miércoles, 25 de julio de 2012

El miedo como patología





A partir de este mes comienzo a colaborar con el Huffington Post, un periódico con una línea editorial que me parece muy interesante, una nueva forma de comunicar. Sigo la intuición de otros profesionales como Jesús Martínez Ávarez   @jmartinezal de salir del centro de salud a otros foros y tarimas. Creo que tenemos una historia que contar a la sociedad.

Aquí les dejo mi primera propuesta:


EL MIEDO COMO PATOLOGIA


La consulta del médico de familia es un estupendo lugar para tomar el pulso y no solo a los pacientes, también a la sociedad. En los últimos meses el pulso se ha acelerado. Vemos más gente agobiada, angustiada, preocupada. Vemos más problemas consecuencia de la situación socioeconómica.

Por un lado hay hechos objetivos. Estamos atravesando una coyuntura de ajuste muy dura, que obliga a hacer cambios en casi todas las familias. Las más afectadas son como sabemos las que pierden sus ingresos por falta de trabajo, pero al final todos estamos afectados, recortados. Por otro lado sufrimos un bombardeo intensivo de malas noticias. Naomi Klein lo describió magistralmente hace ya algunos años con su libro La doctrina del shock. El miedo como instrumento de poder es viejo conocido.

El problema es que el exceso de miedo también afecta a la salud. La tensión psicológica mantenida, que habitualmente denominamos estrés, puede tener efectos deletéreos. En primer lugar produce cansancio. El cerebro humano consume el 25% de los recursos energéticos corporales. Llevamos un motor neuronal sobre los hombros de alta cilindrada, dependiendo de cómo pisemos el acelerador gastará más o menos. Y las preocupaciones o pensamientos rumiantes nos hacen pisar a fondo el acelerador. Por otro lado irse a la cama tras haber visto un telediario no puede ser bueno. ¿Imaginan el tipo de sueños que tendrá un ciudadano tras ver 30 minutos de malas noticias? No tenemos estudios científicos que lo prueben pero intuitivamente parece que serán sueños distintos que tras leer una novela, tener una agradable conversación o abrazar a un ser querido.

Lo que termina llegando a la consulta es el cansancio o el dolor. La gente se siente agotada. El médico explora, pide unos análisis y todo está bien. Diagnóstico de presunción: estrés. Cada vez más frecuente. O bien el paciente se queja de dolor de cabeza, o en el cuello, quizá en la espalda... tras una buena historia clínica y exploración el médico pregunta ¿tiene usted alguna preocupación? Y esto destapa un torrente de razones que explican el síntoma.

Ante el miedo suelo prescribir conciencia. Trato de ayudar a que el propio paciente se dé cuenta de qué le está pasando, qué está sintiendo, por qué. Esa conciencia lleva consigo la cura y la solución, permite que la persona pueda resituarse y hacer los cambios convenientes en su vida.

Me gustaría que fuéramos capaces de hacer lo mismo a nivel social. Tomar conciencia. Entender de una vez la importancia de vivir en sociedad. La importancia de servir a los demás y no de servirnos de ellos. La importancia de los valores y del respeto. La importancia de la profesionalidad y la vocación en todos los servicios. La alegría de hacer bien las cosas. Yo tengo claro que es posible.





1 comentario:

rafa dijo...

Dos sugerencias: más que miedo como patología creo que quedaría mejor el miedo como enfermedad o como problema.
y 2ª en lugar de "En los últimos meses" seria mas exacto poner en los últimos años, la crisis la estamos palpando en las consultas incluso antes de que se reconociera de forma oficial, pero claro si lo pones así a lo mejor no te publican en el "progresista Huffington Post"