Fragmento de retrato. Giovanni Battista Moroni
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo consigo mismo. Fue durante aquella gripe que le sorprendió esquiando y le obligó a guardar cama toda la semana perdiéndose la compañía de sus amigos. Tras esas vacaciones terminó su último año de licenciatura, al poco encontró trabajo, se casó y tuvo dos niñas. Había llovido desde entonces. Lo cierto era que en su ritmo de vida le mantenía permanentemente ocupado. Era incapaz de parar un instante, sencillamente no sabía. Tanto en el trabajo como en el ocio mantenía su agenda a rebosar. Tal vez por eso se encontraba tan cansado. Dormía bien pero notaba que no tenía suficiente energía para todo. Además su ánimo se había resentido, no disfrutaba con las cosas. Notaba que algo le faltaba pero no daba con qué. Su pareja se alejó de él, también sus hijas y con sus amigos la relación era blanda y superficial. Había olvidado que el camino para llegar a la intimidad ajena era cuidar a diario la propia. Fue un primo misionero de visita en su ciudad quien se lo recordó. Pasó esa noche llorando, a nadie le gusta que le recuerden que se ha olvidado de sí mismo.
2 comentarios:
excelente post, realmente la familia no es solo la composicion de personas es el amar el respetar y la resolucion de conflictos juntos, excelente trabajo me gusta mucho
Bufffffffff increíble. Muchas muchas gracias por amenizar esta tarde.
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