martes, 3 de diciembre de 2013

La vida son los matices


 Foto de Carles Caño Valls




Cuando alguien padece una enfermedad grave o discapacitante se suele dar cuenta de que la vida son los matices. Pese al dolor, la incertidumbre y la dificultad siempre hay matices que nos consuelan y dan sentido. La luz del amanecer, el agua de la ducha, una mano que nos acaricia, una música suave, la sonrisa... Cuando estamos sanos vamos por la vida como un rompehielos, arramplando con todo, dejando muchas cosas en el tintero, dejando mil detalles desapercibidos. En el parón de la enfermedad o en las limitación propia de la edad, aparece la oportunidad de ir más despacio y percibir aquello que antes nos era invisible. No estamos acostumbrados a parar, por eso nuestra sociedad lleva con tanta dificultad el tiempo de enfermar. Tal vez los que se dedican a la salud sean poco a poco más capaces de acompañar a los pacientes ayudándoles a rescatar estos matices que a fin de cuentas son la propia vida.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tal vez deberíamos pasar todos por una etapa como la que describes, antes de obtener nuestra licenciatura.