domingo, 27 de marzo de 2016

Relato dominical: La varita mágica





La confesión, Sir Frank Bernard Diksee.




Había pasado mucho tiempo, lo sabía de sobra. Aquel día de año nuevo no hizo votos ni planes. Se levantó, caminó por la orilla del mar, comió bien y durmió una larga siesta. Fue al ducharse a la mañana siguiente cuando se dio cuenta. La varita mágica que llevaba años buscando estaba en su mesilla de noche. La puso allí con cuidado la noche anterior al hacer el equipaje. Calló al suelo al vaciar una bolsa con ropa, fue entonces cuando reparó en ella pero como estaba cansado no elaboró ninguna asociación. Apagó la luz y se quedó dormido en pocos segundos como gustaba hacer. Al salir de la ducha abrió la puerta del baño y entró desnudo en la habitación. Ahí estaba, se la quedó mirando ensimismado. ¿Cómo había podido estar tan ciego?. De aquella varita habían brotado incontables versos, relatos, incluso la novela que escribió para sus hijos esa misma Navidad. Había construido mundos con ella, abierto su corazón y vaciado todo tipo de armarios interiores. Construyó bellos mensajes que regaló a sus amigos y acompañó sus silencios y secretos durante años. En los segundos que duró la contemplación tomó consciencia de era un verdadero mago. No como los que aparecen en los medios o en espectáculos, no. Un mago de verdad. Su destino tenía que ver con esa antigua habilidad pasada de moda de generar asombro. Suspiró y dejó salir el aire lentamente, esbozó una sonrisa y sintió la vida que todavía aleteaba dentro de su pecho.







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