De "a cada uno según su necesidad" a "a cada uno según su capacidad de presionar". Esa es la foto actual de nuestro sistema sanitario. Javier Padilla
Los sistemas sanitarios son una fiel imagen de la sociedad que los sostiene. Nuestros abuelos y padres lucharon para reconstruir un país arrasado y arruinado. Construyeron los cimientos de nuestra moderna sociedad, muchos de sus derechos, muchos de sus servicios públicos. La situación de crisis y decrecimiento global ha barrido muchos de ellos pero lo peor no es eso. Lo más trágico es el hecho de ver a unos pocos saqueando el esfuerzo de muchos y a otros muchos luchando entre sí por las migajas de su pequeña parcela de influencia. Unas migajas que son pan para algunos y miserias para otros.
En sanidad siempre ha habido prioridades. Cada estructura es necesaria en su tamaño y justa proporción como lo son cada una de las piezas de un avión. ¿Qué pasaría si los constructores de alas quisieran más recursos para hacerlas más grandes y lo mismo dijeran los ingenieros del tren de aterrizaje o la carlinga... Acabaríamos con un avión deforme y, peor aún, obsoleto e inservible. Es lo que esta pasando. Desde hace años se ha hipertrofiado la estructura hospitalaria, cara, hipertecnificada y redundante minimizando recursos de centros de salud, medicina rural y otros montos no priorizados. Esta tendencia se ha agrabado dada la feudalización del sistema. Hay jefes de servicio muy poderosos con acceso directo al consejero de sanidad. Gerentes de hospital con más poder que muchos alcaldes... No esperen a que ellos se reduzcan el presupuesto, no hay gestor que sea capaz de hacerlo por su propia iniciativa. Se precisa liderazgo, inteligencia colectiva y perspectiva para determinar qué decisión redunda en mejora del bien común y no de los votos para la próxima elección. Se necesitan ciudadanos que participen, escriban, hagan valer su voz. Tenemos delante la posibilidad de democratizar o feudalizar nuestra sociedad y cultura. Es tarea de todos.
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