Pasamos de estar paseando en Semana Santa por la playa, a ver nevar en la sierra de Guadarrama con una bajadas de temperatura de veintitantos grados. Y ese es el panorama por el centro de salud, catarros a cascoporro mezcladitos con faringitis, neumonías y algo de Covid que todavía colea. Por otro lado los interinos revueltos por cambios de plaza, los traslados a punto de llegar, las enfermeras que también se mueven, los demás observando… vamos, un frenesí.
Y un servidor mirando por la ventana aprovechando el sábado asumiendo que esto no tiene arreglo. Las agendas de profesionales, pacientes y gestores no coinciden. Son trenes por distintas vías que se alejan. Las cuatro enfermeras que vienen a nuestro SAR y al equipo tienen más de 55 años, una 64, lo que me recuerda que con la avalancha de jubilaciones sanitarias que vienen en pocos años esto se llenará de plazas sin cubrir. Los llantos de los profesionales son lágrimas que se pierden en la lluvia. Los pacientes quieren asistencia inmediata y ya. Los gestores minimizar problemas y no aumentar el gasto.
Organizativamente la sanidad española está clínicamente muerta desde hace tiempo con unas listas de espera hospitalarias que suben como la espuma y una Atención Primaria destrozada que sigue haciendo lo que puede con los jirones. La Pandemia nos ha hecho colapsar seis veces, seis, y no ha servido para reforzar absolutamente ninguna plantilla. Si no entendemos que si ni siquiera el Covid ha conseguido mejorar el sistema nada lo hará, seguiremos llorando para nada.
Por eso escribo poco y me prodigo lo mínimo por Twitter. Va a dar lo mismo.
Adaptarse a la inmediatez que la ciudadanía desea implica volver a hacer medicina de cupo. Ver a 60 pacientes al día dedicando dos o tres minutos a cada uno, pidiendo todas las pruebas posibles y derivando todo. La Medicina Familiar y Comunitaria académica terminó, no es compatible con una masificación permanente. Es como obligar a una vena a asumir la presión de un arteria, no es viable, estalla.
Efectivamente esto no es general, hay consultas privilegiadas con cupos ordenados y presiones asistenciales controladas. Pero cada vez son menos. Aquí si podrán hacer docencia y organizarse para que uno cada día atienda a los “sin cita” esa plaga bíblica que arrasa todo tipo de servicios sanitarios. En los centros pequeños, rurales, de zonas desfavorecidas o de clases medias que no se puedan pagar un seguro privado ya les digo que no será posible.
Lo bueno de aceptar lo que hay es que es enormemente curativo. Nos permite dejar de rayarnos y de rumiar problemas que solo están en nuestra cabeza. Tiene arreglo la primaria, no. Se puede vivir con eso, sí. Lo que el cuerpo aguante.
Spring in Primary Care
We went from walking on the beach at Easter to seeing snow in the mountains with a temperature drop of twenty-something degrees. And that is the panorama at the primary health center, colds mixed with pharyngitis, pneumonia and some Covid that is still hanging on. On the other hand, the interims are scrambling to change positions, the transfers are about to arrive, the nurses are also on the move, the others are watching... come on, it's a frenzy.
Meanwhile I’m looking out the window, taking advantage of the Saturday, assuming that this situation is beyond repair. The agendas of professionals, patients and managers do not coincide. They are trains on different tracks that are moving away from each other. The four nurses who come to our rural emergency and the ordinary team are over 55 years old, one 64, which reminds me that with the avalanche of health retirements coming in a few years this will be filled with unfilled positions. The cries of the professionals are tears lost in the rain. Patients want immediate assistance and now. Managers want to minimize problems and not increase spending.
Organizationally, Spanish healthcare has been clinically dead for some time now, with hospital waiting lists that are rising like wildfire and a shattered Primary Care that continues to do what it can with the tatters. The Pandemic has caused us to collapse six times, six times, and has not served to reinforce absolutely any staff. If we do not understand that if not even Covid has managed to improve the system, nothing will, we will continue to cry for nothing.
That's why I don't write much on this blog, and I don't write much on Twitter. It will change nothing.
Adapting to the immediacy that citizens want means going back to quota medicine. Seeing 60 patients a day, dedicating two or three minutes to each one, ordering all possible tests and referring everything. Academic Family and Community Medicine is over, it is not compatible with permanent massification. It is like forcing a vein to take on the pressure of an artery, it is not viable, it bursts.
Indeed, this is not general, there are privileged consultations with ordered quotas and controlled assistance pressures. But there are fewer and fewer of them. Here they can teach and organize themselves so that every day one attends to the "walk-ins", that biblical plague that devastates all types of health services. In small, rural, underprivileged or middle class centers that cannot afford private insurance, I tell you that it will not be possible.
The good thing about accepting what is there is that it is enormously healing. It allows us to stop scratching and ruminating on problems that are only in our head. Primary can be fixed, no. You can live with it, yes. As long as the body can take it.
En los tiempos de la comida basura, mientras los cuerpos aumentaban de peso sometidos a una epidemia silenciosa que los maltrataba y convertía en enfermos crónicos, sin salvación posible, una sombra se cernía sobre la humanidad. Los gobernantes invisibles hacía tiempo que urdían un plan. Dado que la estulticia crecía sin freno a la par que la voracidad generalizada decidieron aumentar la oferta de contenidos ofrecidos por todo tipo de canales de forma gratuita o a cambio de datos personales, el nuevo patrón oro.
El efecto de la avalancha de información basura fue la universalización de la obesidad mental, un fenómeno invisible pero más deletéreo que el que llevaba tiempo aumentando las tallas de ropa de sus portadores. Para llevar adelante este proyecto se introdujeron pantallas en todos los medios de transporte, estaciones, tiendas, centros comerciales, calles, y demás espacios públicos, como complemento de las pantallas personales y portátiles que cada vez ofrecían más datos obligando a sus dueños a consultarlas a la menor oportunidad. El silencio y el aburrimiento desaparecieron. En cada cola, trayecto en transporte, pequeña espera, receso, visita al cuarto de baño, reunión, comida, clase o cualesquiera situación, el usuario sacaba su teléfono móvil y consultaba sus redes sociales, programa de mensajería o su correo electrónico. El picoteo de información desde que sale el sol hasta el ocaso alimentaba la desazón, los deseos y la frustración del usuario, obligándolo a tragar más cantidad con miras a distraerse o aliviarse. La pendiente resbaladiza estaba servida.
La delgadez mental que reinó durante siglos fue destronada por la nueva pandemia que convirtió en inmensos globos a cada ciudadano. El exceso de gases mentales acarreaba dolores y molestias a la par que mal olientes ventosidades que el personal aireaba en sus redes. El mundo empezó a apestar. A pesar de los inconvenientes la situación se consentía dado que un obeso mental consume prácticamente el doble y protesta la mitad.
Aquellos que diagnosticaron la situación fueron ninguneados, la toma de conciencia no era para nada conveniente. Y en estas estamos, si este texto ha llegado a sus manos recuerde que ha sido escrito por un autor desconocido.
Mental obesity
In the days of junk food, while bodies were gaining weight under a silent epidemic that abused them and made them chronically ill, with no possible salvation, a shadow loomed over humanity. The invisible rulers had long been hatching a plan. As stupidity grew unchecked in tandem with widespread voracity, they decided to increase the supply of content offered by all kinds of channels for free or in exchange for personal data, the new gold standard.
The effect of the avalanche of junk information was the universalisation of mental obesity, an invisible but more deleterious phenomenon than the one that had long been increasing the clothing sizes of its wearers. To carry out this project, screens were introduced in transports, stations, shops, streets and other public spaces, as a complement to the personal and portable screens that offered more and more data, forcing their owners to consult them at the slightest opportunity. Silence and boredom disappeared. In every queue, transport journey, short wait, break, bathroom visit, meeting, lunch, class or any situation, the user took out their mobile phone and checked their social networks, messaging programme or email. The pecking of information from sunrise to sunset fed the user's unease, desires and frustration, forcing them to swallow more in an attempt to distract or relieve themselves. The slippery slope was served.
The mental thinness that reigned for centuries was dethroned by the new pandemic that turned every citizen into huge balloons. The excess of mental gas brought aches and pains as well as foul-smelling wind that the staff aired in their nets. The world began to stink. In spite of the inconvenience, the situation was tolerated since a mentally obese person consumes almost twice as much and protests half as much.
Those who diagnosed the situation were ignored, the awareness was not at all convenient. And so here we are, if this text has reached your hands, remember that it was written by an unknown author.
"Zara o Mercadona cuidan a sus empleados y el Sistema Nacional de Salud, no. Esto es una casa sin amo" @rogaltro
La sanidad es una casa enorme con gente que entra y sale y otros que atienden. Un complejo laberinto donde miles de profesionales se afanan para sostener una institución de enormes proporciones, una de las mayores empresas nacionales diseñada con planos industriales.
Cada vez la cola para entrar es más impresionante. Acuden enormes masas a solicitar ayuda tanto para cuestiones intrascendentes como para enfermedades graves, entorpeciendo los primeros a los segundos de forma claramente insolidaria. Han olvidado que en el mundo sanitario hay que priorizar a los más vulnerables, débiles o necesitados, arguyendo una teórica igualdad de derechos, que si bien existe debe ser matizada.
Otra paradoja es cómo esta casa maltrata a sus profesionales. Pese a la ingente carga de trabajo y lo dificultoso que es pasarse la vida escuchando, sosteniendo y atendiendo las misarías ajenas, los gestores invisibles no tienen pudor para desplantar a sus trabajadores de todas las formas posibles. No salir del despacho y mantenerse prudentemente alejados de sus subordinados debe ayudar, que no haya nadie al mando también. Es una casa sin amo, nadie responde verdaderamente por ella. Y el político de turno con su miopía a cuatro años nunca es de fiar, sea del color que sea.
Ahora que sabemos lo que es una pandemia quizá hayamos aprendido que merece la pena que la casa sanitaria se mantenga limpia y ordenada. Y que quizá sea inteligente tratar a los empleados como hacen en Zara o Mercadona, al menos con un poco más de dignidad. Si se terminan yendo, por mucho que pague un seguro privado, pregúntese quién le va atender cuando se ponga malo de verdad.
"Zara or Mercadona take care of their employees and the National Health System does not. This is a house without a master" @rogaltro
Healthcare is a huge house with people who come and go and others who attend. A complex labyrinth where thousands of professionals toil to sustain an institution of enormous proportions, one of the largest national companies designed with industrial plans.
Each time the queue to get in is more and more impressive. Huge crowds come to seek help for both inconsequential matters and serious illnesses, with the former hindering the latter in a clearly unsupportive manner. They have forgotten that in the world of health care, priority must be given to the most vulnerable, weak or needy, arguing for a theoretical equality of rights, which, although it exists, must be rethinked.
Another paradox is how this institution mistreats its professionals. Despite the enormous workload and how difficult it is to spend one's life listening to, supporting and attending to the miseries of others, the invisible managers are not shy to demean their workers in every possible way. Not leaving the office and staying prudently away from their subordinates must help, and the fact that there is no one in charge must also help. It is a house without a master, no one is really responsible for it. And the politician on duty with his four-year myopia is never to be trusted, whatever colour he is.
Now that we know what a pandemic is, perhaps we have learned that it pays to keep the sanitary house clean and tidy. And that it might be wise to treat employees as they do in Zara or Mercadona, at least with a little more dignity. If professionals end up leaving, no matter how much you pay for private insurance, ask yourself who is going to look after you when you get really sick.
El miedo es una emoción susceptible de ser contagiada. Se extiende por familias, barrios y pueblos, en nuestra época globalizada lo vemos en su máxima expresión. Y tras experimentar sus distintas manifestaciones en forma de agobio, ansiedad, malestar, nudo en la garganta, estómago cerrado, contractura cervical y una larga lista de posibilidades vendrán sus efectos. Retracción social, aumento del consumo de tóxicos, aumento del consumo en general, desafectación frente a los asuntos políticos o sociales, cierta nubosidad del sentido y ganas de distraerse y escapar.
Es una forma antigua de control social que manipula a su albur quien ostenta el poder. Llevamos dos años de pandemia y ahora comenzamos con una guerra en Europa, de fondo el telón de la amenaza climática y económica. Sobran razones para tener miedo. ¿Existirá algún antídoto (por no decir vacuna, palabra bastante cuestionada)?
Apuntaré que todo lo que nos ayude a fortalecer la esperanza, confianza, conexión con los demás y con uno mismo, será de gran ayuda. Para esto es imprescindible cierto grado de ayuno de pantallas. Si no se limitan las noticias negativas es imposible mantener la suficiente serenidad. Esto implica también dosificar redes sociales y servicios de mensajería instantánea. Para conectar con otros aconsejaría retomar la llamada telefónica, el mensaje de texto sms o, mejor aún, la carta postal. Los paseos son otra forma magnífica de resistencia frente a la adversidad, si es por un parque o entorno natural mejor. Y la conversación lenta con alguien cercano que no falte, la palabra sigue siendo ingrediente supremo para intentar una aproximación a lo que llamamos realidad.
Cada cual tiene sus recursos al respecto, no me extenderé más. Tan solo animaría a mirarse un poco cada día y reconocer las emociones que pueda haber. Si detectamos un exceso de miedo habrá que ajustar el nivel de higiene emocional para reconocerlo, acogerlo y en su momento tirar de la cadena.
Tengan ánimo y cuídense.
An epidemic of fear
Fear is a contagious emotion. It spreads through families, neighbourhoods and towns, and in our globalised era we see it at its most extreme. And after experiencing its various manifestations in the form of anxiety, oppression, discomfort, a lump in the throat, a tight stomach, cervical contracture and a long list of possibilities, its effects will follow. Social withdrawal, increased consumption of intoxicants, increased consumption in general, disaffection with political or social issues, a certain clouding of meaning and a desire to distract oneself and escape.
It is an ancient form of social control that is manipulated at will by those in power. We have had two years of pandemic and now we are starting with a war in Europe, against the backdrop of the climate and economic threat. Will there be any antidote (not to say vaccine, which is a rather questionable word)?
I would point out that anything that helps us to strengthen our hope, confidence, connection with others and with ourselves will be of great help. For this, a certain degree of screen fasting is essential. Without limiting negative news, it is impossible to maintain sufficient serenity. This also means a short amount of social networking and instant messaging services. To connect with others I would advise going back to the phone call, the sms text message or, better still, the postcard. Walks are another great way to resist adversity, if it is in a park or natural environment, all the better. And the slow conversation with someone close to us, words are still the supreme ingredient to try to get closer to what we call reality.
Everyone has their own resources in this respect, so I won't go any further. I would only encourage us to look at ourselves a little every day and recognise the emotions that may be present. If we detect an excess of fear, we will have to adjust our level of emotional hygiene to recognise it, accept it and, when the time comes, flush it away.
¿Es posible cartografiar el yo, aventurar un plano, concebir
un volumen o una arquitectura? Sin duda Sigmund Freud fue pionero a la hora de
teorizar un modelo que ha sido copiado y manipulado hasta el extremo, pero
hasta hoy nunca había tenido en la mano una propuesta que nos regalara un
conjunto de construcciones afectivas con rigor arquitectónico y una novedosa
narrativa. Nos la ofrece Mauro Gil-Fournier en su libro “Las casas que me habitan” donde desgrana una serie de propuestas de arquitectura interior con
sus correspondientes diseños, planos y alzados a modo de recorrido biográfico
por las avenidas interiores del autor.
Si a la hora de elegir una casa como vivienda nos tomamos la
molestia de ver muchas para poder elegir o de plantear un nuevo diseño desde
cero con la ayuda de un profesional, si hacemos números para ver si nos la
podemos permitir y empeñamos ahorros y grandes esfuerzos para conseguirla, ¿no
sería razonable hacer lo mismo con los espacios interiores que habitamos permanentemente?
Este libro nos abre la puerta a una nueva forma de concebir,
diseñar e imaginar las casas interiores que vamos atravesando en nuestra
biografía personal. Dota de una nueva dimensión al arte de proyectar y construir
edificios por un lado y al de entender y sanar la psicología y el alma humana
por el otro.
La gran originalidad y creatividad de esta visión tienen un
valor incuestionable en una época basada en un permanente corta-pega. El
material que nos ponen por delante es totalmente novedoso y tremendamente
práctico. Somos invitados a mirarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean
de una nueva manera y a devenir en aparejadores de nuestras oquedades.
Desarrollar nuevas maneras de mirar y construir el mundo es
una facultad antigua que nos sigue siendo imprescindible. No se trata solo de
destacar implementando proyectos más grandes, más modernos o más caros. En una
tesitura de decrecimiento global que nos obligará a limitar los abusos
materiales con los que amenazamos al planeta es una gran noticia que nos
recuerden que el desarrollo sostenible ha de basarse en generar ideas y
propuestas no materiales. Este libro es un maravilloso ejemplo.
citar como:
Casado, S. (2022). Arquitectura emocional. 2022, febrero 3, de La consulta del doctor Casado Recuperado de https://www.doctorcasado.es/2022/02/arquitectura-emocional-emotional.html
Emotional architecture.
Is it possible to map the self, to venture a map, to conceive a volume or an architecture? Sigmund Freud was undoubtedly a pioneer when it came to theorising a model that has been copied and manipulated to the extreme, but until today we have never had in our hands a proposal that gives us a set of affective constructions with architectural rigour and a novel narrative. Mauro Gil-Fournier offers it to us in his book "Las casas que me habitan" (The houses that inhabit me), in which he describes a series of proposals for interior architecture with their corresponding designs, plans and elevations in the manner of a biographical journey through the author's interior avenues.
If when it comes to choosing a house as a dwelling we have the task to see many in order to choose or to propose a new design from scratch with the help of a professional, if we crunch the numbers to see if we can afford it and pledge savings and great efforts to get it, would it not be reasonable to do the same with the interior spaces that we inhabit permanently?
This book opens the door to a new way of conceiving, designing and imagining the interior homes we go through in our personal biography. It gives a new dimension to the art of designing and constructing buildings on the one hand and to the art of understanding and healing psychology and the human soul on the other.
The great originality and creativity of this vision are of unquestionable value in an age based on a permanent cut-and-paste. The material that is put before us is totally new and tremendously practical. We are invited to look at ourselves and those around us in a new way and to become riggers of our own hollows.
Developing new ways of looking at and constructing the world is an ancient faculty that remains indispensable to us. It is not just a matter of standing out by implementing bigger, more modern or more expensive projects. In a situation of global degrowth that will force us to limit the material abuses with which we threaten the planet, it is great news to be reminded that sustainable development must be based on generating non-material ideas and proposals. This book is a wonderful example.
情感架构。
机器翻译,抱歉有错误。
是否有可能绘制自我地图,冒险制定一个计划,构思一个体积或建筑?当谈到理论化的模式时,西格蒙德-弗洛伊德无疑是一个先驱者,他的理论已经被复制和操纵到了极致,但直到今天,我们手中还没有一个提案,给我们提供了一套具有建筑学上的严谨性和新颖叙述的情感建构。毛罗-吉尔-福尼尔在他的《我居住的房子》(Las casas que me habitan)一书中向我们展示了这一点,他在书中描述了一系列室内建筑的建议及其相应的设计、平面图和立面图,其方式是通过作者的室内通道的传记之旅。
Imaginen por un momento que su majestad el rey tuviera como médico personal a un especialista en medicina de familia de la sanidad pública. Sé que es difícil pero solo será un momento.
Imaginen que pasara lo mismo con el presidente del gobierno o con la presidenta de la Comunidad Autónoma. Imaginen el poder que tendría ese ejemplo, considerar que el mejor servicio para cuestiones de salud es el que ofrece el sistema nacional de sanidad.
En el Reino Unido u otros países sí lo hacen, pero aquí nuestras clases dirigentes siguen teniendo claro que hay dos Españas independientemente de la ideología que profesen o del puesto que detenten. Es casi imposible que los hijos del juez vayan a un colegio público o los del notario al centro de salud. Sin dudar elegirán un servicio privado dejando a quien no pueda pagarlo el uso de los que se sufragan con impuestos.
Es por esto y por lo poco que se invierte por lo que servicios públicos esenciales como los centros de salud se devalúan cada año y sobreviven como pueden. Si fueran la sanidad de todos no duden que estarían mejor cuidados.
The King's Physician
Imagine for a moment that His Majesty the King had as his personal doctor a specialist in family medicine in the public health system. I know it is difficult, but it will only be for a moment.
Imagine if the same thing happened with the President of the Government or the President of the Autonomous Community. Imagine the power that such an example would have. Consider that the best service for health issues is the one offered by the national health system.
In the UK or other countries they do, but here our forefathers still think that there are two Spains regardless of the ideology they profess or the position they hold. It is almost impossible for the judge's children to go to a public school or the notary's daughter to go to the primary health centre. They will undoubtedly choose a private service, leaving those who cannot afford it to use those that are paid for with taxes.
It is because of this and the lack of investment that essential public services such as primary health centres are devalued every year and survive as best they can. If they were everyone's health care, no doubt they would be better looked after.
Lo peor para mí de este tiempo de pandemia está siendo el ruido de fondo. Ese chapapote invisible pero oscuro y pegajoso que termina adherido al ánimo y al alma. Han sido muchas las jornadas con suave despertar que terminaron yéndome a la cama cubierto de ese alquitrán mezcla de miedo, nausea y fatiga.
En los primeros meses me tocó hacer el duelo de la primera ola con la mitad de los ancianos de las residencias de nuestro pueblo en el cementerio y nosotros atendiendo al personal cubiertos con bolsas de basura. En la sexta ola padecer una sobrecarga máxima aderezada con lluvia de bajas laborales que terminaron de certificar la muerte de la Atención Primaria y el nuevo duelo consiguiente.
A mi alrededor la mayoría de compañeros de fatigas sobreviven como pueden en este maremagno sin terminar de darse cuenta de que el sistema sanitario es ya una institución zombi que no podrá ser reanimada si no se aplican medidas extremas que ningún político se atreverá a tomar.
Por eso la clara prioridad en este momento sería volver a encontrar sentido tras el Tsunami que ha terminado de arrasar la sanidad. Sentido para seguir atendiendo a la gente. Sentido para poder curar las heridas y aceptar las cicatrices que cada sanitario se ha ganado. Sentido para aprender a relacionarnos con una institución que nos ha maltratado y lo seguirá haciendo.
Nadie está hablando de sentido en el mundo sanitario. Se habla de si tal tenista no se vacuna o de si hay que tomar tal o cual medida, de lo mal que lo hace tal político o lo terrible que lo hace tal otro. Pero no miramos el problema a la cara. ¿Sigue teniendo sentido trabajar como profesional sanitario? ¿Tiene sentido una sanidad zombi? ¿Tiene sentido seguir maltratando a los sanitarios?
Como la filosofía se ha retirado de los planes de estudio y la religión prácticamente también, será difícil que el personal consiga alguna agarradera de calidad fuera de sus contertulios e influencers de cabecera. Pero me temo que ni Ibai Llanos, ni Terelu, ni Belén Esteban tienen el empaque de Platón, Séneca o Shopenhauer.
Por eso me apena que en el medio sanitario sigamos perdidos como pollo sin cabeza tratando de resolver el nudo Gordiano de la reforma del sistema sabiendo que más que una solución política lo que necesitamos es una nueva visión filosófica que nos permita priorizar, ordenar, potenciar y desmontar de forma armónica.
Mi propuesta sería alejarnos un poco de ese ruido que nos rodea, de los titulares agresivos, de las incesantes búsquedas de polémicas de unos y otros, de los debates estériles. Acercarnos al silencio y si es posible un poco a la reflexión, y desde allí tratar de ordenar valores y prioridades personales que podamos compartir con familia y allegados en nuestros equipos de trabajo. No se trata de armar una revolución sino de tratar de ver con claridad y comprender que tanto nuestras instituciones como nosotros precisamos adaptarnos a un mundo cambiante que ya no es el de cuando éramos estudiantes. El sentido se esconde en ese silencio, en lo cotidiano, en lo verdaderamente importante. Rescatémoslo, nadie lo va a hacer por nosotros.
Foto: Emilio Moneratti.
Health professionals in search of meaning.
The worst side of this pandemic time is the background noise. That invisible but dark and sticky tar that ends up sticking to the spirit and the soul. There have been many days of gentle awakening that ended with me going to bed covered in that tarry mixture of fear, nausea and fatigue.
In the first months I had to mourn the first wave with half of the elderly people in our town's homes in the cemetery and us attending to the patients covered with rubbish bags. In the sixth wave, we suffered a maximum overload with a rain of sick leave that ended up certifying the death of Primary Care and the consequent new mourning.
Around me, the majority of my fellow workers are surviving as best they can in this sea of confusion without fully realising that the health system is already a zombie institution that cannot be revived unless extreme measures are applied that no politician will dare to take.
That is why the clear priority at the moment would be to find meaning again after the Tsunami that has devastated the health system. Sense in order to continue caring for people. Sense to be able to heal the wounds and accept the scars that each health worker has earned. Sense to learn to relate to an institution that has mistreated us and will continue to do so.
No one is talking about meaning in the healthcare world. We talk about whether such and such a tennis player should not be vaccinated or whether such and such a measure should be taken, about how badly such and such a politician is doing it or how terrible the oposite politician is doing it. But we don't look streight to the problem. Does it still make sense to work as a health professional? Does it make sense to have a zombie health system? Does it make sense to continue mistreating health professionals?
As philosophy has been withdrawn from the curriculum and religion practically too, it will be difficult for ordinary people to get any quality grips outside of their usual talking heads and influencers. But I fear that neither Casey Neistan nor Rihana have the same quality as Plato, Seneca or Shopenhauer.
That is why it saddens me that in the health sector we are still lost like a headless chicken trying to solve the Gordian knot of system reform, knowing that more than a political solution, what we need is a new philosophical vision that allows us to prioritise, order, strengthen and dismantle in a harmonious way.
My proposal would be to move away from the noise that surrounds us, from the aggressive headlines, from the incessant search for polemics, from the sterile debates. We should move towards silence and, if possible, a little reflection, and from there try to order personal values and priorities that we can share with our family and friends in our work teams. It is not a question of creating a revolution but of trying to see clearly and understand that both our institutions and ourselves need to adapt to a changing world that is no longer the same as when we were students. The meaning is hidden in that silence, in the everyday, in what is really important. Let's rescue it, no one is going to do it for us.