jueves, 24 de junio de 2010

Prisa mata



Hace años, en mi primer viaje Marruecos, nuestro coche quedó varado en un desfiladero del Atlas que no pudimos vadear. Pudimos llegar milagrosamente a un taller y tras verbalizar al mecánico nuestro agobio y prisa, este nos miró a los ojos diciendo lentamente "prisa mata".  Al dia siguiente mirando las estrellas en el desierto empecé a comprender la sabiduría de estas palabras.
Muchos años después, en mi consulta de atención primaria trato de remendar los agujeros que la prisa nos produce en el alma y en el cuerpo de mis pacientes que no son muy distintos a los míos. La sensación de prisa permanente es tóxica, produce metabolitos y hormonas, cuyos niveles mantenidos nos intoxican y nos dañan.

Recuperar la salud pasa por una construir una relación más sana con el tiempo, con nuestro tiempo y el de los demás. Pasa por hacer las cosas al ritmo adecuado (tempo giusto) que estas requieren.

Nuestra dignidad se merece ir por la vida sin correr permanentemente. La prisa no nos deja pensar ni tomar conciencia de las cosas y esto nos hace daño, porque tenemos una gran necesidad de ser conscientes y compartir esa consciencia con las personas que elijamos.