John William Waterhouse
Los hombres no solemos dar la talla por una larga lista de razones. Es muy extensa la línea de tiempo durante la que las mujeres han sostenido el mayor peso de la historia con una clara desventaja en cuanto a reconocimiento y valoración. El diseño de especie tiene mucho que ver pero las organizaciones sociales que emanaron de éste mucho más. Como todos sabemos el hombre fue dotado de dos mecanismos de afrontamiento de la adversidad: la lucha y la huida. En su relación con otros hombres predomina el primero, con las mujeres el segundo. Es verdad que la mujer recibe una enorme carga de violencia de la mano de sus compañeros pero sobre todo recibe muchísima huida de los mismos. Enfrentarse a algo incomprensible del universo de la mujer como sus dudas frente a lo cotidiano ó la existencia, sus días especiales del mes, los baches e inestabilidades en su estado de ánimo, los litigios eternos que suelen ser peticiones de auxilio y la larga lista de misterios que en definitiva contituye el universo femenino hace a los hombres poner los pies en polvorosa. También lo suelen hacer otros acontecimientos de la existencia como la crianza de los niños, el cuidado de los mayores, las tareas domésticas ó el manejo de la cocina que con sus excepciones constituyen la triste cotidianididad. Parece pues que estamos en buen momento para resintonizar los géneros con el fin de que cada uno se afine con lo mejor del otro disminuyendo así la carga de sufrimiento que en definitiva su desarmonía produce en ambos. Yo de momento les comparto mi toma de conciencia que aunque mínima seguro les incita a realizarla de forma más completa.
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