¿Qué podemos esperar?
A medida que pasan los años nos vamos llenando de distopias. Pareciera que puestos a imaginar el futuro solo nos salieran pesadillas. Lo vemos en las artes, en los telediarios, en series y películas y por supuesto en Internet. Esos sueños negros contaminan los nuestros y al final acabamos todos asumiendo que nos dirigimos hacia ellos.
No quedan voces que hablen de esperanza. No quedan testimonios ni testigos que nos anuncien una buena noticia. Vemos las oscuras nubes del desastre climático acercarse y todo el mundo habla, teoriza y se agita pero nadie hace nada. No hay a quien imitar. Las figuras públicas más progresistas o ecologistas o intelectuales, siguen llevando el máximo tren de vida que pueden permitirse. Muchos de los que no lo somos también. Se habla bastante de decrecimiento pero aquí lo único que decrece es el número de trabajadores que por otro lado tienden a una mayor explotación y sobrecarga en una sociedad cada vez más asimétrica y polarizada. Somos testigos de cómo la sociedad ha sucumbido ante un sencillo virus que parece anunciar los terribles Tsunamis económico-social y climático que vienen detrás.
En las calles el enfado y la crispación aumentan. Se echan culpas al gobierno, a los políticos y a las correspondientes teorías conspiranoicas. Se hacen caceroladas, manifestaciones y demás protestas que aumentan el ruido de fondo de nuestros malogrados sueños. No pinta bien la cosa, nada bien. Y eso nos debería hacer pensar ¿qué podemos esperar? Porque si no ponemos algo de nuestra parte nos encontraremos con una profecía autocumplida. De alguna forma daremos por supuesto el desastre y empujaremos a la sociedad hacia él.
Viene bien recordar que esperanza tiene que ver con deseo, en el fondo es un anhelo de futuro, una elección, una querencia de un determinado bien o circunstancia. Por eso en el infierno de Dante se la deja fuera, lo peor que en esa época se podía imaginar era un futuro sin salida. Me temo que hoy esto sigue vigente.
También será necesario llamar a las cosas por su nombre. Por fin parece que hemos reconocido que nos enfrentamos a una situación global de colapso social, económico, climático y humano. Un escenario de enorme complejidad que afecta a todo el planeta. Y en las manos llevamos instituciones, herramientas, armazones teóricos y filosóficos de la época industrial. No hemos construido un nuevo cimiento que soporte el gran peso de nuestra avanzada tecnología que permite un nivel de expolio y degradación medioambiental sin precedentes. Ese entramado debería tener mimbres éticos y morales, filosóficos y existenciales. Tendría que ver con los valores, con el bien y el mal, con el sentido de la vida y con la trascendencia. Pero la modernidad eliminó sin miramientos las religiones, que han quedado relegadas en pequeñas minorías, y ha arrinconado el pensamiento y la filosofía en beneficio de una sociedad del espectáculo en la que somos actores y público a la vez.
¿Cómo rescatar la esperanza? Quizá tengamos que desempolvar las tradiciones y los libros que nos hablaban de ella y la larga lista de personas que dieron la vida por defenderla. Una lista que llega a nuestros días pese a que no interese poner el foco en ella. Una lista que forman mujeres y hombres de todos los rincones del planeta que aportaron su pequeña luz y testimonio para que otros veamos. No es necesario inventar nada, basta detenerse un instante y darnos cuenta de que siendo la humanidad tan diminuta en un universo tan enorme, no nos es posible ser referentes de nosotros mismos, hay que buscarlo fuera de nosotros. Y al hacerlo reconocer que somos pura levedad y por lo tanto del todo prescindibles. Tomar consciencia del milagro de la vida debería ser un potente revulsivo que nos impulse hacia modos de vida compasivos que nos hagan un poco más humanos y respetuosos con los demás y con nosotros mismos.
La esperanza en su simplicidad es enormemente contagiosa, basta una gota para disolver un océano de sinsentido y de maldad. Por eso es razonable anunciar que no todo está perdido, tal vez baste con que una diminuta voz se alce y nos diga al oído que aún estamos a tiempo.
What can we expect?
As the years go by, we are filled with dystopias. It seems that when we imagine the future, we only get nightmares. We see it in the arts, in the news, in series and films and of course on the Internet. These black dreams contaminate our own and at last we all end up assuming that we are heading towards them.
There are no voices left that speak of hope. There are no testimonies or witnesses left to announce good news. We see the dark clouds of climate disaster approaching and everyone is talking, theorizing and shaking but no one is doing anything. There is no one to imitate. The coolest public figures, environmentalists or intellectuals, continue to lead the maximum train of life they can afford. Many of us try to do so. There is a lot of talk about economic downturn but here the only thing that is decreasing is the number of workers who, on the other hand, tend to be more exploited and overburdened in a society that is increasingly asymmetrical and polarized. We are witnesses to how society has succumbed to a simple virus that seems to announce the terrible economic, social and climatic tsunamis that are coming.
In the streets, anger and tension are increasing. The government, politicians and corresponding conspiracy theories are blamed. There are pots and pans, demonstrations and other protests that increase the background noise of our failed dreams. It doesn't look good, not good at all. And that should make us think, what can we expect? Because if we don't do something about it, we'll find ourselves with a self-fulfilling prophecy. Somehow we'll take disaster for granted and push society towards it.
It is good to remember that hope has to do with desire, at heart it is a longing for the future, a choice, a desire for a certain good or circumstance. That is why in Dante's inferno it is left out, the worst thing that could be imagined at that time was a future without a way out. I am afraid that today this is still true.
It will also be necessary to call things by their name. At last we seem to have recognised that we are facing a global situation of social, economic, climatic and human collapse. A scenario of enormous complexity that affects the entire planet. And in our hands we carry institutions, tools, theoretical and philosophical frameworks of the industrial age. We have not built a new foundation to support the great weight of our advanced technology that allows an unprecedented level of plunder and environmental degradation. This framework should have ethical and moral, philosophical and existential foundations. It would have to do with values, with good and evil, with the meaning of life and with transcendence. But modernity has ruthlessly eliminated religions, which have been relegated to small minorities, and has cornered thought and philosophy in favour of a society of the spectacle in which we are both actors and public.
How can we rescue hope? Perhaps we need to dust off the traditions and books that told us about it and the long list of people who gave their lives to defend it. A list that reaches our days even though it is not interesting to put the focus on it. A list made up of women and men from every corner of the planet who contributed their little light and testimony for others to see. It is not necessary to invent anything, it is enough to stop for a moment and realize that being humanity so tiny in such an enormous universe, it is not possible for us to be references of ourselves, we have to look for it outside ourselves. And in doing so, recognize that we are pure lightness and therefore completely dispensable. Becoming aware of the miracle of life should be a powerful motivator that propels us towards compassionate ways of living that make us a little more human and respectful of others and ourselves.
Hope in its simplicity is enormously contagious; one drop is enough to dissolve an ocean of meaninglessness and evil. That is why it is reasonable to announce that all is not lost; perhaps it is enough for a tiny voice to rise up and tell us in our ear that there is still time.
我們能期待什麼?
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隨著時間的流逝,我們充滿了反烏托邦。看來,當我們想像未來時,我們只會做噩夢。我們可以在藝術,新聞,連續劇和電影中看到它,當然也可以在互聯網上看到它。這些黑色的夢污染了我們自己的夢想,最後我們都假設我們正在朝著它們前進。
沒有任何聲音說出希望。沒有留下任何好消息或見證人來宣布好消息。我們看到氣候災難的烏雲逼近,每個人都在談論,理論化和動搖,但沒有人在做任何事情。沒有人可以模仿。最酷的公眾人物,無論是環保主義者還是知識分子,都將繼續引領他們所能負擔的最大生活。我們許多人都試圖這樣做。關於經濟不景氣的討論很多,但唯一減少的是另一方面,在一個日益不對稱和兩極分化的社會中,往往被更多剝削和負擔過重的工人人數。我們見證了社會如何屈服於一種簡單的病毒,這種病毒似乎預示著即將到來的可怕的經濟,社會和氣候海嘯。
在大街上,憤怒和緊張感正在增加。指責政府,政客和相應的陰謀論。有鍋碗瓢盆,示威遊行和其他抗議活動,增加了我們失敗的夢想的背景噪音。它看起來不好,一點也不好。那應該使我們思考,我們可以期待什麼?因為如果我們不做任何事情,我們會發現自己有一個自我實現的預言。我們將以某種方式將災難視為理所當然,並推動社會走向災難。
最好記住,希望與慾望有關,從本質上講,它是對未來的嚮往,選擇,對某種美好事物的渴望。這就是為什麼在但丁的地獄中將其排除在外的原因,當時可以想像的最糟糕的事情是沒有出路的未來。恐怕今天仍然如此。
也有必要用事物的名稱來稱呼事物。最後,我們似乎已經認識到,我們正面臨著社會,經濟,氣候和人類崩潰的全球局勢。影響整個星球的極其複雜的情況。並且,我們掌握著工業時代的製度,工具,理論和哲學框架。我們尚未建立新的基礎來支持我們先進技術的巨大重量,而這種技術卻允許空前的掠奪和環境惡化。該框架應具有道德和道德,哲學和存在的基礎。它與價值,善與惡,生命的意義和超越有關。但是,現代性無情地消滅了宗教,宗教已淪為少數族裔,並且使思想和哲學陷入困境,以支持我們既是演員又是公眾的奇觀社會。
我們如何挽救希望?也許我們需要清除告訴我們的傳統和書籍以及為捍衛它而獻出生命的一長串人。即使關註一個重點,這份清單仍然可以滿足我們的需求。來自地球各個角落的男女名單,他們貢獻了自己的一點點光明和見證,供其他人看。不必發明任何東西,足以停下來片刻,意識到在如此巨大的宇宙中如此渺小的人類,我們不可能成為我們自己的參照物,我們必須在我們自己之外尋找它。在這樣做的時候,要認識到我們是純淨的,因此是完全可以放棄的。意識到生活的奇蹟應該是一種強大的動力,它可以促使我們朝著富有同情心的生活方式前進,使我們更加人性化,並尊重他人和自己。
簡單的希望具有極大的感染力。一滴就足以解散毫無意義和邪惡的海洋。因此,有理由宣布一切都沒有丟失。也許一個微弱的聲音揚起並在我們耳邊告訴我們還有時間