viernes, 5 de septiembre de 2014

Salud Total








La definición de salud es antropológica, depende de lo que la sociedad que la defina considere que es el ser humano. Suele ser una definición negativa dado que es mucho más facil delimitar lo que es enfermedad. La primera aproximación a lo que la salud es la presupone como un estado o un tiempo libre de enfermedad. En el siglo XX se desarrollaron las sociedades del bienestar sobre los estados del mismo nombre que potenciaron los servicos públicos y un nivel de vida y de consumo nunca vistos. Fue entonces cuando se definió la salud como el estado de bienestar físicio, psicológico y social y no solo como la ausencia de enfermedad. La rápida evolución de estas sociedades y la gran importancia de la globalización y la tecnificación de las comunicaciones y el intercambio de información han dejado obsoleta esta perspectiva. Las sociedades líquidas y moviles, de predominio urbano, globalizadas e intercomunicadas en red precisan otra imagen de salud cuando se miran al espejo. Esta debería tener una base de adapatación y aceptación y otros componentes de relación y ecología. 

La salud centrada en el bienestar ha obrado la paradoja de dejar a la mayoría de la población fuera de su ámbito. La tolerancia a la dificultad, la frustración o la contrariedad es mínima y cada vez se consideran más aspectos normales de la vida como enfermedades no deseadas que precisan de un tratamiento que rápidamente alguien se encarga de proporcionar al mercado de consumo. La sedentarización junto con el aumento de la ingesta calórica van transformando las sociedades haciendolas de alguna manera más enfermas. Por otro lado la inversión de las piramides poblacionales en los países más desarrollados hacen que las sociedades envejezcan. Esta combinación de sedentarización, obesidad y vejez promueve un deterioro visible claramente  en el aumento exponencial de enfermedades metabólicas y cardiovasculares por un lado y degenerativas por otro. 

La urbanización progresiva y la centralización poblacional en ciudades también ha significado un gran cambio medioambiental de primer orden para gran número de ciudadanos. El alejamiento del campo y la naturaleza impone ritmos y rutinas nuevas que impilican mayores tiempos de transporte del domicilio al trabajo y menos interacción social con la comunidad de vecinos. La dinámica social se centra en familias nucleares o personas que viven solas, dejando atrás la protección de la familia extensan y las comunidades pequeñas. 

Otro ingrediente de interés lo constituyen las tecnologías que permiten la sociedad de la comunicación y el conocimiento. El acceso a redes de comunicación avanzadas nos conectan a fuentes de información, bibliotecas virtuales y conocimiento de todo tipo así como a personas de todo ámbito y lugar. Las redes sociales abren nuestro universo relaciónal y modifican totalmente las posibilidades, modos y formas de comunicar. A su vez generan un nivel mayúsculo de ruido de fondo. Nuestros ámbitos públicos y privados se han llenado de pantallas que nos bombardean con datos desde la mañana hasta la noche. En cada domicilio se instalan varios aparatos de televisión, muchos ya con conexión a internet, ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes... que se prolongan en los medios de transporte donde los ciudadanos cargan con sus aparatos móviles y persisten en los entornos laborales en forma de monitores de ordenador o de televisión. La resultante es una disminución de la cantidad y calidad de silencio personal, variable imprescindible para desarrollar el pensamiento y la reflexión personal, la creatividad y la dimension trascendente. A su vez el ruido de fondo aumenta las distracciones que dificultan la conciencia de presente. El ensimismamiento o dispesión se constituye como el estado mental habitual, minimizando la calidad de la experiencia presente. 

Los conceptos salud-enfermedad son un continuo que manifiesta los procesos de adaptación o no del ser humano en los planos corporal-instintivo, emocional-relacional, mental-transpersonal y medio ambiental-ecológico en los que éste busca un equilibrio dinámico consigo mismo y con su entorno.



Esta definición basa el concepto salud en el concepto adaptación que constituye la característica básica de la materia viva y la adapta a los planos de organización del cerebro humano. En la arquitectura cerebral convergen tres niveles de complejidad evolutiva superpuestos. En primer lugar tenemos el cerebro reptiliano que comanda las funciones corporales básicas y permite un comportamiento instintivo basado en conductas rápidas y en intuiciones. En segundo nivel lo constituye el cerebro mamífero o límbico que permite la vida emocional y por ende la relacional con todas las implicaciones de conducta que esto conlleva. Por último el cerebro neocortical con sus funciones cognitivas avanzadas que permite la vida mental y el desarrollo de la dimensión transpersonal, espiritual o trascendente. Estos planos buscan permanentemente un equilibrio tanto con el medio ambiente y sus circunstancias como con el medio interno que constituye otro ecosistema emocional y cognitivo personalizado. Surgen situaciones de bienestar que propicionamos y de malestar que rehuímos pero sólo tendremos capacidad de sentirnos bien si conseguimos desarrollar la suficiente aceptación de las mismas junto con la suficiente conciencia del momento presente que nos haga darnos cuenta tanto de lo que ocurre fuera de nosotros como de la cualidad de nuestra vivencia. Se puede argumentar que puede existir salud sin conciencia pero entendemos que será con ella cuando la misma alcance su mayor plenitud. 













Sanidad madrileña, estado de la cuestión



"El peor síntoma es el elevado grado de derivaciones de pacientes a los centros privados", lamenta Marciano Sánchez Bayle, presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid. "Lo más llamativo de Madrid es que era la comunidad puntera cuando se hizo la transferencia de competencias sanitarias, y ahora se encuentra muy deteriorada. Las agresiones continuadas desde la Consejería han puesto al sistema al borde de la fase crítica", denuncia Sánchez Bayle. 20minutos.es solicitó una valoración sobre el informe a la Consejería de Sanidad, pero declinaron ofrecer su versión.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263
El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2226708/0/sanidad-madrilena/cola-camas/medicos-presupuesto/#xtor=AD-15&xts=467263

 La evolución del gasto sanitario total en España en millones de euros es la siguiente:




2008
2009
2010
2011
2012
Gasto sanitario total
97.092
100.475
100.882
98.823
95.670
Gasto sanitario público
70.848
75.355
75.007
72.510
68.607
Gasto sanitario privado
26.244
25.120
25.875
26.312
27.064

 

Queda claro que vamos cuesta abajo y sin frenos, pueden estar seguros que los datos de gasto de 2014 serán todavía menores en el capítulo de gasto público (el presupuesto inicial fue de 52.700 millones)
y mayores en el privado. Hablamos de un recorte en sanidad de aproximadamente 21% en 6 años. Lo podrán maquillar como quieran pero los políticos nos han reducido un quinto la sanidad que teníamos, y lo peor es que los recortes siguen.

El último informe de la Federación para la Defensa de la Sanidad Pública arroja los siguiente datos:




1)     CCAA con mejores servicios sanitarios:


  • Navarra: 82
  • Aragón: 75
  • País Vasco: 73
  • Asturias: 73
  • Castilla y León: 72


2)     CCAA con servicios sanitarios regulares:
  • Andalucía: 64
  • Cantabria: 64
  • Galicia: 61
  • La Rioja: 60

3)     CCAA con servicios sanitarios deficientes:
  • Castilla La Mancha: 59
  • Cataluña: 57
  • Extremadura: 56
  • Madrid: 56

4)     CCAA con peores servicios sanitarios :
  • Baleares: 54
  • Murcia: 53
  • Canarias: 47
  • Comunidad Valenciana: 46

Gasto en sanidad por Habitante
Camas hospital
Quirófanos
TAC/RM
Andalucía        
980,00
2,27
8,33
21,92
Aragón    
1432,40
3,77
9,43
29,43
Asturias 
1388,27
3,39
9,29
24,50
Baleares
1075,56
3,01
9,43
32,66
Canarias
1235,76
3,18
7,88
15,22
Cantabria 
1333,30
3,29
7,95
22,07
Castilla y León
1267,40
3,69
8,62
27,27
Castilla la Mancha
1122,99
2,54
6,60
26,97
Cataluña       
1108,22
3,96
9,58
25,42
Comunidad Valenciana    
1077,59
2,39
9,26
27,82
Extremadura
1178,78
3,56
9,60
25,54
Galicia        
1227,74
3,48
10,10
30,93
Madrid   
1087,65
2,95
9,86
31,79
Murcia       
1290,70
3,15
9,58
27,96
Navarra         
1397,70
3,82
11,24
26,56
País Vasco
1540,64
3,62
10,01
26,49
La Rioja
1242,68
2,98
7,35
25,01



Un ciudadano de Madrid tiene un gasto sanitario de 1087 euros mientras uno del País Vasco 1540, obviamente el nivel de atención sanitaria no puede ser el mismo. Las diferencias son cada vez mayores entre Comunidades generándose significativas desigualdades en salud que vulneran el estatuto jurídico constitucional que se basa en la igualdad. No es lo mismo vivir en Nombela (Toledo) que en Getxo (Vizcaya), en cuanto a la asisntencia sanitaria no somos iguales, está claro, y esto no lo podemos achacar a la crisis ni a Alemania. La responsabilidad política es nacional.



El gran déficit de Madrid se encuentra en la dotación de personal en los centros de salud de Atención Primaria. Los enfermeros madrileños son los que tienen una mayor presión asistencial de toda España, con 1.924 habitantes por cada profesional. Mientras, los médicos de cabecera de Madrid son los segundos que atienden a más pacientes, con 1.513 habitantes por doctor (solo superado por Baleares, donde cada médico tiene adscritas a 1.669 personas). En cambio, la atención especializada madrileña (hospitales y centros de especialidades) tiene una plantilla suficiente: es la quinta con más médicos (1,98 doctores por cada mil habitantes) y la sexta con más enfermeros (3,45 por mil habitantes).



Fuentes:

Informe resultados del Ministerio de Sanidad

informe de la Federación para la Defensa de la Sanidad Pública

Diario 20 minutos

jueves, 4 de septiembre de 2014

El Privilegio de escuchar; lo que queda de él.



 Graffiti de Bansky



Tras leer el texto que el crítico literario J. Ernesto Ayala-Dip escribió recientemente en el diario El País me surge una justificada reflexión. Me parece que el señor Ayala-Dip tiene toda la razón. Los médicos cada vez somos más técnicos y menos humanistas, cada día usamos más herramientas tecnológicas y menos narrativas. El mercado y la sociedad han convertido la salud y la enfermedad en negocio y los sistemas sanitarios han derivado en una industria donde se buscan resultados. Hay que ver más pacientes en menos tiempo y proveer más servicios con menos dinero. Lógicamente pierden los pacientes que salen de la consulta sin que el facultativo apenas les mire y los galenos que no tienen tiempo de ejercer bien su oficio ni poder escuchar en condiciones a sus pacientes. Y es que con una lista de 40, 50 o 60 pacientes en una mañana no hay tiempo material para escuchar correctamente a casi nadie. Cuando comento con médicos de otros países que disponen de 15 a 30 minutos por visita que en España la media son 6 minutos y en algunas Comunidades Autónomas menos no dan crédito. Para desarrollar una medicina humanista hacen falta varios factores, unos dependientes del médico, otros de la organización sanitaria, otros de la sociedad y finalmente otros del paciente. Nuestros abuelos iban al médico solo cuando estaban realmente muy enfermos. No iban por catarros o diarreas leves, no iban a contarle al médico que estaban tristes o agobiados. Hoy sí. Hoy vemos mucha gente joven llorando en consulta, gente agobiada que no tiene otro sitio donde contar sus cuitas ni llorarlas. Vemos gente que consulta por motivos peregrinos a la menor tos o décima en el niño, por el menor malestar que ya no es tolerable. Los sistemas informáticos omnímodos y omnipresentes fagocitan cada vez más la atención de los profesionales sanitarios, hay que registrar todo lo registrable para que los gestores hagan sus números, contabilicen, optimicen, rentabilicen...

Tengo la suerte de tener varios médicos-escritores en mi familia. Sé de primera mano que la medicina es pura literatura, yo así me he formado y trato de ejercer. Pero también sé que la cosa está mal. La sociedad cada vez más enferma, la enfermedad más mercantilizada y la medicina más monetizada. El mercado ha invadido también esta esfera social y el ánimo de lucro terminará por malograrla del todo para perjuicio de absolutamente todos los actores. No tienen más que ver el paradigma de medicina estadounidense: por un lado millones de excluidos mendigos de una mínima beneficencia y por otro los que todavía pueden pagar los altísimos seguro,s que por cierto no apuntan buenos resultados en salud.

No tengo las respuestas, sí las ganas de seguir ejerciendo la medicina de la forma más humana posible apoyándome en la tecnología que mi conocimiento y mi criterio estimen más necesaria para cada caso. Sigo pensando que escuchar es un enorme privilegio a la par que una urgencia social. Nos conectamos a televisores y adminículos que nos sirven información diversa pero no nos escuchan. Para ser escuchados con propiedad requerimos de otra persona y eso no tiene visos de poderse tecnificar. Cuando llegue el momento en el que sea claramente imposible escuchar con un mínimo de rigor me enfrentaré con una terrible decisión. Una opción será decir basta y batallar contra la organización sanitaria, otra salirme de ella para ejercer de forma independiente; es la tercera la que me da más miedo. No ser capaz de mover ficha y seguir trabajando como si nada, viendo un paciente cada tres minutos olvidando que una vez fui médico pero terminé como veterinario. Como pueden ver el fondo de la crisis nos lleva a todos al mismo punto, al final cada cual deberá estipular hasta dónde llega su dignidad, si delegamos esta decisión pueden imaginar el desenlace.




 Les comparto el artículo citado:


El Privilegio de escuchar


La llegada de la tecnología a las consultas de la sanidad pública ha perturbado algunos hábitos. En las consultas de atención primaria, el médico que antes nos saludaba mirándonos a los ojos, ahora se ha trocado por una persona que apenas nos mira, apenas nos habla y apenas nos escucha, dada, supongo, la mucha prisa que tiene de suplantarnos por el siguiente paciente.
No es mi intención hacer ninguna crítica a la Seguridad Social, a la eficacia profesional con la que todavía se ocupa de nuestra salud. Podría protestarse ante las listas de espera para ser intervenidos en determinadas cirugías, cada día más ralentizadas en algunas comunidades autonómicas, debido al cierre de quirófanos (impelidos estos cierres por la austeridad presupuestaria); podríamos preguntarnos por el cierre de algunos centros de asistencia primaria en determinadas poblaciones, obligando a los pacientes de los mismos a desplazarse a localidades vecinas. En fin, a lo mejor poniéndonos muy exigentes, hasta podríamos aumentar el número de disfunciones descubiertas en materia logística. Pero, a la larga, dudo mucho que tengamos derecho a quejarnos más allá de lo pertinente. La medicina primaria en nuestro país en general funciona bien. Y en los servicios de tratamientos de patologías más inclementes, la atención y el cuidado altamente especializado es sencillamente impecable.
Lo que quiero hacer notar es algo que no afecta aparentemente a la situación clínica de los pacientes. Algo como más abstracto, pero no por ello menos real y comprobable. Lo que echo en falta cuando visito a un médico de la seguridad social es una mayor empatía, y como esta está tan ostensiblemente ausente, me conformaría con una simulación de esa empatía, una simulación de que nuestro médico conoce nuestro historial. O incluso a veces, que pueden ser muchas, echo en falta que simule que no le molesta mi visita. Ante esta situación, me pregunto: ¿Qué pudo haber pasado para que parte de la clase médica de nuestro país perdiera ante sus pacientes esa aureola de colectivo humano, cultivado e identificado siempre con el trato cordial?
Acabo de leer una novela de un escritor francés del que hasta hace poco no sabía nada de su existencia. Me refiero a Jacques Chauviré, muerto en el 2005 a los 90 años. Pues bien, se da la circunstancia de que Chauviré estudió medicina y comenzó a ejercerla en 1942. Su especialidad fue la pediatría, que ejerció casi toda su vida en la ciudad de Lyon. Con el tiempo, la práctica de la medicina se le hizo cada vez más desazonante, dado el asimétrico balance que establecía entre las vidas que salvaba y las que no. Ello lo llevó a buscar consuelo en la literatura, campo en el cual no tuvo el reconocimiento público que se merecía, salvo casi al final de su vida con el libro que tuve la alta dicha estética de descubrir.

Lo que echo en falta cuando visito a un médico de la seguridad social es una mayor empatía
Junto con el libro, había una nota de prensa que reproducía una entrevista que le habían hecho en 2004, con motivo de la publicación de Élisa, la novela a la que me refiero más arriba. Le preguntaban qué aporta el médico al escritor. Y Chauviré contestó: “Aporta la posibilidad de la observación. La consulta es un lugar privilegiado para conocer al otro y a la sociedad en general. En mi época, la literatura y la medicina eran hermanas porque en ellas todo era observación. Los médicos de los hospitales eran personas cultas. La medicina no era una disciplina científica, sino literaria: era fundamental escuchar, oír, ver”.
Esta familiaridad entre literatura y medicina subrayada por el escritor francés me hizo recordar que leí una vez que en algunas facultades de medicina de Norteamérica se imparten clases de literatura. Estas clases se marcan el objetivo de que la lectura de una novela, un cuento o un poema funcionen como herramientas de enseñanza en la educación médica.
Es en los centros oncológicos donde estas clases se hacen necesarias, según explican algunos directores de curso. A veces la introducción a las artes narrativas puede servir como punto de partida para afrontar como médicos sentimientos límites, como el sufrimiento o la muerte. “Los pacientes tienen algo que contarnos y los médicos somos unos privilegiados al poder escucharlos”, declara uno de estos directores.
Leí que en la facultad de Medicina de Pennsylvania se imparten clases sobre la obra narrativa y poética de William Carlos Williams, para quien el fundamento de la poesía estriba en las cosas y en los seres. Williams, que fue uno de los grandes poetas americanos del siglo XX, fue también médico durante cincuenta años en su ciudad natal, muy cerca de Nueva York. Ayudó a traer al mundo a más de dos mil quinientos niños.
Nuestros médicos no deberían dejar de mirar a los ojos a sus pacientes y escucharlos. Aunque tengan poco tiempo para tantas visitas. Sus relatos, además de servir como información clínica, sirven para que se sientan seres humanos y no simples receptáculos de medicación y hasta otro día.

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario

@ayaladip


miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Cuando seas mayor te gustaría que te ataran?




Muchos ancianos con deterioro cognitivo en residencias geriátricas son atados de forma mecánica o farmacológica. Debido a los problemas de comportamiento que pueden desarrollar por su enfermedad o deterioro mental y a las habituales alteraciones de convivencia y de manejo en muchas situaciones se opta por aplicar sujeciones mecánicas de distintos tipos que impiden el movimiento de la cadera y/o las extremidades. En otros muchos casos se aplican potentes antipsicóticos que les mantienen en un estado de calma artificial, un duermevela extraño en el que no dan problemas.

¿Es eso lo que queremos para nuestros mayores? ¿Es eso lo que queremos para nosotros dentro de unos años?

¿Cómo definir la dignidad en el cuidado de personas mayores?
¿Cómo se pueden hacer mejor las cosas?





Vía Rincón de Sísifo

martes, 2 de septiembre de 2014

Rescatar a Ortega





Es bastante sorprendente ver lo poco leídos que son los próceres de la humanidad. En un tiempo en el que los estudiantes usan como recurso habitual la página web el rincón del vago para buscar un resumen del Lararillo de Tormes y obviar de esta forma su lectura, ¿cómo le vamos a pedir al ciudadano medio que lea a Ortega y Gasset? Pues aquí me tienen dando ejemplo. De este autor solo había leído algún artículo, reseñas de otros autores y un libro sobre su pensamiento. Bastante poco. Lo cierto es que Ortega fue un faro para la generación de nuestros abuelos y padres en los tiempos convulsos de la república y el herial intelectual de la postguerra. Porque Ortega fue sin duda un intelectual de su época y al leerle uno se da cuenta de lo necesarios que son aquellos capaces de compartir su sabiduría con los demás regalando una pedagogía a la sociedad que los acoge. Cualquiera que tenga estudios superiores sabrá que no son numerosos los profesores universitarios con el don de la buena docencia. La mayoría saben mucho pero sólo una pequeña minoría tiene la habilidad de transmitirlo en condiciones. De Ortega solo rescataré en este diminuto texto dos aproximaciones. Primero su cercanía a la cotidianidad a la hora de filosofar o reflexionar, su pensamiento no se pierde en las nubes, se mantiene cercano tanto en el foco como en el medio, en el lenguaje. En segundo lugar me permitiré compartirles una de las ideas favoritas que rescato de su basto pensamiento, el perspectivismo. Un concepto que define la situación humana de perspectivas múltiples que tiene cada cual según su posición circunstancial en el mundo, recuerden "yo soy yo y mi circunstancia". Estas perspectivas diferentes complementan la visión del paisaje que será obligatoriamente diferente si se contempla desde media ladera, el fondo del valle o desde la cumbre. Los seres humanos solemos tender a la monoperspectiva con una gran dificultad de tolerancia a todas las demás. Nuestra historia reciente con sus desastrosas consecuencias es buen ejemplo. Lamentablemente  a mayor incapacidad de comprender y respetar las otras perspectivas mayor dificultad para compartir la nuestra y buscar el ansiado consenso que solo es posible cuando todas las partes se ponen a mayor distancia de su propia visión. Dirimir los disensos a tiros o bombazos  sigue siendo rabiosamente habitual. Dicen los expertos que menos que antes, pero tristemente las balas son mayores. Esto también es aplicable a nuestra cotidianidad relacional, cada individuo es suma de muchas voces interiores, cada pulsión, deseo o necesidad tiene su voz en el parlamento interno. La forma que tiene nuestra conciencia de poner orden es usando los mecanismos de defensa clásicos que describió Freud, negando, reprimiendo, con formaciones reactivas y sublimando. No me extenderé. Tan solo señalar que desde la primera persona estamos acostumbrados a negarnos y reprimirnos, lo que explica que en la segunda y la tercera nos pase lo mismo. Valorar la importancia de la perspectiva en cada circunstancia personal nos puede aportar comprensión y visión. Cuando una necesidad, deseo o preocupación nos nuble la conciencia y ocupe por entero nuestros pensamientos bastará con recordar que es tan solo una perspectiva de las muchas posibles para empezar a caminar buscando otra y dejar atrás el bloqueo y el consiguiente sufrimiento. Favorecer y entrenar una mayor flexibilidad a este nivel nos permitirá modular el enfoque de nuestra visión y gozar así de una mejor profundidad de campo y un ángulo visual más amplio. La rigidez nos obliga a mantener un determinado enfoque que estrecha la realidad difuminando el resto. Es cierto que los enfoques rígidos dan más seguridad al delimitar con precisión quienes son los buenos y quienes los malos, donde está el blanco y donde el negro. Los nacionalismos o extremismos políticos, los integrismos filosóficos o religiosos son ejemplo. También lo son los efectos que suelen causar los mismos. Esta reflexión no impulsa a mantener un relativismo informe que nos relegue a una comunidad hippie o a la pastosa música de fondo de la new age. Lo que nos dará más valor es darnos cuenta de que a fin de cuentas nos relacionamos con el mundo según lo hagamos con nosotros mismos y que nuestra forma de mirarnos y tomar conciencia es lo que nos permite acercarnos y compreder a los demás. Desempolvar los clásicos siempre es una buena ayuda, es cierto que pasaron pero también lo es que seguimos teniendo la oportunidad de  seguir conversando y reflexionando con ellos. Las preguntas siguen siendo las mismas para todos, son las respuestas las que nos esperan a cada cual en los recodos del camino.





lunes, 1 de septiembre de 2014

La sed de eternidad




Todo el mundo quiere vivir para siempre. Es un deseo universal que en algunas personas se hace vehemente. En todas las épocas encontramos ejemplos que trataron de hacerse con la gloria, unos pocos lo consiguieron, la mayoría fallaron o cayeron en el olvido. Lo cierto es que los vivientes estamos hechos para el presente y no para el futuro. Más que eternidad lo sensato sería perseguir la presencialidad, avanzar en la capacidad de vivir plenamente el presente. Pocos lo consiguen sin embargo. No es nada fácil encontrase con un ser centrado en el ahora. Lo habitual es que cada cual cargue con sus asuntos, oscilando entre un pasado lleno de culpa y remordimientos y un futuro rico en miedo e incertidumbre. Pasamos muy poco tiempo degustando el ahora y de esa forma desperdiciamos las mejores porciones de la breve vida que nos toca vivir.  Por otro lado la conciencia de muerte nos llena de profunda desazón. Saber que tenemos un fin nos condiciona y habitualmente nos llena de miedos. Una de las primeras construcciones culturales del paleolítico fue la explicación de lo que ocurre más allá de la muerte. Los primeros homínidos enterraron a sus muertos con la creencia de que, de alguna forma, seguirían viviendo más allá. La muerte es un mecanismo biológico consecuencia del fallo de sistemas que condiciona la insostenibilidad del equlibrio del sujeto con el medio. La detención del tiempo corporal arrastra las de la conciencia y la identidad. Siempre nos hemos preguntado qué pasa con ellas. A ciencia cierta no lo sabemos pero podemos hacer algunas inferencias más allá de las posiciones más comunes  de la nada y la resurrección de la carne. Si en un sistema complejo atendemos a una parte podremos establecer un inicio y un final, pero nunca si atendemos al sistema completo. En la superficie del mar se forman y destruyen millones de olas cada instante, si observarmos cualquiera veríamos que tiene un tiempo limitado de existencia durante el cual evoluciona y se desplaza para luego desaparecer. Desaparece la forma pero sigue  siendo mar. La visión humana nos condiciona para atender los fenómenos desde una perspectiva, que si bien es variable también es limitada y condicionada. Desde esa perspectiva reflexionamos y ordenamos nuestra explicación del mundo y de la vida. Es cierto que el cuerpo humano al morir desaparece como tal y sus componentes vuelven a incorporarse a los ciclos vitales del planeta. La conciencia y la identidad desaparecen pero durante su existencia emitieron su luz que alimentó, influyó y modificó su entorno de una manera única. No somos capaces de medir ese influjo ni en tiempo presente ni en futuro pero sí deducir que pertenece a este universo y que tal vez lo que consideramos principio y final dependa de nuestra posición de observadores y nuestra circunstacia. 

La reflexión tranquila y la contemplación de la vida y la muerte, de todos los fenómenos que surgen para después marchar es una de las mejores formas que conozco para calmar la desazón que produce la muerte y la enorme sed de eternidad que podemos llegar a desarrollar. Por otro lado tratar de vivir lo más plenamente posible la existencia, teniendo el centro de gravedad en el presente y aceptando aquello que la vida nos vaya proponiendo son también trazas de sabiduría.  Las creencias y la fé pueden ser potentes ayudas pero no suficientes, creánme si les digo que he visto morir desazonados a muchos religiosos profesionales. Y por último un apunte esencial respecto a encarar de la mejor manera un desenlace lo constituyen los arreglos de cuentas y las despedidas. Todos sabemos que liberarnos de deudas produce tranquilidad de ánimo. Las que mas pesan son las deudas personales, las cuestiones pendientes, los desencuentros con la gente más relevante para nosotros. Poder estar en paz con ellos nos ayuda a estar en paz con nosotros. 

La verdadera gloria se esconde en la contemplación de un amanecer, en el abrazo de la persona que amamos y en la inspiración lenta del que se sabe plenamente presente. Tal vez no nos recuerden o tal vez sí cuando hayamos pasado, que eso no nos limite nuestra capacidad de gozar plenamente el bello río de instantes que llamamos vida. 




viernes, 29 de agosto de 2014

La gente feliz lee y toma café




Una de las cosas que me indica el grado de calidad de unas vacaciones es disponer de tiempo abundante de lectura. Tal vez por eso me gustó el título la novela de Agnès Martìn-Lugard que inspira esta reflexión. En primer lugar, pese a que se hable de la felicidad cada vez más, es extraño encontrarse con gente feliz. Si uno pasea por cualquier ciudad moderna, echa un vistazo dentro de un autobús o tren de cercanías o se sienta tranquilo a ver pasar la gente, lo normal es encontrar rostros adustos, algunos crispados, otros quizá en las nubes. Si pudiéramos por un momento visualizar sus pensamientos aparecerían ante nosotros mil películas. En una saldría su protagonista con el jefe, en otra con la novia, en aquella discutiendo con la familia, en esta de acá saldría el coche de  sus sueños, en la del final la deseada muchacha del quinto... todos caminamos por la vida con nuestros asuntos y se los dejamos ver a muy pocos. La historia de la novela de Martin-Lugard es la historia de un duelo, de una mujer terriblemente herida y su viaje para cruzar ese desierto y mostrar su película a los demás, que como muchos saben es una de las formas más potentes de terminar sanando nuestras heridas. Es un libro de una creadora novel pero solvente, lectura ligera pero no superficial, que nos muestra paisajes humanos creíbles. Tal vez si la gente leyera más y tomara lentamente su café disfrutaría más de la vida, lo que sí es bastante verosímil es que escribir y compartir una novela con el mundo es muy liberador para el que lo hace y en casos como este placentero para el que la lee. Nos hace felices dar lo mejor que tenemos a los demás, hay pocas escusas válidas para inhibirnos. Me gustó saber que este libro fue autoeditado en Amazon en un primer momento tras ser rechazado por las editoriales que solo se interesaron por él cuando empezó a difundirse con rapidez. Habrá que ir pensando en mandar algo a Amazon además de seguir leyendo y tomando café.





martes, 26 de agosto de 2014

La foto del sistema sanitario






De "a cada uno según su necesidad" a "a cada uno según su capacidad de presionar". Esa es la foto actual de nuestro sistema sanitario. Javier Padilla


Los sistemas sanitarios son una fiel imagen de la sociedad que los sostiene. Nuestros abuelos y padres lucharon para reconstruir un país arrasado y arruinado. Construyeron los cimientos de nuestra moderna sociedad, muchos de sus derechos, muchos de sus servicios públicos. La situación de crisis y decrecimiento global ha barrido muchos de ellos pero lo peor no es eso. Lo más trágico es el hecho de ver a unos pocos saqueando el esfuerzo de muchos y a otros muchos luchando entre sí por las migajas de su pequeña parcela de influencia. Unas migajas que son pan para algunos y miserias para otros. 

En sanidad siempre ha habido prioridades. Cada estructura es necesaria en su tamaño y justa proporción como lo son cada una de las piezas de un avión. ¿Qué pasaría si los constructores de alas quisieran más recursos para hacerlas más grandes y lo mismo dijeran los ingenieros del tren de aterrizaje o la carlinga... Acabaríamos con un avión deforme y, peor aún, obsoleto e inservible. Es lo que esta pasando. Desde hace años se ha hipertrofiado la estructura hospitalaria, cara, hipertecnificada y redundante minimizando recursos de centros de salud, medicina rural y otros montos no priorizados. Esta tendencia se ha agrabado dada la feudalización del sistema. Hay jefes de servicio muy poderosos con acceso directo al consejero de sanidad. Gerentes de hospital con más poder que muchos alcaldes... No esperen a que ellos se reduzcan el presupuesto, no hay gestor que sea capaz  de hacerlo por su propia iniciativa. Se precisa liderazgo, inteligencia colectiva y perspectiva para determinar qué decisión redunda en mejora del bien común y no de los votos para la próxima elección. Se necesitan ciudadanos que participen, escriban, hagan valer su voz. Tenemos delante la posibilidad de democratizar o feudalizar nuestra sociedad y cultura. Es tarea de todos.