Foto: Wikipedia
Cuando se pasea bajo las enormes proporciones de un
templo egipcio uno se da perfecta cuenta del significado de la palabra
poder. Un poder que cada tradición ha convertido en piedra en forma de
bellas catedrales, murallas, pirámides, templos o castillos. Las
religiones siempre han concentrado mucho poder, al proporcionar ideas y
memes de enorme valor para explicar la vida y la muerte, el mundo y su
sentido. En la sociedad globalizada actual asistimos a una nueva
polarización, por un lado grupos que caminan hacia un mayor
integrismo religioso y por otro otros que lo hacen en sentido
contrario. Es en estas sociedades laicas donde observamos que el vacío
dejado por las instituciones religiosas se está ocupando por otras, que
de este modo proporcionan respuestas y explicaciones a los ciudadanos
que a ellas acuden. La ciencia por un lado y una de sus hijas, la
medicina, por otro se están convirtiendo en una pseudoreligión laica con
un credo que sublima la eterna salud y un clero de profesionales con
sus hábitos y ritos, con sus templos llenos de ídolos tecnológicos donde
se pesan la vida y la muerte de los que comulgan con los impuestos del
estado o sus seguros médicos.
El clero sanitario promete salud y vida a los que
siguen unos hábitos saludables. Al no imponer una rígida moral
hacen que esta religión sea llevadera cuando se está sano pero la cosa
cambia al enfermar apareciendo entonces las prohibiciones y las severas penitencias.
Dentro de su rígida jerarquía encontramos un bajo clero en barrios y
pueblos, cerca de la gente, que procura servicio y consuelo de una forma
cercana y asequible. Dada su sobrecarga delegan en los grandes templos
sanitarios, las verdaderas catedrales de nuestro siglo, donde el alto
clero se ocupa de operar o manejar los tratamientos y tecnologías más
avanzados. Hay jefes de servicio con mas poder que muchos alcaldes y
gerentes de hospital más relevantes que muchos altos cargos del estado,
manejan enormes presupuestos sostenidos por el miedo a la enfermedad y
la muerte de toda ciudadanía. Curiosamente la cúpula de todo este
sistema se encuentra en el ministerio de hacienda, dado que toda la
pirámide se basa en el dinero. Desde allí toman las decisiones con
estrictos criterios de rentabilidad política en lugar de en otros de
salud pública o bien común. Se precisa obtener votos en las siguientes
elecciones, si para ello hay que construir otro templo-hospital, aunque
no haga falta, o invertir recursos en unidades o procesos hospitalarios
de utilidad remota pero sabrosos para la opinión pública adelante.
Vivimos
tiempos paradójicos, ilustres ciudadanos críticos y agnósticos
peregrinan a distintos templos sanitarios buscando la absolución a sus
enfermedades y problemas. Tiempos en los que se tolera mal la merma en
la salud y en los que nos olvidamos del sentido que pudiera tener la enfermedad y la
muerte. Es verdad que el imperio egipcio pasó hace mucho a la historia
pero me temo que sigue siendo cierta la máxima de Lampedusa, todo suele
cambiar para seguir igual.
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