Tres visiones de tres visionarios. Apuntes para entender mejor una situación compleja que llamamos crisis y que, sin ningún género de duda, es algo más grande que lo esa palabra significaba para nosotros.
Nos corresponde entender qué está pasando para tomar conciencia de que la solución pasa por cada uno de nosotros/as.
El sistema económico y político actual se basa en la delegación del poder de los ciudadanos en instituciones que
han perdido su capacidad de respuesta y sus valores. Cada ciudadano "vota" el tipo de sociedad que quiere en cada pequeño acto, en cada pequeña compra, en cada pequeño consumo. Rescatar el enorme poder de lo pequeño será uno de los caminos a seguir.
Les dejo con los tres maestros que hoy nos acompañan, de su lectura seguro que rescatan interesantes propuestas.
Crisis y sistema
Por Manuel Castells, la Vanguardia.
No es crisis para el sistema, porque el capital financiero sale ganador a costa de imponer la crisis a personas y gobiernos
Cuando miles de
indignados afirman que no es una crisis sino que es el sistema el causante de los múltiples problemas que nos aquejan están diciendo algo tan básico como que si no se tratan las raíces, si persisten las causas, producen las mismas consecuencias.
¿Pero de qué sistema hablamos? Muchos dirían capitalismo, pero eso es poco útil pues hay muchos capitalismos. Hay que partir de lo que se vive como crisis para entender que no es una patología del sistema sino el resultado de este capitalismo. Es más, la crítica se extiende a la gestión política. Y surge en el contexto de una Europa desequilibrada por un sistema financiero destructivo que conduce a la crisis del euro y suscita la desunión europea.
En las dos últimas décadas se ha constituido un tipo de capitalismo global dominado por instituciones financieras (los bancos son sólo una parte) que viven de producir deuda y cobrar por ella. Para aumentar sus ganancias las financieras crean capital virtual mediante derivados y se prestan las unas a las otras incrementando el capital circulante y por tanto los intereses a percibir. En promedio, en Europa y EE.UU. los bancos disponen sólo de un 3% del capital que deben y son considerados solventes si llegan al 5%. El otro 95% circula incesantemente y se diluye en múltiples acreedores y deudores relacionados por un mercado volátil escasamente regulado. Dícese que unas transacciones compensan otras y el riesgo se reparte. Para cubrirse se aseguran, pero las aseguradoras también prestan el capital que deberían reservar. Tranquilos porque se presupone que en último término el Estado (o sea nosotros) enjuga las pérdidas a condición de que sean suficientemente grandes. El efecto perverso de este sistema, operado por redes informáticas mediante modelos matemáticos sofisticados, es que es tanto más rentable (para las financieras y sus financieros) cuanto más presta aun sin garantías. Y aquí entra otro factor: el modelo consumista que busca el sentido de la vida comprándola de prestado.
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La Vanguardia.FRENTE A LA CRISIS CUATRO PRINCIPIOS Y CUATRO VIRTUDES
por Leonardo Boff
Goza de plena actualidad esta frase de Einstein: «el pensamiento que ha creado la crisis no puede ser el mismo que va a solucionarla». Es demasiado tarde para hacer sólo reformas, éstas no cambian el pensamiento. Necesitamos partir de otro pensamiento, fundado en principios y valores que puedan sustentar un nuevo ensayo de civilización. O si no, tendremos que aceptar un camino que nos lleva al precipicio. Los dinosaurios ya lo recorrieron.
Mi sentimiento del mundo me dice que hay cuatro principios y cuatro virtudes capaces de garantizar un futuro bueno para la Tierra y la vida. Aquí solamente voy a enunciarlos, sin espacio para profundizar en ellos, cosa que he hecho en varias publicaciones en los últimos años. El primero es el cuidado. El cuidado es una relación de no agresión y de amor a la Tierra y a cualquier otro ser. El cuidado se opone a la dominación que caracteriza el viejo paradigma. El cuidado regenera las heridas pasadas y evita las futuras. Retarda la fuerza irrefrenable de la entropía y permite que todo pueda vivir y durar más. Para los orientales lo equivalente al cuidado es la compasión; por ella nunca se deja abandonado al que sufre; se camina, se solidariza y se alegra uno con él.
El segundo es el respeto. Cada ser posee un valor intrínseco, independientemente de su uso humano. Expresa alguna potencialidad del universo, tiene algo que revelarnos y merece existir y vivir. El respeto reconoce y acoge al otro como otro y se propone convivir pacíficamente con él. Ético es respetar ilimitadamente todo lo que existe y vive.
El tercero es la responsabilidad universal. Por ella, el ser humano y la sociedad se dan cuenta de las consecuencias benéficas o funestas de sus acciones. Ambos tienen que cuidar la cualidad de las relaciones con los otros y con la naturaleza para que no sean hostiles sino amigables hacia la vida. Con los medios de destrucción ya fabricados, la humanidad, por falta de responsabilidad, puede autoeliminarse y dañar la biosfera.
El cuarto principio es la cooperación incondicional. La ley universal de la evolución no es la competición en la que gana el más fuerte, sino la interdependencia de todos con todos. Todos cooperan entre sí para coevolucionar y para asegurar la biodiversidad. Por la cooperación de unos con otros, nuestros antepasados se volvieron humanos. El mercado globalizado está gobernado por la más rígida competición, sin espacio para la cooperación. Por eso, campean el individualismo y el egoísmo que subyacen a la crisis actual y que han impedido hasta ahora cualquier consenso posible frente a los cambios climáticos.
Estos cuatro principios deben venir acompañados de cuatro virtudes, imprescindibles para la consolidación del nuevo orden.
La primera es la hospitalidad, virtud primordial, según Kant, para la república mundial. Todos tenemos el derecho de ser acogidos, lo que se corresponde con el deber de acoger a los otros. Esta virtud será fundamental frente al flujo de los pueblos y los millones de refugiados climáticos que surgirán en los próximos años. No debe haber, como hay, extra-comunitarios.
La segunda es la convivencia con los diferentes. La globalización del experimento hombre no anula las diferencias culturales con las cuales tenemos que aprender a convivir, a intercambiar, a complementarnos y a enriquecernos con los intercambios mutuos.
La tercera es la tolerancia. No todos los valores y costumbres culturales son convergentes y de fácil aceptación. De ahí se impone la tolerancia activa de reconocer el derecho del otro de existir como diferente y garantizarle su plena expresión.
La cuarta es la comensalidad. Todos los seres humanos deben tener acceso solidario y suficiente a los medios de vida, y seguridad alimentaria. Deben poder sentirse miembros de la misma familia que comen y beben juntos. No sólo es la nutrición necesaria, se trata de un rito de confraternización.
Todos los esfuerzos serán en balde si la Río+20 de 2012 se limita solamente a discutir medidas prácticas para mitigar el calentamiento global, sin discutir otros principios y valores que pueden generar un consenso mínimo entre todos y dar así sostenibilidad a nuestra civilización. En caso contrario, la crisis continuará su acción corrosiva hasta transformarse en una tragedia. Tenemos medios y ciencia para alcanzar esta sostenibilidad. Sólo nos falta voluntad y amor a la vida, la nuestra y la de nuestros hijos y nietos. Que el Espíritu que preside la historia no nos falte.
- Leonardo Boff es autor de Saber cuidar: ética do humano-compaixão pela Terra, Vozes 1999.
"Manfred Max-Neef (1932) economista y ambientalista chileno, ganador del Premio Nobel Alternativo de Economía (Right Livelihood Award) y autor de “Economía Descalza” y “Desarrollo a Escala Humana”, 2 obras trascendentales a la hora de resumir su pensamiento que sigue claramente las líneas del Small is Beautiful del economista inglés Schumacher.
Max-Neef fue miembro del Consejo Asesor de los Gobiernos de Canadá y Suecia para el Desarrollo Sustentable, y candidato independiente a la Presidencia de la República de Chile en 1993. Entre los años 1994 y 2002 fue rector de la Universidad Austral de Chile. Actualmente es profesor de Economía Ecológica de la Universidad Austral de Chile. Está considerado como ‘Uno de los sabios de nuestro tiempo’ y ‘Uno de los 50 líderes mundiales en sostenibilidad’.
Su Hipótesis del Umbral, sostiene que a partir de determinado punto del desarrollo económico, la calidad de vida comienza a disminuir; transformando la felicidad relativa de las personas en soledad y alienación. Es por eso que la búsqueda de Max-Neef son propuestas para la puesta en práctica de un desarrollo a nuestra escala, de una economía que roce la tierra, basado en la idea de que “en la naturaleza, todo sistema vivo crece hasta un cierto punto en el que detiene su crecimiento, pero no detiene su desarrollo. El desarrollo puede seguir infinito, pero el crecimiento no”. Max-Neef es un pensador pragmático que busca con sensatez un desarrollo sostenible, sencillo y palpable, antes que la especulación desmedida que no reconoce límites en su ambición.
El video que nos convoca, de su conferencia en la Universidad Internacional de Andalucía titulada “El mundo en rumbo de colisión” (bajo la convocatoria Luzes Diálogos en La Rábida), es una clase magistral de las relaciones entre economía y medio ambiente, plasmada con la energía de quien ha vivido de manera contundente en consecuencia a sus credos y no solo existido entre automóviles, periódicos, frigoríficos y aspiradoras, como dice Thoreau. Deliciosas son sus palabras finales (que transcribo) a partir del minuto 52′, en donde se refiere a los típicos, cariñosos y dañinos consejos paternales acerca del encaramiento de la vida:
Mi conclusión a estas alturas, de 77 años de acumulada juventud, es que (…) si viven toda la vida haciendo lo que les conviene, es una vida bastante miserable. Ustedes no tienen que hacer lo que les conviene, ustedes tienen que hacer lo que tienen que hacer. Eso es lo único que les dará la satisfacción cuando lleguen a viejos… haber sido consecuentes consigo mismos. (…) La gente que sabe exactamente para dónde va, es la que nunca descubre nada, porque se da lo que llamo la obsesión del punto fijo: estoy aquí y tengo que llegar allá, y en consecuencia, todo lo que hay entremedio se percibe como obstáculos que deben ser superados (…) Y es en esos presuntos obstáculos que está toda la aventura de la vida. Entonces me la paso con anteojeras en una vida pobre. El consejo es derivar en estado de alerta, y derivar no es dejarse llevar por la corriente."
Vía @schuschny