miércoles, 13 de julio de 2011

Relaciones especiales



Los seres humanos nos definimos por nuestras relaciones personales. Para ser más exacto, son los demás los que nos definen. Hofstadter se hace incluso la pregunta de si es posible que haya más de mí en los demás que en mí mismo.

Dichas relaciones son diversas por definición, hay algunas fugaces, otras estructurales; literalmente nos construyen y sostienen.

Albert Espinosa en su libro Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven. Nos cuenta una historia en la que habla de esas relaciones especiales. Una novela fresca, apta para el verano, que recomiendo.

Me ha ayudado a ir un pasito más allá. A reconocer que incluso en una relación leve, breve o fugaz, tal vez se encuentren escondidas las respuestas más ansiadas. Aquellas que sólo pueden venir de esa persona única. Que sólo nos puede transmitir ella.

La vida rápida que llevamos nos hace ir por el mundo montados en una moto a toda velocidad.  Pasan a nuestro lado circunstancias o personas que no podemos atender debidamente. Desperdiciamos oportunidades.

Mi amigo Jesús, me enseñaba el pasado jueves, todo lo que puede caber en una conversación tranquila en un jardín. Las respuestas a lo que somos están en los demás.


A la hora de enfermar nos enfrentamos a nuevas preguntas. ¿Qué sentido tiene esta enfermedad? ¿cómo puedo manejar esta limitación?... y muchas otras. La última respuesta la daremos nosotros, pero las pistas, no duden, están en los demás.

5 comentarios:

alestedemadrid dijo...

Prestar atención a las relaciones breves, leves o fugaces cambia nuestro día a día. Un saludo

Anónimo dijo...

hablar de la velocidad de la vida no es más que una cortina de humo. Es el MIEDO, así con mayúsculas, lo que impide ir en busca de las respuestas más ansiadas. El buscar dentro de nosotros implica riesgo, cambio, a menudo dolor, y es más sencillo:
quedarse inmóvil al borde del camino,
congelar el júbilo,
querer con desgana
etc...

Juana dijo...

¿Te atreves a decir "ven"? .... pedir ayuda, no es fácil, al menos para mi ....

Anónimo dijo...

Hay personas que son como niños. Y cual niños esperan que las respuestas más ansiadas bajen por la chimenea como los regalos de Papa Noel en la noche mágica de Nochebuena. La felicidad hay que construírsela. Pero hay personas que prefieren instalarse en la autocompasión sin hacer nada para cambiar lo que les hace daño, sin dar nunca un paso adelante. (Si tienen talento literario, a veces salen de ahí poemas muy lindos y melancólicos). Los cambios pueden traer dolor pero a veces es la única manera de crecer.

Hay personas por las que pasará la ocasión una y mil veces y será para nada. Como el hombre del chiste:

Resulta que un hombre se estaba ahogando en el mar cuando pasa cerca una lancha. El conductor de la lancha le dice:

¡Deme la mano que yo lo rescato!
.- ¡No, yo espero a que Dios me rescate! – Responde el que se ahogaba.

Luego pasa un barco carguero. El capitán le dice:
¡Le paso un salvavidas, yo lo rescato!

.- ¡No, yo espero a que Dios me rescate! – Responde el que se ahogaba.

Luego pasa un helicoptero de rescate. El piloto le dice:
¡Le paso una cuerda, yo lo rescato!

- ¡No, yo espero a que Dios me rescate! – Responde el que se ahogaba.

Finalmente el hombre se ahoga y va a el cielo a verse con Dios.
El ahogado le dice a Dios:

¡Dios, núnca me rescataste!
- Responde Dios enojado – ¡Carajo, te mando la lancha, te mando el barco, te mando el helicoptero y no quieres….!

Manuel Escobar dijo...

La primera novela, para mi gusto, es más interesante aún más políticamente incorrecta y que nos provoca e invita a hacernos muchísimas más preguntas... como la mayoría de las obras de Albert, tipo especial donde los haya.