viernes, 25 de mayo de 2018

El cansino llanto sanitario no mueve molino







Desde que tengo uso de razón he escuchado el llanto de los profesionales sanitarios de este país en sus diferentes estilos y manifestaciones. Se quejan desde un punto geográfico al opuesto, tanto en grandes hospitales como en pequeños consultorios, protestan los más jóvenes pero también los mayores... Y entre queja y queja no dejamos de darnos pullas y codazos unos a otros.

Las pocas veces que se ha conseguido algo ha sido al  unir al personal, un ejemplo claro fueron las mareas blancas de Madrid que consiguieron frenar un enorme plan privatizador. El hecho es que las cosas van a peor con una financiación menguante, una gestión que prioriza intereses políticos y no generales y unos profesionales cada día más quemados.

Hace mucho tiempo me di cuenta de que un servidor no podría jamás vislumbrar cómo arreglar el sistema sanitario. También vi claramente que el barco se hunde irremisiblemente con el beneplácito de todos, orquesta a la que pertenezco incluida.

Por eso concentro mi energía en tratar de pasar consulta con dignidad en un pequeño pueblo. Hacer las cosas lo mejor posible. Seguir estudiando, leyendo y formándome para que mis pacientes tengan delante un médico capaz. Tratar de mejorar la escucha y las habilidades de comunicación. Mantener las ganas de ofrecer el mejor servicio posible con los medios que tengo.

A veces me seguiré quejando, discúlpenme por ello, intentaré no dar en exceso la brasa. La sanidad pública es una construcción social y será la sociedad quien la defienda o permitirá que se hunda y los políticos y responsables de alta gestión los que detentarán la responsabilidad de permitirlo. Desde esta humilde atalaya verán que hacemos todo lo posible por azuzar la reflexión y la toma de conciencia, tal vez no sea suficiente pero no me da para más.



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