domingo, 11 de mayo de 2014

Devuélvanme mis datos


 Foto: graffitti, probáblemente Bansky



No es verdad que las aplicaciones de tu móvil y de tu ordenador sean gratis. Las pagamos con información, con nuestra información personal. No solemos enterarnos pero Amazon, Google y las grandes coorporaciones usan internet como fuente de información para, devidamente sazonada, tratar de vender(nos) más.

Con la salud pasa lo mismo. Cada vez se generan más datos sobre la salud de los ciudadanos. Datos que constituyen lo que se denomina Big Data, conglomerados ingentes de información que muchos están tratando de monetizar como si de una mina se tratara. El fin es bueno, defienden algunos, se podrán prevenir enfermedades o buscar nuevos tratamientos. La verdad es que no lo sabemos. Lo que sí sabemos de sobra es que nuestra información es muy vulnerable. Y la información de salud trata precísamente de nuestras mayores vulnerabilidades, allí dónde más nos duele.

¿Es posible guardar el anonimato de un paciente, reservar su información sólo para él?

Ya no. Hemos cruzado la línea y no hay vuelta atrás. Quien quiera que sus datos le sean devueltos no lo conseguirá. La única manera de que no se enteren terceras personas es no generar datos electrónicos de ningún tipo. ¿Se acuerdan de las antiguas historias médicas de papel? Lamentablemente los profesionales sanitarios precisan para el desempeño de sus funciones usar ordenadores con sistemas de información con los que pedir pruebas diagnósticas, emitir informes o prescribir tratamientos.

El papel y la pluma quedarán reservados para las consultas privadas de alto standing. Para aquellos casos en los que el usuario priorice su privacidad y pague (mucho) por ella. El resto de los ciudadanos iremos viendo como venden y se pasan nuestra información de unos a otros sin que podamos hacer nada.




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