Si le preguntáramos a cualquier profesional de la salud, da igual la comunidad autónoma, ¿qué haría si fuera Consejero de Sanidad? Le alegraríamos un poco el día al darle la oportunidad de despacharse a gusto con uno de sus temas preferidos: arreglar el Sistema Sanitario. Es materialmente imposible contar las horas de charla de café que este tema habrá suscitado desde las procelosas reformas sucesivas que dieron a luz el Sistema Nacional de Salud español. Se han escrito infinidad de libros, artículos, libelos y opúsculos de un tema que origina estupor y temblores.
La paradoja estriba en que si comparamos los discursos de cada cual encontraremos puntos similares y puntos diferentes. Entre los similares casi todos coincidirán en que el sistema está fatal, es del todo injusto para la categoría profesional a la que pertenece el intercepto y la gestión no puede ser peor. Entre los diferentes encontraremos el modo de arreglarlo: primando sin duda a la categoría profesional aludida y luego todo lo demás. Esta supina división ha propiciado un estilo de gestión que podríamos denominar de despotismo ilustrado sanitario, si bien es verdad que de ilustrado tampoco ha tenido mucho: “Todo para el ciudadano pero sin el ciudadano, y de los profesionales ni hablamos”..
El hecho es que mientras más alto es el cargo más lejano de la tierra suele estar, es decir de las consultas. En Sanidad no se suelen atrever a visitar, salvo excepciones, las consultas de un centro de salud o las de un hospital. Las visitas protocolarias suelen dirigirse a unidades estrella, profesionales estrella y hospitales estrella, habitualmente se pregonan a posteriori y duran lo que tardan los periodistas en hacer la foto. El desconocimiento de la realidad es por lo tanto mayúsculo.
Además del desconocimiento, el mayor problema de la gestión sanitaria es que termina convirtiéndose en un gigante que devora a sus hijos. El gestor se debe a los votos de los ciudadanos, a las encuestas de valoración de los mismos y a los fríos resultados que interesan a la prensa: listas de espera, casos atendidos, operaciones y procedimientos realizados, urgencias atendidas... Si para alcanzar los objetivos nos dejamos en la cuneta unos cuantos profesionales no pasa nada. ¿Acaso al construir las pirámides o la muralla china no hubo bajas? Pues con nuestro sistema sanitario “de los mejores del mundo” lo mismo.
El problema es que no hablamos de un obrero de la construcción en el Egipto primitivo sino de un profesional que ha costado formar una fortuna y que sigue siendo el eslabón más frágil del enorme castillo sanitario. Un médico de urgencias, o en una consulta de atención primaria o sometido a una gran sobrecarga en hospital, terminará con los plomos fundidos más pronto que tarde. Lo mismo con una enfermera o cualquier trabajador que quieran. El nivel de profesionales quemados es altísimo y en consecuencia la calidad de los cuidados y el balance de resultados no puede ser igual.
Esta situación debería ser prioritaria pero no lo es. Los planes de “humanización” que están desarrollando algunas consejerías de sanidad no contemplan la protección del profesional sanitario, no previenen ni tratan la sobrecarga, no corrigen la saturación burocrática ni ofrecen apoyo a los profesionales con burnout. A parte de discursos y de papel mojado es poco lo que se ha hecho es esta línea por unos y por otros.
El estado seguirá velando por que se mantenga el derecho a la asistencia sanitaria, pero tal y como van las cosas esta asistencia estará deteriorada. Un profesional sobrecargado y quemado no podrá hacer las cosas óptimamente. Y no es posible quitar y poner nuevos profesionales como si fueran fichas, por un lado cuestan un montón, por otro no los hay. Al final terminan marchando a otros países, mientras recibimos inmigración sanitaria de lugares con niveles formativos inferiores, lo que como comprenderán no arreglará las cosas.
El cascabel que nadie se atreve a poner al gato es el cambio de un modelo basado en la capitación (pago por número de pacientes atendidos) a otro basado en pago por atención realizada. Si les interesa el tema lean a Sergio Minué.
¿Qué haría yo si fuera Consejero de Sanidad?... echarme a temblar.
Como puedo destruir la sanidad pública maestro? Amargad la vida de los médicos— pacotraver (@pacotraver) August 31, 2016
Nota al margen: Mañana jueves 1 de septiembre participaré en el programa de televisión Saber Vivir. Hablaremos sobre el estómago y sus problemas. Si les interesa estaremos en antena sobre las 10:30.