lunes, 9 de febrero de 2015

La crisis de representabilidad como patología social





+ ¿Se considera bien representado por las instituciones sociales y políticas?


+ ¿Verdaderamente necesitamos que nos representen?


+ En un tiempo que está desmontando los intermediarios ¿Qué papel hay que reasignar a los que quedan?



Venimos representando en nuestras vidas aquel lacónico chiste cuyo protagonista va al médico quejándose de que nadie le hace caso y el galeno le responde "el siguiente"... Los sindicatos han dejado de ser sindicatos, los partidos políticos han devenido en otra cosa, los colegios de médicos y asociaciones profesionales están como congelados, las organizaciones civiles mudas, las instituciones públicas en shock...

Todo esto enmarcado en una sociedad que volatilizó la familia extensa atomizando las convivencias y rompiendo las redes familiares y sociales tradicionales. En la época de Facebook y Twitter resulta que nos hemos quedado sin redes socializadoras reales. Todo es virtual, todo es humo... y desgraciadamente el humo no sostiene las caídas. Cuando una persona cae por enfermedad, paro, adicciones, accidentes, incapacidad y otros mil motivos no es lo mismo caer sobre una red de seguridad que sobre el frío suelo varios metros por debajo. No es lo mismo.

Generar redes reales es una prioridad social que parece totalmente desatendida. La gente necesita menos pastillas y más comunicación, menos anuncios y más información, menos tonterías y más conciencia.

En internet rige una férrea ley no escrita por la que un 10% de los presentes genera el 90% del contenido. La mayoría sigue sin tener voz pese a que dispone de los medios.

Para recuperar la representabilidad tendremos que asumir el riesgo de empezar por representarnos dignamente a nosotros mismos. Sin ese paso no serán posibles los demás.





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