Foto de Clara Bendicto
En los últimos días me he encontrado a gente interesante en diferentes aeropuertos. Es tiempo de congresos y reuniones científicas, eso lo explica todo. En Barajas pude saludar a Rafa Cofiño que se dirigía a Granada con otros compañeros. En Granada pude saludar a Rafa Bravo que se dirigía a Madrid. Como ambos son tremendamente inteligentes y creativos, traté de adivinar qué escondían detrás de sus palabras, qué preocupaciones, qué dilemas. Los encuentros en un aeropuerto son breves, a menudo zarandeados por la prisa, el sueño o el agobio. No es el mejor sitio para encontrarse. Pero siempre hay que aprovechar al máximo los encuentros fortuitos con gente extraordinaria.
No les compartiré mis conclusiones dado que se fraguaron en un lenguaje sin palabras, esa lengua que la intuición teje allá por los vericuetos más antiguos del cerebro. Lo que sí les diré es que necesitamos profesionales que nos inspiren, que sigan aportando ideas, reflexión, crítica y criterio.
Para mí fue un tesoro encontrarles. Saber que están en plenas facultades me produce una tranquilidad que compensa la zozobra que gobernantes y otros perfiles, que poco aportan a la sociedad, causan en mi ánimo.
Foto de Rafa Cofiño
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