Si fuésemos capaces de generar una cultura social basada en compartir en lugar de únicamente en competir, generaríamos redes que posiblemente nos ofrezcan nuevas propiedades emergentes. Fundamentalmente más conciencia y retroalimentación creativa. Producir fuentes de ideas está a la vuelta de la esquina. En los desiertos de la política o de las relaciones sociales significativas, pueden surgir oasis creativos que den de beber a muchos.
Nos vendría bien leer a Isaac Mao, un bloguero chino bastante inteligente:
"Con la Gente de la World Wide Web comunicando de forma más total y libre en la nueva red (“social media“), a la vez que congregándose en un boom de contenido 2.0, se hace necesario estudiar más de cerca la dinámica interna de una explosión tan creativa. ¿Qué es lo que motiva a los que participan en este movimiento y qué futuro quieren crear? Hay un hecho clave: los que comparten están acumulando capital social y una superabundancia de respeto por parte de la comunidad. El factor clave que motiva la nueva red, y el núcleo espiritual de la Web 2.0, reside en un cambio en la forma de pensar que llamamos sharismo. El sharismo propone una reorientación de los valores personales. Lo vemos en el Contenido Generado por el Usuario. Es la promesa de Creative Commons. Está en los planes de las iniciativas culturales orientadas al futuro. El sharismo es también una práctica mental que cualquiera puede probar, una actitud socio-psicológica que busca transformar un mundo amplio y aislado en un Cerebro Social super-inteligente."
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