Imagen: Daughter of the sun
La palabra compromiso no tiene buena prensa en las sociedades líquidas que habitamos. Tal vez en los tiempos de nuestros abuelos, ahora claramente no. Todo tiende a mercantilizarse, fluidificarse, cosificarse. En el mundo de la salud veo como cada vez hay menos profesionales vocacionales y más mercenarios. Cada vez más negocio, ánimo de lucro y búsqueda del beneficio personal. Malos tiempos para la lírica y la ética. Pero no es mi intención hacer un alegato oscuro y tenebrista, creo que es mucho más interesante que nos miremos cada cual a sí mismo. ¿Cómo es tu compromiso contigo mismo?
Todos tenemos obligaciones para atendernos. Nos proveemos alimento, bebida, descanso, actividad, distracciones, ropa, cobijo... Pero si nos miráramos desde fuera, si alguien nos grabara un vídeo de un día de nuestra vida con toda seguridad nos echaríamos las manos a la cabeza. Veríamos a un ser azorado, corriendo sin parar, agobiado, malencarado en ocasiones... un remedo de lo que pensamos deberíamos ser. ¿Cómo vamos a comprometernos con los demás si no somos capaces de hacerlo en condiciones con nosotros?
Cuando llega un tiempo de enfermar la vida nos para. Surge una oportunidad para tomar conciencia de nuestras carencias personales. Es verdad que al que padece un infarto después de haber dedicado los últimos veinte años de su vida a trabajar sin parar, a correr sin parar y a fumar sin parar no le sirve de mucho lamentarse. Pero también es cierto que sólo si toma conciencia de que puede mejorar el compromiso con sigo mismo y cuidarse mejor podrá aspirar a una vida mejor.
Todos sabemos que comer sano nos conviene más que la hamburguesa pero seguimos tomando hamburguesas. Todos sabemos que hacer algo más de ejercicio nos conviene más que tanta televisión pero seguimos viendo demasiada televisión.
¿Cómo pasar del saber al hacer?
Tal vez por el sentir.
Yo puedo saber que es hora de comer pero hasta que no lo sienta no iré a prepararme la comida.
Yo puedo saber que me vendría bien ir a dar un paseo pero hasta que lo sienta no saldré.
Yo puedo saber que es sano ir al servicio todos los días pero sólo iré si siento el impulso.
Contactar con nosotros mismos para sentirnos.
Cada vez me doy más cuenta de lo importante que es algo tan aparentemente simple.
Cada vez me doy más cuenta de lo desconectados que estamos de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestras emociones, de nuestros sentimientos.
Comprometernos con nosotros mismos para estar más conectados con nosotros, para sentirnos más, para respetar lo que sentimos es un camino seguro de sanación, de crecimiento, de superación. Esto no te lo van a contar en ninguna consulta, en ningún contacto con el sistema sanitario. Deberían, sin ello muchas pruebas, pastillas y recomendaciones no servirán absolutamente de nada.
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