Hengki Koentjoro
Hengki Koentjoro
Hengki Koentjoro
Foto: Hengki Koentjoro
Veo tu belleza
veo muerte tu aguijón
nieva por dentro
Ayer en 20 ciudades españolas y de otros países tuvo lugar un @Deathcafe, iniciativa de Jon Underwood y Sue Barsky Reid, basada en las ideas de Bernard Crettaz, que en esta edición promovía el proyecto HUCI con la infatigable energía de Gabi Heras.
¿Sirve de algo hablar de la muerte en una sociedad que la esconde y la considera algo negativo? A tenor de lo compartido en el diálogo que en Collado Villalba tuvimos nueve personas de ámbitos profesionales, personales y sociales distintos yo diría que sí. Dado que en familia o con amigos es casi imposible sacar el tema a todos los participantes en el encuentro nos hizo bien escuchar las ideas, sentimientos e inquietudes de los demás y compartir las propias.
En este mundo hipertecnificado donde cada vez se muere peor, más en soledad, en ambientes hospitalarios alejados del domicilio, tras procesos que abundan en intervencionismo sanitario y escasez de comunicación de calidad, parece que recordar que los demás albergan pozos de conocimiento y sabiduría sobre el tema de la muerte esperando ser abiertos es una buena noticia. Y es que todos, llegados a una edad, hemos vivido muchas muertes tanto ajenas como propias. Hemos asistido a muertes y despedidas de seres queridos y amigos, de mascotas, de pérdidas de salud, trabajo, propiedades, dinero o dignidad, de duelos sencillos y complejos. Hemos quizá muerto alguna vez al ser abandonados de adolescentes por la persona que adorábamos o tras ver como todo lo que constituía un mundo aparentemente inexpugnable se hundía como un castillo de naipes bajo una suave brisa.
Los contertulios que ayer me acompañaron me dejaron claro que la muerte es real, que las cicatrices que deja tras su paso son reales. Algunos la habían visto pasar de lejos otros de cerca, todos conocían su rigor y la sensación fría que anuncia su llegada. Tal vez por eso agradecimos especialmente la agradable cafetería que nos acogía con una chimenea al fondo, una televisión apagada y música a un volumen que permitía hablar tranquilamente. Saber que no éramos los únicos era reconfortante. En una sociedad que no trata este tema conseguimos salir a la calle sin estruendo, de una manera lúcida y discreta, haciendo algo que nos enseñaron nuestros abuelos griegos: convertir el espacio público en una plataforma de diálogo. Al despedirnos había sonrisas en las caras. Un sentimiento de satisfacción que no precisaba de palabras, aquel par de horas había merecido la pena.
6 comentarios:
Buenos días. Yo soy una de esas nueve personas que nombra Salvador.
Me satisfizo que, por primera vez, no tuviera que alejarme del pueblo donde vivo para encontrarme con personas desconocidas a compartir ideas y sentimientos alrededor de ella, la muerte. Si es cierto que los allí presentes ya teníamos profesional o personalmente un camino recorrido a su lado y eché de menos que hubiese motivado a más personas en un lugar con tantos habitantes
. Me consta que Villalba tiene necesidad de este espacio. Así que os animo a que para la próxima vez, estimados conciudadanos, os animéis porque, aunque el tema suene un poco luctuoso, el encuentro fue sumamente agradable.
Isabel.
Muchas gracias, compañero. Collado Villalba me trae recuerdos universitarios además.
Escuchar a otras personas hablar sobre la muerte me convence de la necesidad de continuar con esta iniciativa. Hemos apartado la muerte de nuestra cotidianidad y algunas personas creemos que debe volver a ella desde la reflexión colectiva, compartiendo opiniones, experiencias, sentimientos y emociones. De esta manera volveremos a hacer un hueco en nuestra vida a la muerte. Vivimos, luego morimos.
Acercarse al hecho de la propia muerte es un largo camino. Implica ir tolerando poco a poco las sombras de los demás para progresivamente ser capaces de mirar la nuestra. Escuchar a otras personas hablar de lo que piensan o sienten acerca de la muerte nos ayuda a construir una narración personal sobre un tema que, queramos o no, nos constituye.
Para poder contar la muerte precisamos mejores narraciones. Para ser creíbles estas habrán de contener la primera persona.
Hola a todos, yo soy una de esas nueve personas que asistieron a este evento impulsado por el proyecto HUCI, para hablar de la muerte sin tabúes... Agradecer a los asistentes por compartir sus palabras sobre este asunto, fue enriquecedor ver que nueve personas casi desconocidas,podían pasar dos horas distendidas....hablando de la muerte y aunque os parezca mentira a todos los que leis el blog, dos horas sin móviles. Ojala tengamos más reuniones como esta en nuestro pueblo. Un abrazo Pedro
es algo triste que se llegar cierta edad y el trato es diferente y todo porque ya no brinda ningún servicio a la sociedad reciba esos trato no obstante sabiendo que hay experiencia para entregar para no caer en los errores a futuro
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