Gestionar crisis nunca ha sido fácil, sobre todo las que por su magnitud o complejidad nos sitúan en escenarios que no habíamos pisado. Lo cierto es que tenemos entre manos una pandemia que producirá devastadores efectos económicos, políticos y sociales, aunque paradójicamente no se puede considerar un riesgo mayor para cada ciudadano que utilizar su coche. Esta dificultad para separar riesgos y efectos poblacionales e individuales hacen que en paralelo a la pandemia vírica se extienda otra de igual calado basada en el miedo.
Es el miedo social el que está condicionando el traspaso de liderazgo desde los expertos a los políticos con consecuencias que serán evidentes a toro pasado. De momento estamos en manos de dirigentes políticos que se ven en la obligación de tomar medidas.
En el actual escenario de confinamiento nacional será imprescindible evitar que el propio sistema sanitario se convierta en foco de contagio. Esto implica vaciar en lo posible hospitales y centros de salud. Las medidas iniciales son evitar visitas a hospitales o acompañantes a centros de salud, salvo de menores o personas dependientes. La siguiente posponer operaciones y consultas.
Lo deseable es que las próximas dos semanas los centros de salud estén lo más vacíos posible. Esto implicará un gran esfuerzo de organización para potenciar al máximo la telemedicina: asistencia telefónica, correo electrónico, mensajería instantánea y videoconferencia. Pero ¿estamos preparados para esto?
La pasada semana el centro de salud de Soto Del Real al que pertenezco consiguió tener las salas de espera vacías gracias al uso intensivo del teléfono. Se llamó a todos los pacientes citados para escuchar y valorar sus necesidades y problemas. De esta forma toda la actividad burocrática y administrativa se hizo de forma no presencial y se pudo dar información y consejos de autocuidados a una gran mayoría que de esta forma no tuvo necesidad de moverse de su domicilio. Aquellos casos que requerían una valoración presencial fueron o bien invitados a acudir al centro de salud o visitados a domicilio.
En el propio centro se creo un circuito para pacientes con problemas de aparato respiratorio y otro para el resto de cuestiones separados físicamente y gestionados por una enfermera de triaje encargada de que no se produjeran aglomeraciones ni situaciones potencialmente peligrosas. Se establecieron turnos con participación de administrativos o médicas pero liderados en todo momento por las enfermeras que de forma voluntaria asumieron esta responsabilidad.
El problema es que para hacer telemedicina salvo el teléfono no tenemos nada más. Y el teléfono de centralita del centro produce número largos que mucha gente no contesta. De momento los centros de salud no disponen de teléfono móvil que permita comunicación por mensajería instantánea y los profesionales solemos ser celosos a la hora de compartir el número personal para menesteres laborales. Eso no quiere decir que no lo usemos puntualmente o que podamos enmascarar la llamada (escribiendo #31# delante del teléfono del paciente que estemos llamando).
Lo que sí tenemos disponible en el centro es un ordenador adaptado para videoconferencia con cámara y micrófono. Faltaría implementar la cultura de organización para usarlo en aquellas situaciones que puedan requerir una teleconsulta con imagen del paciente.
Sobre mensajería instantánea tal vez se pudieran probar números de teléfono virtuales para ser usados desde ordenadores de sobremesa para este fin, pero dadas las dificultades que se han tenido para usar correo electrónico con pacientes creo que seguimos sin cultura de organización que facilite este canal.
La telemedicina también implicaría la posibilidad de teletrabajo facilitando que el profesional sanitario pudiera acceder en remoto a su propio ordenador bien por que que esté haciendo una cuarentena, por flexibilizar horario por conciliación familiar o por otras razones. Bastaría disponer de un permiso y un software adecuado. De momento pese a ser técnicamente posible (y barato) no es contemplado por los gestores.
Si asumimos que estamos en una situación epidémica que afectará a la mayor parte de la población con cuadros leves hemos de asumir que la mayoría de los sanitarios también se afectarán. Si el sistema sanitario no responde con flexibilidad habrá problemas.
Por eso me parece importante hacer un esfuerzo para proveer de herramientas de telemedicina a los profesionales. Hacen falta medios de protección y recursos humanos y materiales pero también ingenio y coraje para superar inercias y problemas administrativos.
Telemedicine, pandemics and primary health care
Managing crises has never been easy, especially those that, due to their magnitude or complexity, place us in scenarios that we had not trod before. The truth is that we have a pandemic on our hands that will produce devastating economic, political and social effects, although paradoxically this cannot be considered a greater risk for each citizen than using their car. This difficulty in separating population and individual risks and effects means that, in parallel to the viral pandemic, another one of equal importance is spreading, based on fear.
It is social fear that is conditioning the transfer of leadership from experts to politicians with consequences that will be evident in the future. At the moment we are in the hands of political leaders who are obliged to take action.
In the current scenario of national confinement, it will be essential to prevent the health system itself from becoming a focus of contagion. This implies emptying hospitals and local clinics as much as possible. The initial measures are to avoid visits to hospitals or accompanying persons to health centres, except for minors or dependent persons. The following postpone operations and consultations.
It is desirable that the next two weeks the health centres be as empty as possible. This will imply a great organizational effort to maximize telemedicine: telephone assistance, e-mail, instant messaging and videoconferencing. But are we ready for this?
Last week the health centre in Soto Del Real to which I belong managed to have the waiting rooms empty thanks to the intensive use of the telephone. All patients were called in to listen and assess their needs and problems. In this way, all the bureaucratic and administrative activity was done in a non-presential way and it was possible to give information and advice on self-care to a great majority who thus did not need to move from their homes. Those cases that required an in-person assessment were either invited to the health centre or visited at home.
At the centre itself, a circuit was created for patients with respiratory system problems and another for the rest of the issues, which were physically separated and managed by a triage nurse who was responsible for ensuring that no crowds or potentially dangerous situations occurred. Shifts were established with the participation of administrative or medical staff but led at all times by nurses who voluntarily assumed this responsibility.
The problem is that to do telemedicine except for the telephone we have nothing else. And the center's switchboard phone produces long numbers that many people do not answer. At the moment the health centres do not have a mobile phone that allows communication by instant messaging and we professionals tend to be protect our privacity when it comes to sharing our personal number for work purposes. This does not mean that we do not use it punctually or that we can mask the call (by writing #31# before the patient's phone that we are calling).
What we do have available at the center is a computer adapted for video conferencing with camera and microphone. It would be necessary to implement the organizational culture to use it in those situations that may require a teleconsultation with image of the patient.
Regarding instant messaging, perhaps virtual telephone numbers could be tried out for use from desktop computers for this purpose, but given the difficulties we have had in using e-mail with patients, I think we still do not have an organizational culture that facilitates this channel.
Telemedicine would also imply the possibility of teleworking, making it easier for health professionals to access their own computers remotely, either because they are in quarantine, because they are making their hours more flexible for family reasons or for other reasons. It would be sufficient to have a permit and appropriate software. At the moment, although it is technically possible (and cheap), it is not contemplated by the managers.
If we assume that we are in an epidemic situation that will affect the majority of the population with mild cases, we must assume that the majority of health care providers will also be affected. If the health system does not respond flexibly there will be problems.
That is why I think it is important to make an effort to provide professionals with telemedicine tools. We need means of protection and human and material resources, but we also need inteligence and courage to overcome administrative inertia and other problems.
遠程醫療,大流行病和初級衛生保健
自動翻譯,對不起。
處理危機從未如此簡單,特別是由於危機的嚴重性或複雜性,使我們處於我們以前從未遇到過的情況中。事實是,我們手頭上有一場大流行病,這將產生毀滅性的經濟,政治和社會影響,儘管自相矛盾的是,與每個人乘坐汽車相比,這不能說對每個公民來說都是更大的風險。分離人群和個人風險與後果的這種困難意味著,與病毒大流行並行的是,基於恐懼,另一個同樣重要的問題正在蔓延。
社會恐懼正在限制領導者從專家到政客的轉移,其後果將在未來顯而易見。目前,我們處於必須採取行動的政治領導人的手中。
在目前的國家禁閉情況下,必須防止衛生系統本身成為傳染的焦點。這意味著要盡可能清空醫院和當地診所。最初的措施是避免未成年人或受撫養人以外的人去醫院或陪同人員去保健中心。以下推遲操作和諮詢。
希望在接下來的兩個星期內,衛生中心盡可能地空著。這將意味著為最大化遠程醫療而付出的巨大組織努力:電話協助,電子郵件,即時消息傳遞和視頻會議。但是我們準備好了嗎?
上週,由於電話的大量使用,我所屬的索托德爾雷亞爾醫療中心設法將候診室排空。所有患者都被要求傾聽並評估他們的需求和問題。這樣,所有的官僚和行政活動都是以非代表方式進行的,因此有可能向絕大多數不需要搬家的人提供有關自我保健的信息和建議。那些需要親自評估的病例要么被邀請到保健中心,要么在家中探訪。
在中心本身,為有呼吸系統問題的患者創建了一個巡迴賽,並為其餘問題創建了另一個巡迴賽,這些巡迴賽由分診護士進行物理隔離和管理,由分診護士負責確保沒有發生人群或潛在危險情況。輪班是在行政或醫務人員的參與下建立的,但始終由自願承擔此項責任的護士領導。
問題在於除了電話以外,我們還沒有其他東西可以進行遠程醫療。中心的總機電話會產生很多人不接的長號。目前,衛生中心沒有允許通過即時消息進行通信的手機,在出於工作目的共享我們的個人號碼時,我們的專業人員傾向於保護我們的隱私。這不是我