miércoles, 9 de noviembre de 2016
Rupturas, populismos y salud
Asistimos boquiabiertos a una realidad que nos supera. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, la situación de desgobernanza española, la elección de Trump como presidente... ¿Qué será lo siguiente?
Lo cierto es que la solidez de las instituciones y de la cultura parece desvanecerse ante la realidad de una humanidad globalizada que ha hecho saltar los memes tradicionales sin que parezca que tengamos otros a mano. No es fácil adaptarse a esta nueva realidad líquida ni en la salud ni en la enfermedad. De hecho cada vez pareciera que nos sentimos más enfermos a pesar de que los indicadores objetivos digan lo contrario. Cada vez usamos más medicamentos y servicios sanitarios siendo los sanos los que colapsan los mismos desplazando a los verdaderamente enfermos.
Necesitamos sentido, necesitamos comprender. Y no encontramos dónde agarrarnos, no hay referentes válidos a la vista, ¿o tal vez sí? Quiero creer que están precisamente delante de nuestras narices. El problema es que no conseguimos reconstruir una base filosófica que los sostenga. El derrumbamiento del humanismo nos ha dejado nuevamente huérfanos, tras la orfandad de dios que trajo la modernidad.
Es normal que pese a todos los adelantos y conquistas conseguidas haya un enorme fondo de malestar. La gente tiene pan y circo pero carece de sentido y sin este caminará rabiosa y se sentirá mal. En consulta detecto con frecuencia esa hambre existencial, esa ausencia de respuestas, de confianza, de fe. Y para esto no hay antidepresivo ni pastilla que valga.
Llevo días diciendo que Trump ganaría las elecciones americanas. Es verdad que no era complicado, tenía un 50% de probabilidades de acertar. También llevo tiempo diciendo que la gente se siente sola, desdichada y enferma cuando no consigue encontrar un sentido en su vida que dignifique la misma. Nos agarraremos a un clavo ardiendo si sospechamos que tras una decisión, votación o mensaje se esconde una remota posibilidad de encontrarlo. Eso hará que nos toque ser espectadores de grandes errores y caídas. ¿No es acaso cuando hemos sido derribados que se abre la posibilidad para encontrar de nuevo la postura correcta?
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