miércoles, 21 de octubre de 2015

Evolucionar ó involucionar, esa es la cuestión.







El ser humano es un sistema vivo en proceso continuo de adaptación al medio. Es una criatura diseñada para cambiar. Durante su vida acometerá múltiples cambios para los que tendrá que modificar su cuerpo, procesos bioquímicos, rutinas, modos de pensar... Como especie también se caracteriza por la adaptación, en este caso mediante un proceso mucho más lento basado en mutaciones genéticas. Pero ¿qué ocurre cuando nos enfrentamos a una situación sin precedentes en las que los mecanismos de adaptación habituales han fracasado?

La especie humana ha enfrentado esta situación en muchas ocasiones. Pondremos ejemplo en los últimos años de la civilización de la Isla de Pascua ó en la caída del imperio Azteca ante Hernán Cortés. Todo cambió de una forma que no pudo ser predecida.

No es mi deseo acometer esta reflexión por la vía histórico política. Prefiero centrarme hoy en la personal. Ante los retos que la vida le presenta en estos momentos ¿considera que está evolucionando? Con frecuencia seguimos respondiendo a nuestras circunstancias de la misma manera, con las mismas rutinas. Sentimos una vaga niebla de fondo en forma de desazón que tratamos de ignorar hasta que se hace tan densa que nos ahoga y nos priva de visión. Las depresiones, ansiedades, angustias y demás afloramientos de malestar no son otra cosa que los avisos de alarma de una criatura que no consigue adaptarse a una situación por no obtener lo que necesita ó no poder dar lo que desea.

El sufrimiento emocional es oro molido cuando es reconocido y honrado como lo que es, una llamada interna al movimiento y la adaptación. Cuando no se reconoce como tal y se trata como maldición, nos hacemos la guerra a nosotros mismos. Esto nunca acaba bien.

Todos tenemos la sensación de que la vida se recorre dando dos pasos para adelante y uno para atrás, evolucionando e involucionando. No hay dos caminos vitales iguales ni una única forma correcta de avanzar. Tan solo podemos decir que tomar conciencia de lo que pensamos y sentimos es un interesante punto de partida antes de dar cualquier paso en esa aventura asombrosa que es nuestra biografía.

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