esfera existencial del ser humano. Esa parte donde reposan sus anhelos, creencias, aspiraciones, valores. Esa zona donde cada cual trata de buscar el sentido de su vida, la trascendencia y el código ético en el que basar sus acciones. Cuando las llamas de sufrimiento nacen de esta parcela no las apagaremos con medicamentos, aplicaciones o protocolos intervencionistas. En muchas ocasiones lo máximo que puede hacer un ser humano para ayudar a otro es estar.


Mucho más se podría profundizar pero lo dejaremos aquí con la intención de que los que ejercemos la medicina podamos ser conscientes de la poca agua que cabe en nuestras manos y los que no la ejercen recuerden que siguen siendo sus principales valedores a la hora de manejar el sufrimiento propio. Hay heridas vedadas para el mundo, a las que solo puede acceder su protagonista. Aprender a reconocerlas y a tratarlas es un reto social que nos invita a todos a avanzar juntos.




Fotos de la serie límites de Leticia Ruíz Rivera actualmente expuesta en la EASP de Granada.
Son fotografías de médicos residentes antes y después de una guardia de 24 horas que ilustran cómo se queda la cara tras tanto tiempo en una unidad tan exigente. Y no solo la cara, el alma queda igual. La sensibilidad de la fotógrafa es muy de agradecer en este excelente trabajo.

miércoles, 7 de junio de 2017

El exterminio de los Jedis sanitarios






El imperio galáctico terminó exterminando a todos los caballeros Jedi cuando se dio cuenta de que la ética de estos iba contra sus intereses. Este hecho que la saga de la Guerra de las Galaxias nos ha ido sirviendo en sucesivos largometrajes no es más que una repetición de una constante histórica: al final prevalecen las razones del más poderoso. 

En el Sistema Sanitario pasa lo mismo, también tenemos Jedis. Son caballeros que tratan de hacer su trabajo lo mejor posible defendiendo una consulta de enfermería o de medicina de familia por ejemplo. Son profesionales con experiencia y buena formación capaces de enfrentarse a situaciones muy complejas o de gran incertidumbre. De acompañar enfermedades graves, procesos de agonía, defunciones, duelos, catástrofes familiares, suma desesperanza. Lamentablemente se están quedando sin Fuerza y cada vez las promociones nuevas son menos numerosas.






Pero al Mercado no le interesan los Jedis. Más aún, le vienen mal por esa manía insistente de hablar claro y decir las cosas como son. Los Jedis sanitarios llevan años diciendo que la sanidad se está convirtiendo en un Mc Donalds, que no es posible atender a los pacientes como si fueran ganado en una urgencia hospitalaria o en una consulta de centro de salud. Que no está bien que un médico vea más de 35 pacientes al día, mucho menos si son 45 o 55. Que no podemos dedicar menos tiempo a una persona que un veterinario a sus pequeños pacientes.

En el Reino Unido tienen los mismos problemas que nosotros, también allí se están merendando a los Jedi con patatas. La globalización es lo que tiene, los problemas ya no tienen fronteras.





Lo que me planteo es hasta qué punto los Jedis se dejarán comer la merienda. Hasta qué punto lo hará la ciudadanía. Porque lo que está claro es que lo están haciendo. El menguante estado del bienestar ha devenido en low cost y sus servicios estrella, educación y sanidad, también.

Es verdad que la economía cada vez depende más de Bruselas, pero esto no debería evitar que pensemos un poco al respecto. Si nos quedamos sin buenos maestros y buenos profesionales de la salud habremos perdido algo importante. Se lo cuenta alguien que conoce lo frágiles que son los seres humanos sometidos a gran presión.







lunes, 5 de junio de 2017

La jubilación de Paco Traver





Hace unos días se ha jubilado Paco Traver, uno de los psiquiatras más lúcidos que ha producido este país. El actual estado de cosas impide que profesionales de gran valor no puedan seguir prestando sus servicios en la sanidad pública. Creo que es un lujo que no nos podemos permitir, pero así están las cosas. Aprovecho su discurso de despedida para extractar y comentar algunas de sus ideas, muchas de las cuales suscribo desde mi punto de vista de médico de familia. 


Transcribo en gris las ideas de Paco Traver añadiendo negritas mías. Mis comentarios en negro y menor tamaño tipográfico.




El término “salud mental” no es más que una falacia.

La OMS tiene una definición de salud que se distingue mal del bienestar y la felicidad. Es muy arriesgado confundirlas dado que el beneficio de mercantilizar la salud se pierde cuando la mayoría se autoconsidera enfermo.



 (Una vez dados de alta de una Unidad Hospitalaria) Los enfermos más graves se pierden por esas grietas mientras las Unidades de Salud Mental siguen bloqueadas por problemas mentales espurios, problemas sociales, informes jurídicos y laborales y diversas adversidades de la vida.
Las unidades de psiquiatría de atención primaria llevan saturadas desde su inicio como su pariente pobre los centros de salud. También en medicina de familia estamos bloqueados por burocracia y problemas diversos que nadie ha tenido el valor de filtrar. 

No hay un observatorio mejor que una Unidad de Salud Mental para ver como los individuos recurren a la Psiquiatría para resolver problemas que ni son psiquiátricos ni sanitarios. Y naturalmente la Psiquiatría no sirve para eso y la psicología tampoco. La mayor parte de la población buscan soluciones fáciles que no hacen sino menoscabar su resiliencia. Y no hay nada tan fácil como buscar una pastilla para dormir sino se duerme o en otra para estar relajado si uno está preocupado
Como médico de familia suscribo cada una de estas palabras. Estamos empastillando al personal por una parte por petición de este y por otra por no disponer de un mínimo tiempo para explicar que lo que le pasa al paciente es la vida y no una enfermedad.


Vienen muy malos tiempos para la Psiquiatría, van a haber más recortes en el seno de una reforma inacabada, más patologías que atender y más pacientes graves resbalando por las grietas del sistema. Obviamente el crecimiento sostenible no existe: todo crecimiento es insostenible y si se aguanta es gracias, al déficit, la deuda y los impuestos.Y si no podemos crecer eternamente no tenemos más remedio que repensar nuestra especialidad, repensar qué pacientes tienen enfermedades y qué pacientes no las tienen.

También vivimos tiempos malos en Atención Primaria, con sobrecargas que van en aumento y un horizonte que une envejecimiento social, precariedad económica y complejidad.

Necesitamos una nueva nosología psiquiátrica que supere los DSMs generados bajo el auspicio de la industria y que defina y discrimine lo patológico de lo adaptativo.  Sin respeto a las leyes del apego un niño hoy tiene todas las probabilidades de convertirse en un enfermo mental mañana.
Redefinir lo que es Salud y Enfermedad es esencial para toda la sociedad. No va a ser tarea fácil. Si no lo logramos los profesionales junto a la ciudadanía y los políticos lo hará el mercado.

La psiquiatría del futuro tendrá que abordar este problema de una vez (la patologización psiquiátrica infantil) y denunciar como ciertas ingenierías sociales interfieren con la salud de los niños: la sexualización precoz, la infantilización de los padres, las políticas de igualdad, la mercantilización de la vida, los escasos espacios de juego al aire libre, la alimentación deficitaria y la escasa presencia de los padres en el hogar son multicausas de un estado de cosas que no parecen independientes de una mente perversa que trata sin duda de socavar nuestra civilización y nuestra forma de vida.
Los niños de 14 años pasan a las consultas de Medicina de Familia convertidos en enfermos crónicos con numerosos episodios clínicos y etiquetas diagnósticas. La pediatría de Atención Primaria ha fracasado con sus programas de niño sano que han acabado por “patologizar”  grandes muchedumbres de familias atribuladas.



viernes, 2 de junio de 2017

El flautista epidemiólogo de Hamelin





Me publican hoy en el Huffington Post este cuento de hadas con el que trato de amenizarles un poco el día. No es nada nuevo que no hayamos dicho antes, tan solo aplicamos un mínimo de ironía que espero no haga daño a nadie. 




Les traigo hoy un bonito cuento de hadas medieval que unos investigadores han rescatado del inmenso tesoro narrativo europeo que sostiene nuestra civilización.
La ciudad de Hamelin estaba sumida en el desastre. Las ratas, enfermedades, pústulas y demás hacían verdaderos estragos. El alcaide y el consejo temían que las protestas acabaran con ellos y que la gente eligiese finalmente a un tal Paulo de la Iglesia, un predicador enjuto con don de gentes. Decidieron ofrecer una recompensa en oro a quien librara la ciudad de tantos males y epidemias.
Un flautista especializado en sistemas sanitarios se enteró y acudió a la ciudad postulándose para arreglar las cosas. "Necesitan ustedes crear una Atención Primaria en condiciones. Denme presupuesto y yo me encargo", les dijo convencido. El alcaide pensó que era otro cantamañanas más y le incitó a explicar su propuesta bajo una mirada de enorme suspicacia. El flautista enunció su plan en tono didáctico. "Miren, tienen ustedes el hospital de las monjas saturado. Los magos de los barrios no dan abasto en sus consultorios de cupo, en los que atienden a 80 pacientes en dos horas. Les daremos una flauta mir como esta para que, además de arreglar problemas físicos, puedan enmendar los psicológicos y los sociales, les daremos más horas de trabajo al día y podrán arreglar la mayoría de los asuntos para que al hospital vayan solo los más complicados". El alcaide dudaba, pero el consejo vio sensatez en el plan del flautista y le adelantaron unos doblones para ponerlo en marcha.
Al poco, cada barrio tenía un mago de familia en consultorios nuevos y, efectivamente, las ratas, enfermedades y pústulas desaparecieron. Los vendedores de pócimas y las monjitas se quejaron al alcaide de la situación, se estaban arruinando, dado que cada día tenían menos público. "Denos a nosotras la bolsa de oro, como siempre, ese flautista de barbas no es de fiar", y como le engatusaron con pastas y mantecados, así lo hizo. Cuando el flautista acudió de nuevo a recoger lo suyo, le dijeron que la saca estaba vacía y que Bruselas no iba a mandar más en mucho tiempo. Sapos y culebras salieron de la boca, tanto del flautista como de los magos de familia, que llevaban mucho tiempo trabajando a destajo cada vez más sobrecargados. Se sentían engañados, no sin razón.
Las últimas páginas del cuento han llegado a nosotros dañadas. Parece que los magos de familia, al ver su flauta apolillada, fueron regresando poco a poco a sus quehaceres de magos rasos de cupo, y el hospital de las monjas se volvió a saturar, pese a los planes de crónicos y de innovación de la madre superiora. A los vendedores de pócimas les vino bien que regresaran ratas, enfermedades y pústulas. Del alcaide y el consejo poco sabemos. Aquel fracaso, por una parte, les daba igual, al tener una mutua privada de magos, pero parece que finalmente fueron expulsados del Ayuntamiento por algún predicador con coleta.

martes, 30 de mayo de 2017

No permitan que McDonalicen la salud






Estos días el mundo sanitario y la sociedad han estado agitados por la noticia de la fiscalización de los congresos sanitarios. Tema que la Organización Médica Colegial y otros agentes han logrado reconducir con sensatez. Lo que los periodistas no sacan en portada es el hecho de que bastantes médicos de este país están atendiendo más de 40 pacientes  en su jornada laboral. En muchos casos más.

Sobrecargar a un controlador aéreo, conductor de autobús o bombero tiene consecuencias. Por esa razón dichas profesiones tienen protocolizados los tiempos de trabajo y descanso, así como la intensidad de la labor asumible en el día. Con los médicos no pasa. Se permite que un médico residente haga dos jornadas laborales de guardia seguidas tras la jornada habitual y concatene con otra al día siguiente. Se permite que un médico de familia atienda en el día más de 35 pacientes y que esto sea norma para un tristemente elevado número de profesionales.

Estamos volviendo a los tiempos del cupo y el ambulatorio donde era posible "ver" 60 u 80 pacientes en dos horas como saben nuestros padres y abuelos que vivieron una España en vías de desarrollo.

Los médicos no podemos consentir que se vulnere la seguridad del paciente. Hay evidencia científica que indica que en una consulta saturada hay inevitablemente más errores por acción u omisión. Y no hablamos de tornillos, lo hacemos de personas con problemas de salud.

Creo que desde la OMC, sociedades científicas, foros profesionales, instituciones y universidades hay que alzar la voz junto a la de todo profesional de la salud y ciudadano. "No precaricemos la salud", "No nos conformemos con una Sanidad Low Cost".

lunes, 29 de mayo de 2017

Microtutorías, un recurso para la enseñanza




La revista SEMERGEN publica una idea que generé  aprovechando la rotación en mi consulta del médico residente Fernando Abadín que tal vez pueda beneficiar a otros profesionales. La idea que subyace a la microtutoria no es nueva, tan solo la hemos sistemizado un poco aprovechando la fuerza de su sencillez.



Microtutorías, un nuevo recurso docente
Micro-tutorials: A new teaching resource

S. Casado Buendía,   F. Abadín López




Durante una rotación electiva de un residente de medicina familiar y comunitaria en mi consulta ensayé un método docente que no había probado previamente: la microtutoría. Ante preguntas o cuestiones de fondo que interesaban al residente, planteaba las mías propias, aportaba bibliografía y, si había lugar, proponía un profesional de referencia en dicho tema. De este proceso, habitual para todo aquel que haya tenido experiencia docente, surgió la posibilidad de avanzar un poco más y facilitar que el residente contactara directamente con el profesional de referencia propuesto. Estos contactos en forma de llamada telefónica, videoconferencia o tomando un café, son lo que denomino microtutorías.

La microtutoría nace de una pregunta o necesidad de ampliar un conocimiento o de contrastar una valoración. Precisan de una reflexión previa sobre el tema basada en un mínimo estudio. Para que sean operativas es fundamental diseñar bien las 2o 3preguntas que se podrán lanzar al interlocutor, dado que el tiempo de la tutoría es por definición «micro». Como respeto al interpelado, proponemos que la llamada debe ser breve, de unos 6minutos de media, nunca más de 10en las virtuales, ni superar los 15en las presenciales. Como paso previo se pide permiso a los microtutores, habitualmente por correo electrónico o mensaje a través de redes sociales. Una vez concedido y sabiendo el horario más beneficioso para estos, se efectúa el contacto por el medio elegido por el microtutor. El tutor presenta virtualmente a ambos y se retira para permitir el diálogo entre ellos o participa discretamente en aquellos encuentros presenciales. Al concluir, cierra la entrevista con una despedida y el merecido agradecimiento.

En 3de las 6microtutorías implementadas en la experiencia el microtutor formaba parte del equipo de Atención Primaria, lo que permitió que la reunión fuera presencial, en la propia consulta o tomando un café.
Entendemos que este recurso pedagógico tiene gran valor y, por lo tanto, es fundamental ser enormemente respetuoso para no ser invasivo ni intrusivo. En mi opinión, me atrevo a proponer que puede ser de gran utilidad a la hora de facilitar el avance de un tutorando en una línea de reflexión compleja o para ampliar su horizonte de motivación en un tema de gran interés para él. El recurso permite un contacto real y personalizado por lo que aporta, además de contenido y conocimiento, un grado de relación que puede permitir futura comunicación entre los contactados si alguno la estimase necesaria.

En la situación de complejidad que afrontamos es fundamental dotar a los médicos residentes de un conocimiento amplio, unas habilidades suficientes y unas actitudes adecuadas, pero también de una red de contactos profesionales potente y de referentes que puedan aportarles inspiración y orientación en las encrucijadas. Si el residente termina su periodo formativo habiéndose relacionado solo con unos pocos tutores y un limitado grupo de corresidentes, tendrá dificultades a la hora de manejar la incertidumbre y la complejidad con la que inevitablemente se encontrará. Fomentar que los médicos en formación salgan de las consultas, se animen a participar en foros, escuelas de verano, reuniones científicas, grupos de trabajo multidisciplinares… parece que es una vía de acción de gran valor no suficientemente transitada. Aportarles referentes profesionales, más allá de la mera cita bibliográfica, también puede ser enriquecedor para ellos.


viernes, 26 de mayo de 2017

¿El profesional sanitario como Content Curator?

Me pidió Joan Carles March un artículo para una iniciativa de la Escuela de Pacientes #RecetaLinks que acepté de inmediato por ser un espacio que siempre está intentado ofrecer valor a cualquier ciudadano. Del tema de recetar enlaces de información ya hemos hablado mucho pero aun queda bastante por hacer.







No es fácil explicar que lo que toda la vida se ha hecho de una determinada manera precisa ser cambiado. El mundo sanitario se caracteriza por una gran inercia debida a la complejidad y tamaño de sus organizaciones por un lado y a la larga formación requerida a sus profesionales por otro. Durante décadas se ha ejercido una práctica médica y enfermera de base biologicista y paradigma paternalista. En ese marco se diagnosticaban patologías y se prescribían tratamientos y planes de cuidados que incluían información y consejos. Estos se daban verbalmente y en algunos casos con el soporte de una fotocopia. 

Los estudios de eficiencia de los consejos dados en consulta no los dejan en muy buen lugar dado lo difícil que es para cualquier persona cambiar sus hábitos de vida o conseguir objetivos en salud que impliquen mucho esfuerzo. 

Por otro lado el ciudadano cada vez busca más información sobre salud en Internet antes y después de consultar con el sistema sanitario. Cuando lo hace antes es común que termine agobiado por el exceso y la dudosa calidad de lo que encuentre. Cuando lo hace después tal vez acabe confundido si lo que encuentra no coincide con lo que le han dicho en consulta. 

Aunque no se verbalice los profesionales deberían saber que el exceso de información, o más correctamente de desinformación, afecta a la mayoría de las personas que les van a consultar. El reto que tenemos encima de la mesa es cómo ayudar a la persona con una duda o problema de salud. Para ello la consulta presencial sigue siendo una de las mejores herramientas que existen. Si el profesional tiene las suficientes competencias comunicativas, conocimiento técnico del tema tratado y relación con la persona consultante será fácil que esta salga del encuentro con su necesidad de conocimiento correctamente satisfecha. No se trata de dar mucha información sino de dar la adecuada. Es una cuestión de dosis, que habrá que ajustar teniendo en cuenta factores como la personalidad del paciente, su nivel cultural, su inquietud personal y el grado de profundidad o extensión que desea en la respuesta. 

Además de dar una respuesta verbal, el profesional podrá ayudarse en el encuentro clínico de imágenes o vídeos que podrá rescatar en ese momento de Internet o que podrá dibujar con lápiz y papel. Terminado el encuentro es buena práctica facilitar alguna referencia en Internet por si el paciente desea profundizar o repasar el tema. Dar un enlace escrito en un papel puede ser de gran ayuda. Otra propuesta mejor es dar un enlace semántico, es decir facilitar tres palabras que conduzcan a una página que el profesional aconseje. Por ejemplo, si digo a mi paciente que introduzca en su buscador las palabras: "doctor casado catarro", encontrará fácilmente un vídeo y un enlace a mi blog para pacientes con información sobre ese tema. Tres palabras son fáciles de memorizar. En cualquier caso también son fácilmente transcribibles a un papel. 

Este proceso de educación sanitaria o prescripción digital de información es una faceta del perfil de Content Curator que debería tener cada profesional de la salud. Por este término se entiende un concepto de Rohit Barghava basado en cuatro habilidades: búsqueda de información, selección, traducción y difusión. Algo que con otros nombres siempre se ha hecho de alguna u otra forma en cualquier consulta del sistema sanitario. 

La sanidad dispone de profesionales altamente capacitados con habilidades avanzadas de búsqueda y manejo de información, así como experiencia y conocimiento amplio de las comunidades y pacientes que tratan. Esto permite individualizar mucho la información. Si esta se amplía fuera de la consulta con enlaces a contenidos de Internet conseguiremos ayudar al paciente y a sus familiares y cuidadores a ser más autónomo y responsable de su proceso. Además nos será posible compartir este contenido en redes sociales, canales digitales o blogs para que quede disponible a otras personas.


No es asunto baladí dado el aumento en la edad poblacional que condiciona situaciones clínicas más complejas con componentes sociales, económicos y de otras índoles que no ayudan al mantenimiento de la salud. Proporcionar información individualizada de calidad será esencial, ayudarnos de Internet y de las tecnologías de la información y comunicación de las que disponemos también.







Este artículo es una colaboración con la Escuela de Pacientes de la EASP.




miércoles, 24 de mayo de 2017

251

251



Perdición, sinsentido, agobio, laberinto,
Prisa, oscuridad, irredención, amargura,
Decadencia, ruido, velocidad, ostentación.


Ansiados paraísos virtuales, dulce emoción química,
Sueños inducidos, hipnóticos deseos, agreste soledad,
Microprocesadores, identidad aumentada, ciberespacios.


No habrá más actividad onírica, a partir de hoy
Solo soñarás publicidad, el precio de habitar
Un parque de atracciones permanente, bebidas incluidas.


La sequía llegó al corazón de una humanidad rota
Dejaron de cantar, ya se encargaban televisores y aparatos,
Dejaron de cabalgar las musas y todo empezó a arder.


Columnas de humo ascienden sobre los que se atrevieron a ser fuego,
Los demás quedaron convertidos en estatuas de sal
Y todo quedó atrás, la brisa, el panteón y la melancolía.


Camino sin tiempo, la ropa de mi historia echa jirones
Manos en los bolsillos, pies descalzos, la mirada perdida,
Respiro despacio sintiendo una certeza que me inflama.


No retrocederé, si ya estoy muerto ¿qué podemos perder?
Detengo el paso y me permito devenir en esplendor
No soy quien vive en mi, es algo más real lo que me habita.


Ahora lo sé y ese convencimiento me da la fuerza exacta
Para sostener el mundo que cae al precipicio en mis narices,
Para dejarlo estar, para comprender profundamente lo que hay.


Silencio, nubes, horizonte, pájaros cantando,
Noche, descanso, lombrices que bailan en la tierra,
Una niña que flota en la matriz, rayo de luna.


Doscientas cincuenta y una palabras que engarzan un poema,
Esa caricia exacta en el reborde iridiscente de tu cuello
Y este corazón roto que se detiene ante ti para siempre.



@doctorCasado







miércoles, 17 de mayo de 2017

Desesperanza, algunos casos clínicos comentados






Como continuación a la reflexión sobre manejo de la desesperanza en Atención Primaria propongo cinco casos clínicos para ilustrar el tema y favorecer la profundización en el mismo. Se pretende abrir un poco la visión ante facetas que probablemente tengamos delante todo el tiempo pero que si no se verbalizan pasan desapercibidas por invisibles.


Caso número 1.
Mujer de 77 años que tras varias caídas pasa a vivir de manera itinerante con sus tres hijos. "Me duele todo, quiero morirme", comenta en consulta de continuo.

Comentario: Es común encontrar esta situación en cualquier centro de salud. El protagonista es una persona mayor con una historia clínica larga que suma a sus múltiples problemas físicos una situación vital muy estresante como es el abandono del hogar para un anciano. La pérdida de referencias cotidianas produce estrés y sufrimiento.

El manejo habitual de este caso sería diagnosticar depresión, si no estaba ya diagnosticada, y prescribir antidepresivos además de subir los calmantes y reforzar la medicación para dormir, lo que probablemente empeore el deterioro cognitivo y dificulte las cosas. Dada la dificultad de manejo y la persistencia del discurso en disco rallado es común que finalmente los profesionales sanitarios terminen inhibiéndose y dejen de tomar en serio el mismo o lo terminen derivando al hospital donde con toda probabilidad le darán más medicación.

Si el profesional detectara desesperanza podría aprovechar la verbalización y señalamiento del problema como primer paso para explorar los sentimientos e ideas del paciente ante su difícil situación. Esto abriría la posibilidad de una escucha terapéutica de calidad. El reconocimiento del dolor y la dificultad vital del paciente podría ser un punto de apoyo para señalar alguna recomendación tanto al paciente como a su familia.

Caso número 2.
Hombre de 57 años. "No aguanto más, este trabajo me va a matar", "despidieron a varios y hago el trabajo de tres personas", "estoy agotado pero no me puedo permitir mandarlos a paseo".

Comentario: El curso de acción habitual sería diagnosticar "Ansiedad" o "Trastorno adaptativo con ansiedad" en una persona sin antecedentes de salud mental ni otros problemas físicos, familiares o de otra índole conocidos. El profesional podría considerar una incapacidad laboral transitoria además de proponer medicación o sugerir psicoterapia privada. Con cierta frecuencia el paciente no consigue salir de su situación de bloqueo y la baja termina alargándose.

Si se detecta desesperanza el profesional tiene la oportunidad de señalar el plano ético del paciente donde hay un claro conflicto de valores. La solución del problema surgirá ineludiblemente de aquí. Mientras no se tenga claro qué valora más el paciente y qué precio está dispuesto a pagar no conseguirá salir del atolladero. Efectivamente es un problema de la esfera laboral y las decisiones pertinentes habrán de tomarse ahí, pero la perspectiva de mantener el nivel actual de agobio termina desesperandole y haciendole sufrir, bloqueando la situación.

Caso número 3.
Mujer de 35 años, alcoholismo en la adolescencia que superó tras múltiples recaídas. Actualmente problema de dolor crónico y adicción a cannabis y fentanilo. "Lo he intentado todo, no valgo para nada".

El manejo habitual de las personas con problemas de adicción es difícil para los profesionales por la gran complejidad de los mismos. Las situaciones cronificadas suelen mezclar problemas físicos, psicológicos y sociales a los que se unen los existenciales que suelen incluir grandes cantidades de desesperanza. Si esta dimensión no es tenida en cuenta la respuesta que se dé será incompleta. Explorar esta faceta y tratar de hacer pie en los valores del paciente puede ayudar a encontrar cursos de acción que puedan ser caminados con suficiente motivación.

Caso número 4.
Mujer de 42 años. Obesidad, imc 105. Ataques bulímicos y personalidad hiperexigente. "Estoy desesperada, no consigo controlar mi vida ni mi apetito, me avergüenza mi imagen".

El manejo de la patología crónica pone a menudo a prueba la paciencia de los profesionales, sobre todo en aquellos casos en los que no se consigue mejoría. Si diagnosticamos obesidad y no conseguimos resultados al final el encuentro clínico termina siendo desagradable tanto para el que viene a consulta como para quien está dentro. El episodio "obesidad" y el plan de cuidados habitual con dieta, consejos de hábitos de vida y control de peso servirá para poco.

Si la enfermera detecta desesperanza podrá abrir las posibilidades de anamnesis y encontrar información que le permita ofrecer distintos cursos de acción. Lo habitual es que la paciente lo haya intentado todo, lo que incluye visita al psiquiatra y psicofármacos. Lo que probablemente no haya hecho nadie es explorar su dimensión existencial y sus valores. Conectar con su desesperanza quizá favorezca la toma de conciencia de lo que de verdad necesite esa persona: reconocimiento, afectividad, compasión, realización, autoimagen, autoconcepto... Y de esa manera permitimos que sea la propia persona quien dirija su búsqueda vital en lugar de seguir buscando ayuda fuera de donde está el foco de problema.

Caso número 5.
Mujer de 51 años. Profesora con primer episodio de ansiedad constatado en la historia clínica, de gran intensidad que dura ya cuatro meses. No encontró alivio con diez sesiones de psicoterapia ni con antidepresivos. "Me siento enormemente agobiada, estoy empezando a pensar en quitarme la vida".

En un caso así la mayoría de las veces se diagnosticará "Ansiedad" y se manejará con psicofármacos y derivación a psiquiatría. Si no hay mejoría será frecuente la baja laboral.

Sin embargo si se detecta desesperanza tal vez podamos investigar lo que de forma oculta esté causando tanto sufrimiento. En un caso sin antecedentes de patología psicológica, con gran experiencia laboral y un trabajo que maneja bien y sin otros factores detectados hay que sospechar que algo no estamos viendo. Reinterrogando a la persona tal vez nos diga que vive sola que tiene poca red social y que su vida ha perdido alicientes, tal vez sienta pánico por estar sola o verse desvalida en el futuro.



Como se traduce de estos casos, detectar desesperanza no implica necesariamente hacer más cosas (más diagnóstico, más tratamiento), en muchos casos consistirá en hacer menos y se pueda deprescribir o incluso desdiagnosticar. Lo importante reside en la ampliación de visión del profesional si este se atreve a considerar la dimensión existencial de la persona. Conseguir verbalizar correctamente un problema es fundamental para que este no se convierta en una mera etiqueta diagnóstica con su correspondiente plan terapéutico y de cuidados.

Reconocer que la medicina actual está claramente dirigida a detectar problemas físicos y psicológicos es algo que podemos hacer todos fácilmente. Lo que quizá nos cueste más es reconocer nuestra dificultad para considerar la complejidad de los determinantes sociales en salud y la invisible esfera existencial, ética y espiritual de cada cual. Tal vez algunos defiendan que no es papel de la enfermera o el médico atender dichas facetas quizá más propias de trabajadores sociales, psicólogos, filósofos o religiosos. Lo que parece lógico es que merece la pena considerar a la persona sufriente como una unidad poliédrica compleja. Mientras más facetas veamos mejor será nuestro señalamiento del problema y el encuadre para una óptima búsqueda de soluciones. Si los profesionales sanitarios seguimos ciegos ante enormes parcelas del ser humano nuestra labor será incompleta y el esfuerzo realizado se perderá inútilmente. Espero que este texto pueda servir para animarle a hacerse sus propias preguntas.

martes, 16 de mayo de 2017

Atención Primaria y los siete enanitos






En el castillo sanitario vivía la bella Atención Primaria, princesa de probada virtud. Su madrastra la odiaba en silencio corroída por la envidia y las hemorroides. Una mañana de abril ordenó a un cazador que la llevara al bosque y terminara con ella cerrándole para siempre el presupuesto. El cazador viendo que la pobre muchacha estaba completamente desvalida y que de alguna manera su trabajo en el castillo era esencial se apiadó de ella y la dejó marchar con un presupuesto menguante, que acabaría con su vida en poco tiempo. Cuando rindió cuentas en los altos despachos a la madrastra le aseguró que el asunto se había resuelto a su satisfacción. Esta se carcajeaba de gusto al poder al fin gastar más dinero en pócimas, bebedizos y en centros de  alta tecnología donde poder aliviar su fealdad y sus miserias proctológicas.

La pobre Atención Primaria vagó muerta de hambre por el bosque subsistiendo con lo que los animalitos le iban dando de comer. Terminó descubriendo una casucha abandonada y tras llamar y hallarla vacía acabó durmiéndose encima de unos camastros. Los dueños de la misma eran unos enanitos del bosque que cuando la descubrieron dieron palmas de alegría. Ella despertó sobresaltada y les preguntó sus nombres para averiguar que se llamaban Sindicatín, Colegión, Sociedad científica, Foro de Tal, Foro de Pascual, Congresín y Universitón. El que más gruñía era Sindicatín pero poco caso le hacían. Foro de Tal y su gemelo Foro de Pascual decían siempre lo mismo a lo que Sociedad Científica se oponía sistemáticamente coreada por Congresín y Universitón que eran sus acólitos. Aquella casa era un completo follón y nuestra linda princesa no consiguió mucha ayuda pese a que dedicaba el día a limpiar el tugurio y hacer la comida para todos.

La madrastra terminó consultando el balance de gastos y se dio cuenta de que Atención Primaria seguía viva lo que la hizo montar en cólera. Decidió planear un ardid para el que se disfrazó de vendedora de manzanas de presupuesto en las que introdujo el veneno de la precarización, sobrecarga infinita, burocratización e informatización tóxica. "Esta mezcla acabará
con cualquiera", pensó. Y dicho y hecho se presentó en el bosque disfrazada de Consejera de Sanidad anunciando su producto:" ricas manzanas presupuestarias, sabrosas, exquisítas". Como Atención Primaria estaba famélica de lo poco que comía y de lo mucho que tenía que trabajar para los enanitos aceptó comerse el saco entero que la vieja bruja le ofrecía. Acto seguido entró en parálisis y cayó desplomada mientras la madrastra se alejaba de allí cantando un fandango.

Cuando los enanitos regresaron y vieron el desastre comenzaron a llorar desesperados. "Y ahora quien me pagará las dietas", "Quién pagará los recibos y las cuotas", "Esto será nuestro final". Terminaron metiendo el cuerpo en una urna de cristal donde se mantenía incorrupto mientras de alguna forma misteriosa seguía pasando consulta y dando servicio sin que nadie se explicara bien el milagro.

Los enanitos esperaron y esperaron a que llegara el príncipe pero al centro de salud no bajaba ni el Tato. Desesperados continuaban acusándose mutuamente y poniendo a caldo al personal del castillo en un discurso quejoso y apesadumbrado que todo el mundo terminó por ignorar.

Dicen que el Príncipe nunca llegó y tuvieron que conformarse con un Fondo de Capital Riesgo que pasó por allí y compró la urna de cristal con la princesa dentro por cuatro perras. Los enanitos se acabaron dispersando y sus protestas dejaron de oírse para solaz del bosque que estaba de ellos hasta la coronilla.

lunes, 15 de mayo de 2017

Manejo de la desesperanza en Atención Primaria






Una de las patologías  prevalentes en las consultas de Atención Primaria es la desesperanza pero al ser invisible no se suele diagnosticar, codificar, acompañar debidamente ni dejar reflejado en la historia clínica. Lo mismo pasa con la falta de sentido, la soledad, las relaciones patológicas con uno mismo o el aislamiento, el rechazo social, los malos tratos o la explotación en todas sus facetas. La clasificación de enfermedades más usada, la CIAP 2 incluye una serie de códigos Z para problemas sociales pero no hay apartado para problemas de la esfera espiritual/existencial/transcendente. No existen. Esa esfera no está tipificada ni considerada dentro del sistema sanitario, ni siquiera dentro de la medicina de familia que tiene por gala ser la disciplina con mayor apertura de mente del sistema. Y si encontramos algún retazo en otras clasificaciones parecieran ejercicios teóricos que finalmente no se llevan a la práctica.

En la clasificación de diagnósticos de enfermería NANDA, si existe. Afortunadamente en enfermería tienen muchas veces más longitud de miras que en otros campos de conocimiento. Sin embargo esto queda limitado en la práctica diaria donde es casi imposible que una enfermera cree un episodio con ese epígrafe (tendría que hackearlo sobre otro episodio) y por lo tanto que un apunte que se escribiera sobre el tema no se perdiera en la marea desorganizada de una historia compleja.

Puedo decir que detrás de muchas bajas laborales, somatizaciones o personas que acuden repetidamente al sistema sanitario buscando ayuda hay un fondo de desesperanza o falta de sentido. Puedo decir que al no ser detectado por los profesionales sanitarios estas personas acaban con diagnósticos, tratamientos, derivaciones y protocolos que poco alivian su desazón y suelen terminar confundiendo y cansando a sus facultativos que ven con impotencia que no pueden ayudar a su paciente además de produciendo daños indeseados o efectos secundarios.



¿Pero es la desesperanza una enfermedad? ¿Es posible objetivarla? ¿Podemos llegar a etiquetarla como enfermedad? ¿Existe tratamiento?





Creo que no se trata de crear más etiquetas diagnósticas, protocolos ni guías terapéuticas. Como dice el dr. Julio Bonis en un tuit códigos tenemos todos los que queremos y más. El reto es averiguar qué hacemos dentro del ámbito de la salud  con esa parte transcendente del ser humano que no se puede incluir en las dimensiones biológica, psicológica o social y que en ocasiones nos produce sufrimiento, desazón y dolores de cabeza. En mi opinión seguimos ciegos hacia ella dado que la ciencia y la razón no pueden iluminar la dimensión metafísica del ser humano, ese territorio donde habitan los valores, la ética, las creencias fundamentales y nuestra visión del mundo y de nosotros mismos.

Llamar a las cosas por su nombre siempre es el mejor camino para encontrar la solución a un problema. Si a la desesperanza la llamamos depresión la persona seguramente salga de consulta con unas recetas en la mano y una derivación a salud mental. Si la llamamos somatización seguramente con la cara torcida del profesional y la sensación de que "no me han mirado".

Probablemente no sea cuestión de sanitarizar la dimensión espiritual sino de ser capaces de ponerla de manifiesto y verbalizarla en más ámbitos sociales de los habituales incluyendo el sanitario. La posibilidad de convertirla en narrativa ya es por si misma sanadora. Es verdad que el lugar para que ello se produzca a lo mejor no debería ser una consulta de un centro de salud, también lo es que para mucha gente no hay muchas más alternativas. Nadie nos enseña a caminar por los desiertos interiores, en un tiempo en el que cada vez estamos más solos y en el que la compañía del móvil, la tecnología y un ritmo de vida acelerado no nos ayudan para esto. Las viejas religiones son olvidadas y las nuevas centradas en el mercado, el éxito y otros dioses no parecen dotadas de mucha compasión.

No tengo las respuestas a las preguntas que antes formulé  por lo que tendré que ponerme a estudiar más y a reflexionar en profundidad. Espero que también pueda contar con su reflexión y si lo desea sus comentarios a este artículo. En octubre seguiremos profundizando este tema en una interesante jornada en la Escuela Andaluza de Salud Pública por si a alguien le puede interesar.





viernes, 12 de mayo de 2017

La devaluación de la blogosfera sanitaria






En estos tiempos de crisis global todo sufre recortes. La blogosfera sanitaria también. En los últimos años se han desinflado o directamente desaparecido decenas de blogs y proyectos colaborativos de profesionales sanitarios usando herramientas de comunicación electrónica. ¿Tiene esto alguna transcendencia en un mundo tan lleno de noticias, voces e información? Sí, la tiene. Efectivamente cada vez recibimos más mensajes e información sobre salud por los múltiples canales a los que estemos conectados. Esto va a seguir creciendo en cantidad. Lo esperable es que merme la calidad y, lo que es más grave, aumente la información distorsionada o falsa. Quien tenga un asesor, experto o domumentalista (content curator) a quien preguntar podrá salir con éxito de sus búsquedas de información. Los demás se ahogarán  en una tormenta de opiniones en las que participarán desde familiares y vecinos, hasta la peluquera o la cajera del supermercado. Si le preguntamos a Google este coro de voces no hará más que aumentar.

Los profesionales sanitarios tienen una explicable pereza a la hora de producir contenidos sobre salud dirigidos a la ciudadanía. Salir del seguro circuito de las revistas científicas, médicas o de ámbito profesional expone a nuestros protagonistas a riesgos nada desdeñables. Cuando alguien publica cualquier cosa en la arena pública de Internet debe saber que le están leyendo por un lado su madre, abuela, pareja y por otro sus jefes y enemigos. Al mínimo traspiés lloverán las pedradas.

Mantenerse en la blogosfera y en las redes sociales es muy costoso para un profesional. Toca navegar en solitario muchas horas y son pocas las ocasiones en las que realmente se pueden hacer actividades colaborativas o grupales, menos aun las que permiten interacción social directa.  En los últimos diez años he participado en todo tipo de eventos innovadores con mayor o menor fortuna. En algunos he sido ponente en otros oyente. Dentro de los primeros he tratado de compartir mi experiencia personal en consulta y mi visión, dentro de los segundos ha habido de todo. Muchos eventos de este tipo terminan en humo sin aportar verdadera evidencia científica ni fundamento práctico. Esto quizá haya sido motivo para deshinchar la burbuja blogosférica sanitaria.

Las organizaciones sanitarias no se plantean la utilidad de incentivar a sus profesionales para que reviertan parte de su conocimiento y experiencia a Internet. No entienden el medio y les parece incontrolable por lo que le dan la espalda de manera vehemente y siguen enrocadas en páginas coyunturales de muy poco valor para la ciudadanía. Privan así a esta de una fuente de información muy valiosa. Un profesional de la salud público, sin consulta privada o intereses secundarios con alguna industria, es una referencia muy interesante a la hora de emitir información y criterio sobre salud.

Desgraciadamente no hay retorno de la inversión. Los que tenemos blog desde hace años lo sabemos. No al menos de forma pecuniaria. El retorno se produce en intercambios, relaciones, encuentros o en acceso a información o personas que de otra forma no ocurrirían. Pero esto no se puede monetizar y a la mayoría no le supone un incentivo interesante.

Nuestra ciudadanía deberá bregar en mares llenos de mentiras y sandeces vertidas por empresas e intereses que buscan vender algún producto o servicio. Entes de gran tamaño, que no racanearán en marketing ni en eficientes consultoras de comunicación, seguirán campando por sus respetos y haciendo caja. Salvo excepciones nadie se enfrentará a la marejada.

Quizá veamos alguna vez algún cisne negro capaz de emitir mensajes de salud de calidad que se hagan virales. Mientras tanto un servidor seguirá compartiendo su visión y reflexiones de manera sencilla y poco obstentosa, con la intención de aportar algún grano de arena de valor en el vasto desierto de ruido que nos rodea.

lunes, 8 de mayo de 2017

American Gods, el ocaso de los dioses





La ciencia ficción es un género literario que frecuento donde es posible encontrar desde productos comerciales de dudosa calidad hasta obras de arte. Hoy les traigo un bocado interesante. Aprovechando su reciente adaptación a la televisión de la mano de Amazon he viajado con Neil Gaiman por las carreteras secundarias de American Gods, una de sus premiadas novelas que además tiene la característica de pertenecer a un subgénero interesante: la teología ficción. No es que la obra pretenda ser un tratado místico, ni mucho menos, pero en ella encontraremos una lucha de memes que puede resumir nuestro tiempo. Los dioses antiguos terminan y los nuevos no acaban de emerger. Estamos en un tiempo de transición en el que hemos quedado huérfanos de la protección ancestral y todavía no conseguimos agarrarnos a lo por venir.

Lo que venimos llamando crisis no es más que un largometraje en el que los personajes van repitiendo el mismo guión donde nadie parece poder adaptarse debidamente. Vemos pasar a la política, luego la educación junto a la sanidad, más tarde la economía y la antropología, en otro plano la cosmología y la religión, todos pasan sudorosos y agobiados. Gaiman nos ofrece una trama con dos bandos, una estructura sencilla donde los personajes se van posicionando y nosotros con ellos. No hay buenos ni malos, ganadores ni perdedores. La verdadera historia corre entre bambalinas y en esa penumbra los valores son otros. Estamos rodeados de dioses invisibles que sin embargo nos influyen y determinan nuestras vidas. Fuerzas que llamamos mercado, tecnología, innovación, sociedad de consumo, globalización que son tan nuevas que aun no tienen un culto que consiga explicarlas, unos mitos que las conviertan en narraciones comestibles. También nos rodean los viejos arquetipos, los panteones y mitologías cuyas columnas sostuvieron la humanidad miles de años. Historias que fueron quedando devaluadas y silenciadas bajo los neones y bramidos de los nuevos tiempos. La ceguera se ha convertido en nuestra perdición. No contar con exploradores ni profetas cegó la sociedad. La luz de la ciencia y la razón no podrá alumbrar nunca esas bambalinas de la historia donde se juegan los partidos importantes mucho más lejos de lo que la fenomenología nos indica. Por que es en la esfera de creencias personales donde apoyamos nuestra concepción propia y la del mundo. Una esfera íntima que sufre tremendas presiones invisibles similares a las de cualquier par de placas tectónicas empujándose entre si.

Tal vez detrás de la desesperanza, ansiedad o estrés de muchas de las personas que acuden por ayuda a los servicios de salud resida esta misma tensión: una lucha de factores en busca de sentido.

La novela no nos dará una solución. Bastante hace con entretenernos varias horas y facilitarnos un escenario que tal vez no habíamos visualizado previamente. Toda realidad tiene su sombra y toda escenario sus bambalinas. Esta idea por si sola merece que visitemos a Gaiman, si se lo pueden permitir por escrito, sino en formato audiovisual.


















viernes, 5 de mayo de 2017

Vídeos de fisioterapia @Fisiotualcance






Gracias a mi amigo Rafael Olalde he descubierto el canal de vídeos de Fisioterapia a tu alcance que recomiendo tanto a mis pacientes como a cualquier ciudadano que necesite aliviar molestias del aparato locomotor. Vienen muy bien como complemento tras consultar a la enfermera o médico correspondiente. Si tiene alguna duda sobre su caso pregunte a su profesional de referencia.








jueves, 4 de mayo de 2017

El Papa Francisco da una charla TED




Jorge Mario Bergoglio es un anciano de ochenta años con una cabeza muy bien amueblada. Pese a haber nacido y vivido casi toda su vida en Argentina no ha tenido pereza para emigrar a Roma donde trabaja dirigiendo una organización religiosa como todos sabemos. Independientemente de que se compartan o no sus ideas parece innegable que su agenda supera en complejidad, responsabilidad e intensidad la del 99% de los ciudadanos.  Claramente su ritmo de vida no es la de un octagenario tipo. Me fijo en él hoy por la charla TED que ha dado recientemente uniéndose con ella a una gran comunidad de comunicadores e innovadores. Es un discurso muy bien llevado, tanto en el contenido como en su presentación. Escuchar a un señor tan mayor hablar de la revolución de la ternura, de las desigualdades sociales y de la importancia de la compasión para mejorar las relaciones sociales es algo realmente poco habitual.

Dentro del mundo sanitario llevo años defendiendo la necesidad de que los profesionales nos atrevamos a salir de la consulta hacia la comunidad y la sociedad elaborando contenidos, vídeos, conversaciones y encuentros. Hay que aprender de otros que también tienen su correspondiente sombra de inercia pero son capaces de dar pasos buscando ofrecer un valor añadido a la sociedad en la que viven. 

Les animo a ver el vídeo y a investigar otros oradores a los que su edad, condición social o circunstancias no han impedido compartir sus ideas y talento.




martes, 2 de mayo de 2017

Relato: La inspiración


 Foto: Wikipedia



Aquella mañana tuvo un instante de lucidez al mirar el agua caliente en el lavabo mientras se aseaba. Metió ambas manos y sintió la magia del calor y la transparencia, el profundo asombro de tener allí mismo un volumen de líquido prístino a una agradable temperatura con tan solo haber abierto un grifo. Se dio cuenta de que habitaba una existencia que excedía con mucho lo imaginable y que le empujaba en una determinada dirección ante la que paradójicamente él ejercía una notable resistencia. Tomó una respiración profunda y se miró en el espejo a los ojos dejando que aflorara despacio un pensamiento que unió gratitud y determinación. De alguna forma daba su sí a la vida, lo iba a intentar.