jueves, 15 de diciembre de 2016

Dejar de fumar en tres pasos










A estas alturas no es necesario explicar que fumar tabaco perjudica la salud. Todo el mundo lo sabe. Lo que quizá no se sepa es que es posible dejarlo en cualquier momento si verdaderamente se desea.

Hacen falta tres cosas:

1. Tener ganas.
2. Fijar una fecha.
3. Preparar un buen plan.




La motivación es imprescindible. Para cambiar algo en nuestra vida tenemos que "ver" ese cambio antes de realizarlo. Es fundamental que la persona fumadora se vea sin tabaco. También lo es encontrar buenas razones para dejarlo, mientras mejores sean más fáciles nos lo podremos.

Sin fecha no hay cambio. Necesitas buscar un día adecuado que no coincida con épocas de mucho estrés, plazos, líos familiares o catástrofes vitales.

Por último te será necesario un plan. Anímate a escribirlo. En él reflejarás tu motivación (el por qué), la fecha (el cuándo) y todo aquello que harás para conseguirlo (el cómo). Escribe cómo serán los quince días posteriores a dejarlo. Qué cosas piensas que te ayudarán y te vendrán bien. A quiénes se lo dirás, que lugares y personas evitarás y cuáles frecuentarás. Qué trucos te pueden aliviar para el primer cigarrillo del día o el de después de comer...


Te dejo un vídeo grabado junto a la psicóloga Mertxe Pasamontes que quizá te sirva de ayuda.








Recuerda que son dos los objetivos:

1. Dejar de fumar.
2. Mantenerse sin fumar.

Una simple calada te volverá a llevar al principio.







Te dejo dos libros por si necesitas más información.

Guía Práctica para dejar de fumar. Comunidad de Madrid.

Te ayudamos a dejar de fumar. Separ (publicación patrocianada por la industria farmacéutica).




Mucho ánimo!!!





domingo, 11 de diciembre de 2016

Los magos





 
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El ser humano no se ha llevado muy bien con la incertidumbre desde el comienzo de los tiempos. No saber si una temporada iba a traer buena o mala caza, desconocer si la cosecha sería suficiente o se echaría a perder, ser incapaces de adivinar si ganaría nuestro ejercito la batalla o sería terriblemente derrotado, producía un manojo de emociones incómodas entre las que prevalecían el miedo, la angustia y la zozobra.

Por esas razones se apeló a sabios capaces de discernir el futuro mirando las estrellas, los posos de café o la vísceras de algún animal. Primero los chamanes y luego los oráculos, los altos sacerdotes, la astrología y la magia sirvieron durante siglos a unos y a otros a soportar la carga de la incertidumbre, una de las principales variables que hace insoportable la levedad del ser.

Fue más recientemente cuando la ciencia consiguió poco a poco aumentar la comprensión del mundo aplicando observación, método y matemáticas. La estadística y el calculo avanzado soportado por ordenadores nos permite jugar con la información y tratar de defendernos del horror vacui que sentimos al mirar el futuro.

Desgraciadamente los pronósticos meteorológicos siguen siendo inexactos y los políticos y económicos altamente insuficientes. Ni que decir tiene que los personales son del todo imposibles de afinar siguiéndonos moviéndonos en las movedizas arenas de lo desconocido. El universo tiende un velo que nos separa del futuro defendiéndonos así de males que ni siquiera podemos imaginar. Si algún ser humano se pudiera asomar un instante al otro lado de ese velo la visión determinaría el resto de su vida y probablemente la de muchos más seres. Iluminados y visionarios los ha habido siempre pero su virtud no les permitió transcender las reglas de la física, tan solo ir más allá de ellas con su imaginación y creatividad.

En muchos países de Europa y en Estados Unidos existen el doble de astrólogos y nigromantes que de sacerdotes, los primeros van a más, lo segundos a menos. En tiempos en los que han desaparecido los asideros de las religiones y las convicciones políticas tradicionales, las redes familiares y de amistad se derriten y existe un enorme descrédito de las instituciones, la política y el compromiso social el grado de incertidumbre es máximo. A esto se suma que la realidad globalizada que ha hecho desaparecer fronteras, muros y barreras sume a toda la humanidad en una situación de inestabilidad potencial nunca vista. Si una mariposa en Shangai puede ocasionar un terremoto en Nueva York, es normal que el personal se sienta más vulnerable que nunca ante el futuro.
Por estas razones los magos están de enhorabuena. Los adivinadores, astrólogos y terapeutas alternativos (con curriculum discutible) ofrecen remedios frente a la incertidumbre que su público no duda en comprar al coste que sea. Si la religión, la política y la sanidad oficial no dan la respuesta adecuada para exorcizar la incertidumbre acudiremos al mercado negro extramuros de la ciencia y los criterios ortodoxos. Nos da igual, todo vale para aliviar el agobio que nos produce ese “no saber” y terminamos creyendo lo que nos digan pues la palabra sigue teniendo ese poder, y ellos lo saben.


Dará igual que tengamos formación universitaria, una gran cultura general o un sólido sentido común. Todos albergamos una parte irracional que tira al monte y allí encontramos a los magos que dan la bienvenida a nuestros miedos. Eso explica que el prestigioso abogado, el piloto de avión o la directora general terminen comprando remedios homeopáticos o consultando su horóscopo en la revista o el diario. Eso explica que un 25% de las consultas de salud se hagan a terapeutas alternativos, que nos gastemos miles de millones en cartas astrales o visitas a magos y que sigamos recelando del gobierno, la religión, el sistema sanitario y otras vainas.

Las cosas han cambiado menos de lo que creemos. Seguimos siendo una tribu de monos con un modo de vida algo más sofisticado pero un capital genético que dista menos de un 2% de una lombriz. Nuestras pulsiones son tan antiguas como predecibles, por eso nos seguimos dejando engañar y los magos medran contentos mientras nuestra sociedad nos cuece en una salsa espesa de miedo y agobio que nos pone en sus manos.

No les puedo decir hasta que punto los astros nos influyen pero no dudaré en recomendarles que se atrevan a mirar un cielo nocturno y sus estrellas. El asombro que probablemente sientan es verdadero, la belleza que contemplarán también. Con esas certezas se pueden sostener pocas dudas pero al menos nos aportan la esperanza de que vivimos en un universo asombroso que nos trata mejor de lo que pensamos.














sábado, 10 de diciembre de 2016

Pensamientuits 2











viernes, 9 de diciembre de 2016

Superación



Hubo tiempos en los que se instaba a los jóvenes a superarse. Se buscaba la excelencia y la virtud haciendo todo lo posible por encontrarlas. La educación era importante pero mucho más el esfuerzo personal para impregnarse del deseado conocimiento y desarrollar las destrezas físicas y mentales que todo estudiante necesita.

La vida no era fácil. Los jóvenes tenían que enfrentarse a una competición brutal que en muchas ocasiones era directamente armada. No había lugar para los mediocres y muchos de los excelentes tampoco lo hallarían. La guerra no entiende mucho de mérito y virtudes.

Hoy sin embargo se han cambiado las tornas. Por variadas razones lo más importante es el propio individuo en una cultura que se autodenomina selfie. De este modo cada cual hace autopromoción, autopropaganda y autobombo, enfrentando una situación laboral y social de decrecimiento en la que cada vez hay menos puestos de trabajo y cada vez más ruido de fondo. Nos conformamos con tener una serie de aparatos y aplicaciones que nos mantienen entretenidos y falsamente conectados a los demás. Hemos superado artificialmente el número de Dumbar, que estipula en 150 relaciones el máximo social de un ser humano, acumulando cientos de seguidores en redes sociales cuyas interacciones, mensajes y “me gusta” nos producen un secreto placer. No nos hace falta superarnos, nos basta con estar entretenidos.

En otros lugares no pasa lo mismo. La disciplina, el esfuerzo y la abnegación siguen valorándose y aplicándose. Se preparan para la batalla sabiendo que cada vez será más dura. Entrenan, estudian, ensayan con el fin de estar perfectamente preparados. La paz mundial que disfrutamos tiene una sombra densa de conflicto. Es posible guerrear sin disparar un tiro como bien saben los que ocupan cargos de alta responsabilidad en instituciones, empresas o gobiernos. Y como viene pasando desde el comienzo de la historia es en el fuego de la guerra donde se funden y transforman las civilizaciones.

No sé que valor le darán a la superación, ni tan siquiera el grado de presencia de la misma en sus vidas. Lo que sí conozco de ciencia propia es que su ausencia nos suma en un inmobilismo que nos termina oxidando y deteriorando. Un refrán dice: “Pez que no nada se lo lleva la corriente”, algo parecido nos ocurre al relegar la superación. No es cuestión de ser más sino de ser mejores, de estar más afinados, de ser capaces de cumplir nuestra misión un poquito mejor. Cuando lo conseguimos sentimos una sensación de paz y plenitud que aflora junto a la virtud. Un esplendor visible también para los que se benefician de la misma. Este reto íntimo es quizá el principal campo de batalla que existe, cuando nos superamos avanzamos y es así como conseguimos recorrer el camino que la vida propone. La retirada o el quedarse quieto son opciones que no nos permitirán avance. De nuestra elección dependerá pues el derrotero que tracemos y de este el que recorra el resto de la humanidad que nos va acompañando. Hay mucho poder en las pequeñas cosas y cada paso cuenta, ya lo creo, para llegar a cualquier destino.


martes, 6 de diciembre de 2016

El coste oculto de la libertad de elección en Atención Primaria







En la Comunidad de Madrid se instauró hace unos años una política que permitía al ciudadano elegir centro de salud, enfermera, médico de familia o pediatra. Esta medida se encuadra dentro de las denominadas política ficción, acciones de presupuesto cero con gran rentabilidad electoral. Otros ejemplos pueden ser la creación de una dirección general de humanización de la salud que no gestiona un solo euro o tantas medidas cómo se toman que únicamente disponen reuniones infinitas, largas burocracias y protocolos que finalmente nadie sigue. No me extenderé.

Lo cierto es que desde entonces los ciudadanos han elegido a sus profesionales preferidos con la consiguiente sobrecarga de los más populares y el relajo de los menos elegidos. No se han establecido medidas ni de control ni de incentivo. Por una lado no hay límite real dado que cada año se incrementan los umbrales máximos de cada centro. Por otro tampoco hay establecido ajustes que compensen de algún modo a los profesionales o centros más solicitados con más suplentes o profesionales por ejemplo. El sistema termina sobrecargando, más si cabe, a los mejores y descargando a los mediocres que terminan cobrando lo mismo trabajando menos. Copiar una medida que tal vez pueda tener utilidad en un sistema de libre mercado a una organización pública no es muy inteligente si se hace sin tener en cuenta cuestiones tan elementales como los límites de la medida y los ajustes compensatorios. La libertad de mercado es útil cuando el dinero sigue al servicio. Si se obliga a un profesional sanitario a trabajar más por nada, eso no va a funcionar nunca. Obligatoriamente tendrá que trabajar más deprisa (menos tiempo por paciente), peor (más cansado) y terminará quemándose (nadie es feliz si es el que más trabaja entre sus pares a igual salario). En el estado actual de la cuestión estamos favoreciendo a profesionales tipo doctor House que tratan a sus pacientes de forma displicente, rápida y borde. Y si no le gusta, cámbiese...

La desincentivación profesional es una antigua lacra de nuestra sanidad. Es cierto que existen incentivos económicos (menores del 4% del sueldo) pero no son del todo personalizados y suelen producir frecuente rechazo. La libre elección por cierto no se contempla en los mismos.

Los ciudadanos deben conocer aquellas circunstancias de sus servicios públicos que les den valor. También las que no se lo dan o lo hacen a costes mayores que se mantiene ocultos. Saturar más a unos profesionales que comparados con otros países del entorno ya lo están bastante no es prudente para nadie. Si alguna vez ejerce su derecho de libre elección de profesional de Atención Primaria ha de saber que al elegido no le hace ningún favor sino todo lo contrario.







domingo, 4 de diciembre de 2016

Relato: Estulticia sine die.


Star Trek: Spock's Quest
Foto de  Rooners Toy Photography





 


La peor estupidez es la de aquel que en el fondo sabe perfectamente que la está cometiendo. Es la que menos indulgencia me suscita y la que suele producir los peores males. Recuerdo por ejemplo a aquellos sanitarios de comienzos del siglo XXI que abogaban por introducir el big data en el mundo sanitario prometiendo avances en la ciencia, disrupciones e innovación sin límite y un sin fin de sandeces que jamás ocurrieron. Recuerdo como miles de pacientes vieron sus historiales clínicos vendidos a consorcios privados que los usaron para desarrollar mejores estrategias de marketing, productos y servicios de gran coste que proporcionaban poco valor añadido y como el sector del seguro se aprovechó de la cosa para personalizar las pólizas en detrimento de los usuarios potencialmente más débiles. Es verdad que la distancia que da el tiempo, sobre todo cuando se cuenta en Kalpas, nos dota de una privilegiada perspectiva. También lo es que de los errores se aprende, aunque en ocasiones la oscuridad que producen tarde en desvanecerse.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Pensamientuits 1








viernes, 2 de diciembre de 2016

Kurere, salud narrativa para pacientes






El proyecto Kurere facilita que cualquier persona que esté viviendo o haya vivido un proceso de enfermedad pueda compartir la parte de superación y crecimiento que la experiencia le haya aportado. Como médico conozco de primera mano lo difícil que resulta la "digestión" de enfermedades con impacto vital. La dureza de procesos en los que a menudo se pierde el sentido y la orientación mientras sufrimos dolor, discapacidad o experimentamos emociones desagradables y soledad. Poder contarlo es parte de la curación y beneficia tanto al que lo cuenta como al que lo escucha.

Hablando con José Enrique Gonzalez, fundador del proyecto, le apuntaba la importancia de facilitar que toda persona en tiempo de enfermar se desahogue escribiendo, comunicando. Este proyecto no recoge las páginas amargas u oscuras. Se centra en las historias de superación que puedan inspirar a otras personas que tal vez recorran caminos similares. Historias que habrán conocido el fondo y que ahora regresan a superficie con un sentido y una enseñanza. A mis pacientes les suelo sugerir que escriban cuando no tienen interlocutores válidos o suficientes para aliviar sus penas. Esas páginas pueden quedar reservadas a un uso privado o compartirse con alguien si así lo deciden. Ahora también podrán usar el recurso que Kurere les facilita para compartir el tesoro de las lecciones de crecimiento que hayan encontrado en su viaje.









miércoles, 30 de noviembre de 2016

TICs, web social y salud






He tenido la oportunidad de impartir una clase magistral sobre tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito de las ciencias de la salud.

Nos propusimos los siguientes objetivos:

- Qué son las TICs
- Utilidades
- Medicina 2.0
- Uso práctico de las TICs en investigación y asistencia
- Beneficios y dificultades en la comunicación sanitario-paciente con
el uso de las TICs

Hablamos de tecnología pero sobre todo lo hicimos de personas. No faltaron referentes entre los que citamos a:

1.Ámbito sanitario:

@la_oveja_negra
@enfrmrasaturada
@DUEdevocacion
@soriano_p
@ffpaciente
@chemacepeda 
@infermera
@mrsrosaperez
@jesterhanny


@humanizalauci
@escpacientes

@juangrvas
@fernandofabiani
@mlalanda

2. Ámbitos no sanitarios:

@edans
@dreig
@genisroca
@yoriento
@granvilas
@ajadad 
https://es-es.facebook.com/JordiSavallOfficialPage/
...


Por mi parte pude aprender que:

  •  El grado de aprovechamiento discente depende de la capacidad motivadora del docente.
  • Las presentaciones en proyección no deben añadir ruido de fondo al mensaje que se quiere transmitir.
  • Para que un encuentro docente sea eficaz se precisa motivación por ambas partes.
  • Si el docente copia/pega lo que va a transmitir inevitablemente aburrirá a la audiencia. Es fundamental la creatividad en el rol docente.
 
Agradezco a la primera promoción del Máster Universitario Oficial de enfermedad crónica avanzada y atención paliativa del centro universitario San Rafael - Nebrija, que dirigen las doctoras @aliciamisis y Purificación Magán, su excelente disposición y su gran acogida. 



lunes, 28 de noviembre de 2016

Nadie quiere sufrir

Berlin - Neue Wache 04
Foto de  Daniel Mennerich





Nos asombramos del sufrimiento humano, nos parece increíble que sea tan generalizado e incisivo. Nos parece que está demasiado cerca mientras la ansiada felicidad gusta de mantenerse alejada y escondida. Lo que de verdad debería sorprendernos es que todo depende de la interpretación que hagamos de la situación que tengamos delante o estemos pensando. Y esa interpretación es personal, subsidiaria de ajuste. La psicología moderna nos ha dejado claro que hay mucho por hacer para ajustar este filtro personal. Lamentablemente seguimos sufriendo por muchos libros de autoayuda que leamos o terapias a las que acudamos. Parece que ajustar este interruptor no debe ser tan fácil. 

Todos nos hemos enfrentado alguna vez a un ordenador bloqueado y hemos terminado apagándolo a las bravas para conseguir resetearlo. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo con nosotros mismos? En primer lugar porque no tenemos un botón de encendido, por lo menos a la vista. En segundo porque no suele ser suficiente, por la noche todos nos apagamos pero volvemos a despertar sumidos en el mismo desespero con que nos fuimos a la cama. Y en tercero porque el funcionamiento cerebral es recursivo y para escapar de un bucle de pensamiento o preocupación necesita determinadas conductas, suficiente tiempo o determinada medicación.

Hay muchas propuestas para evitar o por lo menos reducir el sufrimiento humano, la interpretación dolorosa de lo que nos sucede. Unas son rápidas otras lentas, unas tienen efectos indeseables otras son del todo seguras. Por poner dos ejemplos extremos citaremos la conducta de ahogar las penas en alcohol, muy frecuente por cierto pero terriblemente peligrosa por su potencial adictivo. Por otro lado la de refugiarse en la meditación tranquila, un curso de acción lento pero que no genera daños. A lo largo de la vida cada cual va desarrollando sus propias estrategias aprendiendo de la conducta de los demás y aplicando iniciativas a la propia. Por ensayo y error terminamos adquiriendo ciertos perfiles de defensa frente a la adversidad que según sean nos protegerán mejor o peor frente a la misma. Cuando nos fallan solemos acudir a nuestra familia y amigos por ayuda y consuelo, en otras ocasiones terminaremos yendo a algún profesional. Lo cierto es que estos mecanismos de resiliencia son fundamentales y van mejorándose con el tiempo y la experiencia. La formación, lectura y reflexión sobre el tema, el autoconocimiento y el diálogo de calidad con otros son formas de superación que podemos añadir a las meras enseñanzas de la vida. Merece la pena esforzarse, dado que los inconvenientes son inherentes a la propia existencia. 

¿Cómo nos relacionamos con la adversidad y el sufrimiento? ¿Qué estrategias tenemos? ¿Solemos escapar, negar o afrontar? ¿Tenemos algún ejemplo que nos resulte de referencia? Reflexionar sobre estas cuestiones nos puede permitir darnos cuenta de aspectos importantes de nosotros mismos. No es necesario esperar a una tormenta vital para hacer un repaso a nuestros paraguas. Cuando escuchamos a alguien cercano atribulado por una dificultad ¿qué lecciones extraemos de dicha situación?, desde fuera de la barrera es fácil aconsejar ¿tenemos el valor suficiente para no hacerlo?

Nadie quiere sufrir, nosotros tampoco. Por eso es inteligente darse cuenta de que aunque no queramos es algo inevitable en el mundo que habitamos. Mejorar nuestras capacidades de adaptación nos ayudará y permitirá ayudar a los demás. Merece la pena considerar la cuestión.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Es la vida, no una enfermedad.



Uno de los factores que más daño está haciendo al sistema sanitario no son los recortes derivados de la crisis (que también). Hay algo mucho más pernicioso. Cada vez que acudimos por un sufrimiento derivado de la vida estamos acudiendo al sitio equivocado. ¿Qué pasaría si cuando como adultos tuviéramos una duda de gramática acudiésemos todos a preguntar al instituto o colegio más cercano? ¿o si cuando el marcador de combustible de nuestros vehículos marcara bajo acudiéramos a solucionarlo a un todo a cien? Tal vez me digan que tiene que ver el culo con las témporas y les responderé que para cada cosa hay un lugar.

Un porcentaje alto de los motivos de consulta que lleva a los ciudadanos a los sobrecargados centros de salud son problemas derivados de la vida para los que no hay una solución médica o un tratamiento químico. Problemas laborales, de pareja, de soledad, de convivencia, situaciones de paro de larga duración, de finanzas familiares bajo mínimos, de sobrecarga por cuidar a unos hijos o a unos padres mayores. Pérdidas de trabajo, de alguna persona querida, de alguna capacidad o habilidad. Y combinaciones aleatorias de todos los anteriores y los que nos podamos dejar en el tintero.

La gente sufre (sufrimos) de manera notoria. En la vida hay momentos en los que se pasa francamente mal. En otros tiempos uno recurría a contárselo a alguien de confianza, a buscar consejo en alguna persona sabia o mayor de referencia o se consultaba con algún sacerdote. Era común apoyarse en la familia nuclear y en la extensa, en los buenos amigos y en la comunidad cercana. Se lloraban los problemas, a veces se cantaban y otras se contaban. Se dejaban correr y la vida, que es muy sabia, terminaba poniendo las cosas en su sitio y cicatrizando las heridas.

Hoy queremos la solución a toda costa y además de manera inmediata. Queremos la pastilla que nos quite la angustia, el agobio, la desesperanza y el sinsentido. Buscamos el remedio que recomponga nuestra situación laboral, nuestras finanzas o la maltrecha situación de nuestra pareja. Y como la ciencia avanza que es una barbaridad y además tenemos un sistema sanitario “de los mejores del mundo”, pues nos damos una vueltita por el ambulatorio para ver si el galeno se enrolla y nos prescribe algún bebedizo proverbial .

Por mucho que el facultativo empatice con nosotros y nos escuche con paciencia poco podrá hacer para arreglar la situación con nuestro jefe, o aliviar el dolor por la pérdida de nuestro padre. Como mucho podrá decirnos que no tenemos una enfermedad y que en ocasiones la propia vida duele como ellas. Como mucho nos podrá acompañar en el sentimiento y darnos alguna pista para que busquemos alivio expresándolo y dejándolo correr. Pero no tendrá ni el tiempo necesario para hacernos psicoterapia ni dispondrá de la varita mágica que le permita aliviarnos del peso de la vida.

Aunque no lo crean el Sistema Sanitario no tiene elaborado un protocolo para abordar los motivos de consulta derivados de los problemas de la vida corriente. Tampoco es un tema que se hable en exceso en los congresos ni para el que los profesionales sanitarios se formen especialmente. Suele ser más común quejarse en la salita del café de dichas consultas que agobian las agendas y aturden a los profesionales en lugar de tratar de buscar una manera mejor de manejarlas.

El dolor es una potente fuerza que favorece el movimiento. Nos impulsa a buscar soluciones y a acometer cambios. Cuando es producto de las circunstancias de la vida,, pese a no ser deseado, deberíamos reconocerle un sentido y una dignidad. Una persona que sufre merece apoyo y consuelo. Merece ser bien recibida y atendida acuda donde acuda, pero si lo hace al sistema sanitario será fundamental orientarla y explicarla, si fuera el caso, qué es la vida y no una enfermedad. Que probablemente tenga otras opciones para desahogarse y otros cursos de acción para arreglar su situación.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Queja y gratitud


Gratitude
Foto de  Viewminder



El blanco se enfrenta al negro como el frío lo hace con el calor. Desde la alta antigüedad hemos entendido que el universo estaba constituido por opuestos. Fue bastante más tarde cuando nos dimos cuenta de que lo aparentemente opuesto no era más que un continuo de la misma variable que la ciencia se encargo de medir y cuantificar.

 Hoy me gustaría considerar una variable que todos incluimos en nuestra vida y que es responsable en gran medida del color de los cristales con los que miramos el mundo: la gratitud.

Una gracia es algo inmerecido que recibimos gratis, sin que se nos pida nada a cambio. Aquellos que reciben muchas pueden considerarse afortunados y los que no reciben ninguna desdichados. La cuestión radica en el nivel de atención, para recibir una gracia es condición imprescindible darse cuenta. De este modo para Diógenes era una gracia recibir el sol que Alejandro le ocultaba con su sombra, cuando para el segundo el sol significaba poco. En el relato la virgen María asume su inesperado embarazo como gracia mientras otras muchas mujeres tal vez lo considerarían desgraciado. Podemos poner incontables ejemplos pero creo que entenderán a dónde quiero ir. Un vaso de agua a la mitad será interpretado por unos como medio lleno y por otros como medio vacío, una misma situación será merecedora de gratitud para unos y de queja para otros.

Gratitud e ingratitud conforman un eje vital cuyos lados señalan respectivamente hacia la felicidad y la infelicidad. A mayor gratitud mayor sensación de plenitud y dicha, a mayor ingratitud mayor sensación de carencia, insatisfacción y queja. Viene bien recalar un instante en este hecho habida cuenta que vivimos tiempos donde somos de gatillo fácil en cuanto a queja se refiere. Nos quejamos del gobierno, del tiempo, de que nuestro equipo de fútbol pierda, de la crisis, del paro, de lo poco que se nos reconoce en el trabajo. Nos quejamos de nuestra pareja, familia, amistades y entorno, de que sea invierno o sea verano, del sabor del plato que tenemos delante, de tener un coche no suficientemente bueno, de no tener tal o cual cualidad física o psicológica. La queja nos lleva lejos de nosotros al terreno de la insatisfacción, un pantanal donde es fácil hundirse en el barro de la ingratitud y la desazón. Nuestras vidas, por muy fuertes y sanas que sean, alguna vez han quedado atoradas en esta negra ciénaga capaz de detener comunidades enteras y sumergirlas en el húmedo barro de la desesperación.

Hay muchos que hacen caja con la queja y la ingratitud. Cada año nos gastamos millones en cirugías estéticas, en productos cosméticos, en artículos de alta costura y complementos para aparentar. Nos gastamos fortunas en bienes de consumo que nos distingan del resto, mientras seguimos caminando con la boca llena de quejas que esos mismos bienes no consiguen mitigar. Aunque compremos el coche último modelo este queda anticuado al poco tiempo, aunque nos operemos una parte del cuerpo siempre habrá otra que nos disguste.

La gratitud tiene la virtud de ser una facultad bastante barata. Solo pide conciencia, solo pide darse cuenta de que el vaso está lleno hasta la mitad, ergo hay agua en el vaso capaz de calmar nuestra sed. La gratitud reconoce lo que hay y se da cuenta de que lo que hay está bien. Es un regalo inmerecido,  capaz de producirnos un bien o de enseñarnos algo. Mientras más gratitud albergue nuestro corazón menos queja cabrá en el pecho al ser mutuamente excluyentes. Si nos diéramos cuenta mediríamos más lo que sale de nuestra boca. La queja contamina cuando es excesiva al llevarnos a una ciénaga de protesta e insatisfacción donde es fácil quedarse trabado. Si hemos participado alguna vez en una charla de café sabemos que es así, salimos de la misma con barro pegajoso hasta las cejas.

La televisión y los medios de comunicación son eficaces transmisores de la queja. Las tertulias, las noticias, los dramas de las series están inflamados con queja permanente que salpica a nuestros hogares. Por cada acto de gratitud que vemos tenemos que tragar docenas de quejas de todo tipo y pelaje. ¿Cómo no vamos a quejarnos si todo el mundo lo hace? Se imaginan que en un telediario se dieran las gracias a cualquier presidente del gobierno, que en una tertulia se agradeciera el punto de vista del otro tertuliano, que en una serie los protagonistas agradecieran la dicha de estar juntos o de recibir la brisa en la cara. Veo muchas caras escépticas, efectivamente la felicidad no vende porque no es interesante. Seguiremos pagando por ver insatisfechos e infelices que nos recuerdan que a fin de cuentas tampoco estamos tan mal.


Es necesario decir basta y decidir cómo queremos ver el vaso de nuestra vida, decidir si queremos ver el agua que contiene y disfrutar hasta la última gota de la misma  o sentarnos a un lado del camino con nuestra salmodia de queja a la espera de la limosna de alguien que nos las quiera escuchar.

A nivel psicológico es importante aportar una higiene diaria tal y como hacemos con el cuerpo. La gratitud nos lava del barro y las manchas de la queja. Una pizca de gratitud, una pizca de conciencia de las gracias del dia, es capaz de transformarlo enteramente. No es frecuente que psicólogos, médicos y profesionales sanitarios receten gratitud, visto el poder que tiene, lo barato del remedio y el bien que hace tal vez deberían reconsiderar la posibilidad.