Los problemas en apariencia irresolubles en ocasiones encuentran solución cuando alguien fuera del mismo se da cuenta de algo obvio que nadie desde dentro había podido ver. Es lo que ocurrió con el habitual atasco de enero en los centros de salud cuyas colas y esperas eran notorias todos los inviernos cuando el pico de demanda de catarros y gripes se encontraba con plantillas de vacaciones que nadie se preocupaba en suplir. La escena tuvo lugar en un centro de salud urbano de grandes dimensiones al que acudieron un sobrina de diez años con dolor de oídos y su tío de cuarenta y tantos con catarro. Cuando esperaban ante la consulta de pediatría la chica se dio cuenta de que las zonas de espera de las tres pediatras estaban atestadas y las de las enfermeras de pediatría prácticamente vacías. Lo mismo ocurrió luego en la zona de adultos, se lo hizo notar a su tío, uno de los periodistas sanitarios más prestigiosos del país. Antes de abandonar el centro preguntaron en la zona administrativa cuántos pacientes había atendido cada profesional esa jornada y se fueron con un dato que salió publicado al día siguiente en la prensa nacional con una aguda reflexión que trajo cola. Los sindicatos, colegios de enfermería y otras organizaciones corporativas protestaron pero nadie pudo negar lo evidente. Se crearon expontáneamente grupos de trabajo de enfermeras que estudiaron el asunto y propusieron que dado que la campaña de vacunación de gripe terminaba cuando la epidemia aparecía se podrían utilizar esos huecos de agenda para hacer triaje de pacientes sin cita y además asistencia y cuidados de las infecciones respiratorias altas no complicadas. Dado que se había aprobado hacía tiempo la prescripción enfermera no había inconveniente en que recomendaran descanso, líquidos y paracetamol como se había hacho toda la vida. Varios centros empezaron a hacerlo de forma expontánea con gran éxito y estupendos resultados. La prensa recogió estas iniciativas y se viralizaron por todo el territorio lo que terminó por superar uno de los puntos negros de la sanidad de aquellos días. Las enfermeras consiguieron en pocas semanas lo que gestores, políticos y médicos no habían logrado en décadas.
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