domingo, 13 de marzo de 2016
Relato: Mi cirujana
Mi cirujana fue médica de familia. Lo desveló en la primera visita cuando yo me identifiqué como tal a la hora de discutir algún aspecto técnico del tratamiento. Fue una profesional vocacional, me contó que le gustaba mucho su trabajo. La decisión de cambiar de trayectoria vino derivada de un enfrentamiento con sus jefes. Recibió un rapapolvo por una conducta asistencial que ahorraba dinero al sistema sanitario pero aumentaba el gasto en atención primaria. Fue la gota que colmó el vaso, abandonó la atención primaria.
Conozco otros muchos casos similares a éste, algunos muy directos. Médicos excelentes que ya no aguantan más una situación de precariedad laboral, estulticia gerencial, procedimientos obsoletos, sistemas informáticos torturantes, sobrecarga asistencial brutal y una larga lista de poderosos motivos.
A veces me pregunto si permanecer en el timón de un barco que cruje de continuo y amenzaza hundimiento es una heroicidad o una soberana imprudencia. No puedo contestar. Lo cierto es que muchos seguimos adelante y tratamos de hacerlo con la máxima dignidad de la que somos capaces. La verdad es que nos defendemos como podemos. Algunos lo cuentan con palabras muy claras, otros señalan sin miedo los vicios del sistema y un servidor escribe algún relato para exorcisar sus miedos y fantasmas.
Cuando dentro de unos días mi cirujana escriba un poema en mis entretelas, y deje estampada su firma en mi epidermis, me acordaré de todos esos compañeros y compañeras que tomaron la decisión de cambiar de rumbo para seguir ayudando a los demás de otras maneras. A fin de cuentas los renglones torcidos de la vida nos van llevando a todos por caminos a veces sorprendentes.
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