Vivían tan volcados en el exterior que se olvidaron de sí mismos
El ser humano es un ser narrativo, necesita historias para vivir. Las necesita como el comer o el dormir, sin ellas moriría. Si no se las procuran se las inventará. Necesitamos narraciones.
Esa necesidad antigua, forjada lentamente tras siglos de avance en el territorio del lenguaje, ha llegado hoy a su paroxismo empujada por las nuevas tecnologías. Tenemos noticias al instante provistas por nuestra agencia de comunicación personal que constituyen las redes sociales y nuestros teléfonos móviles que no dejan de vibrar para escupir información a cada rato. Televisiones que se reproducen exponencialmente y salen de la salita del salón a los dormitorios, la cocina o los cuartos de baño. Monitores encendidos en el autobús, metro o marquesina, en las tiendas y supermercados, en la sala de espera del dentista, en todas partes.
¿Estamos mejor informados que antes? Parece que lo que estamos es más saturados, mediatizados e intoxicados... empachados. Hoy la infoxicación es tan frecuente como el resfriado. En nuestro interior arde el fuego de la desazón y en vez de serenarlo lo alimentamos con la madera de noticias que suscitan en nosotros más fuego. Las corruptelas de los políticos, las miserias de los famosos, los desastres de la crisis... no suelen evocar en nosotros las más altas disposiciones de ánimo precisamente.
Habría que preguntarse más a menudo cómo es nuestra dieta de información y noticias, insuficiente, suficiente o excesiva. ¿Cúantas horas de pantallas nos proveemos a la semana? ¿Cuántas canciones, películas, revistas, periódicos, telediarios, series, vídeos...?
Tal vez haya llegado el momento de hacer un ayuno de noticias y de ajustar nuestra dieta informativa.
Las mejores narraciones provienen de nuestras relaciones personales y del privilegio de poder leer a los mejores narradores. Si el vino excelente está al alcance de todos ¿por qué conformarse con el mediocre?
Par cura l´indigestione digitale: Digiunare di Notizie
Vivevano come discariche all'estero che si sono dimenticati
L'essere umano è una narrazione di essere, ha bisogno di storie da vivere. La necessità come mangiare o dormire, senza di loro muoiono. Se non stanno cercando di inventare. Abbiamo bisogno di storie.
Quel vecchio necessità forgiato lentamente dopo secoli di progressi nel campo del linguaggio, ha oggi raggiunto il suo parossismo guidata dalle nuove tecnologie. Abbiamo notizie immediata da parte del nostro staff dell'agenzia di comunicazione sono i social network e telefoni cellulari non si fermano vibrante informazioni a sputare tutto il tempo. I televisori che riproducono in modo esponenziale e fuori del salotto alla sala dormitorio, cucina e bagni. Monitor sparato a bus, metro o tendone, nei negozi e supermercati, nella sala d'attesa del dentista, in tutto il mondo.
Siamo meglio informati rispetto a prima? Sembra che ciò che siamo è più saturo, mediata e intossicato ... eccesso. Oggi infoxication è così comune come il freddo. Burns in noi il fuoco della frustrazione e lo calma, piuttosto che nutrirsi con le notizie di legno suscitato in noi più fuoco. La corruzione dei politici, le miserie di celebrità, i disastri della crisi ... di solito non evocano in noi le più alte d'animo preciso.
Dovremmo chiedere più spesso come la nostra dieta di notizie e informazioni, insufficiente, sufficiente o eccessiva. Quante ore di schermi ci forniscono una settimana? Quante canzoni, film, riviste, giornali, telegiornali, serie, video ...?
Forse la notizia tempo digiunato e informazioni per regolare la nostra dieta è arrivato.
Le storie migliori provengono dalle nostre relazioni personali e il privilegio di leggere i migliori narratori. Se il vino è eccellente per tutti, perché accontentarsi di mediocre?
(Traduzione automatica, mi scuso per i numerosi errori)
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