sábado, 13 de febrero de 2016

In-genio









Mi amiga Clara tiene ocho años y es una genio, aunque tal vez aún no lo sepa. Me comentaba su padre con consternación sus desavenencias con la psicóloga familiar que al parecer está muy preocupada. Su hija escribe de derecha a izquierda, en espejo, y dibuja con mucho detalle. Esto ha debido alarmar a sus profesoras y en consecuencia a la psicoterapeuta. Da la casualidad que estos días estoy leyendo un estupendo libro sobre el pensamiento de Leonardo da Vinci que compartía con mi amiga esa rara habilidad de escritura. No he podido evitar pensar qué pasaría si Leonardo tuviera hoy siete años, ¿qué enfermedades le diagnosticarían?, ¿a qué tratamientos sería sometido?, me gustaría no imaginármelo pero desgraciadamente lo tengo claro. Hay muchas probabilidades de que Leonardo hoy llegase a su adolescencia tomando anfetaminas pautadas por su pediatra y con sus facultades creativas severamente dañadas.

Esta semana he tenido la oportunidad de compartir con Clara y sus compañeros de curso una charla magistral sobre anatomía emocional en la que les hablé de paleoeanatomía, anatomía comparada, embriología, histología, teoría neuronal, base anatómica de las emociones, circuito del placer y recompensa y manejo de emociones entre otros temas. Se lo crean o no, entendieron todo lo que les dije y no pararon de interactuar y preguntar. Ella participó también e hizo preguntas que traté de responder lo mejor que supe. La clase requirió que me empleara a fondo usando todos mis recursos pedagógicos, comunicativos y dramáticos. Tuve que moverme, saltar y hacer un sin número de cosas para mantener la atención de mi selecto público. Está claro que no es nada fácil estar a su altura y que el reto de los maestros y maestras es mayúsculo. La reflexión que me suscitó esta experiencia tiene que ver con cómo gestionamos el talento de nuestros pequeños.

La educación tradicional, creamos en ella o no,  está normalizada. Diseñada para el 90% de los chiquillos que están dentro de la campana de Gauss de la normalidad. Como sabemos algunos quedan fuera. Pero en cualquier caso podemos inferir que todos tienen algún potencial o talento que se sale de la misma. ¿Qué pasaría si los reconociésemos, los tratásemos con respeto y permitiéramos su desarrollo?. Salvo excepciones hoy creo que no lo hacemos.

Espero que mi pequeña amiga siga creciendo en ingenio. Espero que pueda desplegar toda su potencialidad y que su familia y amigos podamos disfrutarlo. La sonrisa de Leonardo no llegué a conocerla pero la de Clara sí. Por eso no puedo dejar de creer en ella y desearla lo mejor.

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