El sexo es una de
las preocupaciones principales de muchas personas, una necesidad que
mueve montañas y sociedades. Como toda necesidad precisa de recursos que
la sacien, recursos en forma de personas del sexo deseado que permitan
establecer encuentros, contacto corporal, relaciones e intimidad. Las
alternativas virtuales cada vez son más numerosas pero de momento no
constituyen una opción de peso. En cualquier caso el terreno sexual es
muy complejo pudiendo encontrarse todo tipo de opciones, desde el
celibato total hasta la sexualización completa de lo cotidiano, desde
prácticas consideradas socialmente habituales hasta todo tipo de
opciones y derivaciones.
En las pirámides
sociales de los primates se establecen rígidas jerarquías por el control
de los recursos alimenticios y sexuales. Los seres humanos sofisticaron
sus sociedades pero la base sigue siendo la misma. Hay individuos con
mayores prerrogativas sexuales y otros con grandes carencias. Dentro de
los mecanismos de compensación se estableció desde tiempo inmemorial la
opción de intercambio de sexo por alimento, recursos o dinero. Pascal Bruckner denomina esta opción trabajadoras sociales de la líbido
justificando su existencia presente por el panorama de injusticia sexual
que siempre existirá en cualquier sociedad por muy "liberada" que esta
esté.
La buena salud sexual implica un acceso
al sexo con una persona que nos guste. Fenómenos como el de los numerosos
jóvenes japoneses que no se relacionan con los demás de ninguna forma
presencial ensombrece de alguna forma el panorama humano. Todos necesitamos
contacto corporal, todos necesitamos caricias y de alguna u otra forma
todos necesitamos sexo. Nuestras relaciones humanas son sexuadas,
convertirlas en relaciones plenas no basadas únicamente en los aspectos
de deseo sexual es un reto que precisa de madurez y amplia visión de las
cosas. Los medios de comunicación y la publicidad tiñen sus mensajes
apelando a esta necesidad básica creando así una cultura que cosifica la
sexualidad y sexualiza cualquier tipo de relación. Dado que mucha gente
sufre por no disponer de una sexualidad acorde con sus necesidades me
parece importante reflexionar. Siempre tendremos a mano la opción de
mediatizar la sexualidad valiéndonos del poder, la fuerza, el prestigio y
la fama. Siempre tendremos a mano la opción de pagar por conseguir
servicios sexuales. Pero el afán de felicidad de toda persona implica el
encuentro con alguien que nos quiera y que nos permita querer,
encuentros de calidad que generen relaciones que nos sostengan y nos
permitan sostener.
La líbido seguirá generando
sus problemas, seguirán existiendo trabajadores y trabajadoras sociales
de la misma y ocupando buena parte de nuestros sueños y desvelos. Tomar
conciencia de lo que uno necesita, tratar de verbalizarlo con uno mismo y
si es posible con nuestra pareja y no caer en la tentación de acercarse
a la sexualidad con un prisma demasiado apegado a nuestra necesidad tal
vez sean enfoques que nos ayuden a navegar las procelosas aguas de la
sexualidad humana.