Foto vía John Aavitsland
Duro ha sido este año. España ha sufrido un retroceso brutal en derechos. Recortes en prestaciones sociales, leyes mordaza, desempleo y otros fantasmas nos han traído dolor, incertidumbre y desazón.
Cuando la enfermedad irrumpe en una biografía pasa algo parecido. Está pasando ahora. Muchas personas viven su tiempo de enfermar con su velamen desarbolado.
En ambos casos podemos inferir que hay una llamada, una voz de alerta que nos avisa de lo urgente que es ponerse en camino, hacer algo, buscar ayuda, tratar de encontrar la sanación.
El planeta no puede aguantar el nivel de crecimiento continuo, consumo masivo de recursos y destrucción actual. La enorme brecha de desigualdad tampoco es mantenible. Algo habrá que hacer.
Salud implica adaptación, búsqueda de equilibrio. Si queremos sanar como sociedad tendremos que movernos y salir a buscar un nuevo equilibrio. Reflexionar, disfrutar de las cosas pequeñas y sencillas, cuidar las relaciones personales de calidad, alimentarnos mejor (más vegetales y menos carnes, más masticación y más disfrute), dormir algo más, gozar de nuestro cuerpo en movimiento... Tomar conciencia de nuestro presente siempre que tengamos oportunidad y sonreír todo lo que podamos. Mucho por hacer. Lo bueno es recordar que tenemos poder para hacerlo... si nos atrevemos podemos cambiar nuestras vidas. El mundo cambiará después.
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