Los mayores errores en nuestras relaciones nacen de malentendidos. Cuando somos incapaces de verbalizar un malestar o una necesidad vehemente la tensión interna provoca terremotos aparentemente alejados del profundo foco de tensión original. Nuestros allegados se vuelven locos buscando la causa del seísmo en la superficie debastada o entre los restos destruidos pero nunca hallan nada que les permita entender que ha sucedido en realidad. Lo peor es que nosotros con frecuencia tan poco nos conseguimos enterar conformándonos con culpar a los demás, opción más sencilla pero menos inteligente. Así están las cosas entre los humanos. El mundo está plagado de afrentas y conflictos cuyo origen oscuro no llega a desvelarse por lo que siguen produciendo corrientes subterráneas de desencuentro y de dolor. Aplíquenlo a parejas, familias o países. Para mejorar la situación no precisamos de tecnologías complicadas, si cada cual estuviera un poco más conectado consigo mismo muchos desencuentros serían del todo innecesarios. Quizá nos merezca la pena aprender de aquellos pueblos que con desdén llamamos primitivos pero que son maestros en saber lo que sienten.
domingo, 6 de diciembre de 2015
Relato dominical: Malentendidos
Los mayores errores en nuestras relaciones nacen de malentendidos. Cuando somos incapaces de verbalizar un malestar o una necesidad vehemente la tensión interna provoca terremotos aparentemente alejados del profundo foco de tensión original. Nuestros allegados se vuelven locos buscando la causa del seísmo en la superficie debastada o entre los restos destruidos pero nunca hallan nada que les permita entender que ha sucedido en realidad. Lo peor es que nosotros con frecuencia tan poco nos conseguimos enterar conformándonos con culpar a los demás, opción más sencilla pero menos inteligente. Así están las cosas entre los humanos. El mundo está plagado de afrentas y conflictos cuyo origen oscuro no llega a desvelarse por lo que siguen produciendo corrientes subterráneas de desencuentro y de dolor. Aplíquenlo a parejas, familias o países. Para mejorar la situación no precisamos de tecnologías complicadas, si cada cual estuviera un poco más conectado consigo mismo muchos desencuentros serían del todo innecesarios. Quizá nos merezca la pena aprender de aquellos pueblos que con desdén llamamos primitivos pero que son maestros en saber lo que sienten.
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