Foto de Rooners Toy Photography
La peor estupidez es la de aquel que en el fondo sabe perfectamente que la está cometiendo. Es la que menos indulgencia me suscita y la que suele producir los peores males. Recuerdo por ejemplo a aquellos sanitarios de comienzos del siglo XXI que abogaban por introducir el big data en el mundo sanitario prometiendo avances en la ciencia, disrupciones e innovación sin límite y un sin fin de sandeces que jamás ocurrieron. Recuerdo como miles de pacientes vieron sus historiales clínicos vendidos a consorcios privados que los usaron para desarrollar mejores estrategias de marketing, productos y servicios de gran coste que proporcionaban poco valor añadido y como el sector del seguro se aprovechó de la cosa para personalizar las pólizas en detrimento de los usuarios potencialmente más débiles. Es verdad que la distancia que da el tiempo, sobre todo cuando se cuenta en Kalpas, nos dota de una privilegiada perspectiva. También lo es que de los errores se aprende, aunque en ocasiones la oscuridad que producen tarde en desvanecerse.
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