sábado, 4 de julio de 2020

¿Qué hemos aprendido? What have we learned? 我們學到了什麼?





Las catástrofes vitales suelen traer su correspondiente enseñanza. La forma en que aprendemos y nos humanizamos tiene que ver con la dificultad, el error, la pérdida y el cambio. Por eso tras varios meses de pandemia me permito reflexionar sobre lo aprendido en este tiempo desde mi punto de vista de médico de pueblo. 

1. Somos vulnerables.
2. Vamos a morir todos.
3. Los sistemas sanitarios son los profesionales que los forman.
4. Ante los virus tenemos las manos vacías.
5. La gobernanza es cada día menor.
6. Cada vez pensamos menos.
7. Somos sociedades enfermas.
8. Mercado único, pensamiento único.
9. El mal contrato medicina-sociedad.
10. Hay mucha gente harta.



1.

Somos vulnerables como sociedad, familia e individuo. La enfermedad nos alcanza a todos pero también las consecuencias del cambio climático, la injusticia social, la disminución de los puestos de trabajo, la inestabilidad económica y política, la globalización de la estulticia y el miedo. Las fronteras y los muros protegen cada vez menos. Los ejércitos y las bombas atómicas no pueden gran cosa contra un virus o un meme y cualquiera de ellos puede llevarse por delante la humanidad entera. Nos creíamos a salvo dentro de sociedades desarrolladas pero parece ser que nadie lo está. En este mundo vamos todos en el mismo barco, es verdad que hay camarotes de calidad diversa pero también que si nos hundimos lo haremos todos. 

2. 

Aunque hemos hecho grandes esfuerzos por tratar de olvidarlo, al final de la vida nos espera la muerte. Vamos a morir todos, inevitablemente pese a las promesas de la ciencia y de la medicina de alargar la vida, superar enfermedades y volvernos eternos. Escondemos la muerte de la vista convirtiéndola en una verdad incómoda, en un tabú. Al mercado le interesa convertir lo cotidiano en una fiesta comercial que parezca no acabar nunca. No hablamos de este tema con otros ni reflexionamos ni pensamos sobre el mismo. Ya habrá tiempo, nos decimos, pero resulta que cuando nos sorprende la enfermedad incurable o la proximidad del final nos hacemos un lío y negamos el hecho todo lo que nuestras fuerzas nos permiten. Es frecuente morir mal por no habernos permitido contemplar la propia levedad y darnos la opción de aceptarla.

3. 

Los sistemas sanitarios los forman lugares, tecnologías y personas, pero por muy potentes que sean los dos primeros son los profesionales quienes sostienen la estructura. Y los profesionales están cansados de sostener un peso que excede su capacidad. Los profesionales enferman y mueren como el resto y se exponen quizá más a la enfermedad, el dolor y el sufrimiento humano. Esto hace que cuando llega una pandemia tengan que asumir mayor responsabilidad y que no siempre las instituciones donde trabajan estén a la altura. La mala planificación, el insuficiente liderazgo, la falta de medios de protección y la sobrecarga de tareas han sido una prueba de fuego para muchos. Ver morir a ancianos en residencias o en sus casas, convivir a diario con el peligro y la incertidumbre, sentir la impotencia de no poder hacer todo lo que como sanitarios nos gustaría no ha sido plato de gusto. Ahí quedan las heridas y muchos compañeros magullados. Hemos tenido pérdidas humanas de profesionales conocidos, muchos enfermaron y estuvieron muy graves. Todo esto condiciona un estado de ánimo peculiar que mezcla agotamiento, miedo y enfado pertinaz, una mezcla enormemente tóxica. Quien la consigue metabolizar sobrevive, quien no termina emponzoñado convertido en zombi sanitario, alguien que sigue trabajando pero que perdió de alguna forma la esperanza y el alma. 

4.

Es verdad que existen remedios para casi todo y que la ciencia y la medicina de este tiempo son enormemente ingeniosas pero los virus siguen siendo un reto maravilloso que nos recuerda lo poco que sabemos. El modelo de consumo de carne animal basado en granjas y mercados cada vez más grandes aumenta en gran medida el riesgo de mutación y el salto de virus animales a humanos. Eso sucede desde la revolución neolítica, en la que se instauró la ganadería, pero ahora como pueden comprender la magnitud es muchísimo más grande. Científicos como Jane Goodall advierten que si no cambia el modelo terminaremos extinguidos. Lo cierto es que la posición actual es de una enrome vulnerabilidad para un mundo globalizado con grandes movimientos poblacionales diarios. Las cuarentenas mundiales son increíblemente difíciles de conseguir y frente al virus no hay otro remedio mientras no se disponga de la correspondiente vacuna. Algo para lo que se suele necesitar bastante tiempo. 


5.

El espectáculo de la política local, nacional e internacional cada vez es más vomitivo. Salvando las inevitables excepciones pareciera que los líderes son cada día más absurdos, los debates más estériles y las ideas más peregrinas. ¿Pero quién verdaderamente manda en el mundo? Posiblemente las instituciones de poder visible cada vez lo obstenten en menor grado. También es cierto que con la complejidad y la rapidez con la que va todo en las sociedades del conocimiento pedir a la población que expresen su voluntad de voto cada cuatro años parece trasnochado. Muchos se dan cuenta de que votamos más a diario con la cartera que en las urnas pero no es suficiente para poder aguantar a tirios y troyanos en los medios tirándose permanentemente las sillas. Los perfiles prudentes, inteligentes y valiosos que puedan existir en el mundo político están fuera de los focos. Saben bien que quien pone la cara se arriesga mucho a que se la partan. Por eso solo los caraduras se atreven a figurar y aceptar el reto. El nivel es el que es porque las reglas del juego no permiten otra cosa, y como ven es un problema generalizado. Cada vez el político puede hacer menos ante fuerzas que no alcanza a entender ni a manejar. Dentro de las instituciones pasa lo mismo, ante una catástrofe los mandos se encierran en sus despachos y encienden la máquina de escribir protocolos, notas internas o información institucional trasnochada. De liderazgo nada, de escucha de los profesionales de trinchera tampoco. La consigna es no moverse para seguir saliendo en la foto y rezar para que el chaparrón pase pronto sin que nos obligue a tomar medidas que puedan amenazar nuestro sillón. El papel de las consejerías de salud y las gerencias ha sido patético durante la pandemia. No hubo previsión de medios de protección, ni se dialogó con los profesionales para buscar cursos de acción. Se dieron pasos con retraso a rebufo de lo que ya estaba haciéndose en la primera línea. Muchos nos hacemos la pregunta del valor que aportan estos niveles de gestión cuando no hay medios suficientes y el malestar de los profesionales es altísimo.

6.

Cada vez estamos más entretenidos con pantallas permanentes y tecnologías del ocio cada vez más avanzadas. Cada vez vamos más rápido, bregamos con mayor ruido de fondo y distracciones, estamos más ocupados. Cada vez pensamos menos. Solemos suscribirnos a canales de opinión e información en los que hacemos copia y pega. Adquirimos memes que luego defenderemos como propios sin la necesaria digestión que delegamos en los consabidos expertos o periodistas. No es fácil encontrar ejemplos de diálogo y pensamiento reflexivo. Los hay pero quedan ahogados por los gritos de contertulios profesionales y otros diletantes y famosos que atraen la atención a base de ordinariez y palabras soeces. En la sociedad del espectáculo se valora más a la actriz o al deportista que al pensador o al filósofo. Todo el mundo opina, critica y se queja, pocos piensan o aportan ideas propias al debate. 

7. 

Los indicadores de mortalidad y morbilidad han mejorado mucho. Se ha aumentado la esperanza de vida y son muchas las enfermedades para las que existe remedio o solución. Sin embargo como sociedad cada vez nos sentimos más enfermos, toleramos peor cualquier malestar y buscamos ayuda externa ante cualquier inconveniente. Aumenta la desazón ante los signos de descomposición social y podredumbre que surgen a nuestro alrededor.  Aumentan las diferencias económicas, educacionales y sociales. Aumentan la pobreza y la exclusión. Aumentan los muros y fronteras. Aumenta el ruido, los nacionalismos, populismos y la crispación política. Aumenta el paro, la deuda pública, la deslocalización de empresas. Aumenta la obesidad social de los que quieren siempre más, de los que engordan el cuerpo y el deseo, de los que no miran fuera de su interés personal. Aumenta la estulticia y la ignorancia, la posibilidad de darnos cuenta de que que nuestro ritmo de vida no respeta mínimamente el planeta, a los demás ni siquiera a nosotros mismos. Nos tratan de mantener dormidos a base de nuevas recetas de pan y circo convenientemente aderezadas con pantallas y tecnología. Pero las constantes vitales siguen empeorando para quien se detenga un poco a tomar el pulso a una sociedad que cada día que pasa tiene peor color. 

8.

Todo es un gran bazar en el que impera una única idea: más es mejor. Compre más por menos, gane más, mucho más, todo lo que pueda. Busque su beneficio personal, disfrute todo lo posible. Sáciese bien, ya se comerán otros sus migajas. Consuma todo lo que quiera, nos encargaremos de que se lo pueda permitir y que le llegue a casa en breve plazo. Estos cantos de sirena son irresistibles y terminamos tirándonos en plancha a beber en la fuerte cuya agua promete todos los beneficios. Lo malo es cuando comprobamos que seguimos con sed, que ese líquido no calma para nada la avidez que sentimos. Lo malo es cuando no podemos evitar seguir consumiendo compulsivamente bienes y servicios que no necesitamos. Lo malo es cuando nos damos cuenta de que nos hemos convertido en mercancía para otros y hay alguien consumiéndonos. 
Nadie nos contó que quien juega con cadenas termina encadenado. No lo quisimos ver, y ahora ya es tarde. 


9.

La modernidad nos trajo unos sistemas sanitarios que prometían vencer la enfermedad y mejorar nuestros problemas cotidianos. Para ello se crearon todo tipo de pruebas y tratamientos, incluso enfermedades nuevas que disponían de su correspondiente cura. Los niños inquietos pasaban a llamarse hiperactivos, las personas tímidas fóbicos sociales, los ancianos impotentes trastorno de erección e incluso los que padecían enfermedades antaño mortales como la hepatitis o el sida ahora se llaman enfermos crónicos. Todo parecía tener solución, previo pago directo o de un seguro. Por eso la gente se abalanzó sobre la sanidad como hacía con los centros comerciales al comienzo de rebajas. Todos querían algo y lo querían ya. Pero no siempre funcionaba. Seguía habiendo muchas condiciones que no se podían mejorar. Los sanitarios sudaban con el aumento del número de consultas y la complejidad de estas. Sufrían al ver incrementarse su impotencia y frustración: no era posible solucionar los problemas sociales ni existenciales de la gente. A penas podían proponer remedio para algunos problemas físicos y muy poco para los psicológicos que siempre han exigido un tiempo que ahora no parecía existir. Es una pena que no hallamos aprendido que durante la pandemia no teníamos necesidad de ir al centro de salud y al hospital por cualquier motivo, que la mayoría de las cuestiones de salud se solucionan solas o con remedios caseros y que los establecimientos sanitarios pueden ser peligrosos y conviene usarlos con mucha prudencia. Profesionales y pacientes hemos sido hábilmente engañados al firmar un contrato que produce burnout y malestar en los primeros y sobrediagnóstico y sobretratamiento en los segundos. Lo que los sistemas sanitarios precisan con urgencia no son más fondos ni plantillas sino más consciencia. Solo si se cambia el contrato social habrá posibilidades de salir del atolladero. 

10.

Tras el chaparrón de miedo social que pasamos cuando el coronavirus mataba cientos de personas cada día vino el huracán de enfado colectivo. Estábamos hartos de confinamiento y mala gestión, cansados de noticias infaustas, de la bronca política, del desbarajuste sanitario. Dentro de la sanidad unos lamen las heridas mientras otros maldicen el desastre, pero nadie parece mover ficha. En la calle la gente parece olvidar rápido lo ocurrido y llena terrazas y avenidas con ganas de frecuentar a otros, aunque sean muchedumbres. La distancia se relativiza por momentos y la mascarilla pasa a ser un tema personal, unos creen en ella y otros no. La vida sigue y ante la crisis económica el personal parece decidido a vivir el presente lo mejor que puedan y seguir tirando hacia delante. 




Espero que puedan unir sus reflexiones a las mías para enriquecer tanto la conversación en la mesa de su casa a la hora de comer como el café con los compañeros de trabajo o el debate social. No se imaginan lo importante que es. De quejas no se vive, de ideas tal vez.








What have we learned?

Life-threatening disasters often bring us important lessons. The way we learn and humanize ourselves is linked with difficulty, error, loss and change. That is why after several months of pandemic I allow myself to reflect on what I have learned during this time from my point of view as a country doctor. 

1. We are vulnerable.
2. We are all going to die.
3. The health systems are the professionals that make them up.
4. In the face of viruses, we are empty-handed.
5. Governance is becoming less and less.
6. We think less and less.
7. We are sick societies.
8. Single market, single thinking.
9. The bad medicine-society contract.
10. Many people are fed up.



1.

We are vulnerable as a society, family and individual. We are all affected by disease, but also by the consequences of climate change, social injustice, fewer jobs, economic and political instability, and the globalization of silliness and fear. Borders and walls protect less and less. Armies and atomic bombs cannot do much against a virus or a meme, and any one of them can blow up the entire world . We thought we were safe within developed societies but it seems that no one is. In this world we are all in the same boat, it is true that there are cabins of different quality but also that if we sink we will all sink. 

2. 

Although we have made great efforts to try and forget it, at the end of life, death awaits us. We are all going to die, inevitably despite the promises of science and medicine to prolong life, overcome illness and become eternal. We hide death from view by making it an uncomfortable truth, a taboo. The market is interested in turning the everyday into a commercial party that seems to never end. We do not talk about this subject with others, nor do we reflect or think about it. There will be time, we say to ourselves, but it turns out that when we are surprised by the incurable disease or the approaching end we make a mess of it and deny the fact as much as our strength allows. It is common to die badly because we have not allowed ourselves to contemplate our own lightness and give ourselves the option of accepting it.

3. 

Health systems are made up of places, technologies and people, but however powerful the first two may be, it is the professionals who support the structure. And the professionals are tired of carrying a weight that exceeds their capacity. Professionals get sick and die like everyone else and are perhaps more exposed to disease, pain and human suffering. This means that when a pandemic arrives they have to take on more responsibility and the institutions where they work are not always up to the task. Poor planning, insufficient leadership, lack of means of protection and overload of tasks have been a litmus test for many. Seeing the elderly die in homes or in their homes, living daily with danger and uncertainty, feeling the helplessness of not being able to do everything that we as health care providers would like to do has not been a pleasure. There remain the wounds and many bruised companions. We have had human losses from well-known professionals, many of whom fell ill and were very serious. All this conditions a peculiar state of mind that mixes exhaustion, fear and stubborn anger, an enormously toxic mixture. Whoever manages to metabolize it survives, whoever does not end up poisoned turned into a sanitary zombie, someone who continues to work but somehow lost hope and soul. 

4.

It is true that there are remedies for almost everything and that the science and medicine of this time are enormously ingenious but viruses continue to be a wonderful challenge that reminds us of how little we know. The model of animal meat consumption based on increasingly large farms and markets greatly increases the risk of mutation and leapfrogging from animal to human viruses. This has been happening since the Neolithic revolution when livestock farming was introduced but now, as you can understand, the magnitude is much greater. Scientists like Jane Goodall warn that if we don't change the model we will end up extinct. The truth is that the current position is of a huge vulnerability for a globalized world with large daily population movements. World-wide quarantines are incredibly difficult to achieve and there is no other remedy against the virus as long as the corresponding vaccine is not available. This usually takes quite some time to achieve. 


5.

The spectacle of local, national and international politics is becoming more and more disgusting. With the inevitable exceptions, it seems that the leaders are becoming more and more absurd, the debates more and more sterile, and the ideas more and more outlandish. But who is really in charge of the world? Possibly the institutions of visible power are weaker. It is also true that with the complexity and speed with which everything goes in knowledge societies, asking people to express their will to vote every four years seems outdated. Many people realize that we vote more daily with our wallets than at the polls, but that is not enough to be able to put up with Tyrians and Trojans in the media permanently throwing out their chairs. The prudent, intelligent and valuable profiles that may exist in the political world are out of the spotlight. They know full well that whoever puts his face on the public arena risks being broken. That is why only the shameless dare to appear and accept the challenge. The level is what it is because the rules of the game do not allow anything else, and as you see it is a widespread problem. The politician can do less and less in the face of forces that he cannot understand or handle. Within the institutions the same thing happens, in the face of a catastrophe, the leaders lock themselves in their offices and turn on the typewriter for protocols, internal notes or outdated institutional information. No leadership, no listening to the professionals in the trenches. The watchword is not to move in order to continue being in the picture and to pray that the downpour passes soon without forcing us to take measures that could threaten our armchair. The role of health departments and management has been pathetic during the pandemic. There was neither enough provision for means of protection, nor was there any dialogue with professionals to seek courses of action. Delayed steps were taken in return for what was already being done on the front line. Many of us wonder what value these levels of management provide when there are not enough means and the discomfort of the professionals is very high.

6.

We are increasingly entertained by permanent screens and increasingly advanced leisure technologies. We are going faster and faster, dealing with more background noise and distractions, we are busier and busier. We think less and less. We often subscribe to opinion and information channels where we copy and paste. We acquire memes that we then defend as our own without the necessary digestion that we delegate to the well-known experts or journalists. It is not easy to find examples of dialogue and reflective thinking. There are some, but they are drowned out by the cries of professional contertulios and other dilettantes and celebrities who attract attention by their vulgarity and foul language. In the society of the spectacle the actress or the sportsman is valued more than the thinker or the philosopher. 

7. 

Mortality and morbidity indicators have improved greatly. Life expectancy has increased and there are many diseases for which there is a remedy or solution. However, as a society we feel increasingly sick, we tolerate any discomfort worse and we seek outside help for any inconvenience. We are increasingly uneasy about the signs of decomposition and decay around us.  Economic, educational and social differences are increasing. Poverty and exclusion increase. Walls and borders increase. Noise, nationalism, populism and political tension are on the increase. Unemployment, public debt and the relocation of companies are on the increase. The social obesity of those who always want more, of those who fatten their bodies and desire, of those who do not look beyond their own personal interest, is increasing. It increases silliness and ignorance, the possibility of realizing that our pace of life does not have the least respect for the planet, for others or even for ourselves. They try to keep us asleep with new bread and circus recipes conveniently seasoned with screens and technology. But our vital signs keep getting worse for anyone who stops to take the pulse of a society that is getting worse every day. 

8.

Everything is a great bazaar in which only one idea prevails: more is better. Buy more for less, earn more, much more, as much as you can. Look for your personal benefit, enjoy it as much as possible. Get enough, others will eat your crumbs. Eat as much as you want, we will make sure you can afford it and that it gets to your home in no time. These mermaid songs are irresistible and we end up throwing ourselves on the pool to drink at the fort whose water promises all the benefits. The bad thing is when we realize that we are still thirsty, that this liquid does not calm down at all the greed we feel. The bad thing is when we can't help but continue to compulsively consume goods and services that we don't need. The bad thing is when we realize that we have become a commodity for others and there is someone consuming us. Nobody told us that those who play with chains end up chained. We didn't want to see it, and now it's too late. 

9.

Modernity brought us health systems that promised to defeat disease and improve our daily problems. To this end, all kinds of tests and treatments were created, including new diseases with corresponding cures. Restless children were now called hyperactive, soy pero le are nos socially phobic, the sexual impotence associated with age, erection disorders, and even those suffering from once deadly diseases such as hepatitis or AIDS are now called chronically ill. Everything seemed to have a solution, after direct payment or insurance. That is why people pounced on health care as they did on shopping malls at the beginning of the sales. Everyone wanted something and they wanted it now. But it didn't always work. There were still many conditions that could not be improved. Health workers are sweating with the increase in the number of consultations and the complexity of these. They suffered from increasing helplessness and frustration: it was not possible to solve people's social and existential problems. They could hardly propose a remedy for some physical problems and very little for the psychological ones that had always demanded a time that did not seem to exist now. It is a pity that we did not learn that during the pandemic we did not need to go to the primar y health centre and hospital for any reason, that most health issues are solved on their own or with home remedies and that health facilities can be dangerous and should be used very prudently. Professionals and patients have been skillfully misled into signing a contract that produces burnout and discomfort in the former and overdiagnosis and overtreatment in the latter. What health systems urgently need is not more funds or staff but more awareness. Only if the social contract is changed will there be a chance of breaking the deadlock. 

10.

After the downpour of social fear we went through when the coronavirus killed hundreds of people every day came the hurricane of collective anger. We were fed up with confinement and mismanagement, tired of the unhappy news, the political ruckus, the health scandal. Within the health system, some lick their wounds while others curse the disaster, but no one seems to move. In the streets people seem to forget quickly what happened and fill terraces and avenues with the desire to frequent others, even if they are crowds. The social distance is relativized at times and the mask becomes a personal issue, some believe in it and others do not. Life goes on and in the face of the economic crisis the staff seems determined to live the present as best they can and keep on pulling forward. 




I hope you can join me with your reflections to enrich both the lunchtime conversation at home and the coffee with colleagues or the social debate. You can't imagine how important this is. Se don't live on complaints, maybe on ideas.








我們學到了什麼?



威脅生命的災難常常給我們帶來重要的教訓。 我們學習和人性化的方式與困難,錯誤,損失和變化聯繫在一起。 這就是為什麼在幾個月的大流行之後,我可以從自己作為鄉村醫生的角度反思這段時間所學到的東西。



1.我們是脆弱的。
2.我們都會死。
3.衛生系統是組成它們的專業人員。
4.面對病毒,我們空手而歸。
5.治理越來越少。
6.我們思考的越來越少。
7.我們是一個病態的社會。
8.單一市場,單一思維。
9.不良藥品-社會契約。
10.許多人受夠了。

viernes, 3 de julio de 2020

Tras los aplausos, la nada. After the applause, nothing. 鼓掌之后,什么都没有。







La pandemia por Covid19 ha supuesto un sobreesfuerzo para los profesionales sanitarios. Muchos han quedado agotados física y emocionalmente. Ha habido aplausos y promesas (de refuerzos, apoyos e incentivos). Los primeros terminaron, las segundas se las llevó el viento.

Y quedó la nada.


  • Mandaron a los centros de salud un puñado de médicos preMir, sin formación especializada ni capacidad para llevar una consulta. Ese fue el refuerzo.
  • Llega el verano, muchas localidades se llenan de veraneantes pero los centros de salud se vacían de profesionales que disfrutarán de sus merecidas vacaciones mientras sus compañeros cubren sus consultas y la sobrecarga de los desplazados. No hay suplentes. 
  • Seguimos viendo algún caso de covid19 y sobre todo mucha inconsciencia social, un porcentaje significativo de la población no usa o usa mal la mascarilla, no respeta distancia o frecuenta lugares concurridos...



Algunos reflexionan, otros lloran, otros hacen huelga, otros maldicen su suerte.

No pinta bien la cosa. Me temo.







After the applause, nothing.


The Covid pandemic is an extra strain on health professionals. Many have been physically and emotionally exhausted. There has been applause and political promises (of reinforcements, support and incentives). The first ones ended, the second ones were taken away by the wind.



And there was nothing left.



  • They sent to primary health care clinics a handful of freshmen doctors, with no specialist training or ability to run a practice. That was the reinforcement.
  • Summer arrives, many towns are filled with holidaymakers but the health centres are empty of professionals who will enjoy their well-deserved holidays while their colleagues cover their consultations and the overload of displaced people. There are no substitutes. 
  • We continue to see some cases of covid19 and above all a lot of social unconsciousness, a significant percentage of the population does not use or misuses a mask, does not respect distance or frequents crowded places...



Some professionals reflect, others cry, others curse their fate.



I'm afraid the picture doesn't look good.





鼓掌之后,什么都没有。

自动翻译,对错误感到抱歉。



Covid大流行给卫生专业人员带来了额外的压力。许多人身心疲惫。有了掌声和政治承诺(加强,支持和激励措施)。第一个结束了,第二个被风吹走了。




而且什么都没有了。



他们将一小撮新生医生送到初级保健诊所,他们没有经过专门培训或没有执业能力。那是加强。
夏天到了,许多城镇到处都是度假者,但是保健中心里却没有专业人士,他们将享受当之无愧的假期,而他们的同事们则为他们提供咨询服务和无家可归的人超载。没有替代品。
我们继续看到covid19的一些案例,最重要的是很多社会无意识,很大一部分人口没有使用或滥用口罩,不尊重距离或经常拥挤的地方...




一些专业人士反映,其他人哭泣,其他人诅咒自己的命运。




恐怕图片看起来不好。




martes, 23 de junio de 2020

Presentación online del libro Arconte Enfurecido. Online presentation of the book Angry Archon. 在线展示《愤怒的执政官》







Para quien no puedo estar en directo en la presentación dejo aquí los vídeos. Fue una conversación agradable con Ángel Gonzalez, que ha sido el padrino de este libro, usando una aplicación online gracias a la ayuda de Eva Añón y Ricardo Tornos.

Creo que la cosa salió bastante aparente, espero la disfruten.

Si te apetece el libro lo tienes en Amazon. Si quieres una edición firmada te la mando por correo al mismo precio (escríbeme un mensaje directo por Twitter o como respuesta a este post).








Online presentation of the book Angry Archon

For those of you who can't be live at the presentation, here are the videos. It was a nice conversation with Angel Gonzalez, who has been the godfather of this book, using an online application thanks to the help of Eva Añón and Ricardo Tornos.



I think that the presentation came out quite apparent, I hope you enjoy it.


If you want the book, you can get it on Amazon.





在线展示《愤怒的执政官》

自动翻译,对错误感到抱歉。

对于那些无法参加演示的人,这里是视频。 在EvaAñón和Ricardo Tornos的帮助下,使用在线应用程序与这本书的教父Angel Gonzalez进行了愉快的交谈。


我认为演示文稿很明显,希望您喜欢。


在亚马逊河上的自由民居。

domingo, 21 de junio de 2020

Hacía una nuevo contrato entre Medicina y Sociedad. Towards a new contract between medicine and society.






El grupo de medicina reflexiva es un conjunto de médicos de familia de Sevilla que me han compartido el presente manifiesto. Por su calidad comparto una selección de ideas en este blog y remito al documento original que he puesto a disposición pública en este enlace.

Me parece oportuno aprovechar la difícil coyuntura social y sanitaria para provocar reflexión y animar tanto a los profesionales sanitarios como a la sociedad a tomar conciencia del marco de referencia del contrato entre la medicina y la sociedad.

La verdadera transformación, y en su caso evolución, de nuestras sociedades requerirá de una profunda visión que vaya más allá de lo aparente, del consumo de recursos sanitarios y del brillo de la tecnología.

Sin más introducción les dejo con el extracto documento:

https://drive.google.com/file/d/1WwQa9im3tCf5tcoQgXgediUR4IctucOz/view?usp=drivesdk





Antes de los aplausos: el falso contrato entre medicina y sociedad

Pocos negarán la existencia de problemas graves y endémicos en la asistencia sanitaria con los que nos vemos obligados a convivir y que hasta ahora parecían inamovibles. A nuestro entender los más onerosos son la consecuencia de lo que Richard Smith denominó “el falso contrato” vigente entre medicina y sociedad, entre médicos y pacientes .
Según Smith, en lo que atañe a los pacientes la principal falsedad de ese contrato es su
creencia de que la medicina moderna tiene poderes casi ilimitados; poderes mediante los
que los médicos podemos solucionar sus problemas, incluso los sociales.



Esta creencia es una exageración de la ilusión terapéutica, que se ha definido como la “convicción de que las pruebas diagnósticas y los tratamientos son más seguros y eficaces de lo que demuestra la evidencia procedente de investigación independiente y de alta calidad” .
A diferencia de los pacientes, los médicos solemos tener una conciencia aguda de las
limitaciones de lo que podemos hacer. En nuestro caso la falsedad del contrato no estriba
en sobreestimar los poderes de la medicina6, sino en silenciar sus limitaciones: “Lo mejor
es que guarde silencio acerca de todo esto, para no decepcionar a mis pacientes y perder mi estatus” .
La ilusión terapéutica conlleva expectativas desmesuradas, una y otra son consecuencias no deseadas de los logros de la medicina.

La factura la hemos pagado todos, los pacientes y nosotros, y se nos ha presentado bajo cuatro aspectos: iatrogenia clínica, iatrogenia cultural, despilfarro e insatisfacción.

ILUSIÓN TERAPÉUTICA → EXPECTATIVAS DESMESURADAS → PRESIÓN (DEL PACIENTE) → CLAUDICACIÓN (DEL MÉDICO) → SOBREUTILIZACIÓN →
IATROGENIA CLÍNICA + IATROGENIA CULTURAL + DESPILFARRO + INSATISFACCIÓN

   La ilusión terapéutica genera expectativas desmesuradas en los pacientes que los médicos no corregimos adecuadamente; en lugar de ello, claudicamos sobreutilizando las intervenciones clínicas; utilizamos pruebas diagnósticas, tratamientos, medidas preventivas, interconsultas, cuando su balance beneficios- daños no es lo suficientemente favorable, y las consecuencias de hacerlo son gravosas: iatrogenia clínica, iatrogenia cultural, despilfarro e insatisfacción.


Richard Smith interpretó la cobertura negativa por parte de los medios de comunicación de las consecuencias del falso contrato, como un signo del despertar de la sociedad a las limitaciones de la medicina; un despertar, que aunque resultara transitoriamente incómodo, quizá podía conducir a una relación médico–paciente mucho más honesta, adulta y afable. Esa relación debía tener como base un nuevo contrato. Así articuló sus cláusulas:
Tanto los pacientes como los médicos saben que:

 La muerte, la enfermedad y el dolor son parte de la vida.
       La medicina tiene poderes limitados, particularmente para resolver los problemas sociales; además tiene riesgos.
       Los médicos no lo saben todo; necesitan sopesar las decisiones y apoyo psicológico.
       Los médicos y los pacientes están juntos en esto.
       Los pacientes no pueden abandonar, sin más, sus problemas en las manos
de los médicos.
       Los médicos deben reconocer abiertamente sus limitaciones.
       Los políticos deben abstenerse de hacer promesas extravagantes y centrarse en la realidad.


Durante unas semanas al menos, médicos y pacientes nos hemos demostrado a nosotros mismos que podemos tener comportamientos “virtuosos”: el nuevo contrato de Smith entró en escena.


¿Debemos desear volver a la situación previa sin más? Ciertamente hay muchos aspectos de la “vieja normalidad” (así es como deberíamos llamarla para ser congruentes) que con toda razón anhelamos recuperar, pero eso no debería obnubilarnos: la “vieja normalidad” incluía también otros muchos aspectos sin duda indeseables.


La pandemia ha evidenciado las limitaciones de la medicina ¿pero de qué medicina?: de la medicina menguada, de la medicina centrada en la tecnología que ayuda a veces y otras tantas daña, despilfarra y frustra. No de la medicina en sí, la que se ocupa de las personas sin hacerles promesas
falsas: la que cura a veces, alivia a menudo, y siempre tiene a su disposición la posibilidad
de consolar. sólo en este contexto puede la tecnología médica mostrar todo su valor, solo así puede trabajar en nuestro favor y no en nuestra contra.

Un sistema sanitario bien financiado y organizado es una condición necesaria pero no suficiente. Además necesitamos médicos y pacientes virtuosos. Durante unas semanas médicos y pacientes nos hemos demostrado a nosotros mismos que podemos ser virtuosos, o al menos adoptar comportamientos virtuosos. El nuevo contrato ha funcionado aunque haya sido rudimentariamente y forzado por el miedo.

Como ha señalado Sara Maitland, hay preguntas adicionales igualmente relevantes que tienen la
obligación de hacerse: ¿soy un paciente virtuoso? ¿acudo a consultar con las expectativas,
las esperanzas, la gratitud, la humildad, el coraje, la voluntad adecuadas? ¿con qué disposiciones debería acudir a la consulta? ¿cómo podría desarrollar mi capacidad para ser parte del “equipo”?

INVITACIÓN

Los componentes del Grupo de Medicina Reflexiva somos en su mayoría médicos de familia y es sobre todo a ellos a quienes nos dirigimos; lo que afirmamos en este manifiesto lo hacemos desde esa perspectiva. Creemos no obstante que es asumible por otros profesionales sanitarios (médicos de otras especialidades, enfermeras, farmacéuticos, ...) y no solo por ellos, también por pacientes, políticos, ... Por ello invitamos a los médicos de familia a adherirse a este manifiesto, y también a cualquiera que vea reflejadas sus ideas y experiencias en él.
Puedes notificarnos tu adhesión dirigiéndote a la siguiente dirección de correo electrónico: medyref@gmail.com; también puedes utilizarla para cualquier sugerencia que quieras hacernos o para solicitarnos información adicional.
Este documento no está sujeto a copyright. Agradecemos su difusión citando la fuente.

                                                                                                 





Towards a new contract between medicine and society. 



The Reflective Medicine Group is a group of family doctors from Seville who have shared this manifesto with me. For its quality I share a selection of ideas in this blog and refer to the original document that I have made available to the public in this link.

I think it is appropriate to take advantage of the difficult social and health situation to provoke reflection and encourage both health professionals and society to become aware of the frame of reference of the contract between medicine and society.

The real transformation, and if necessary evolution, of our societies will require a profound vision that goes beyond the apparent, the consumption of health resources and the brilliance of technology.

Without further introduction I leave you with the extract from the document:

https://drive.google.com/file/d/1WwQa9im3tCf5tcoQgXgediUR4IctucOz/view?usp=drivesdk



Before the applause: the false contract between medicine and society

Few will deny the existence of serious and endemic problems in health care with which we are forced to live and which until now seemed immovable. In our opinion, the most onerous ones are the consequence of what Richard Smith called "the false contract" in force between medicine and society, between doctors and patients. In Smith's view, the main falsehood of this contract as far as patients are concerned is its belief that modern medicine has almost unlimited powers; powers through
that we doctors can solve their problems, even their social problems.



This belief is an exaggeration of the therapeutic illusion, which has been defined as the "belief that diagnostic tests and treatments are safer and more effective than evidence from independent, high-quality research". Unlike patients, we physicians often have an acute awareness of limitations of what we can do. In our case the falsity of the contract does not lie in overestimating the powers of medicine, but in silencing its limitations: "The best is that I keep silent about all this, so as not to disappoint my patients and lose my status. The therapeutic illusion carries with it unreasonable expectations, both of which are unwanted consequences of the achievements of medicine.

The bill has been paid by all of us, the patients and us, and has been presented to us under four aspects: clinical iatrogeny, cultural iatrogeny, waste and dissatisfaction.

THERAPEUTIC ILLUSION → EXCESSIVE EXPECTATIONS → PRESSURE (OF THE PATIENT) → CLAUDICATION (OF THE DOCTOR) → OVERUSE →
CLINICAL IATROGENY + CULTURAL IATROGENY + WASTE + DISSATISFACTION

   The therapeutic illusion generates excessive expectations in patients that we doctors do not correct adequately; instead, we give in by overusing clinical interventions; we use diagnostic tests, treatments, preventive measures, inter-consultations, when their benefit-harm balance is not sufficiently favorable, and the consequences of doing so are burdensome: clinical iatrogeny, cultural iatrogeny, waste and dissatisfaction.


Richard Smith interpreted the negative media coverage of the consequences of the false contract as a sign of society's awakening to the limitations of medicine; an awakening that, although temporarily uncomfortable, could perhaps lead to a much more honest, adult and friendly doctor-patient relationship. That relationship had to be based on a new contract. This is how he articulated his clauses: Both patients and doctors know that:


  1. Death, illness and pain are part of life.
  2. Medicine has limited powers, particularly to solve social problems; it also has risks.
  3. Doctors do not know everything; they need to weigh decisions and psychological support.
  4. Doctors and patients are in this together.
  5. Patients can't just abandon their problems in the hands
  6. from the doctors.
  7. Physicians must openly acknowledge their limitations.
  8. Politicians must refrain from making extravagant promises and focus on reality.


For a few weeks at least, doctors and patients have shown ourselves that we can behave "virtuously": Smith's new contract came into play.

Should we wish to return to the previous situation without further ado? Certainly there are many aspects of the "old normal" (that's what we should call it to be consistent) that we rightly wish to recover, but that shouldn't obscure us: the "old normal" also included many other undoubtedly undesirable aspects.

The pandemic has shown the limitations of medicine, but which medicine: of dwindling medicine, of technology-centred medicine that sometimes helps and sometimes hurts, wastes and frustrates. Not medicine itself, which takes care of people without making promises false: the one that cures sometimes, relieves often, and always has at its disposal the possibility Only in this context can medical technology show its full value, only then can it work for us and not against us.

A well-financed and organized health system is a necessary but not sufficient condition. We also need virtuous doctors and patients. For a few weeks doctors and patients have shown themselves that we can be virtuous, or at least adopt virtuous behaviour. The new contract has worked even if it has been rudimentary and forced by fear.

As Sara Maitland has pointed out, there are additional, equally relevant questions that have
obligation to become: am I a virtuous patient? do I consult with expectations, the right hopes, gratitude, humility, courage, will? with what dispositions should I come to the consultation? how could I develop my capacity to be part of the "team"?


INVITATION

The members of the Reflexive Medicine Group are mostly family doctors and it is to them that we address ourselves; what we affirm in this manifesto we do so from that perspective. We believe, however, that it is acceptable to other health professionals (doctors of other specialities, nurses, pharmacists, etc.) and not only to them, but also to patients, politicians, etc. We therefore invite family doctors to adhere to this manifesto, and also anyone who sees their ideas and experiences reflected in it.

You can notify us of your adherence by writing to the following e-mail address: medyref@gmail.com; you can also use it for any suggestions you wish to make or to request additional information from us.

This document is not subject to copyright. We appreciate its dissemination citing the source.

                                                                                                 




MIEMBROS DEL GRUPO DE MEDICINA REFLEXIVA (por orden alfabético)


Manuel Aljama Alcántara
Médico de familia, Centro de Salud María Fuensanta Pérez Quirós, Sevilla.
Manuel Caraballo Daza
Médico de familia, Centro de Salud Los Bermejales, Sevilla.
Daniel Cutiño Ruiz
Médico de familia, Hospital de Alta Resolución de Lebrija, Sevilla.
José Antonio Domínguez Domínguez
Médico de familia, Centro de Salud Ronda Histórica, Sevilla.
Purificación Encina Encina
Médica de familia, Centro de Salud Mercedes Navarro, Sevilla.
Fernando Gamboa Antiñolo Internista, Hospital El Tomillar, Sevilla.
Eduardo Gómez Camacho
Internista, Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla.
Rafael Jiménez Toboso
Médico de familia, Centro de Salud Montequinto, Dos Hermanas, Sevilla.
Ignacio Linares Sayago
Médico, en espera de iniciar la residencia en Medicina de Familia y Comunitaria, Sevilla.
María Luisa Manzanares Torné. Médica de familia, Centro de Salud
Mercedes Martínez Granero Médica de familia, Centro de Salud
Antonio Montaño Barrientos Médico de familia, Centro de Salud
Antonio Mora Quintero
Médico de familia, Centro de Salud
María Nieves Moreno Muela Médica de familia, Centro de Salud
Julio Rojas García de Paso Médico de familia, Centro de Salud
Irene de Tena Roger
Médica de familia, Centro de Salud
Pino Montano B, Sevilla. Camas, Sevilla.
Ronda Histórica, Sevilla. Ronda Histórica, Sevilla. El Greco, Sevilla.
Los Bermejales, Sevilla.
Alamillo, Sevilla.
José Antonio de la Torre Cruceye Pediatra, Centro de Salud Cisneo Alto, Sevilla.
Joaquín Torres Moreno
Médico de familia, Centro de Salud Ronda Histórica, Sevilla.

sábado, 20 de junio de 2020

Atravesar el umbral. Crossing the threshold. 越過門檻。






Las catástrofes vitales son puertas que nos brindan paso a una nueva realidad. No somos los mismos cuando decidimos cruzar el umbral. Algo viejo queda atrás y algo nuevo se nos ofrece por delante. Da igual que la crisis venga mediada por una grave enfermedad, una terrible pérdida o un dolor insufrible, al final la tesitura nos obliga a tomar una simple decisión: aceptar o no la circunstancia que se nos presenta. 

Cuando una circunstancia adversa afecta a toda la humanidad pasa lo mismo. Quizá la diferencia estribe en que también nos permite darnos cuenta de que no somos entes, familias, comarcas o naciones aisladas. La tormenta afecta por igual a todos los que navegan en el barco más allá de apellidos, filias o banderas.

La célebre escritora india Arundati Roy reflexionaba hace unos días en el Financial Times sobre el papel del Coronavirus en la situación actual mundial:


“Sea lo que sea, el coronavirus ha conseguido que los poderosos se arrodillen y que el mundo se pare, de un modo que no podría haberlo conseguido nada más. Nuestras mentes siguen acelerándose hacia atrás y hacia delante, deseando un regreso a la “normalidad”, intentando coser a pespuntes un futuro sobre nuestro pasado y negándonos a aceptar la brecha. Pero la brecha existe. Y en mitad de esta terrible desesperación, nos ofrece una oportunidad de repensar la maquinaria del fin del mundo que nos hemos construido nosotros mismos. Nada podría ser peor que un regreso a la normalidad.

Históricamente, las pandemias han obligado a los seres humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de una forma nueva. Esta es igual. Es un portal, un pasaje entre un mundo y el siguiente.

Podemos elegir traspasar ese umbral, arrastrando tras de nosotros los cadáveres de nuestro odio y nuestros prejuicios, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos y nuestras ideas muertas, nuestros ríos muertos y nuestros cielos cubiertos de humo. O podemos cruzar con paso ligero, casi sin equipaje, listos para imaginar otro mundo. Y preparados para luchar por él”.


Mi amigo Ángel González me compartió esta idea y me ofreció la posibilidad de desarrollarla aprovechando la publicación de mi libro Arconte Enfurecido unos meses antes de los hechos. No es casualidad que en el mismo se aborden temas que estamos viendo ahora y veremos en los próximos meses. Eduardo Tornos y Eva Añón nos ayudarán a que el encuentro se pueda difundir por Internet.

La realidad nos obliga a ser creativos. Maridar filosofía, poesía, literatura y diálogo es más necesario que nunca. Por eso abrimos un espacio al que te invitamos.

De todo esto hablaremos el lunes 22 de junio de 21 a 21:45 y lo haremos desde el ciberespacio, siendo la conversación abierta y pudiendo ser seguida desde mi cuenta de Twitter o en los siguientes canales. 

Desde Twitter https://url2.cl/TpxsV (Periscope)
Desde Facebook https://url2.cl/kYQ7N

O desde Youtube https://url2.cl/KKYMs









Crossing the threshold. 

Vital disasters are doors that give us passage to new realities. We are not the same when we decide to cross the threshold. Something old is left behind and something new is offered in front of us. Whether the crisis is mediated by a serious illness, a terrible loss, or an unbearable pain, finally the situation forces us to make a simple decision: to accept or not the circumstance that is presented to us. 

When an adverse circumstance affects all of humanity the same thing happens. Perhaps the difference is that it also allows us to realize that we are not isolated entities, families, regions or nations. The storm affects equally all those who sail on the same ship beyond surnames, philias or flags.

The famous Indian writer Arundati Roy reflected a few days ago in the Financial Times on the role of the Coronavirus in the current world situation:


"Whatever it is, the coronavirus has brought the powerful to their knees and the world to a halt, in a way that nothing else could have done. Our minds keep racing back and forth, wishing for a return to 'normalcy', trying to stitch a future on top of our past and refusing to accept the gap. But the gap exists. And in the midst of this terrible despair, it offers us a chance to rethink the end-of-the-world machine we have built for ourselves. Nothing could be worse than a return to normalcy.
Historically, pandemics have forced humans to break with the past and imagine their world in a new way. This one is the same. It's a portal, a passage between one world and the next.
We can choose to cross that threshold, dragging behind us the corpses of our hatred and our prejudice, our greed, our data banks and our dead ideas, our dead rivers and our smoky skies. Or we can cross at a brisk pace, almost without luggage, ready to imagine another world. And ready to fight for it.”



My friend Ángel González shared this idea with me and offered me the possibility of developing it by taking advantage of the publication of my book Arconte Enfurecido (Angry Archon) a few months before the events. It is not a coincidence that it deals with issues that we are seeing now and will see in the coming months. Eduardo Tornos will help us to spread the meeting through the Internet.

Reality forces us to be creative. Marrying philosophy, poetry, literature and dialogue is more necessary than ever. That is why we are opening a space to which we invite you.

We will talk about all this on Monday June 22nd from 21 to 21:45 and we will do it from the cyberspace, being the conversation open and being able to be followed from my Twitter account. 

 Twitter https://url2.cl/TpxsV (Periscope)
 Facebook https://url2.cl/kYQ7N

 Youtube https://url2.cl/KKYMs






越過門檻。

自動翻譯,對錯誤感到抱歉。

重大災難是使我們進入新現實的通道。當我們決定越過門檻時,我們並不相同。舊的東西被遺留下來,而新的東西被擺在我們面前。無論危機是由重病,可怕的損失還是難以忍受的痛苦所介導,最終,局勢迫使我們做出一個簡單的決定:接受或不接受呈現給我們的情況。

當不利的情況影響到全人類時,同樣的事情也會發生。也許不同之處在於,它也使我們認識到我們不是孤立的實體,家庭,地區或國家。這場風暴同樣影響著所有乘船航行的人,除了姓氏,飛利浦或旗幟以外。

印度著名作家Arundati Roy幾天前在《金融時報》上反映了冠狀病毒在當前世界局勢中的作用:


“不管是什麼,冠狀病毒都以一種別無他法的方式使強大的力量癱瘓了,整個世界都停止了。我們的思想不斷來回奔跑,希望回到'正常'狀態,試圖在過去的基礎上縫製一個未來,並拒絕接受差距,但是差距仍然存在,在這種可怕的絕望之中,它為我們提供了一個機會來重新思考我們為自己打造的世界末日機器沒有什麼比恢復常態更糟的了。
從歷史上看,流行病迫使人類與過去決裂,以新的方式想像他們的世界。這是一樣的。這是一個門戶,是一個世界與另一個世界之間的通道。
我們可以選擇越過這個門檻,將仇恨和偏見的屍體,我們的貪婪,我們的數據庫和我們的拙劣思想,我們的枯燥河流和我們煙熏的天空拖到我們身後。或者,我們可以快步走,幾乎沒有行李,準備去想像另一個世界。並準備為此奮鬥。”



我的朋友ÁngelGonzález與我分享了這個想法,並為我提供了通過在活動開始前幾個月利用我的著作Arconte Enfurecido(Angry Archon)進行開發的可能性。它處理我們現在看到的以及未來幾個月將要看到的問題,這並不是巧合。 Eduardo Tornos將幫助我們通過Internet傳播會議。

現實迫使我們要有創造力。與哲學,詩歌,文學和對話相結合比以往任何時候都更為必要。這就是為什麼我們要開放一個邀請您的空間。

我們將在6月22日(星期一)21到21:45討論所有這一切,我們將在網絡空間中進行對話,因為對話是開放的,並且可以通過以下渠道進行跟踪。







sábado, 13 de junio de 2020

El experimento. The experiment. 本實驗。






El experimento.


Imaginen que hacemos un experimento. Elegimos un mundo al azar. Confinamos a la población en sus casas durante un periodo de tiempo limitando su movilidad. Observamos qué pasa. 

Estos fueron los resultados:

1. En general la gente se adaptó sin grandes problemas.
2. La modificación de rutinas aumentó los tiempos de silencio y aburrimiento.
3. Algunos pudieron pensar.
4. Unos pocos se dieron cuenta de que la vida que llevaban no merecía la pena.
5. Tras regresar la posibilidad de libre desplazamiento la gente volvió a buscar su interés personal y a sobrevivir como mejor podía. La mayoría olvidó pronto.

Cada cual dentro del experimento vivió una experiencia personal. Al haber sido un tiempo de cambio es esperable que proporcionara alguna enseñanza a cada cual. Pero solo una minoría fue capaz de experimentar alguna intuición-fuerza que en raros casos pudiera comunicar. 


Como humanidad estamos amenazados por circunstancias que en parte hemos formulado nosotros. Encontrar la salida al enredo precisará de ideas y de valientes que sean capaces de implementarlas. De narrativas con fuerza para mover una sociedad entera y líderes que las puedan proponer. ¿Será posible si globalmente estamos dormidos?






The experiment.


Imagine we're doing an experiment. We choose a world at random. We confine the population to their homes for a period of time by limiting their mobility. We observe what happens. 

These were the results:

1. In general, people adapted without major problems.
2. The modification of routines increased the times of silence and boredom.
3. Some were able to think.
4. A few realized that the life they were leading was not worthwhile.
5. After the possibility of free movement returned, people went back to their own self-interest and survived as best they could. Most soon forgot.

Everyone in the experiment had a personal experience. Having been a time of change it is to be expected that it would provide some teaching for each one. But only a minority were able to experience some dedo intuition that in rare cases could communicate. 


As humanity we are threatened by circumstances partly formulated by ourselves. Finding a way out of the mess will require ideas and the courage to implement them. Narratives with the strength to move an entire society and leaders who can propose them. Will this be possible if we are globally asleep?





本實驗。

自動翻譯,對錯誤感到抱歉。

想像我們正在做一個實驗。我們隨機選擇一個世界。通過限制他們的流動性,我們在一段時間內將他們限制在其家中。我們觀察會發生什麼。

結果是:

1.總的來說,人們適應能力沒有大問題。
2.修改常規增加了沉默和無聊的時間。
3.有些人能夠思考。
4.一些人意識到他們過著的生活不值得。
5.自由流動的可能性恢復後,人們恢復了自身利益,並儘了最大的生存能力。很快忘記了。

實驗中的每個人都有自己的經驗。經歷了一段變革的時代,可以預料的是它將為每個課程提供一些指導。但是只有少數人能夠體驗到一些直覺,即使在極少數情況下也可以交流。


作為人類,我們受到自己部分制定的環境的威脅。從混亂中尋找出路將需要思想和實施這些思想的勇氣。具有推動整個社會發展的力量的敘事以及可以提出建議的領導者。如果我們在全球都睡著了,這有可能嗎?

martes, 9 de junio de 2020

Agotamiento existencial. Existential Exhaustion. 存在窮竭




Los acontecimientos de los últimos meses nos han subido a todos a una montaña rusa emocional de la que no terminamos de recuperarnos. Estamos cansados. Pero si uno se mira bien verá que no es un cansancio físico. Es algo más profundo, algo existencial, que tiene que ver con lo que somos como seres humanos, sociedad e individuos. 

El espectáculo mediático y político no ha ayudado. El miedo y la crispación han sido altísimos, pero hay algo más. Quizá tenga que ver con la constatación de que nuestra vida no es exáctamente la que creíamos que era, la que queríamos que fuera. Quizá sabernos vulnerables nos pueda ayudar a valorar de otra manera las cosas, incluso puede que alguno haya podido reflexionar sobre el sentido de su vida. Pero lo que terminará pasando es que olvidaremos estos meses y volveremos a las andadas.

Nos resulta muy difícil cambiar. Ampliar la perspectiva es terriblemente duro. Por eso me tomo un instante para escribir estas palabras. Ayer me di dos breves paseos en soledad. El primero temprano, por una zona descampada, el segundo más tarde terminando sentado bajo una encina donde pude leer un libro entre tallos de avena. De esos dos momentos extraje un destilado dulce: necesitamos regresar a la naturaleza. En estos tiempos de intoxicación mediática y  aceleración vital puede que lo único que sea capaz de ayudarnos a acompasar el paso sea la intemperie. 

Y nos tocará hacerlo en primera persona. Por mucho que Byun Chul-Han y otros hayan filosofado en profundidad sobre la sociedad del cansancio cada cual tendrá que mover ficha y elegir cómo y dónde quiere situarse en esta partida de ajedrez que nos amenaza con la posibilidad de jaque mate.




Existential Exhaustion

The events of the last few months have been as an emotional roller coaster from which we have not fully recovered. We are tired. But if you look closely, you will see that it is not physical fatigue. It is something deeper, something existential, that has to do with who we are as human beings, society and individuals. 

The media and political spectacle has not helped. Fear and tension have been very high, but there is something else. Perhaps it has to do with the realisation that our life is not exactly what we thought it was, what we wanted it to be. Perhaps knowing that we are vulnerable can help us to value things differently; perhaps some of us have even been able to reflect on the meaning of our lives. But what will end up happening is that we will forget these months and go back to business as usual.

It is very difficult for us to change. It's terribly hard to broaden our perspective. That's why I'm taking a moment to write these words. Yesterday I took two short walks in solitude. The first one early in the morning, through an open area, the second one later in the afternoon, ending up sitting under an oak tree where I could read a book between oat stems. From those two moments I extracted a sweet distillate: we need to return to nature. In these times of media intoxication and accelerated life, perhaps the only thing that can help us keep up with the pace is nature. 

And we will have to do it in the first person. Even if Byun Chul-Han and others have philosophized in depth about the society of fatigue, each one of us will have to move his chess piece and choose how and where he wants to place himself in this game that threatens us with the possibility of checkmate.





存在窮竭

自動翻譯,對錯誤感到抱歉

最近幾個月的事件一直是令人情緒激動的過山車,我們還沒有從中完全恢復過來。我們累了。但是,如果仔細觀察,您會發現這並非身體疲勞。這與我們作為人類,社會和個人的身份有關,是更深層次的,某種存在性的。


媒體和政治景像沒有幫助。恐懼和緊張情緒一直很高,但還有其他事情。也許這與認識到我們的生活不完全是我們所想的,我們想要的那樣有關。也許知道我們很脆弱可以幫助我們以不同的方式看待事物。也許我們當中有些人甚至能夠反思我們生活的意義。但是最終將要發生的是,我們將忘記這幾個月,並照常恢復業務。


我們很難改變。拓寬我們的視野非常困難。這就是為什麼我花一些時間寫這些話。昨天我獨自走了兩步。第一個清晨,穿過一個開放區域,第二個清晨,到達一個橡樹下,在那裡我可以讀到燕麥莖之間的書。從那兩個時刻,我提取了甜味的餾出物:我們需要回歸自然。在當今媒體陶醉和生活加速的時代,也許唯一可以幫助我們跟上步伐的是自然。


而且我們將必須以第一人稱視角進行操作。即使Byun Chul-Han和其他人已經對疲勞社會進行了深入的思考,我們每個人都將不得不移動他的棋子,並選擇他想如何以及在何處放置自己的棋子,這將使我們面臨將死的可能性。