miércoles, 11 de mayo de 2022

¿Defender o servir? Defend or serve? 保卫还是服务?

 

https://twitter.com/juliomayol/status/1522862974117064704?s=21&t=1Kan8tr-YcDzuG5nvx0czg

 

Comparto una reflexión que se publicará también en el blog de mi admirado Ángel López Hernanz, medico rural andaluz, decano para muchos. 



Nos hemos pasado décadas con la narrativa de la defensa de la Sanidad Pública obviando que es un término que pertenece a la misma familia semántica que las expresiones vencer la enfermedad, no me voy a rendir en mi dolencia, atacar el cáncer o guerra al tabaco. El sistema sanitario no es una campaña militar, es un sistema complejo y como tal tiene sus reglas (complejas). 


Es un clásico que el sistema se ha gobernado con displicencia aprovechando la eterna división entre sus profesionales, con visiones e intereses aparentemente distintos y enfrentados. Una gestión mediocre junto a una financiación mediocre sobre los hombros de unos profesionales que en ciertos casos también habremos sido mediocres. Empiezo por mi. Si mi organización me obliga a atender en un día el doble de pacientes que el resto de médicos europeos, seguramente gane en rentabilidad pero seguro que pierdo en calidad. 


Esta semana el doctor Julio Mayol, director médico de un prestigioso hospital Madrileño compartía una lista de problemas sanitarios desde su visión de alto directivo que me animé a completar desde mi posición de médico rural. De un vistazo se puede comprobar que lo que pudiera aportar valor es la disparidad aparente de puntos de vista; si los leen con atención verán que se complementan entre sí. Esto nos podría dar una pista a la hora de afrontar el necesario replanteamiento del sistema que ni políticos, ni profesionales, ni ciudadanos, parecen tener ganas de asumir. Lo cierto es que vamos a necesitar un nuevo sistema sanitario potente que pueda hacer frente a las pandemias y retos globales que vendrán cuya complejidad probablemente no seamos capaces de imaginar ni de afrontar con la actual organización (recuerden que con el Covid el sistema ha colapsado seis veces en Atención Primaria y pongamos que tres en hospitales).


Desde mi humilde posición en el sistema hay una palabra muy poderosa que siento fundamental rescatar: servicio. Y plantearía la oportunidad de transformar nuestra narrativa de defensa del sistema (un sistema en parada cardiaca técnica, digan lo que digan unos y otros) por una narrativa del servicio. En este caso un servicio público esencial. Servir a la sociedad y a la ciudadanía, a toda la ciudadanía. Dentro de un marco de justicia y solidaridad que dé un paso más a la situación de “barra libre” y de conversión de la salud en un bien de consumo que aparentemente vivimos. 


En mi pueblo hay mucha patología, muchas personas mayores, muchas personas con enfermedades graves, crónicas, mentales, penosas. Mucho por hacer. Y tengo claro que una parte nos toca al sistema sanitario y otra a la comunidad, familias y personas. Me toca gestionar una pequeña parcela sanitaria que me obligará a salir de la consulta, pese a los 43 citados de la última jornada, para animar a mis vecinos a ser protagonistas en el cuidado y mantenimiento de su salud. Lógicamente poco podré hacer solo, pero ahí está el reto. En una época en la que se viralizan las tontunas a lo mejor conseguimos visibilizar el valor del servicio. Y en ese momento asumir que las condiciones de trabajo de los profesionales sanitarios pueden facilitarlo o dificultarlo.








Defend or serve?


We have spent decades with the narrative of defending public health obviating the fact that it is a term that belongs to the same semantic family as the expressions vencer la enfermedad, no me voy a rendir en mi dolencia, atacar el cáncer or guerra al tabaco. The health system is not a military campaign, it is a complex system and as such has its (complex) rules. 


It is a classic fact that the system has been governed with lack of care, taking advantage of the eternal division between its professionals, with apparently different and conflicting visions and interests. Mediocre management coupled with mediocre financing on the shoulders of professionals who in some cases have also been mediocre. I start with me. If my organisation obliges me to see twice as many patients in a day as a European doctor, I will probably gain in profitability but I will certainly lose in quality. 


This week Dr. Julio Mayol, medical director of a prestigious hospital in Madrid, shared a list of health problems from his vision as a senior manager that I was encouraged to complete from my position as a rural doctor. At a glance you can see that what might be of value is the apparent disparity of points of view, but if you read them carefully you will see that they complement each other. This could give us a clue as to how to tackle the necessary rethinking of the system that neither politicians, nor professionals, nor citizens are willing to take on. What is certain is that we are going to need a powerful new health system that can face the pandemics and global challenges that will come, the complexity of which we will probably not be able to imagine or face with the current organisation (remember that with Covid the system has collapsed six times in primary care and let's say three times in hospitals).


From my humble position in the system, there is a very powerful word that I feel it is essential to rescue: service. And I would suggest the opportunity to transform our narrative of defending the system (a system in technical cardiac arrest, whatever anyone may say) into a narrative of service. In this case an essential public service. Serving society and citizens, all citizens. Within a framework of justice and solidarity that goes one step further than the situation of "free bar" and the conversion of health into a consumer good that we apparently live in. 


In my town there is a lot of pathology, many elderly people, many people with serious, chronic, mental, painful illnesses. Much needs to be done. And it is clear to me that one part of it is up to the health system and the other to the community, families and individuals. It falls to me to manage a small health area that will force me to leave the surgery, despite the 43 mentioned last day, to encourage my neighbours to take a leading role in the care and maintenance of their health. Of course, there is little I can do alone, but that is the challenge. In an age when nonsense is viralized, perhaps we can make the value of service visible. And at that moment, we can assume that the working conditions of health professionals can facilitate or hinder it.





保卫还是服务?


机器翻译,原谅错误。


我们花了几十年的时间来捍卫公共卫生的说法,忽略了它是一个与 "战胜疾病"、"我不会放弃我的疾病"、"攻击癌症 "或 "向烟草宣战 "等说法属于同一个语义家族的术语。卫生系统不是一场军事行动,它是一个复杂的系统,因此有其(复杂的)规则。


一个典型的事实是,该系统的管理缺乏谨慎,利用其专业人员之间永恒的分裂,他们的愿景和利益显然是不同和冲突的。平庸的管理加上平庸的融资,在某些情况下也是平庸的专业人士的肩上。我从我开始。如果我的机构迫使我在一天内看两倍于欧洲医生的病人,我可能会在利润率上有所提高,但肯定会在质量上有所损失。


本周,马德里一家著名医院的医务主任胡里奥-马约尔博士从他作为高级管理人员的视野中分享了一份健康问题清单,我作为一名乡村医生,被鼓励完成这份清单。乍一看,你可以看到,可能有价值的是明显的观点不一致,但如果你仔细阅读,你会发现它们是相互补充的。这可以为我们提供一条线索,让我们知道如何解决政治家、专业人士和公民都不愿意承担的必要的制度反思问题。可以肯定的是,我们将需要一个强大的新卫生系统,能够面对即将到来的大流行病和全球挑战,其复杂性我们可能无法想象,也无法用现有的组织来面对(请记住,有了Covid-19,这个系统在初级保健方面已经崩溃了六次,比方说在医院方面崩溃了三次)。


从我在系统中的卑微地位来看,有一个非常有力的词,我觉得必须拯救它:服务。我建议有机会将我们捍卫系统(一个处于技术性心脏骤停的系统,不管别人怎么说)的叙述转变为服务的叙述。在这种情况下,这是一项基本的公共服务。为社会和公民服务,为所有公民服务。在一个正义和团结的框架内,比 "自由酒吧 "的情况和我们显然生活在其中的健康转化为一种消费品的情况更进一步。


在我的镇上,有很多病态的人,很多老人,很多人有严重的、慢性的、精神的、痛苦的疾病。需要做的事情很多。对我来说,很清楚的是,其中一部分取决于卫生系统,另一部分取决于社区、家庭和个人。尽管最后一天提到了43条,但管理一个小的健康区的任务落在了我身上,这将迫使我离开手术室,鼓励我的邻居们在照顾和维护他们的健康方面发挥主导作用。当然,我一个人能够做的事情很少,但这就是挑战。在这个胡说八道的时代,也许我们可以让服务的价值显现出来。而在这个时候,我们可以认为卫生专业人员的工作条件可以促进或阻碍它。




domingo, 1 de mayo de 2022

Hacia una nueva narrativa. Towards a new narrative. 迈向新的叙述方式







El mundo sanitario en general y la medicina de familia, que vivo en primera persona, en particular atraviesan un desierto. Eso implica pasar sed, mucho calor y caminar despacio. Lo peor que te puede pasar en el desierto es vagar perdido. No saber dónde estás y no saber a dónde ir, además de ser un castigo es una condena de muerte. Nadie aguanta mucho tiempo en un desierto. Los que sobreviven en él aprenden a entrar y salir, a atravesarlo saltando de oasis en oasis, pero no es posible caminar 40 años por sus dunas por más que lo diga el Pentateuco. 


Por eso creo necesario descansar un momento de la narrativa distópica y quejosa predominante y adentrarnos en la ciencia ficción utópica capaz de diseñar escenarios de vida y supervivencia. Esto implicará usar la imaginación y nos dará los grados de libertad suficientes como para poder marcarnos una vía de salida sabiendo que hay posibilidades de mejora en algún lugar futuro. Tengo claro que solo alcanzaremos una nueva narrativa profesional si se genera una ebullición de ideas colectivas con esta base que nos ayuden a empezar a caminar hacia horizontes de valores éticos, salud comunitaria, educación para la salud, autonomía del paciente, consultoría longitudinal, trabajo en equipos reales, autonomía de gestión y todos aquellos puntos de luz que queramos poner en nuestros horizontes. 


Y en cuanto al nuevo marco teórico habría que repasar la trinidad de verbos principales para dar un repaso a nuestra identidad. Empezaríamos con el verbo SER que nos devuelve la pregunta clásica ¿Quién soy yo profesionalmente? Y nos obligará a mirar todo lo que se nos ha ido pegando a la piel más allá de una bata. Encontraremos roles profesionales diversos, ejemplos de otros colegas significativos, las consabidas películas y series médicas que pueblan nuestros subconscientes colectivos, las ventajas de un trabajo para siempre… y todo aquello que ustedes descubran. Si somos honrados también descubriremos mucha sangre dado que somos salientes de Pandemia y sin duda nos habrá salpicado o tendremos alguna herida abierta que aportar. Una vez examinado el cuerpo del asunto con visión técnica, propondría una contemplación del mismo en clave compasiva. Somos sanadores heridos y hacer presente nuestro dolor es la clave de bóveda para poder sostener el ajeno, esto se nos olvida con frecuencia porque nos resulta aparentemente más ventajoso esconder lo duro de la vida en el armario, que es precisamente lo que hacen todos nuestros pacientes. Poca ayuda podremos aportar sin salir de nuestro propio armario, sin abrirlo. 


Pero antes de contar cómo conseguirlo será acertado detenernos en el verbo ESTAR que es profundamente revolucionario. Permanecer en el puesto realizando la misión encomendada es hoy casi una heroicidad, sobre todo cuando hay cuatro compañeros de baja y la sobrecarga de pacientes es mayúscula, ustedes ya me entienden. Estar significa no irse, no escapar. En muchos momentos se nos antoja casi imposible. Cada semana vemos más compañeros que se van, que no aguantan más, que lo dejan. Y notamos con miedo como hay otros muchos que se lo piensan, un miedo intenso a que nos dejen solos, con lo que eso significa. Pero pese a todo, sigue habiendo profesionales que deciden estar, permanecer, seguir estando. Quiero manifestarles mi admiración y agradecimiento porque sin quererlo son faros para muchos que vagamos perdidos. Comparten una luz que ayuda a situarse, a saber dónde empieza la tierra y dónde el mar, que nos recuerdan que es posible seguir navegando. Y los pacientes y comunidades agradecen cada vez más que también ellos tengan estos faros que alumbran en la noche, una noche cada vez más llena de luces de colores que no ofrecen verdadera respuesta a sus problemas. 


Y terminaremos el viaje con el tercer verbo elegido: HACER. Y me dirán que nos pasamos el día haciendo y es verdad, hacemos mucho, hacemos de más, hacemos demasiado. Eso nos condena a un permanente agotamiento que compartimos con el resto de una ciudadanía obligada a producir cada vez más deprisa. Por eso se tolera cada vez peor todo aquello que nos resta velocidad. Un pequeño catarro, una pequeña molestia, nos hace menos competitivos, nos frena, nos limita. Entramos en pánico cuando un niño amanece con fiebre pensando en el operativo que nos tocará montar los siguientes días. O cuando amanecemos con dolor de cabeza o con una molestia en la espalda tras jugar al Pádel en mala forma física. Los médicos sabemos dónde terminan muchas de estas situaciones que antiguamente se solucionaba cada cual dándose tan solo un poco de tiempo, tiempo que hoy vale mucho dinero. En lo que significa ser médico en esta época diremos que el hacer se ha multiplicado hasta el límite. No nos es posible ver más pacientes, diagnosticar más cuestiones, aplicar más tratamientos. Los gerentes sanitarios nos azuzan para aumentar la producción pero no es posible. El sistema no da más de sí por pura limitación de sus profesionales. Quizá se podría mejorar la eficiencia con una gestión basada en valores humanos, pero con la actual basada en resultados no conseguirán más. Ahora bien, ¿dónde poner la palanca del cambio para levantar la situación?. ¿Dónde apostar para HACER lo verdaderamente importante? Si tuviéramos solo una palanca yo propondría apoyarla en la relación médico paciente, el corazón del sistema sanitario. Esto nos obligaría a modificar el hacer para centrarlo en lo que ayude a potenciar esa relación, en lo que aporte tiempo y energía para que sea esa relación la que favorezca que el paciente pueda lidiar con sus problemas tanto de salud como de la vida ordinaria, a la vez que favorezca que el profesional pueda detectar la enfermedad y sea operativo en las cuestiones solucionables. 


Me dirán que en la teoría queda bonito pero faltan claves para implementarlo y aceptaré la crítica. No esperen que nadie les dé esas claves, por muy dulce que sea el discurso o por mucho que utilicen la palabra innovación, les estarán vendiendo humo. Les va a tocar hacer un viaje personal por los tres verbos y ser ustedes quienes los conjuguen con lo que vean que son, con lo que sean capaces de estar, o con lo que puedan hacer o dejar de hacer. Les invito a mirarse en profundidad, deteniéndose especialmente en sus armarios y heridas. Dense el tiempo necesario para ello, pueden llegar a necesitar meses. Luego, más tarde, ya podrán empezar a mirar a otros, que los hay. Gente buena que es faro y emite luz de forma generosa. Abran los ojos y atrévanse a mirar a otras categorías profesionales, incluso fuera de lo estrictamente sanitario. Hay pacientes, grupos, asociaciones, profesionales que trabajan en las comunidades, voluntarios… haciendo cosas maravillosas. 


Como ven es posible generar una narrativa sanitaria distinta, y lo que es mejor, dar un primer paso. Efectivamente seguiremos visibilizando cómo está la situación y reconociendo las cosas como son, pero nadie nos puede quitar la opción de imaginar futuros más brillantes o de imaginar las primaveras por venir. 






Towards a new narrative



The world of healthcare in general and family medicine, which I experience first-hand, in particular, is a desert. That means being thirsty, very hot and walking slowly. The worst thing that can happen in the desert is to wander around lost. Not knowing where you are and not knowing where to go is not only a punishment but also a death sentence. No one can last long in a desert. Those who survive in it learn to get in and out, to cross it by jumping from oasis to oasis, but it is not possible to walk 40 years in its dunes, no matter how much the Pentateuch says so. 


This is why I believe it is necessary to take a break from the predominant dystopian and complaining narrative and enter into utopian science fiction capable of designing scenarios of life and survival. This will involve using our imagination and will give us sufficient degrees of freedom to be able to chart a way out knowing that there are possibilities for improvement somewhere in the future. It is clear to me that we will only reach a new professional narrative if we generate a boiling up of collective ideas with this base that will help us to start walking towards horizons of ethical values, community health, health education, patient autonomy, longitudinal consultancy, work in real teams, management autonomy and all those points of light that we want to put on our horizons. 


As for the new theoretical framework, we should review the trinity of main verbs in order to review our identity. We would start with the verb TO BE, which brings us back to the classic question: Who am I professionally? And it will force us to look at everything that has become attached to our skin beyond a dressing gown. We will find diverse professional roles, examples of other significant colleagues, the well-known films and medical series that populate our collective subconscious, the advantages of a job forever... and whatever else you discover. If we are honest, we will also discover a lot of blood, as we are Pandemic's progenitors and will no doubt have been splashed or have some open wounds to contribute. Having examined the body of the issue with a technical vision, I would propose to contemplate it in a compassionate way. We are wounded healers and making our own pain present is the key to being able to sustain the pain of others. We often forget this because it is apparently more advantageous to hide the harshness of life in the wardrobe, which is precisely what all our patients do. We can do little to help without coming out of our own cupboard, without opening it. 


But before telling how to achieve this, it would be wise to dwell on the verb STAY, which is profoundly revolutionary. Staying on the job and carrying out the mission entrusted to us is today almost a heroic deed, especially when there are four colleagues on sick leave and the overload of patients is enormous, if you know what I mean. Being there means not leaving, not escaping. At many times it seems almost impossible. Every week we see more and more colleagues who leave, who can't take it any more, who quit. And we notice with fear how many others are thinking about it, an intense fear of being left alone, with what that means. But in spite of everything, there are still professionals who decide to stay, to remain, to continue to be. I want to express my admiration and gratitude to them because they are unwittingly beacons for many of us who are wandering around lost. They share a light that helps us to find our bearings, to know where the land begins and where the sea begins, that remind us that it is possible to continue sailing. And patients and communities are increasingly grateful that they too have these beacons to shine in the night, a night increasingly filled with coloured lights that offer no real answers to their problems.  


And we will end our journey with the third verb chosen: DOING. And they will tell me that we spend the day doing, and it is true, we do a lot, we do too much, we do too much. This condemns us to a permanent exhaustion that we share with the rest of a citizenry forced to produce faster and faster. That is why everything that slows us down is tolerated more and more. A little cold, a little discomfort, makes us less competitive, slows us down, limits us. We panic when a child wakes up with a fever, thinking about the operation we will have to mount the following days. Or when we wake up with a headache or a sore back after playing padel in bad physical shape. As doctors we know where many of these situations end up, which in the past could be solved with a little time, time that today is worth a lot of money. In terms of what it means to be a doctor in this day and age, we would say that the workload has multiplied to the limit. We can no longer see more patients, diagnose more issues, apply more treatments. Health managers encourage us to increase production, but it is not possible. The system can only cope with so much because of the limitations of its professionals. Perhaps efficiency could be improved with a management based on human values, but with the current one based on results they will not achieve more. But where to put the lever of change to lift the situation, where to bet on DOING what is really important? If we had only one lever, I would suggest supporting it in the doctor-patient relationship, the heart of the health system. This would force us to modify what we do to focus on what helps to strengthen this relationship, on what provides time and energy so that it is this relationship that helps the patient to deal with their health problems as well as ordinary life problems, while at the same time helping the professional to detect illness and be operative in resolvable issues. 


You will tell me that in theory it looks nice but there are no keys to implement it and I will accept the criticism. Don't expect anyone to give you those keys, no matter how sweet the discourse or how much they use the word innovation, they will be selling you smoke. You will have to make a personal journey through the three verbs and be the ones to conjugate them with what you see you are, with what you are capable of being, or with what you can do or not do. I invite you to take a deep look at yourself, looking especially at your wardrobes and wounds. Give yourselves time to do this, it may take months. Then, later on, you can start looking at others, and there are others. Good people who are lighthouses and give off light in a generous way. Open your eyes and dare to look at other professional categories, even outside the strictly health sector. There are patients, groups, associations, professionals working in communities, volunteers... doing wonderful things. 


As you can see, it is possible to generate a different health narrative, and even better, to take a first step. Indeed, we will continue to make the situation visible and recognise things as they are, but no one can take away the option of imagining brighter futures or imagining the springs to come. 











迈向新的叙述方式


机器翻译,抱歉有错误。


一般来说,医疗保健的世界,特别是我亲身经历的家庭医学,是一个沙漠。这意味着口渴,非常热,走路很慢。在沙漠中可能发生的最糟糕的事情是迷失方向的徘徊。不知道自己在哪里,不知道去哪里,不仅是一种惩罚,也是一种死刑。没有人能够在沙漠中坚持很长时间。在其中生存的人学会了进出,通过从绿洲跳到绿洲来穿越它,但不可能在它的沙丘上走40年,无论摩西五经怎么说都是如此。


这就是为什么我认为有必要从占主导地位的歇斯底里和抱怨的叙述中抽身出来,进入能够设计生活和生存场景的乌托邦式的科幻小说。这将涉及到发挥我们的想象力,并将给我们足够的自由度,使我们能够在知道未来某个地方有改进的可能性的情况下规划出一条出路。我很清楚,只有当我们在这个基础上产生了沸腾的集体想法,帮助我们开始走向道德价值、社区卫生、健康教育、病人自主、纵向咨询、真正的团队工作、管理自主和所有我们想放在视野中的光点,我们才能达到一个新的专业叙述。


至于新的理论框架,我们应该回顾三位一体的主要动词,以审查我们的身份。我们会从动词TO BE开始,这让我们回到经典的问题:我在职业上是谁?而且,它将迫使我们审视已经附着在我们的皮肤上的一切,而不仅仅是一件睡衣。我们会发现多样化的职业角色,其他重要同事的例子,充斥着我们集体潜意识的知名电影和医疗系列,永远的工作优势......以及其他你发现的东西。如果我们是诚实的,我们也会发现很多血,因为我们是大流行的祖先,无疑会被溅到,或者有一些开放的伤口贡献。在以技术眼光审视了这个问题的主体之后,我建议以一种同情的方式来思考它。我们是受伤的治疗者,让我们自己的痛苦呈现出来是能够维持他人痛苦的关键。 我们经常忘记这一点,因为把生活的严酷性隐藏在衣柜里显然更有利,这正是我们所有病人的做法。如果不从我们自己的柜子里出来,不打开柜子,我们能做的帮助很少。


但在讲述如何实现这一目标之前,最好先说说STAY这个动词,它具有深刻的革命性意义。今天,坚守工作岗位,执行委托给我们的任务几乎是英雄式的,尤其是在有四位同事请病假,病人超负荷工作的情况下,如果你明白我的意思。在那里意味着不离开,不逃避。在许多时候,这似乎几乎是不可能的。每周我们都会看到越来越多的同事离开,他们不能再忍受了,他们辞职了。我们恐惧地注意到有多少人在思考这个问题,一种强烈的恐惧,害怕被抛弃,害怕这意味着什么。但尽管如此,仍有专业人员决定留下来,继续留在那里,继续存在。我想向他们表示钦佩和感谢,因为他们在不知不觉中成为我们许多迷茫徘徊的人的灯塔。他们共享一束光,帮助我们找到方向,知道陆地从哪里开始,海洋从哪里开始,提醒我们有可能继续航行。病人和社区越来越感激他们也有这些灯塔在黑夜中闪耀,这个黑夜中越来越多的彩色灯光,没有为他们的问题提供真正的答案。


 


我们将以选择的第三个动词来结束这段旅程:行动。他们会告诉我,我们整天都在做,这是真的,我们做了很多,我们做了太多,我们做了太多。这使我们陷入一种永久的疲惫,我们与其他被迫生产得越来越快的公民一样。这就是为什么一切使我们慢下来的东西都被越来越多的人容忍。一点点的寒冷,一点点的不适,使我们的竞争力下降,使我们的速度减慢,限制了我们。当孩子发烧醒来时,我们会惊慌失措,想到接下来的日子里我们必须进行的手术。或者,当我们在身体状况不佳的情况下打完堡垒球后,醒来时头疼或腰酸背痛。作为医生,我们知道许多这种情况的结局,在过去,只要有一点时间就可以解决,而今天的时间是很值钱的。就在这个时代成为一名医生的意义而言,我们会说,工作量已经倍增到了极限。我们不再能够看更多的病人,诊断更多的问题,应用更多的治疗方法。卫生管理人员鼓励我们增加产量,但这是不可能的。由于其专业人员的限制,该系统只能应付这么多。也许以人的价值为基础的管理可以提高效率,但以目前基于结果的管理,他们不会取得更多的成绩。但是,要把改变现状的杠杆放在哪里,把赌注押在做真正重要的事情上呢?如果我们只有一个杠杆,我会提议在医生和病人的关系中支持它,这是卫生系统的核心。这将迫使我们修改我们的工作,把重点放在有助于加强这种关系上,放在提供时间和精力上,以便正是这种关系帮助病人处理他们的健康问题以及普通的生活问题,同时帮助专业人员发现疾病并对可解决的问题进行操作。

你会告诉我,理论上它看起来很好,但没有钥匙来实现它,我将接受批评。不要指望任何人会给你这些钥匙,无论他们的论述多么动听,或者他们多么使用创新这个词,他们都会向你推销烟。你将不得不通过这三个动词进行个人的旅行,并成为将它们与你所看到的你是什么、你能够成为什么、或你能够做什么或不做什么联系起来的人。我邀请你深入审视自己,特别是看看你的衣柜和伤口。给自己一点时间来做这件事,可能需要几个月。然后,后来,你可以开始看其他的,还有其他的。好人是灯塔,以慷慨的方式散发出光芒。睁开你的眼睛,敢于看看其他专业类别,甚至是严格意义上的卫生部门以外的专业。有病人、团体、协会、在社区工作的专业人员、志愿者......在做精彩的事情。

正如你所看到的,有可能产生一个不同的健康叙事,甚至更好的是,迈出第一步。的确,我们将继续让人们看到情况,认识到事情的现状,但没有人可以剥夺想象更美好的未来或想象未来的春天的选择。






sábado, 30 de abril de 2022

¿Comunicar o no comunicar? To communicate or not to communicate? 沟通还是不沟通?沟通还是不沟通?




Tras asistir al congreso de comunicación de la Semfyc tras dos años sin actividad comparto mi alegría y alguna reflexión.


El congreso tuvo lugar en el Escorial y convocó a 350 asistentes con un formato de talleres y mesas participativas. Asistí a cuatro talleres (de 2,3 y 4 horas, sobre actividad grupal para pacientes, medicina narrativa, metodología con infografías para dolor crónico y desarrollo artístico) y defendí una comunicación oral sobre el ruido y una mesa de 3 horas sobre el silencio (por cierto tuve que hacer ambas cosas al mismo tiempo, pero eso ya lo contaremo otro día). El nivel, como suele ser habitual, muy alto, tanto en ponentes como en participantes, y esto lo digo por el alto valor de los encuentros de pasillo, comidas y demás que añaden un gran plus a este tipo de encuentros. 


Hoy con un poco de perspectiva, tras alejarme varios cientos de kilómetros por causa mayor (me perderé la conferencia de clausura y las valiosas reseñas bibliográficas de Francesc Borrell) puedo preguntarme si a nuestro sistema sanitario y a nuestra sociedad les hace falta más comunicación o menos, en tiempos de tanto ruido. 


Y empezaré mirando la viga en mi propio ojo, ¿Qué es lo que los profesionales sanitarios no queremos escuchar y lo que no queremos decir?


Probablemente lo que más nos cueste escuchar es lo evidente, los tiempos han cambiado y el sistema sanitario no da las suficientes respuestas ni a unos ni a otros. La sociedad ha cambiado y demanda otras cosas a sus profesionales, quieren acceso rápido, respuestas rápidas, soluciones rápidas. La política ha cambiado y al ser cada vez más cortoplacista solo acomete acciones con rédito electoral, delegando todo lo demás en el siguiente… Probablemente a muchos se les habrá caído la venda durante la pandemia y habrán comprendido por fin que nuestra sanidad no tiene arreglo, como tampoco lo tiene el corazón dilatado e insuficiente del nonagenario al final de su vida. Pero no olvidemos que incluso ese corazón puede seguir amando y ser amado. 


También hay que fijarse en lo que no queremos decir, que suele ser amargo como toda verdad que señala una herida. No queremos decir que el sistema no funciona y no tenemos fuerza ni valor para cambiarlo. Que el pronóstico de la enfermedad social sigue empeorando, no se tolera la frustración, el sistema económico social cada vez maltrata más a sus ciudadanos y hay una infantilización y aumento de dependencia en estos a la hora de tomar conciencia de sus verdaderos problemas y asumirlos, al igual que un horror al enfrentarse al sufrimiento que la propia vida conlleva por ser vida y que se trata de medicalizar y convertir en un negocio más. 


Lo que los pacientes no quieren escuchar es que tienen la capacidad y la obligación de responsabilizarse de manejar las catástrofes vitales que les toquen, ya sean problemas laborales, de convivencia o del estado de ánimo, en lugar de buscar soluciones mágicas en tratamientos medicalizados que nunca podrán restituir al familiar fallecido, reconvertir la relación con el jefe o traer de vuelta a una pareja que nos ha abandonado. Y probablemente los pacientes tampoco quieran decir y asumir que el modo de vida contemporáneo es de locos, que no se puede ir por la vida tan acelerado y despistado. Que somos cutres a la hora de cuidarnos y cuidar a los nuestros, de regalarnos paseos por el campo, de mirar a la luna.


Por eso me parece pertinente que un grupo de profesionales de la salud organicen un foro anual y se encuentren para defender una tecnología que no está de moda pero es potentísima como es la comunicación. Hoy nos tratan de vender complejos aparatos, pantallas, ordenadores mientras nos privan del tiempo necesario para poder comunicar, algo que requiere escucha y reflexión. Algo que requiere una suficiente paz de ánimo que una consulta de 50 pacientes no suele otorgar. 


Si los profesionales de la salud dejamos de escuchar en condiciones la sociedad tendrá un nuevo problema, y a nivel global es lo que está ocurriendo. Profesionales cada vez más agobiados, corren y se agitan en sus centros yendo de un paciente a otro, y cada vez hay más y es más larga la fila. Solo una gran toma de conciencia que permita cambios sociales de fondo permitirá hacer los correspondientes ajustes de fondo en la sanidad. Mientras tanto el reto es mantener la cordura. Este congreso ayuda, pero habrá que ser muy creativo para encontrar refuerzos.  







To communicate or not to communicate?



After attending the Semfyc communication congress after two years without activity, I would like to share my joy and some reflections.


The congress took place in El Escorial and was attended by 350 participants in a format of workshops and round tables. I attended four workshops (of 2, 3 and 4 hours, on group activity for patients, narrative medicine, methodology with infographics for chronic pain and artistic development) and defended an oral communication on noise and a 3-hour table on silence (by the way I had to do both at the same time, but I will tell you about that another day). The level, as usual, was very high, both in terms of speakers and participants, and I say this because of the high value of the corridor meetings, meals and so on, which add a great plus to this kind of meetings. 


Today, with a bit of perspective, after having moved several hundred kilometres away due to a major reason (I will miss the closing conference and the valuable bibliographic reviews by Francesc Borrell), I can ask myself whether our health system and our society need more communication or less, in times of so much noise. 


And I will start by looking at the beam in my own eye: what is it that we health professionals don't want to hear and what is it that we don't want to say?


Probably what we find most difficult to hear is the obvious, times have changed and the health system does not give sufficient answers to either one or the other. Society has changed and demands other things from its professionals, they want quick access, quick answers, quick solutions. Politics has changed and, being increasingly short-sighted, it only undertakes actions for electoral gain, delegating everything else to the next person... Many will probably have dropped the blindfold during the pandemic and will have finally understood that our healthcare system is beyond repair, just as the enlarged and insufficient heart of the nonagenarian at the end of his or her life is beyond repair. But let us not forget that even that heart can still love and be loved. 


We must also pay attention to what we do not want to say, which is often bitter like any truth that points to a wound. We do not want to say that the system does not work and that we have neither the strength nor the courage to change it. That the prognosis of the social disease continues to worsen, frustration is not tolerated, the social economic system is increasingly mistreating its citizens and there is an infantilisation and increased dependence on them when it comes to becoming aware of their real problems and assuming them, as well as a horror when faced with the suffering that life itself entails because it is life and that it is being medicalised and turned into just another business. 


What patients do not want to hear is that they have the capacity and the obligation to take responsibility for managing their own life catastrophes, be they problems at work, living together or mood problems, instead of looking for magic solutions in medicalised treatments that will never be able to restore the deceased relative, reconvert the relationship with the boss or bring back a partner who has abandoned us. And patients probably don't want to say and accept that the contemporary way of life is crazy, that you can't go through life so fast-paced and absent-minded. That we are lazy when it comes to looking after ourselves and our loved ones, to taking walks in the countryside, to gazing at the moon.


That is why it seems appropriate to me that a group of health professionals should organise an annual forum and meet to defend a technology that is not fashionable but is very powerful, such as communication. Today they try to sell us complex devices, screens, computers, while depriving us of the time we need to communicate, something that requires listening and reflection. Something that requires a sufficient peace of mind that a consultation with 50 patients does not usually provide. 


If we health professionals stop listening properly, society will have a new problem, and on a global level this is what is happening. Increasingly overburdened professionals are running and bustling around their centres going from one patient to another, and there are more and more of them and the queue is getting longer. Only a major awareness-raising that allows for fundamental social change will allow the corresponding fundamental adjustments to be made in the healthcare system. In the meantime, the challenge is to maintain sanity. This congress helps, but we will have to be very creative to find reinforcements.  








沟通还是不沟通?


自动翻译,抱歉有错误。



在两年没有活动后参加了Semfyc交流大会,我想分享我的喜悦和一些反思。


大会在埃尔埃斯科里亚尔举行,吸引了350名与会者参加,会议形式为研讨会和圆桌会议。我参加了四个研讨会(分别为2小时、3小时和4小时,内容为病人的集体活动、叙事医学、慢性疼痛的信息图表方法和艺术发展),并对关于噪音的口头交流和关于沉默的3小时表格进行了答辩(顺便说一下,我必须同时进行这两项工作,但我改天再告诉你)。像往常一样,水平非常高,无论是演讲者还是参与者,我这么说是因为走廊会议、餐饮等的价值很高,这为这类会议增添了很大的亮点。


今天,在因重大原因搬到几百公里以外的地方(我会错过闭幕式会议和Francesc Borrel的宝贵书目评论),我可以问自己,在这么多噪音的时代,我们的卫生系统和社会是需要更多的交流还是更少的交流。


而我将从审视自己眼中的光束开始:什么是我们卫生专业人员不愿意听到的,什么是我们不愿意说的?


可能我们觉得最难听到的是显而易见的,时代已经改变了,卫生系统没有为这两者提供足够的答案。社会已经发生了变化,对专业人员提出了其他要求,他们想要快速访问、快速回答、快速解决。政治已经发生了变化,由于越来越短视,它只为选举利益而采取行动,把其他一切都委托给下一个人......许多人可能会在大流行病期间丢掉眼罩,并最终明白我们的医疗保健系统是无法修复的,就像非老年人在其生命末期扩大和不足的心脏是无法修复的。但我们不要忘记,即使是那颗心也能爱和被爱。


我们还必须注意我们不想说的话,这往往像任何指向伤口的真相一样,是痛苦的。我们不想说这个系统不起作用,我们既没有力量也没有勇气去改变它。社会疾病的预后继续恶化,挫折不被容忍,社会经济体系越来越虐待其公民,在意识到他们的真正问题并承担这些问题时,存在着一种幼稚化和对他们的依赖性增加,以及在面对生命本身所带来的痛苦时的恐怖,因为它是生命,它正在被医学化,变成另一种商业。


患者不愿意听到的是,他们有能力和义务负责管理自己的生活灾难,无论是工作问题、共同生活问题还是情绪问题,而不是在医学化的治疗中寻找神奇的解决方案,这些治疗永远无法恢复已故的亲属,重新恢复与老板的关系,或让抛弃我们的伴侣回来。而且病人可能也不想说和接受当代的生活方式是疯狂的,你不能如此快节奏地心不在焉地过日子。当涉及到照顾我们自己和我们所爱的人时,我们是懒惰的,在乡下散步,凝视着月亮。


这就是为什么在我看来,一群卫生专业人员应该组织一个年度论坛,并开会捍卫一项并不时髦但却极为强大的技术,如通信。今天,他们试图向我们推销复杂的设备、屏幕和电脑,同时剥夺了我们需要沟通的时间,这需要倾听和思考。有些事情需要足够的安心,而与50名病人的协商通常不能提供这种安心。


如果我们卫生专业人员不再适当地倾听,社会就会出现新的问题,而在全球范围内,这就是正在发生的事情。越来越多负担过重的专业人员在他们的中心跑来跑去,熙熙攘攘,从一个病人到另一个病人,而且他们的人数越来越多,排队的时间也越来越长。只有进行大规模的宣传,使社会发生根本性的变化,才能使医疗系统做出相应的根本性调整。与此同时,挑战是如何保持我们的理智。这个大会有帮助,但我们必须非常有创意地寻找增援。 











sábado, 23 de abril de 2022

Primavera en Atención Primaria Spring in Primary Care 初级保健的春天





Pasamos de estar paseando en Semana Santa por la playa, a ver nevar en la sierra de Guadarrama con una bajadas de temperatura de veintitantos grados. Y ese es el panorama por el centro de salud, catarros a cascoporro mezcladitos con faringitis, neumonías y algo de Covid que todavía colea. Por otro lado los interinos revueltos por cambios de plaza, los traslados a punto de llegar, las enfermeras que también se mueven, los demás observando… vamos, un frenesí. 


Y un servidor mirando por la ventana aprovechando el sábado asumiendo que esto no tiene arreglo. Las agendas de profesionales, pacientes y gestores no coinciden. Son trenes por distintas vías que se alejan. Las cuatro enfermeras que vienen a nuestro SAR y al equipo tienen más de 55 años, una 64, lo que me recuerda que con la avalancha de jubilaciones sanitarias que vienen en pocos años esto se llenará de plazas sin cubrir. Los llantos de los profesionales son lágrimas que se pierden en la lluvia. Los pacientes quieren asistencia inmediata y ya. Los gestores minimizar problemas y no aumentar el gasto. 


Organizativamente la sanidad española está clínicamente muerta desde hace tiempo con unas listas de espera hospitalarias que suben como la espuma y una Atención Primaria destrozada que sigue haciendo lo que puede con los jirones. La Pandemia nos ha hecho colapsar seis veces, seis, y no ha servido para reforzar absolutamente ninguna plantilla. Si no entendemos que si ni siquiera el Covid ha conseguido mejorar el sistema nada lo hará, seguiremos llorando para nada. 


Por eso escribo poco y me prodigo lo mínimo por Twitter. Va a dar lo mismo. 


Adaptarse a la inmediatez que  la ciudadanía desea implica volver a hacer medicina de cupo. Ver a 60 pacientes al día dedicando dos o tres minutos a cada uno, pidiendo todas las pruebas posibles y derivando todo.  La Medicina Familiar y Comunitaria académica terminó, no es compatible con una masificación permanente. Es como obligar a una vena a asumir la presión de un arteria, no es viable, estalla.


Efectivamente esto no es general, hay consultas privilegiadas con cupos ordenados y presiones asistenciales controladas. Pero cada vez son menos. Aquí si podrán hacer docencia y organizarse para que uno cada día atienda a los “sin cita” esa plaga bíblica que arrasa todo tipo de servicios sanitarios. En los centros pequeños, rurales, de zonas desfavorecidas o de clases medias que no se puedan pagar un seguro privado ya les digo que no será posible. 


Lo bueno de aceptar lo que hay es que es enormemente curativo. Nos permite dejar de rayarnos y de rumiar problemas que solo están en nuestra cabeza. Tiene arreglo la primaria, no. Se puede vivir con eso, sí. Lo que el cuerpo aguante. 






Spring in Primary Care

We went from walking on the beach at Easter to seeing snow in the mountains with a temperature drop of twenty-something degrees. And that is the panorama at the primary health center, colds mixed with pharyngitis, pneumonia and some Covid that is still hanging on. On the other hand, the interims are scrambling to change positions, the transfers are about to arrive, the nurses are also on the move, the others are watching... come on, it's a frenzy. 

Meanwhile I’m looking out the window, taking advantage of the Saturday, assuming that this situation is beyond repair. The agendas of professionals, patients and managers do not coincide. They are trains on different tracks that are moving away from each other. The four nurses who come to our rural emergency and the ordinary team are over 55 years old, one 64, which reminds me that with the avalanche of health retirements coming in a few years this will be filled with unfilled positions. The cries of the professionals are tears lost in the rain. Patients want immediate assistance and now. Managers want to minimize problems and not increase spending. 

Organizationally, Spanish healthcare has been clinically dead for some time now, with hospital waiting lists that are rising like wildfire and a shattered Primary Care that continues to do what it can with the tatters. The Pandemic has caused us to collapse six times, six times, and has not served to reinforce absolutely any staff. If we do not understand that if not even Covid has managed to improve the system, nothing will, we will continue to cry for nothing. 

That's why I don't write much on this blog, and I don't write much on Twitter. It will change nothing.

Adapting to the immediacy that citizens want means going back to quota medicine. Seeing 60 patients a day, dedicating two or three minutes to each one, ordering all possible tests and referring everything.  Academic Family and Community Medicine is over, it is not compatible with permanent massification. It is like forcing a vein to take on the pressure of an artery, it is not viable, it bursts.

Indeed, this is not general, there are privileged consultations with ordered quotas and controlled assistance pressures. But there are fewer and fewer of them. Here they can teach and organize themselves so that every day one attends to the "walk-ins", that biblical plague that devastates all types of health services. In small, rural, underprivileged or middle class centers that cannot afford private insurance, I tell you that it will not be possible. 

The good thing about accepting what is there is that it is enormously healing. It allows us to stop scratching and ruminating on problems that are only in our head. Primary can be fixed, no. You can live with it, yes. As long as the body can take it. 






初级保健的春天

自动翻译,请原谅错误。

我们从复活节时在海滩上漫步,到瓜达拉马山区看到雪,气温下降了20多度。这就是保健中心的全景,感冒与咽喉炎、肺炎和一些仍在流行的科维德混合在一起。另一方面,实习生们正争先恐后地更换岗位,调职人员即将到来,护士们也在行动,我们其他人也在观望......这是一种狂热。

而你真正地看着窗外,利用星期六的机会,假设这已经无法修复。专业人员、病人和管理人员的议程并不一致。它们是不同轨道上的列车,正在相互远离。来到我们特区和团队的四名护士都超过55岁,其中一名64岁,这提醒我,随着几年后卫生部门退休人员的雪崩式增长,这将填补未填补的职位。专业人士的哭声是迷失在雨中的泪水。病人现在希望得到即时的护理。管理人员希望尽量减少问题,而不是增加开支。

在组织上,西班牙的医疗保健在临床上已经死了一段时间了,医院的等候名单像野火一样在上升,一个破碎的初级保健系统在继续做着它能做的事。这场大流行病使我们六次崩溃,六次,根本没有起到加强任何工作人员的作用。如果我们不明白,如果连科维德都没能改善这个系统,就没有什么能改善,我们就会继续白白地哭泣。

这就是为什么我不怎么写作,也不怎么发推特。这将会是一样的。

适应公民想要的即时性意味着回到配额制医疗。每天看60个病人,为每个病人奉献两三分钟,要求做所有可能的检查并转诊一切。 学术性的家庭和社区医学已经结束,它与永久性的过度拥挤不相容。这就像强迫静脉承担动脉的压力一样,它是不可行的,它会爆裂。

事实上,这并不普遍,有特权的协商,有有序的配额和受控的护理压力。但是他们的数量越来越少。在这里,如果他们能够教导和组织自己,以便每天都有一个人去照顾 "走读生",那是圣经中的瘟疫,破坏了所有类型的卫生服务。在小型的、农村的、贫困的或中产阶级的中心,他们负担不起私人保险,我可以告诉你,这将是不可能的。

接受现有的东西的好处是,它具有极大的治疗作用。它使我们能够停止对那些只存在于我们头脑中的问题进行抓挠和反刍。小学可以解决,不。你可以忍受它,是的。只要身体能够承受就好。


sábado, 9 de abril de 2022

Obesidad mental. Mental obesity. 精神性肥胖症

 



En los tiempos de la comida basura, mientras los cuerpos aumentaban de peso sometidos a una epidemia silenciosa que los maltrataba y convertía en enfermos crónicos, sin salvación posible, una sombra se cernía sobre la humanidad. Los gobernantes invisibles hacía tiempo que urdían un plan. Dado que la estulticia crecía sin freno a la par que la voracidad generalizada decidieron aumentar la oferta de contenidos ofrecidos por todo tipo de canales de forma gratuita o a cambio de datos personales, el nuevo patrón oro. 


El efecto de la avalancha de información basura fue la universalización de la obesidad mental, un fenómeno invisible pero más deletéreo que el que llevaba tiempo aumentando las tallas de ropa de sus portadores. Para llevar adelante este proyecto se introdujeron pantallas en todos los medios de transporte, estaciones, tiendas, centros comerciales, calles, y demás espacios públicos, como complemento de las pantallas personales y portátiles que cada vez ofrecían más datos obligando a sus dueños a consultarlas a la menor oportunidad. El silencio y el aburrimiento desaparecieron. En cada cola, trayecto en transporte, pequeña espera, receso, visita al cuarto de baño, reunión, comida, clase o cualesquiera situación, el usuario sacaba su teléfono móvil y consultaba sus redes sociales, programa de mensajería o su correo electrónico. El picoteo de información desde que sale el sol hasta el ocaso alimentaba la desazón, los deseos y la frustración del usuario, obligándolo a tragar más cantidad con miras a distraerse o aliviarse. La pendiente resbaladiza estaba servida.


La delgadez mental que reinó durante siglos fue destronada por la nueva pandemia que convirtió en inmensos globos a cada ciudadano. El exceso de gases mentales acarreaba dolores y molestias a la par que mal olientes ventosidades que el personal aireaba en sus redes. El mundo empezó a apestar. A pesar de los inconvenientes la situación se consentía dado que un obeso mental consume prácticamente el doble y protesta la mitad. 


Aquellos que diagnosticaron la situación fueron ninguneados, la toma de conciencia no era para nada conveniente. Y en estas estamos, si este texto ha llegado a sus manos recuerde que ha sido escrito por un autor desconocido.








Mental obesity


In the days of junk food, while bodies were gaining weight under a silent epidemic that abused them and made them chronically ill, with no possible salvation, a shadow loomed over humanity. The invisible rulers had long been hatching a plan. As stupidity grew unchecked in tandem with widespread voracity, they decided to increase the supply of content offered by all kinds of channels for free or in exchange for personal data, the new gold standard. 


The effect of the avalanche of junk information was the universalisation of mental obesity, an invisible but more deleterious phenomenon than the one that had long been increasing the clothing sizes of its wearers. To carry out this project, screens were introduced in transports, stations, shops, streets and other public spaces, as a complement to the personal and portable screens that offered more and more data, forcing their owners to consult them at the slightest opportunity. Silence and boredom disappeared. In every queue, transport journey, short wait, break, bathroom visit, meeting, lunch, class or any situation, the user took out their mobile phone and checked their social networks, messaging programme or email. The pecking of information from sunrise to sunset fed the user's unease, desires and frustration, forcing them to swallow more in an attempt to distract or relieve themselves. The slippery slope was served.


The mental thinness that reigned for centuries was dethroned by the new pandemic that turned every citizen into huge balloons. The excess of mental gas brought aches and pains as well as foul-smelling wind that the staff aired in their nets. The world began to stink. In spite of the inconvenience, the situation was tolerated since a mentally obese person consumes almost twice as much and protests half as much. 


Those who diagnosed the situation were ignored, the awareness was not at all convenient. And so here we are, if this text has reached your hands, remember that it was written by an unknown author.








精神性肥胖症


机器翻译,原谅错误。


在垃圾食品的时代,当身体在一种无声的流行病下发胖,虐待他们并使他们长期患病,没有可能得到救赎时,一个阴影笼罩着人类。隐形的统治者早就在酝酿一个计划。随着愚蠢的行为与普遍的贪婪同步增长,他们决定增加各种渠道提供的免费或以个人数据为交换条件的内容供应,这是新的黄金标准。


垃圾信息雪崩的影响是精神肥胖症的普遍化,这是一种看不见的但比长期以来增加穿衣者的衣服尺寸更有害的现象。为了实施这个项目,所有的交通工具、车站、商店、购物中心、街道和其他公共场所都引入了屏幕,作为个人和便携式屏幕的补充,这些屏幕提供了越来越多的数据,迫使它们的主人一有机会就去查阅。沉默和无聊的气氛消失了。在每一次排队、交通旅行、短暂的等待、休息、上厕所、会议、午餐、上课或任何情况下,用户都会拿出手机,查看他们的社交网络、消息程序或电子邮件。从日出到日落的信息啄食,滋长了用户的不安、欲望和挫败感,迫使他们吞下更多的东西,试图转移注意力或缓解自己的情绪。滑坡的问题得到了解决。


统治了几个世纪的精神瘦弱被新的大流行病所废黜,它把每个公民都变成了巨大的气球。过多的精神气体带来了酸痛以及恶臭的风,工作人员在他们的网子里晾晒。世界开始发臭。尽管有诸多不便,但考虑到精神上的肥胖者的消费几乎是其两倍,抗议也是其一半,这种情况还是被容忍了。


那些诊断情况的人被忽视了,认识上一点都不方便。所以我们在这里,如果这段文字到了你的手中,请记住它是由一个未知的作者写的。