Desde que recibí mi esquela esta semana estoy dándole vueltas al asunto de la salvación. Algo que no puedo evitar dado mi carácter reflexivo, la generosa educación que me proveyeron mis padres y mis raíces filosóficas y cristianas.
Estar muerto no es tan descansado como imaginaba, la consulta sigue de lo más animada y las malas noticias del cementerio se suceden, menos presupuesto, promesas de avalanchas de médicos jubilados y el verano que ya está aquí dejándonos en cuadro dado que los muertos seguimos teniendo la costumbre de veranear.
Tampoco es tan descorazonador. Cuando se llega a este estado uno comprende que hay pocas cosas importantes, o tal vez solo una: estar sano y salvo. De la salud no hablaré hoy pero sí de lo que puede significar estar a salvo. Y consultados mis teólogos de cabecera me dicen que las instituciones no pueden salvarse, como toda organización viva nacen, crecen y mueren. En el proceso suelen llevarse por delante a todo aquel que se interpone en su camino siguiendo la falacia de que conviene que muera uno para el bien del resto, algo completamente falso y deshumanizado.
Miro a mi alrededor y veo a compañeras y compañeros tratando de salvarse. Unos se inmolan por sus ideales, otros abandonan el barco, algunos se refugian en el pasotismo o el cinismo, otros gritan y lloran. Muchos siguen adelante como pueden, soportando el peso de un trono de Semana Santa con la imagen de algún crucificado sobre sus hombros en carne viva. Yo como estoy completamente muerto me tomo la libertad de elevarme por el aire buscando un poco de frescor y claridad de mente. Termino comprendiendo que eso de la salvación no se puede conseguir del todo de manera individual por muchos paraísos virtuales que unas y otros quieran inventarse. Nadie salvará a la institución y nadie se salvará solo. ¿Pero entonces qué camino nos queda?
Llegados a este punto solo cabe apelar al milagro, entendido no como una transgresión de las leyes naturales sino como una toma de conciencia de un curso de acción que sea a la vez correcto y humano. Y la única manera de resucitar a un muerto es con fe y confianza, algo que como sabemos es difícil cuando el cadáver ha empezado a apestar. “Lázaro, sal fuera” fueron las palabras que recordaron al muerto que la vida no está en la soledad de la fosa sino en la presencia de los vivos. Tal vez tengamos que imitarlo y salir un poco de este cementerio en el que nos han metido políticos, gestores, ciudadanía e incluso nosotros mismos. Salir a la sociedad, a nuestros pueblos y barrios. Contar lo que pasa y organizarnos con la comunidad. Replantearnos los equipos por completo asumiendo una autonomía que no nos deberían haber quitado y reformular por entero los roles profesionales y la asistencia sanitaria teniendo en cuenta los medios y limitaciones. Habrá que aprender a dejar de hacer muchas cosas y a decir no a lo superfluo e innecesario, por incómodo que nos resulte poner límites tanto a los que vengan a nosotros como a nuestros gestores. Habrá que secarse las lágrimas y asumir que nos queda camino por andar, porque mientras haya vida hay esperanza, y esta es precisamente el ingrediente sagrado que nos sacará de la fosa.
This cemetery is not serious.
Ever since I received my obituary this week I have been pondering the question of salvation. Something I can't help given my reflective nature, the generous upbringing my parents provided and my philosophical and Christian roots.
Being dead is not as restful as I had imagined, the clínicas practice is still as lively as ever and the bad news from the cemetery comes one after the other, less budget, promises of an avalanche of retired doctors and the summer that is already here leaving the staff in half given that we dead people are still in the habit of summering.
It is not so disheartening either. When you get to this stage you realise that there are few things that are important, or perhaps only one: to be safe and sound. I won't talk about health today, but I will talk about what it means to be safe. And my favourite theologians tell me that institutions cannot be saved, like all living organisations they are born, grow and die. In the process they tend to take down anyone who stands in their way, following the fallacy that it is good for one to die for the good of the rest, something completely false and dehumanised.
I look around me and see comrades trying to save themselves. Some immolate themselves for their ideals, others abandon ship, some take refuge in passivity or cynicism, others scream and cry. Many carry on as best they can, bearing the weight of a Holy Week throne with the image of some crucified person on their shoulders in the flesh. I, being completely dead, take the liberty of soaring through the air in search of a bit of freshness and clarity of mind. I end up realising that salvation cannot be achieved entirely on an individual basis, no matter how many virtual paradises one or the other may want to invent. No one will save the institution and no one will save themselves alone, but then what is the way forward?
At this point we can only appeal to the miracle, understood not as a transgression of natural laws but as a realisation of a course of action that is both right and humane. And the only way to raise the dead is with faith and trust, which as we know is difficult when the corpse has begun to stink. "Lazarus, come out" were the words that reminded the dead man that life is not in the solitude of the grave but in the presence of the living. Perhaps we need to imitate him and get out of this cemetery in which politicians, managers, citizens (and even ourselves) have put us. To go out into society, into our towns and neighbourhoods. Tell what is happening and organise ourselves with the community. To completely rethink our teams, assuming an autonomy that should not have been taken away from us, and to completely reformulate our professional roles and healthcare, taking into account our means and limitations. We will have to learn to stop doing many things and to say no to the superfluous and unnecessary, however uncomfortable it may be to set limits both for those who come to us and for our managers. We will have to dry our tears and accept that we still have a long way to go, because as long as there is life there is hope, and this is precisely the sacred ingredient that will pull us out of the pit.
这个公墓并不严肃。
机器翻译,如有错误,请见谅。
自从本周收到我的讣告后,我就一直在思考救赎的问题。鉴于我的反思天性,我父母提供的慷慨教养,以及我的哲学和基督教根基,有些事情我不能不说。
做死人并不像我想象的那样安逸,实践还是一如既往的热闹,来自墓地的坏消息接踵而至,预算减少,退休医生雪崩的承诺,鉴于我们这些死人还有过夏的习惯,已经到来的夏天把我们留在了画面中。
它也不是那么令人沮丧。当你达到这种状态时,你会意识到没有什么事情是重要的,或许只有一件:健康和安全。我今天不谈健康,但我要谈一谈安全的含义。当我咨询我所选择的神学家时,他们告诉我,机构不能被拯救,就像所有的生物组织一样,他们出生,他们成长,他们死亡。在这个过程中,他们倾向于打倒任何阻挡他们的人,遵循这样的谬论:一个人为了其他人的利益而死是好的,这是完全错误和非人性的东西。
我环顾四周,我看到同志们都在努力自救。有些人为了自己的理想而自焚,有些人弃船而去,有些人在被动或愤世嫉俗中避难,有些人则尖叫和哭泣。许多人尽其所能地进行着,在肉体上肩负着某个被钉死的人的形象,承受着圣周宝座的重量。我,已经完全死了,冒昧地在空中翱翔,寻找一点新鲜感和清醒的头脑。我最终明白,救赎不可能以完全个人的方式实现,无论一个人或另一个人想发明多少个虚拟天堂。没有人会拯救这个机构,也没有人会单独拯救自己,但那样的话,未来的路该怎么走?
在这一点上,我们只能求助于奇迹,它不是被理解为对自然法则的违背,而是被理解为对一种既正确又人道的行动方案的认识。而复活一个死人的唯一方法是用信心和信任,正如我们所知,当尸体开始发臭时,这是很困难的事情。"拉撒路,出来 "这句话提醒了这个死人,生命不在坟墓的孤寂中,而在活人的面前。也许我们必须模仿他,从政治家和经理人把我们放在的这个墓地里走出来一点。走向社会,走进我们的城镇和邻里。告诉大家正在发生的事情,并与社区一起组织自己。重新思考团队,完全承担起不应该被夺走的自主权,重新制定整个职业角色和保健,同时考虑到手段和限制。我们必须学会停止做许多事情,并对多余和不必要的事情说不,无论为那些来找我们的人和我们的管理者设定限制是多么的不舒服。我们将不得不擦干眼泪,假设我们还有很长的路要走,因为只要有生命就有希望,而这恰恰是将我们拉出坑的神圣成分。
2 comentarios:
Estimado doctor. Le remito un pequeño texto, que le complicará su reflexión. No obstante, le invito a una nueva perspectiva -no alentadora, cierto-. Muestra el camino cómo el Real de las cosas se está expresando. Invita a un reencontrase con el sino de los tiempos. Usted sabe que todo inicio de cura parte de la conciencia de uno mismo. Un cordial saludo y agradecido porque sea usted como es.
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