jueves, 20 de octubre de 2022
Todo arde (en Atención Primaria). Everything burns (in Primary Care). 一切烧伤(在初级保健中)
domingo, 16 de octubre de 2022
¿Por qué peligran los servicios de urgencia de Madrid? Why are Madrid's emergency services in danger? 为什么马德里的紧急服务处于危险之中?
Foto de @RuizSusiKiu en una concentración frente a la Consejería de sanidad esta semana.
La situación de los servicios de urgencia rurales y de Atención Primaria de Madrid vive su peor crisis. La Consejería de Sanidad ha puesto encima de la mesa una propuesta que empeora mucho las condiciones laborales de sus profesionales, aumentado horas de trabajo, número de jornadas y turnos, suprimiendo libranzas y cambiando lugar y puesto de trabajo en muchos casos. Los sindicatos se han levantado de la mesa de negociación por haber sido ignorados y amenazan huelga, algo que médicos y enfermeras aborrecen por la dificultad de plantearla con los servicios mínimos abusivos que se impondrán.
Venimos de una situación precaria, la Consejería cerró los centros de urgencias de Atención Primaria (SUAP) durante la pandemia destinando sus médicos al Hospital Zendal y a las unidades de Atención Domiciliaria provisionales. Quedaron abiertos únicamente los servicios de atención rural (SAR) que se vieron sobrecargados por asumir en parte el volumen de urgencias que no se atendían en los SUAP. Ahora quieren volver a refundirlo todo en un nuevo sistema en el que siguen faltando profesionales y con condiciones de trabajo peores. ¿Qué va a pasar?:
- Habrá huelga.
- Los profesionales se terminarán marchando del servicio.
- El servicio se precarizará todavía más o se cerrará en muchos casos.
- Probablemente se termine obligando a la ya sobrecargada plantilla de los centros de salud a asumir turnos extra.
- Se sobrecargarán las urgencias de hospital.
- La ciudadanía se quedará con menos servicios cerca de ella y tendrá que desplazarse más lejos y esperar más.
Y las elecciones a seis meses vista, no duden en que la actual Consejería prometerá algún hospital nuevo (en la sierra norte, donde lo que faltan son mejores servicios de urgencia rural y de Atención Primaria) o nuevos centros de salud (sin aumento de efectivos). Lamentablemente de momento los ladrillos no saben atender al ciudadano.
Durante la pandemia se debilitó la Atención Primaria de Madrid en lugar de reforzarla y desgraciadamente esa sigue siendo la política. ¿Se puede permitir Madrid tener una sanidad pública agonizante?
El trato a los profesionales x parte d @SaludMadrid, @IdiazAyuso @eruizescudero,cuyo remate es el nuevo plan d "urgencias" extrahospitalarias: no cuentan con ellos, cambian sus condiciones laborales, horarios y retribuciones, ⬆️su carga de trabajo (ya en el límite): así acaban.. pic.twitter.com/oCbP6ZxI5j
— Médicos y Pediatras de Atención Primaria de Madrid (@apsemueve) October 17, 2022 font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 27.2px; text-size-adjust: auto;">Why are Madrid's emergency services in danger?
The situation of Madrid's rural and primary care emergency services is going through its worst crisis ever. The Regional Ministry of Health has put on the table a proposal that greatly worsens the working conditions of its professionals, increasing working hours, number of working days and shifts, eliminating time off and changing the place and position of work in many cases. The unions have walked out of the negotiating table because they have been ignored and are threatening strike action, something that doctors and nurses abhor because of the difficulty of proposing it with the abusive minimum services that will be imposed.
We come from a precarious situation, the Regional Ministry closed the primary care emergency centres (SUAP) during the pandemic, assigning its doctors to the Zendal Hospital and the provisional home care units. Only the rural care services (SAR) were left open, which were overloaded by taking on part of the volume of emergencies that were not attended to in the SUAPs. Now they want to recast everything in a new system in which there is still a lack of professionals and worse working conditions. What is going to happen?
1. There will be a strike.
2. The professionals will end up leaving the service.
3. The service will become even more precarious or will be closed in many cases.
4. The already overburdened staff of the health centres will probably end up being forced to take on extra shifts.
5. Hospital emergency departments will be overloaded.
6. Citizens will be left with fewer services close to them and will have to travel further and wait longer.
And with the elections six months away, no doubt that the current Regional Ministry will promise a new hospital (in the northern highlands, where what is lacking are better rural emergency services and primary care) or new health centres (with no increase in staff). Unfortunately, for the moment the bricks do not know how to serve the citizen.
During the pandemic Madrid's primary health care was weakened instead of strengthened and unfortunately this is still the policy. Can Madrid afford to have a dying public health system?
为什么马德里的紧急服务处于危险之中?
自动翻译,抱歉有错误。
马德里的农村和初级医疗急救服务的情况正在经历有史以来最严重的危机。地区卫生部提出了一项提案,大大恶化了其专业人员的工作条件,增加了工作时间、工作日和轮班数,取消了休息时间,并在许多情况下改变了工作地点和位置。工会已经走出了谈判桌,因为他们被忽视了,并威胁要采取罢工行动,这是医生和护士所憎恶的,因为在即将实施的滥用最低服务的情况下,很难提出罢工。
我们来自一个不稳定的情况,地区部在大流行期间关闭了初级保健急救中心(SUAP),将其医生分配到Zendal医院和临时家庭护理单位。只有农村护理服务(SAR)是开放的,由于承担了部分没有在SUAPs中得到处理的紧急情况,这些服务已经超负荷。现在他们想在一个新的系统中重铸一切,在这个系统中仍然缺乏专业人员,工作条件更差。 会发生什么呢?
1.将有一次罢工。
2. 专业人士最终会离开服务。
3. 服务将变得更加不稳定,或者在许多情况下将被关闭。
4. 卫生中心已经负担过重的工作人员最终可能会被迫承担额外的班次。
5. 医院急诊科将超负荷运转。
6. 公民们在他们附近得到的服务将减少,他们将不得不去更远的地方,等待更长时间。
还有6个月就要选举了,毫无疑问,目前的地区部将承诺建立一所新的医院(在北部高地,那里缺少的是更好的农村急救服务和初级保健)或新的保健中心(但不增加工作人员)。不幸的是,就目前而言,砖头不知道如何为公民服务。
在大流行期间,马德里的初级卫生保健被削弱而不是加强,不幸的是,这仍然是一项政策。 马德里能够承受一个垂死的公共卫生系统吗?
domingo, 9 de octubre de 2022
La esclavitud del algoritmo. Slavery to the algorithm. 算法的奴役性
Es arriesgado depender de algo que no controlas. Lo sabemos pero no hacemos caso y con frecuencia nos escurrimos por pendientes resbaladizas que nos meten en problemas. Hoy vamos todos por la vida con un móvil en el bolsillo. Cada vez delegamos más cosas en él. Empezamos guardando la agenda telefónica, luego las fotos, más tarde vídeos, las cuentas bancarias, las compras, la agenda social, las comunicaciones personales, los datos biométricos y de salud…
La herramienta nos da poder a cambio de datos personales, esto va a cambiar. El hilo inicial se convirtió en soga y la soga mutará a cadena antes de lo que pensamos. Se nos va a exigir conducta, se nos va exigir sumisión. Donde más fácilmente se ve es al comparar los algoritmos de las diferentes redes sociales industriales. Cada una de ellas prima una serie de parámetros y otorga más visibilidad a determinados perfiles o contenidos y menos a otras que no los cumplen. Si quieres ser popular tienes que entrar por el aro, en caso contrario no te conocerá ni el vecino. Cada vez será más común pagar por visibilizarnos, invertir en auto publicidad por un lado y aceptar el código de conducta que nos impongan para producir el contenido, visibilizar los datos personales o compartir las acciones que el algoritmo nos vaya pidiendo, al principio de forma genérica para después pasar a modalidades más personalizadas.
Vamos hacia un mundo donde la socialización precise de ayudas digitales, desde para formar un grupo de adolescentes, ligar, buscar pareja o encontrar alguien para hablar. Y cada vez será más fácil, aunque el verdadero precio del asunto quede velado y no se muestre a las claras. Ya les adelanto que no será barato, pagar con información personal nos hace vulnerables y entrega nuestras manos para que sean amarradas con cadenas. Si el algoritmo termina conociéndonos mejor que nuestras madres imaginen lo que podrá hacer con nosotros. No es distopía, es lo que hay.
sábado, 8 de octubre de 2022
Salud mental en la tierra media. Mental Health in Middle-earth. 中土世界的心理健康
Morfydd Clark cátegorizada de Galadriel. Crédito: Ben Rothstein / Prime Video
Tolkien creó con su imaginación una mitología y la situó en un lugar donde se enfrentaban diversas fuerzas e intereses. Pero si lo miramos bien tras el trasfondo épico se escondía la eterna lucha de contrarios que los seres humanos llevan experimentando desde el paleolítico. El bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, la salud contra la enfermedad…
Hoy nuestro mundo es quizá más sofisticado pero nuestras necesidades, deseos y pasiones no distan mucho de los que viven los personajes de la tierra media. Nos enfrentamos a retos similares, a todos nos toca enfrentarnos con el mismo señor oscuro. Permítanme llamarlo Malestar y ponerle mayúscula.
El malestar siempre ha estado vinculado a la vida corriente. Nuestros antepasados lo experimentaron en grado sumo en sus viajes y aventuras. Pasaron mucha hambre, padecieron muchas enfermedades, frío, ataques de animales salvajes o de otros congéneres, también guerra y sus desmanes.
Si el malestar era pequeño, una rozadura en un pie sin zapato, un sabañón, una pequeña herida, una diarrea, no se hacía absolutamente nada. Si era más importante quizá se hiciera algo y si era muy intenso habitualmente te acababa matando y así terminaba el problema. No había muchas complicaciones, la muerte se asumía como consustancial a la vida y se integraba en esta. Se lloraban los muertos pero se tiraba para adelante, no se derrochaba en dramatismo, la vida era muy dura.
Hoy las cosas han cambiado. Nuestra sociedad entroniza el luminoso bienestar y trata de esconder la oscura muerte, minimizar la enfermedad y expatriar el Malestar. Los locos y moribundos, se quitan del medio, los decesos son tratados con la máxima higiene y se alejan de niños y personas sensibles.
Por otro lado la sociedad ha cambiado enormemente de un modelo industrial opresivo a otro postindustrial auto explotador, donde cada vez la presión por ser más eficiente se delega en cada cual, aumentando las horas de trabajo y la exigencia del mismo. La conciliación es imposible para muchos y mantener una vida privada y familiar de calidad cada vez es más difícil. Las relaciones familiares y personales sufren con regímenes laborales que explotan y agotan a individuos que llegan sin energía a sus hogares.
Una de cada cuatro personas que acude a un médico de familia lo hace por sentirse agobiado, nervioso, sin ánimo o sin fuerzas. La oscuridad de Mordor crece sin parar y el Malestar extiende su dominio con mano de hierro.
Es verdad que los Elfos pueden capearlo mejor gracias a su elevado estrato social, sus mejores condiciones de vida y su desahogada situación económica y quizá los Enanos en sus minas o algunos en sus comarcas no noten mucho la opresión. Pero al final a todos los afecta el chapapote emocional que va a ir a más en cuanto el cambio climático u otras desgracias condicionen nuevas catástrofes que globalicen nuevas olas de pandemia, carestía o penalidades.
Lo que parece que como sociedad hemos olvidado es tanto el verdadero significado del malestar como su trascendencia. Nos hemos empeñado en una cruzada inganable contra él por cuanto la sombra jamás desaparece del todo cuando hay luz y cuando no la hay reina en el mundo. ¿Para qué sirve la oscuridad? Me preguntaba mi hija de cinco años esta semana, ¿para qué sirve el malestar? Pregunto yo. Y las respuestas tienen que ver con su opuestos, dado que tanto luz y oscuridad como bienestar y malestar son inseparables. El malestar nos sirve para saber lo que es el bienestar y agradecerlo cuando lo disfrutamos. Nos permite detectar lo que no marcha bien y nos da la oportunidad de hacer algo al respecto. Nos avisa cuando nuestra vida se dirige a un precipicio o se ha acercado mucho a algo que quema.
Cualquier vehículo viene de fábrica con indicadores visuales y sonoros que avisan si vamos mal de aceite, el motor se ha calentado, o fallan los frenos. Esas lucecitas rojas o pitidos agudos son insufribles pero tienen gran valor. Nos permiten actuar y evitar males mayores. A nadie se le ocurre golpearlos con un martillo cuando aparecen para que dejen de molestar. Hoy quizá estemos algo huérfanos de formas de manejar los malestares asociados al estilo de vida dado que ese mismo estilo de vida nos anima a ignorarlos y mirar a otro lado. “Ponga un poco más de distracción en su vida y siga adelante” parecen decirnos. Pero vemos que con malestares grandes no nos sirven de nada las series de televisión, los vídeos y tontunas de las redes sociales, ni la música que nuestras pantallas y auriculares no dejan de servirnos.
Marta Carmona y Javier Padilla en su libro Malestamos nos comparten la tesis de que ante el malestar que amenaza nuestra salud mental es necesario ir más allá del enfoque individual (psicoterapia o sindicato) y tomar medidas políticas y sociales que incidan en las causas directas de los diversos malestares y en las causas de las causas que suelen ser sociales o estructurales. Coincido con ellos pero me parece muy difícil implementarlo en una coyuntura que sacraliza la individualidad, la “libertad” y el vaya usted a lo suyo y no se meta en líos. Probablemente la toma de conciencia de que en solitario somos muy vulnerables y unidos más resistentes pueda servir para que como ciudadanos de a pie prioricemos de nuevo un tejido familiar y de barrio que nos arrope y pueda arropar a otros, más allá de las frías redes sociales industriales que nos disgregan y atontan. No creo que esta línea de actuación se pueda implantar desde arriba, aunque es cierto que hay políticas que lo pueden favorecer como que hay otras que lo dificultan.
Como médico de familia me enfrento cada día con personas hundidas por el Malestar. Algunas por sus dolores, enfermedades crónicas o problemáticas afectivas o familiares, otras por la sobrecarga del trabajo, el cuidado de terceros o la impotencia de llevar una vida personal digna. Ofrezco escucha, que con frecuencia es exigua, y una perspectiva que trata de facilitar que el paciente entienda lo que pasa y le permita hacer los ajustes que considere. En un porcentaje de casos ofrezco medicación o psicoterapia. En la mayoría que se desahoguen solos o en compañía y se den permiso para abrir líneas de expresión narrativas que sean de su talla. A veces les mando al abogado o al sindicato. Otras les doy de baja. Es frecuente que lo haga todo a la vez. Pero mi sensación es la del que tapa agujeros en la bodega de un barco que se hunde por mil vías de agua. No damos abasto. Tampoco las unidades de salud mental con las que trabajamos. Porque la solución al problema no puede ser sanitaria. No todo el malestar es problema de salud mental.
Y en estas estamos cuando de repente explota un volcán en la tierra media y lo llena todo de humo y cascotes. Y vamos a catástrofe por mes para aderezar una situación que ya está calentita de por si. Más ceniza de miedo y agobio para el personal y las pantallas a escupir estopa por una explosión en un puente ruso o un nuevo huracán haciendo de las suyas.
A mis pacientes les invito a apagar pantallas y salir a pasear. Dirán que soy un rancio y que mi método es muy anticuado, tendrán razón. Pero a lo mejor se relajan un poco por el bosque y se encuentran a alguien y le dan los buenos días o se ponen a hablar. Por algún sitio hay que empezar.
Mental Health in Middle-earth Tolkien's imagination created a mythology and set it in a place where diverse forces and interests clashed. But if you look at it closely, behind the epic backdrop lay the eternal struggle of opposites that humans have been experiencing since the Palaeolithic era. Good against evil, light against darkness, health against disease.... Today our world is perhaps more sophisticated, but our needs, desires and passions are not very different from those experienced by the characters of Middle Earth. We face similar challenges, we all have to deal with the same dark lord. Let me call it malaise and capitalise it. Discomfort has always been linked to ordinary life. Our ancestors experienced it to the highest degree in their travels and adventures. They went hungry, suffered many diseases, cold, attacks by wild animals or other fellow creatures, as well as war and its excesses. If the ailment was small, a scrape on a foot without shoes, a chilblain, a small wound, a diarrhoea, absolutely nothing was done. If it was more important, maybe something was done, and if it was very intense, it usually ended up killing you and that was the end of the problem. There were not many complications, death was assumed as consubstantial to life and was integrated into it. People mourned the dead but they moved on, they didn't waste their time on drama, life was very hard. Today things have changed. Our society enthroned the luminous wellbeing and tries to hide the dark death, minimise illness and expatriate malaise. The insane and the dying are taken out of the way, the dead are treated with the utmost hygiene and are kept away from children and sensitive people. On the other hand, society has changed enormously from an oppressive industrial model to a self-exploitative post-industrial one, where the pressure to be more efficient is increasingly delegated to everyone, increasing working hours and work demands. Work-life balance is impossible for many and maintaining a quality private and family life is increasingly difficult. Family and personal relationships suffer under work regimes that exploit and exhaust individuals who arrive home drained of energy. One in four people who visit a family doctor do so because they feel overwhelmed, nervous, discouraged or drained. The darkness of Mordor grows relentlessly and the Malaise extends its iron grip. It is true that the Elves can weather it better thanks to their higher social status, their better living conditions and their comfortable economic situation, and perhaps the Dwarves in their mines or some in their counties do not feel the oppression much. But in the end, they are all affected by the emotional oil spill that will increase as climate change or other disasters bring new catastrophes that will globalise new waves of pandemics, famine or hardship. What we as a society seem to have forgotten is both the true meaning of malaise and its transcendence. We have engaged in an unwinnable crusade against it because the shadow never completely disappears when there is light and when there is no light it reigns in the world. What is the point of darkness? My five year old daughter asked me this week, what is discomfort for? I ask. And the answers have to do with their opposites, since both light and darkness and wellbeing and discomfort are inseparable. Discomfort helps us to know what well-being is and to be grateful for it when we enjoy it. It allows us to detect what is wrong and gives us the opportunity to do something about it. It warns us when our life is heading for a cliff or has come too close to something that burns. Every vehicle comes from the factory with visual and audible indicators that warn us if we're running low on oil, the engine has overheated, or the brakes are failing. Those little red lights or high-pitched beeps are unbearable but invaluable. They allow us to take action and avoid greater evils. Nobody would think of hitting them with a hammer when they appear to stop them from bothering us. Today we may be somewhat orphaned of ways to deal with lifestyle discomforts because that same lifestyle encourages us to ignore them and look the other way. "Put a little more distraction in your life and move on" we seem to be told. But we see that with major ailments we have no use for TV series, videos and social media nonsense, nor for the music that our screens and headphones never fail to serve us. Marta Carmona and Javier Padilla in their book Malestamos share with us the thesis that in the face of the malaise that threatens our mental health it is necessary to go beyond the individual approach (psychotherapy or trade union) and take political and social measures that have an impact on the direct causes of the various malaises and on the causes of the causes, which are usually social or structural. I agree with them, but it seems to me very difficult to implement this in a situation that sacralises individuality, "freedom" and "do your own thing and stay out of trouble". Probably the realisation that alone we are very vulnerable and united we are more resistant can help us as ordinary citizens to prioritise once again a family and neighbourhood fabric that can shelter us and can shelter others, beyond the cold industrial social networks that disintegrate and dumb us down. I do not believe that this line of action can be implemented from above, although it is true that there are policies that can favour it, just as there are others that hinder it. As a family doctor, I am confronted every day with people who are plagued by malaise. Some because of their pain, chronic illnesses or emotional or family problems, others because of work overload, caring for others or the impotence of leading a dignified personal life. I offer listening, which is often lacking, and a perspective that tries to make it easier for the patient to understand what is happening and to allow them to make adjustments as they see fit. In a percentage of cases I offer medication or psychotherapy. In the majority I let them vent alone or in company and give them permission to open up narrative lines of expression that are their own size. Sometimes I send them to a lawyer or a union. Sometimes I discharge them. Often I do it all at once. But my feeling is that of someone who plugs holes in the hold of a ship that is sinking through a thousand leaks. We can't cope. Neither can the mental health units we work with. Because the solution to the problem cannot be sanitary. Not all discomfort is a mental health problem. And this is where we are when suddenly a volcano explodes in the middle earth and fills everything with smoke and debris. And we have one catastrophe per month to add spice to a situation that is already hot in itself. More ashes of fear and anxiety for the staff, and the screens will be spitting out the smoke from an explosion on a Russian bridge or a new hurricane doing its thing. I invite my patients to turn off the screens and go for a walk. They'll say I'm old-fashioned and my method is very old-fashioned, and they'll be right. But maybe they will relax a bit in the woods and meet someone and say good morning or start talking. You have to start somewhere.
中土世界的心理健康 机器翻译,抱歉有任何错误。 托尔金用他的想象力创造了一个神话,并把它设定在一个各种力量和利益冲突的地方。但如果我们仔细观察,在史诗般的背景背后是人类自旧石器时代以来一直在经历的永恒的对立斗争。善良对抗邪恶,光明对抗黑暗,健康对抗疾病.... 今天,我们的世界也许更加复杂,但我们的需求、欲望和激情与中土世界的人物所经历的没有什么不同。我们面临着类似的挑战,我们都要面对同样的黑暗主宰。让我称其为萎靡不振,并将其大写。 不舒服总是与普通生活联系在一起。我们的祖先在他们的旅行和冒险中体验到了它的最高程度。他们挨饿,遭受许多疾病、寒冷、野生动物或其他生物的攻击,以及战争和其过度行为。 如果是小病,不穿鞋的脚上的擦伤、冻疮、小伤口、腹泻,绝对不会做什么。如果是比较重要的事情,也许会做一些事情,如果是非常激烈的事情,通常最后会杀死你,这就是问题的结局。没有太多的并发症,死亡被认为是与生命同在的,并被融入其中。人们哀悼死者,但他们继续前进,他们没有把时间浪费在戏剧上,生活非常艰难。 今天,事情已经发生了变化。我们的社会崇尚光明的福祉,并试图掩盖黑暗的死亡,尽量减少疾病和外籍人士的萎靡。精神病患者和垂死的人被带离,死者被以最卫生的方式处理,并远离儿童和敏感人士。 另一方面,社会已经发生了巨大的变化,从压迫性的工业模式变成了自我剥削的后工业模式,提高效率的压力越来越多地下放给每个人,增加了工作时间和工作要求。对许多人来说,工作与生活的平衡是不可能的,维持高质量的私人和家庭生活也越来越困难。家庭和个人关系在工作制度下受到影响,这些制度剥削和耗尽了个人的精力,使他们回到家时精力不济。 去看家庭医生的人中有四分之一是因为他们感到不知所措、紧张、灰心或疲惫。魔多的黑暗无情地增长,恶灵扩大了它的铁钳。 诚然,精灵们可以更好地承受,因为他们有更高的社会地位,更好的生活条件和更好的经济状况,也许在矿区的矮人或在他们的郡里的一些矮人并不怎么感到压迫。但最终,他们都会受到情绪化的石油泄漏的影响,随着气候变化或其他灾难带来新的灾难,这些灾难将使新的大流行病、饥荒或困苦的浪潮全球化。 作为一个社会,我们似乎已经忘记了萎靡不振的真正含义和它的超越性。我们对它进行了一场打不赢的讨伐,因为当有光的时候,阴影永远不会完全消失,而当没有光的时候,它就会统治世界。 黑暗的意义是什么?我五岁的女儿这周问我,不舒服是为了什么?我问。而答案与它们的对立面有关,因为光明与黑暗、安康与不安康都是不可分割的。不舒服有助于我们了解什么是幸福,并在享受幸福时对它心存感激。它使我们能够发现什么是错的,并给我们机会去做一些事情。当我们的生活正在走向悬崖,或者已经太接近于燃烧的东西时,它就会警告我们。 每辆汽车在出厂时都有视觉和听觉指示器,如果我们的机油不足,发动机过热,或刹车失灵,这些指示器会向我们发出警告。那些小红灯或高亢的蜂鸣声让人难以忍受,但却非常宝贵。它们使我们能够采取行动,避免更大的罪恶。当他们出现时,没有人会想到用锤子打他们,以阻止他们骚扰我们。今天,我们可能在处理生活方式不适的方法上有些孤陋寡闻,因为同样的生活方式鼓励我们忽视它们,视而不见。我们似乎被告知,"在你的生活中多放一点注意力,然后继续前进"。但我们看到,有了重大疾病后,我们对电视剧、视频和社交媒体上的胡言乱语没有任何用处,对屏幕和耳机上的音乐也从不吝啬地为我们服务。 Marta Carmona和Javier Padilla在他们的《Malestamos》一书中与我们分享了这样一个论点:面对威胁我们心理健康的弊病,有必要超越个人的方法(心理治疗或工会),采取对各种弊病的直接原因和原因的影响的政治和社会措施,而这些原因通常是社会或结构性的。我同意他们的观点,但在我看来,在一个将个性、"自由 "和 "做自己的事,不惹麻烦 "神圣化的情况下,要落实这一点非常困难。也许意识到单独的我们非常脆弱,而团结的我们更有抵抗力,可以帮助我们作为普通公民再次优先考虑家庭和邻里的结构,可以庇护我们,也可以庇护其他人,超越冰冷的工业社会网络,使我们瓦解和哑忍。我不认为这种行动路线可以从上面实施,尽管确实有一些政策可以有利于它,正如有一些政策阻碍它一样。 作为一名家庭医生,我每天都要面对那些被萎靡不振困扰的人。有些人是因为他们的疼痛、慢性病或情感或家庭问题,有些人是因为工作负担过重、照顾他人或无力过上有尊严的个人生活。我提供倾听,这往往是缺乏的,并提供一种观点,试图使病人更容易理解正在发生的事情,并允许他们做出他们认为合适的调整。在一部分情况下,我提供药物治疗或心理治疗。在大多数情况下,我让他们单独或在公司里发泄,并允许他们开辟属于他们自己规模的叙述性表达渠道。有时我把它们送到律师或工会那里。有时我让他们退役。通常我都是一次做完。但我的感觉就像有人在一艘因千疮百孔而沉没的船上堵住了洞。我们无法应付。与我们合作的心理健康单位也不能这样做。因为解决这个问题的办法不可能是卫生的。并非所有的不适都是心理健康问题。 而这就是我们所在的地方,突然间,一座火山在中土爆炸,让一切都充满了烟雾和碎片。而我们每个月都有一次灾难,为本身已经很热的情况增加调味品。对工作人员来说,更多的是恐惧和焦虑的灰烬,屏幕上将会吐出俄罗斯大桥上的爆炸或新的飓风所带来的烟雾。 我邀请我的病人关掉屏幕,出去走走。他们会说我很老套,我的方法很老套,他们是对的。但也许他们会在树林里放松一下,遇到有人说早安或开始交谈。你必须从某个地方开始。
miércoles, 28 de septiembre de 2022
La cuadratura del círculo sanitario. The squaring of the healthcare circle. 摆平健康圈。
La Atención Primaria madrileña sufre una situación de limitación de recursos y sobrecarga crónica de desenlace incierto. La presión asistencial es cada vez mayor en numerosos equipos que ven con desesperación como las ausencias de personal aumentan sin cesar en un horizonte sin refuerzos ni líneas de mejora creíbles mientras los pacientes esperan cada día más a ser atendidos. Los responsables de gestión reciben a su vez presiones del político de turno para reducir listas de espera y mejorar la accesibilidad pero es imposible deshacer el embrollo sin mojarse con aumentos de presupuesto o reformas estructurales que nadie se atreve a acometer. La última ocurrencia de la gerencia de Atención Primaria madrileña es crear “agendas de rebosamiento” en las que un médico asume ese día todos los pacientes “sin cita” que acudan al centro de salud. Lo que se traduce en el “más madera” de aquella película de los hermanos Marx en la que alimentaban la máquina de vapor del tren con la madera de los vagones del mismo. El problema es que nos estamos quedando sin tablas, ya no queda nada que quemar. Aumentar el número de pacientes vistos disminuyendo tiempos de visita y calidad de asistencia, destruyendo la longitudinalidad y maltratando a los profesionales tal vez sea una opción a corto plazo, pero no es mantenible.
No entraré en la cuestión de si es necesario subir o bajar impuestos dada la alta carga demagógica del aserto y el elevado contenido emocional que suele acompañar a quien defiende una u otra opción. Más bien animaré la reflexión sobre de qué forma la sociedad puede ayudar a que su sanidad pública no colapse, los gestores y políticos a plantear líneas de actuación reales y los profesionales a mantener el tipo en lo posible. La ciudadanía es quizá la única que tiene la sartén por el mango, sin saberlo. Primero necesita conocer el verdadero diagnóstico del caso: shock hipovolémico, es decir insuficiencia circulatoria por pérdida de fluidos vitales (económicos y de recursos humanos). Segundo admitir el pronóstico: el caso tiene muy mala pinta. Tercero asumir el tratamiento y su coste: medidas de cuidados intensivos que requieren reformas severas e inversión millonaria. En caso de no asumir la factura la sanidad terminará convertida en zombi, una organización ni muerta ni viva que seguirá funcionando con cada vez menos vida en las venas. Los telediarios deberían recordarnos a diario que en 5 años un 25% de los médicos de familia de este país se jubilarán. Y no habrá renovación, los más jóvenes cada vez eligen destinos en otros países o en puestos no tan sobrecargados. Si seguimos sin hacer nada lo que seguro habrá que asumir es que cuando llegue la hora de la ancianidad o la enfermedad todos lo pasaremos peor, los que tengan menos recursos más.
lunes, 26 de septiembre de 2022
Reflexiones sobre el fracaso en el mundo sanitario. Reflections on failure in the healthcare world. 对医疗界失败的反思
Publico hoy en la página de la Gestió importa un artículo sobre el fracaso. Con la que está cayendo pienso que puede ser de ayuda tomar conciencia de las posibles sombras para valorar y agradecer las luces. En un mundo como el nuestro tan reacio a asumir errores y fracasos perdemos la posibilidad de aprender de ellos y ayudarnos para corregir rumbos o enmendar heridas. Espero les resulte de utilidad.
Tener una residente en la consulta
implica más trabajo, pero tiene ventajas. Una de ellas es estimular la
reflexión y la toma de conciencia del tutor. Se parece un poco al hecho de
encender la luz un día de nubes, todo parece verse mejor en la habitación. La
pregunta que me surgió es cómo afrontar la docencia del manejo del fracaso en
un mundo como el sanitario que no parece tolerarlo y lo invisibiliza siempre
que puede.
Reflexionaba esta semana sobre el
concepto de fracaso que va un poco más allá del de error médico que nos es más
habitual. Crear una cultura de mejora continua implica de manera imprescindible
trabajar con el error puntual pero cuando hablamos de fracaso reconocemos algo
más: el malogro de un proyecto personal o profesional cuya línea de tiempo no
alcanza objetivos o termina sin éxito. Tanto los errores como los fracasos
duelen y suscitan sentimientos adversos. Hieren la autoestima y afectan el
estado de ánimo. En ocasiones pueden alterar la paz mental y afectar el
desempeño laboral. Estas consecuencias no se suelen hablar y cada cual se apaña
como puede dentro de un ambiente de trabajo que no ayuda a compartir estas
cuestiones.
Sobre el fracaso personal
Dentro de mis fracasos profesionales
detecté un buen puñado al hacer una retrospectiva, permítanme compartirles unos
cuantos. Los cuatro años de desierto laboral post-MIR en los que tuve que
trabajar de todo menos de médico de familia por no encontrar un contrato digno.
El circuito de pacientes sin cita que hicimos en Lavapiés en consenso con
administrativos y enfermeras que duró dos semanas. El fracaso de la
conciliación laboral con cuatro hijos al conseguir un turno de mañana a los 49
años. El fracaso como director de centro de salud cuando dimití por
desavenencias con la dirección. El fracaso de mis proyectos de innovación (blog para pacientes, redes sociales, vídeos y salud…). Mi fracaso reivindicativo de
la situación de la Atención Primaria…
Y ahí tenemos a los brillantes médicos
MIR enfrentándose a diario con fracasos que no preveían. El posible fracaso en
las urgencias, donde al principio son totalmente incapaces y después a penas se
mantienen a flote. El posible fracaso con algunas rotaciones, técnicas o
aprendizajes. El posible fracaso en las relaciones laborales. El posible
fracaso en su esfera personal y relacional… Pero nadie dice nada de esa cara B
dado que lo que se publica en las redes sociales tiene más que ver con la
versión luminosa de cada cual en la que no cabe la sombra.
A nivel de organización pasa lo mismo,
nos cuesta hablar del fracaso. Es verdad que somos muy buenos a la hora de
quejarnos o señalar fallos y errores ajenos. Y si son de categorías
profesionales distintas, otras especialidades, el mundo de la gestión sanitaria
en general o la política sanitaria en particular, somos verdaderos expertos.
Pero reconocer el fracaso de nuestra unidad funcional, nuestra categoría
profesional o especialidad es excepcional dado que esto nos mete en la ecuación
y nos señala y a nadie le gusta salir en determinadas fotos.
Admitir un fracaso implica un juicio.
Es necesario dictaminar que un proyecto se ha malogrado. Si hablamos de un
fracaso personal esto solo será posible si lo reconocemos. Para ello hace falta
un ejercicio de humildad que reconozca lo que hay. No es necesario pasarnos de
punitivos o de condescendientes, tan solo admitir que como humanos fallamos y
fracasamos continuamente como parte de nuestra naturaleza. Y luego tener el
valor de admitirlo ante los demás, algo que no suele ser sencillo pero que
tiene un potente efecto de catarsis y liberación.
Sobre el fracaso del sistema de salud
Si echamos una mirada amplia a nuestro
sistema sanitario no tardaremos en ver fracasos por todas partes. Algunos
pequeños, otros más grandes. Ha fracasado una Atención Primaria cada vez más
ahogada, fracasan las ardientes urgencias de hospital, fracasa la atención a la
salud mental, fracasa el sistema cuando sobremedica, fracasa la gestión
sanitaria cuando se maltrata al personal, fracasa la sociedad cuando abusa del
sistema.
Pero no nos podemos quedar en la
penumbra, si bien es necesario admitirla, reconocerla y airearla. Creo que es
sano asumir las luces y las sombras que hay en nuestras vidas y en las personas
e instituciones que nos rodean. Sombras que como ya percibió Carl Jung
compartimos dentro de ese gran inconsciente colectivo donde se albergan sueños
y pesadillas comunes. Juan Gérvas describe a los médicos de familia como perdedores de
largo recorrido en una
expresión que tiene que ver con lo que estamos hablando y que contiene una
semilla de perseverancia y esperanza. No pasa nada si vamos perdiendo cosas por
el camino si sabemos a dónde queremos ir y qué valores defender. De él tomo la
cita que inicia este texto y la sumo a esta pequeña reflexión que creo
importante pensando en cada uno de nosotros y en las nuevas generaciones de
profesionales sanitarios que vienen y se están encontrando una sanidad
flamígera con cada vez más profesionales seniors heridos y quemados. Que tengan
la referencia de compañeros con largas carreras profesionales y grandes
historias de fracasos a sus espaldas que sigan sonriendo y manteniéndose al pie
del cañón es más importante que nunca. Para todos.