De izquierda a derecha Gabriela Wiener, un servidor, Manuel Vilas y Christina Rosenvinge
Esta semana se presentó en Madrid y Barcelona el último libro de Manuel Vilas. En el caso de Madrid el escritor estuvo flanqueado por Constantino Bértolo y Gabriela Wiener que supieron animar una conversación muy inteligente. Al acto asistieron Caballero Bonald, Christina Rosenvinge y muchos miembros del paisaje intelectual de la capital; lleno en la libreria tipos infames. No era para menos, se presentaba una obra de literatura muy potente.
Podríamos decir que Victor Dilan, el protagonista de el Luminoso Regalo, es una recreación del mito de don Juan llevado hasta el extremo. Podríamos aventurar que su historia nos enfrenta con conceptos conocidos: el mal, el sexo, las relaciones humanas, el amor, el odio, el deseo, el caos, las adicciones... El itinenario no deja indiferente. Decían los antiguos judíos que nadie puede mirar la cara de Dios y seguir viviendo. Lo numinoso tiene carácter de misterio por este hecho, no es posible mirarlo a la cara y seguir viviendo. Manuel Vilas hace que su criatura mire y se abrase. La revelación está en este caso al otro lado de la sexualidad humana, detrás de lo aparente, más allá del deseo. En ese personaje, y en su correspondencia femenina que no deja de ser una imagen especular de él mismo, está Prometeo como también estamos todos nosotros. La humanidad sigue deseando el fuego de los dioses, desea comprender, desea ver la luz.
Leer el luminoso regalo suscitará diversas emociones. Es un libro duro que deja un itineario de preguntas. Lo creíamos saber todo del sexo. Resulta que no sabemos casi nada.
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